15 de septiembre de 2013

UNA NUEVA CONSTITUCIÓN


 

     Existe en México una obsesión por hacer leyes pero no por cumplirlas. Desde la independencia de nuestro país ha habido leyes que son aspiracionales. Es decir que más que tomar el espíritu de la nación y convertir en leyes las costumbres que prevalecen y modularlas y adaptarlas para mejorar la convivencia, se han promulgado leyes que reflejan el modelo al que se aspira a llegar,  en contra a veces, de la realidad del país.  Por ello los ciudadanos buscan cómo evadir aquellas  que van contra sus costumbres o que les incomodan; por otra parte los políticos, imposibilitados de aplicarlas por imprácticas, las usan a su favor: amenazan con ejercer la fuerza del estado para imponerla, a cambio del apoyo  de los grupos inconformes; una vez obtenido o negociado ese apoyo, la Ley puede seguir sin cumplirse. Desde luego que hay ciudadanos cumplidos y funcionarios que intentan hacerla cumplir. Pero ambos se frustran cuando ven que otros no cumplen y no pasa nada.

     Ejemplos hay muchos. Desde el siglo XIX cuando se vaciló entre ser una república federal o centralista quedó, en la letra de las leyes, como una república federal pero en la práctica con un gobierno centralista. Lo vimos con Juárez y Díaz. También se osciló entre ser una república laica o una con religión única, hasta que se llegó al acomodo en que en la letra de las leyes se era una república laica y en la práctica se permitía todo tipo de manifestaciones religiosas. Se planteó también ser una república democrática en la letra, mientras que en la práctica no se permitía la oposición al partido gobernante. A nivel local los ejemplos se multiplican. La economía informal permea por todas partes con mini empresarios que trabajan al margen de la ley sin pagar impuestos, sin darles seguridad social a sus empleados o que trabajan en las calles sin permisos. Los reglamentos de tránsito son  motivo de negociación entre los automovilistas y el policía que intenta hacerlos cumplir. Los otros reglamentos municipales también son objeto de negociación entre ciudadanos y  las autoridades respectivas.

     A pesar de ello, se insiste en  corregir los problemas del país mediante la emisión de leyes. Prevalece la idea de que si mejoramos las leyes mejoramos al país. Nuestra  Constitución, promulgada el 5 de febrero de 1917, ha sufrido  552 cambios desde 1917,  reformando a 109 artículos y quedando solo 27 sin modificar. Los que más cambios han sufrido son el 73 que determina las facultades del congreso (67 reformas), el 123 que regula el trabajo y previsión social (23 reformas) y el 27 que regula la propiedad de las tierras y aguas nacionales (18 reformas). Seguramente los legisladores constituyentes difícilmente reconocerían la Constitución que ahora tenemos como suya. Es lógico: el país de 1917 es totalmente diferente al México de hoy. Aquél país estaba en medio de una revuelta en donde diversas facciones se disputaban el poder (Díaz renunció en 1911 y el usurpador Huerta ya había sido derrotado). Era mayoritariamente rural, no urbano, prácticamente sin industria y con una economía agrícola, minera y petrolera. Un país con una población de  14 millones de habitantes en 1920 que había tenido cerca de un millón de muertos por la revolución y por la pandemia de influenza “española”. México  había sido invadido por los americanos en la expedición de Pershing persiguiendo a  Villa y la de toma de Veracruz. En el entorno internacional estaba la primera guerra mundial, la muerte de los viejos imperios, el surgimiento del comunismo y el fascismo y el  nuevo papel imperial de los Estados Unidos. El país de la Constitución del 17 es totalmente distinto al de casi 100 años después.

     Hoy en día las grandes discusiones políticas para tratar de solucionar los problemas de la nación pasan por proponer  reformas a la Constitución y  la emisión de nuevas leyes secundarias. La atención del Presidente, su gabinete, actores políticos, grupos  afectados, se centran en ello. Sin embargo, lo que hace falta es la voluntad para cumplirlas y capacidad para hacerlas cumplir. Ahora que la CNTE ha tomado la Cd. de México porque se opone a la reforma educativa, uno de los profesores fue entrevistado y su respuesta fue que no importaba que leyes aprobara el Congreso y promulgara el Presidente, que  ellos no iban a cumplirlas.

     Por ello no bastan reformas y nuevas leyes. Tampoco es adecuado seguir modificando una Constitución que se promulgó para un país muy distinto al actual. El gran reto es que haya una aceptación general a las leyes para que se cumplan y un Estado fuerte capaz de respaldarlas. Entonces quizá sea mejor un gran borrón y cuenta nueva. Una nueva Constitución con principios generales sencillos y que a todos parezcan  deseables. Derogar las leyes existentes y emitir  unas pocas nuevas, simples, fáciles de acatar, que reflejen lo que el país del Siglo XXI necesita. Impulsar un Estado solidario y subsidiario que invada mínimamente la esfera privada. La obsesión por legislar y el esfuerzo y talento que muchos mexicanos le dedican para ver como no cumplir las leyes nos debería hacer reflexionar. No estemos yendo al fondo del problema que es tener un acuerdo básico de lo que queremos para México. Es tiempo de tenerlo y plasmarlo en una nueva Constitución.


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Nota: Gracias al comentario de Macario Schettino por hacerme ver que fue un millón de muertos entre la pandemia y los combates en la época de la Revolución y no dos millones como  lo había yo puesto. Corrijo pues el error.

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7 de septiembre de 2013

¿SIRVE LA PLANEACIÓN?


 
     El proceso de planeación en el gobierno federal no ha sido muy eficaz porque ninguno de los planes se han cumplido en los últimos sexenios. Por lo menos es lo que dice el Dr. Macario Schettino en un artículo publicado en mayo pasado, y su conclusión es que el  Plan Nacional de Desarrollo (PND) de esta Administración no servirá para nada. La razón que da es que en un entorno sumamente cambiante no es factible lograr aquello que se planea con mucha anticipación y por ello el tener un proceso de  planeación con mucho detalle no es práctico y se pierde tiempo en su elaboración. Por ejemplo, en el sexenio del presidente Calderón, era imposible prever la crisis financiera mundial de 2008 y la pandemia de gripe H1N1 en 2009, lo cual echó abajo el plan escrito a inicios del sexenio. También nos recuerda en su artículo  que los planes detallados son resabios del positivismo del siglo XIX  que explicaba al mundo como si obedeciese a leyes claras y que los planes gubernamentales son un resabio de los planes quinquenales que tan estrepitosamente fracasaron en la Unión Soviética implantados a partir de 1928. México los imitó con un plan sexenal en 1933 pero fue hasta 1982 que se llevó a la Constitución la obligatoriedad de que los gobiernos en turno emitieran un plan sexenal, cuando en el resto del mundo han caído en desuso.

      No coincido en todo con el Dr. Schettino ni creo que los planes sean inútiles. Es cierto que los planes no pueden preverlo todo y permanecer sin cambios cuando lo demás ya cambió. Pero considero que tienen una función normativa importante. La burocracia requiere planes, programas, indicadores, metas y calendarios  para darles dirección en sus actividades y sobre todo para hacerlos responsables de sus acciones. Los planes son como  un mapa de ruta más o menos detallado  para conducir los destinos de la burocracia al destino deseado. Siguiendo la analogía, los mapas no son dinámicos ni cambian las rutas cuando surgen tormentas u otros obstáculos en el camino, sino que son simples descripciones del terreno que hay que atravesar para llegar al destino deseado. Pero no cabe duda que son útiles. Sin claridad de a donde se quiere llevar la acción de gobierno, la  burocracia dejada sin planes y programas quien sabe para qué fines acabe trabajando.

     El proceso de planeación en el gobierno requiere pasar del PND, a los planes sectoriales, a los planes institucionales, a los planes por unidad administrativa y traducir todo ello en metas específicas para cada persona que trabaja en el gobierno lo cual resulta complejo. Sin embargo, lo más difícil no es eso,  sino lograr que se cumpla lo planeado y que los esfuerzos del personal de todos los niveles se orienten al cumplimiento de los objetivos allí asignados. Puede fallar la implementación del plan por causas externas debidas a  un entorno cambiante o bien por  incapacidad gerencial de los funcionarios responsables. Otra alternativa como estilo de dirección es empoderar a los funcionarios y dejarlos actuar según lo que consideren mejor para el país (y cuidar que no actúen por conseguir lo mejor para ellos a costa del país) pero aún no se sabe cómo hacer esto sin que resulte contraproducente.  

     Por todo ello la planeación es necesaria  para el gobierno federal, pero existen obstáculos serios para llevar a cabo un buen proceso de planeación. Por ejemplo, la Secretaría de Hacienda (SHCP) les pide a las instituciones que empiecen a preparar su presupuesto para el año siguiente en mayo. Las oficialías mayores coordinan el ejercicio entre mayo y julio para tener listo el presupuesto preliminar que consolida SHCP en agosto. Para esto, SHCP normalmente da “techos” presupuestales que impiden rebasar los presupuestos del año en curso. Esto ocasiona la producción de un presupuesto, en el mejor de los casos,  inercial.  En septiembre se entrega al Congreso y el Congreso lo aprueba en noviembre, habiéndole metido mano y hecho cambios que luego la burocracia no sabe cómo operar porque no es lo que solicitó.

     Los primeros años de gobierno son los perores. Por ejemplo el presupuesto de 2013 se negoció en la administración anterior y aunque los equipos de transición intervengan, es hasta que están en funciones los nuevos funcionarios que se dan una mejor idea de las necesidades de las instituciones de acuerdo a las nuevas directrices que van a implementar. El PND se publicó en mayo de 2013 cuando SHCP ya pedía el presupuesto de 2014. Este año será difícil ligar el PND con el presupuesto porque faltan los planes sectoriales que salen en noviembre y los institucionales que se publican en  2014. Por ello el presupuesto de 2014 tendrá un alto contenido inercial de tal forma que no será sino hasta 2015, cuando queden sólo 4 años de gobierno,  que presupuesto y planes estén más o menos  alineados.

     La realineación de planes,  programas y presupuesto se debe hacer cuando cambian el entorno y las prioridades; también se requiere que los presupuestos respondan a los planes y no al revés; pero no se puede dejar a la burocracia sin un plan, sin objetivos y metas claras porque sería  anárquico. Sin embargo el actual proceso de planeación y presupuestación gubernamental requieren una reingeniería mayor para que respondan mejor a las necesidades del país y dejen de ser sólo ejercicios inerciales y a veces inútiles.
  
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1 de septiembre de 2013

UN OTOÑO AGITADO SE AVECINA


 
     Hablando de clima, el otoño, como la primavera son estaciones tranquilas y con climas agradables.  Pero por alguna razón en el mundo social son épocas tormentosas. Recordemos la primavera árabe del 2011 cuando una oleada de levantamientos derrocó a dictadores que tenían décadas en el poder y puso en revolución a medio mundo árabe; o las grandes crisis financieras mundiales que han ocurrido precisamente en otoño. Este año veo signos de tormenta que podrían traernos un final de año agitado.

      En vísperas del primer informe de gobierno del presidente Peña Nieto, los gobernadores de Chihuahua y el interino de Michoacán organizaron un concierto en Bellas Artes en  homenaje al cantautor Juan Gabriel. Las crónicas reseñan que aquello fue una fiesta aunque no quedan claros los motivos de  festejo de estos gobernadores.  Y es que tienen a su cargo el gobierno de dos de los estados con mayores problemas en el país. De hecho en Michoacán la ausencia de autoridad es tal que su gobernabilidad está seriamente en riesgo. Ahora los signos de tormenta se extienden al resto del país. No vaya a ser que el festejo de Bellas Artes augure el fin de fiesta más que el principio de la misma.

1.    Entorno internacional. Siria que es gobernada por una familia de dictadores que lleva décadas en el poder, fue sacudida durante la primavera árabe cuando se derrocaron a otros dictadores de la región. Luego de meses de una rebelión y más de 100 mil muertos, los Estados Unidos han anunciado un ataque a objetivos militares del gobierno sirio, precipitado por el  supuesto uso de armas químicas contra los rebeldes. Esto ha provocado que se tensen las relaciones con Rusia, quien ha apoyado por décadas ese régimen  y ha puesto en alerta a Israel con su gran poderío militar. Todo ello ha hecho caer a los mercados de valores y los capitales están regresando a Estados Unidos donde se sienten más seguros.

2.    Economía. La economía mexicana está en desaceleración y hay riesgo de una recesión. Un factor es la crisis internacional que ha hecho que el peso se devalúe por la salida de capitales; otro factor es la crisis en el sector de construcción, desatado por el cambio de las políticas gubernamentales en materia de vivienda y por el crecimiento especulativo por parte de las  mayores empresas constructoras (Geo, Ara y Urbi entre otras) que las ha puesto al borde de la quiebra,  todo lo cual  ha provocado un estancamiento en el sector construcción que es el que más empleo genera y representa una parte muy relevante del PIB. Un factor más es la naturaleza cíclica del gasto gubernamental que se concentra en el último trimestre del año y otros programas de gasto público que se han venido retrasando.

3.    Ámbito político. Lo más difícil de las reformas estructurales que se han estado impulsando no fueron las reformas constitucionales ya aprobadas sino la discusión y aprobación de las leyes secundarias. Prueba de ello es la toma de la Cd. de México por los maestros de la CNTE que se oponen  a las leyes secundarias de la reforma educativa y que con sus presiones han podido detener la aprobación de una de ellas. Está también la reforma energética que ha levantado la oposición de partidos como el PRD y el PT y la agrupación MORENA de López Obrador. Finalmente si la reforma fiscal planteara el incremento de impuestos, aspecto necesario si es que se le quiere quitar a PEMEX la carga de sostener el 33% de los ingresos del gobierno federal, esto podría calentar aún más los ánimos de diversos sectores, incluyendo el empresarial. El Pacto por México está bajo gran presión, y al haber posturas divergentes en algunos temas puede llevar a su rompimiento. Existen demasiadas reformas que deben aterrizarse y  por ello numerosos frentes abiertos que pueden complicar la situación política.

4.    Seguridad. En esta materia,  hay algunos signos alentadores como la caída de importantes capos y una  baja de homicidios. En contraste, existe el problema del aumento de las fuerzas de autodefensa al sur del país, levantadas en armas para defenderse de los delincuentes que las acosan;  no va a haber gendarmería hasta el año que viene y esta va a tener sólo 5 mil elementos, cuando se habían contemplado 40 mil; no se prevé que siga creciendo la policía federal que por su número (Alrededor de 37 mil) sigue siendo insuficiente; está pendiente reforzar las agencias de inteligencia; en la Cd. de México es preocupante el resurgimiento de la delincuencia organizada y la falta de actuación de las autoridades. Pero sobre todo, sigue pendiente la transformación radical y reforzamiento de las policías locales como lo ha hecho el estado de  Nuevo León.

5.    Salud. Ha habido señales de alarma en otras partes del mundo por el surgimiento de nuevos virus del tipo de la influenza que podrían ocasionar una pandemia con consecuencias desastrosas y hay que recordar que en otoño regresan las influenzas ya conocidas como la H1N1 y la estacional.

     No es por sonar alarmista pero los nubarrones que percibo en el ambiente pueden traernos un otoño muy complicado. Lo importante es no dejar de ver los signos y actuar en consecuencia.  

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