4 de enero de 2011

LOS PRÓXIMOS CIEN AÑOS

“Los Próximos Cien Años. Un pronóstico del Siglo XXI” es el título del libro que George Friedman publicó recientemente. No he visto una versión en español pero espero que salga pronto. Pronosticar el futuro ha sido el sueño de la humanidad con todo y lo terrible que pudiera ser el conocerlo. Hoy en día gobiernos y empresas están empeñados en ese intento de vislumbrar lo que depara el futuro a fin de realizar sus ejercicios de planeación y reaccionar mejor ante los cambios que va presentando el entorno.
Friedman se basa en el estudio de la geopolítica para realizar su pronóstico del mundo en este siglo. De acuerdo con Wikipedia, la geopolítica es el arte y la práctica de usar el poder político en un territorio dado. Su estudio comprende el análisis de la geografía, la historia y las ciencias sociales. El autor identifica tres factores como los grandes impulsores del cambio en este siglo: la geografía, la demografía y la tecnología. Se basa ampliamente en la historia y parte del supuesto de que las naciones continuarán existiendo como tales y defendiendo sus intereses a lo largo del siglo. Siglo en el que según el autor, la potencia mas grande del mundo será Estados Unidos.
El autor estima que para el 2020 tanto China como Rusia habrán dejado de ser países que compitan con Estados Unidos. Todo ello debido a desequilibrios internos y por presiones del exterior, haciendo que se colapsen sus ejércitos y sean afectados estos países por movimientos separatistas y rebeliones internas. Para 2030 el decrecimiento de la población en Estados Unidos hará que este país atraiga agresivamente inmigrantes; una buena parte de ellos mexicanos ya que nuestro país tendrá suficientes personas para exportar. Para esas fechas, con el colapso de China y Rusia, surgirán tres países con nuevo poder, tanto por el tamaño de sus economías como por su posición geográfica: Polonia, Turquía y Japón. Todos ellos con economías sumamente fuertes y ejércitos nacionales poderosos. El desarrollo de estas potencias y las nuevas estrategias para controlar territorio clave en Eurasia, provocarán una guerra contra los Estados Unidos para mediados del siglo.
Si el factor para dominar al mundo en el siglo XX era el control de los mares con sus flotas, en este siglo la clave será quien domine el espacio cercano a la Tierra, incluyendo la Luna y el autor estima que será Estados Unidos quien lo haga. Después de la guerra mundial que el autor ubica en la década del 2050 y que termina con el triunfo de Estados Unidos creando nuevos equilibrios mundiales, vendrá a partir del 2060 una época de bonanza y paz.
Para el 2080 el autor pronostica una guerra entre la mayor potencia del mundo, Estados Unidos, y México. A diferencia de lo que vemos y leemos en los medios de comunicación todos los días, al autor le parece sumamente factible que México esté en esas épocas entre los 10 países más poderosos del mundo. El conflicto se dará porque la población de ascendencia mexicana será mayoría en los territorios que hasta antes de la guerra de 1848 fueron parte de México. Esto aunado a cambios demográficos, económicos y tecnológicos en Estados Unidos que obliguen a deportar a los inmigrantes mexicanos aún cuando tengan muchos años establecidos allí. En esa región el español será la lengua oficial, como lo es el francés en Quebec, y otros aspectos culturales harán que los inmigrantes mexicanos establecidos en esos territorios que antes fueron parte de México, se sigan sintiendo parte de nuestro país; este aspecto se acentuará debido a la cercanía de la región con México. Plantea incluso que representantes de estos mexicanos en Estados Unidos formen parte tanto del Congreso Mexicano como del Americano, generando corrientes en ambos lados de la frontera que favorezcan a esta población. Habría por otra parte elementos extremistas fuera del control de ambos gobiernos quienes podrían provocar la guerra entre ambos países. Con todo el poderío militar de Estados Unidos, el cual es adecuado para pelear guerras en tierras lejanas, no sabrán que hacer contra una población que en teoría son ciudadanos americanos pero cuyas lealtades estarán divididas. Es más, el ejército americano y especialmente la guardia nacional en las regiones fronterizas estará compuesto por soldados de ascendencia mexicana. Para Friedman la cuestión clave desde un punto de vista geopolítico será: ¿Cuál va a ser la capital de Norteamérica a fines del Siglo XXI? ¿Washington o la Ciudad de México? Basta recordar que la Ciudad de México fue la capital de Norteamérica los siglos XVI, XVII y XVIII y Washington sólo lo ha sido en los últimos doscientos años.
Por más que pudieran parecer descabellados los pronósticos de Friedman, sus argumentos y su método de pronóstico se ven sólidos. El autor dice que las fuerzas de la geopolítica son tales que no importan los gobiernos o los pueblos para que ocurran estos fenómenos. Por ello poco importa lo que podamos pensar los mexicanos de si en realidad queremos llegar a dominar a Norteamérica de nuevo. Lástima que a mi no me tocará ver si esto se convierte en realidad.

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