20 de agosto de 2011

LA REBELIÓN MUNDIAL DE LA CLASE MEDIA



        Así como el año de 1968 estuvo caracterizado por manifestaciones de inconformidad en todo el mundo contra gobiernos, autoridades e incluso contra costumbres sociales muy arraigadas, casi todas impulsadas por personas de clase media, el 2011 está resultando también un año de revueltas. Este año se diseminaron rebeliones contra regímenes dictatoriales en el norte de África y el Medio Oriente. Todo empezó en Túnez. Aunque la inquietud social en ese país se venía manifestando desde hacía algunos meses, todo se precipitó cuando un vendedor ambulante y estudiante universitario a quien el gobierno le había impedido tener un puesto de frutas en la calle para conseguir su sustento, se suicidó al estilo bonzo. Ante el reclamo social, hubo una reacción violenta y torpe del gobierno, lo que ocasionó una respuesta de la población que acabó con la dictadura que tenía ya décadas en ese país. Súbitamente, a través de las redes sociales, las revueltas se extendieron a Egipto, Libia, Siria y Yemen entre otros. Así fue que cayó también el régimen dictatorial de Mubarak en Egipto que tenía ya décadas en el poder. A estas alturas ya están a punto de caer los gobiernos de Libia y Siria.


        Luego surge en España el movimiento de los inconformes en donde la sociedad civil, especialmente jóvenes de clase media, insatisfecha por la situación económica, el desempleo y la falta de oportunidades se moviliza al margen de partidos o liderazgos visibles. Este movimiento expresa un cansancio por la falta de capacidad de sus gobiernos y partidos políticos quienes no responden a sus necesidades. En el Reino Unido y Noruega ocurre lo impensable. En el primero surgen disturbios de carácter muy violento en Londres y otras ciudades inglesas ocasionados por jóvenes desempleados, desesperados por la falta de oportunidades y por estudiantes que se encuentran molestos ante la enorme alza en el costo de las universidades. En Noruega ocurre la matanza de más de 70 jóvenes y el bombardeo al edificio sede del Primer Ministro, ocasionada por un desquiciado que se alimentó del odio surgido por el discurso de los partidos de extrema derecha que se están fortaleciendo en Europa; estos partidos impulsados por el racismo, discriminan a los musulmanes y acusan a los inmigrantes provenientes de países islámicos de robarles trabajos. Todo esto ocurre enmarcado en una crisis financiera mundial originada en los Estados Unidos, la cual reventó en 2008 y cuyas secuelas seguimos sufriendo hoy en día. El gran fraude de los bonos hipotecarios y de los seguros contra el default de créditos casi colapsa la economía mundial. El rescate les ha costado a los gobiernos mucho dinero, endeudándolos a niveles nunca vistos. Pero ya se les está agotando la capacidad de endeudamiento y el fantasma de la crisis financiera mundial regresa.


      En México el auge de las bandas criminales también puede estar ligado a una falta de oportunidades para jóvenes, algunos de ellos muy pobres, pero muchos otros pertenecientes a una clase media baja urbana un poco más educada, quienes son atraídos por ingresos atractivos a pesar de los peligros que tienen que enfrentar. Mismo fenómeno de reclutamiento de jóvenes y desempleados que ocurre en Estados Unidos y otros países atraídos por el lucrativo tráfico ilegal de drogas.


       Lo que observamos es que quienes protagonizan todos estos movimientos no son personas que viven en la pobreza extrema, ni personas con grandes carencias económicas. Se trata de una clase media emergente a la que se le han creado muchas necesidades en un mundo lleno de tentaciones de consumo. Ante eso, no hay dinero que alcance y lo que prevalece es la frustración. También contribuye a esta inquietud el nivel de educación de esa nueva clase media que se ha elevado de tal forma que les permite ver con mayor claridad las carencias que sufren, la falta de oportunidades para progresar y la ineptitud de gobiernos y especialmente de los políticos para atender y resolver sus necesidades.


      Aunado a estos movimientos de masas en rebeldía, también han surgido liderazgos en la sociedad civil, al margen de partidos y gobiernos, voces críticas que intentan reconstruir las instituciones para que verdaderamente funcionen. Tal es el caso de los liderazgos que hemos observado en México como María Elena Moreira, Isabel Miranda de Wallace, Alejandro Martí y Javier Sicilia. Todos ellos víctimas de la incapacidad de gobiernos por otorgarles seguridad a sus familias.


       ¿Cómo responderán los políticos del mundo ante estos nuevos retos? ¿Seguirán actuando con irresponsabilidad como los políticos americanos ante la crisis de la deuda? Hace falta sobre todo, imaginación y capacidad de incorporar a niveles mayores de bienestar no sólo a aquellos que se encuentran en situación de pobreza extrema, los cuales cada vez son menos, sino entender y atender las necesidades de una cada vez más grande población de clase media: con mayor educación; con necesidades de consumo y trabajo más sofisticadas; con acceso a herramientas tecnológicas que les permiten multiplicarse en redes sociales; con mayor capacidad de manifestarse, de hacerse escuchar; más críticos de gobiernos, partidos políticos e instituciones que no respondan a sus necesidades.


      Este año ya nos ha dado indicios de lo que puede ser un movimiento de rebelión mundial de las nuevas clases medias que están surgiendo por doquier. Falta ver si hay liderazgos que estén a la altura del reto




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