31 de julio de 2018

CONTRA LA BUROCRACIA


LA SILLA ROTA
          
Por: Octavio Díaz García de León.

    La idea:  El gobierno federal entrante dio a conocer los “50 lineamientos para combatir la corrupción y aplicar una política de austeridad republicana”. Algunas de las medidas pareciera que van enfocadas, más que a combatir la corrupción y generar austeridad, a atacar a la alta burocracia y a debilitar al gobierno federal. Si bien existe un enojo de la sociedad contra el gobierno, tendrán que ser cuidadosos para que las medidas no dañen su desempeño.

   Resulta muy positivo que el gobierno federal entrante esté divulgando una serie de medidas que pretenden implementar a partir de diciembre. Con ello, de ser prudentes y escuchar las objeciones a las mismas, podrán matizar y adaptar a la realidad sus acciones a partir de diciembre y no llegar a diciembre a tomar medidas equivocadas.

    Incluso AMLO puede dar marcha atrás en los “nombramientos” que ha anunciado, como el de Bartlett, que han generado tanta polémica. Todo ello sin siquiera haberlos nombrado formalmente. Sería una estrategia muy inteligente, para deshacerse de compromisos molestos, antes de entrar en funciones.

    Respecto a las medidas de austeridad y combate a la corrupción, reflejan una gran molestia de la sociedad contra los abusos de ciertos funcionarios públicos. Desde los excesos de gobernadores como los Duarte de Chihuahua y Veracruz, o funcionarios como Korenfeld y Lozoya Austin quienes usaban los helicópteros de sus instituciones como si fueran transportes personales, hasta funcionarios de alto nivel que hacen ostentación de camionetas lujosas, escoltas o presumen propiedades que no se justifican con sus salarios. Además, los innumerables casos de corrupción como lo de Odebrecht, la Estafa Maestra y el Socavón.

    Respecto a los 50 lineamientos, hay que destacar que por lo menos 19 ya están contemplados en alguna Ley o disposición normativa y no reflejan las condiciones de trabajo de la burocracia.

    Por ejemplo, se dice que ningún funcionario podrá recibir regalos de más de 5 mil pesos; la actual Ley de Responsabilidades dice que no se podrá recibir ningún tipo de regalo; otra medida dice que no se permitirá contratar a familiares, aspecto que está prohibido desde 1983; y otra medida pretende prohibir que los empleados acudan a trabajar en estado de ebriedad, como si hoy sí se permitiera.

    Muchas de las medidas propuestas y otras no incluidas en esta lista, como el cambiar de ciudad a algunas secretarías y paraestatales, o reducir los sueldos, están destinadas a debilitar a la alta burocracia y en general a todo el gobierno federal. Y este debilitamiento del gobierno no es porque la nueva administración federal quiera un Estado reducido que intervenga lo menos posible en la vida de las personas y les quite pocos impuestos. Al contrario, muchas de las propuestas del virtual presidente electo van en el sentido de tener un Estado fuerte, lo cual es bastante contradictorio.

   Pareciera que con estas medidas se trata de castigar a la alta burocracia, convertirla en chivo expiatorio de lo que no funciona en el país, porque la gente se cansó de un aparato gubernamental excesivo que no ha dado los resultados esperados.

     Por ejemplo, ¿De qué sirven casi medio millón de policías en todo el país y cerca de 300 mil elementos de las fuerzas armadas si la violencia e inseguridad se han incrementado notoriamente?  ¿De qué sirve que el IMSS tenga casi medio millón de empleados si lo que perciben la mayoría de sus usuarios son servicios insuficientes, instalaciones saturadas y otras deficiencias?  ¿De qué sirve que haya casi un millón de maestros al servicio del Estado si los niveles educativos estén por los suelos?

   El Estado monstruoso que se construyó a lo largo del Siglo XX está fallando y requiere un cambio radical. Sin embargo, su reducción no pasa por descabezarlo, sino por quitar personal excesivo en todos los niveles.

   Los ciudadanos no distinguen entre los funcionarios corruptos y los funcionarios que acatan la Ley. La gran mayoría de los trabajadores del gobierno, siguen la regla de oro del servicio público: solo hacen lo que les está permitido.

   Y lo que está permitido está escrito en la Constitución, leyes, reglamentos, decretos, acuerdos y muchas otras normas.  El servidor público está acotado en su actuación por esta enorme camisa de fuerza que le dicta lo que tiene que hacer y lo sanciona si se excede.

   Estas normas las emiten el Poder Legislativo, el presidente y sus secretarios, los órganos de gobierno de las empresas descentralizadas, etc... Lo mismo se reproduce en estados y municipios.

   Por ello, si la burocracia no funciona bien, es por todas las disposiciones normativas que la rigen y no necesariamente porque los burócratas de nivel alto hayan hecho mal su trabajo. 

    Para resolver el problema de fondo, no basta con castigar a la burocracia por hacer lo que les dijeron que hicieran, sino modificar su marco de actuación para que dé los resultados que esperan los mexicanos, tener un programa eficaz de combate a la corrupción y controles internos suficientes para que cumplan con sus objetivos.
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26 de julio de 2018

CINCUENTA SOMBRAS DE AMLO



Por: Octavio Díaz García de León.

    La idea:  Las 50 medidas de austeridad y combate a la corrupción que propuso el gobierno federal entrante y otras medidas que afectan a la burocracia, responden en parte al enojo de la sociedad contra altos funcionarios que abusaron de sus puestos. El problema es que algunas medidas son perjudiciales al propio gobierno y especialmente a trabajadores que cumplen cabalmente con sus funciones, los cuales son la gran mayoría.

     Se puede percibir que la sociedad está molesta contra los abusos de ciertos funcionarios públicos. Desde los exgobernadores Duarte de Chihuahua y Veracruz, Vallejo de Michoacán; funcionarios federales como Korenfeld y Lozoya Austin quienes, por ejemplo, usaban los helicópteros de sus instituciones como si fueran sus transportes personales, hasta funcionarios de alto nivel que hacían ostentación de camionetas blindadas, escoltas y otras extravagancias, solo por el afán de sentirse importantes. Todo ello, además de los innumerables casos de corrupción como lo de Odebrecht, la Estafa Maestra, el Socavón y tantos otros actos ilícitos no aclarados.

    Pero los lineamientos propuestos van mucho más allá de tratar de castigar a estos malos funcionarios, pues estas medidas no distinguen entre buenos y malos. Se trata de castigar a toda la burocracia sin hacer distingos, siendo que se perjudica también a trabajadores y funcionarios honestos y comprometidos con el país.

    Las 50 medidas no toman en cuenta que 19 de ellas ya están contempladas en normas existentes y algunas otras no reflejan la realidad de las condiciones de trabajo de la burocracia.  

    Por ejemplo, se dice que ningún funcionario podrá recibir regalos de más de 5 mil pesos. La actual Ley de Responsabilidades dice que no se podrá recibir ningún tipo de regalo. Supongo que no es la idea permitir nuevamente que los funcionarios reciban regalos ¿o sí?; o que no se permitirá contratar a familiares, aspecto que está prohibido desde 1983; o que no se permitirá que los empleados acudan a trabajar en estado de ebriedad, como si hoy sí se permitiera.

   Lo cual refleja que el problema no es tanto el normar estos comportamientos inadecuados sino evitar que se lleven a cabo. Lo que se requiere es mayor vigilancia al cumplimiento de la norma, más que nuevas disposiciones para evitar estos comportamientos abusivos. Para lograr que se cumplan las normas, por lo tanto, se requieren sistemas de control interno fuertes y órganos internos de control eficaces.

Sin embargo, el gobierno entrante ha mencionado que las contralorías son instancias superfluas que habría que desaparecer. Si no van a ser las contralorías quienes vigilen el comportamiento de los funcionarios públicos, entonces ¿cómo se va a asegurar que se cumplan las medidas que se proponen?

    Otro de los aspectos que llaman la atención, es la propuesta de reubicación y dispersión de una gran parte del gobierno federal. Soy un firme convencido de las bondades de descongestionar a la Ciudad de México,  tal y como lo publiqué (https://octaviodiazgl.blogspot.com/2017/10/descentralizar-no-reconstruir.html)
después del sismo de septiembre de 2017, porque fui testigo del caso de éxito del INEGI, el cual se trasladó de la ciudad de México a Aguascalientes a fines de los años ochenta.

    No solo se descongestionaría la Ciudad de México para convertirla en un gran centro turístico, sino que la reubicación representaría una derrama económica que podría beneficiar a las entidades federativas.  Pero no es conveniente que solamente salgan instancias de gobierno, sino corporativos de empresas, industrias y otras actividades económicas que estarían mejor fuera de la capital.

    Para hacerlo correctamente hay que observar con cuidado la experiencia del INEGI. El proceso tomó cerca de tres años y requirió mucha planeación y recursos. No veo cómo una ciudad como Morelia, por ejemplo, pueda absorber el traslado de entre 15 y 20 mil familias del IMSS a esa ciudad sin causar un caos tanto en servicios municipales como en saturación de infraestructura. Sería desastroso.

   Otra de las propuestas que suenan aparentemente bien pero que en la práctica podría ser una pesadilla, es desaparecer las oficialías mayores y concentrar toda la administración del gobierno en una macro oficialía mayor. Los problemas prácticos de operación paralizarían rápidamente a todo el gobierno federal.

   Además, no se ahorraría dinero significativamente ya que habría que crear una nueva estructura administrativa gigantesca. Peor aún, se concentraría en una sola secretaría la posibilidad de asignar recursos y decidir que se compra con ellos lo cual representaría un conflicto de interés y podría haber graves riesgos de corrupción o que se usara como instrumento de control político.  

   Porque si bien hay que tener muy vigilado el manejo de recursos para evitar actos de corrupción, también las oficialías mayores prestan servicios clave a las instituciones del gobierno. Imagínense si para realizar una compra urgente de papelería, o reemplazar de emergencia un equipo clave, haya que hablar a la Secretaría de Hacienda donde los requerimientos estarían compitiendo con otros iguales de urgentes. A eso agréguenle que la papelería o los equipos urgentes se comprarían en México y habría que enviarlas a Cd. Obregón, Chihuahua o Mérida donde estarán algunas secretarías.

   Así que valdría la pena que se analizaran con cuidado las propuestas, hacer un buen diagnóstico de los problemas y no adelantar soluciones sin entender la problemática. Como diría el virtual presidente electo: Serénense.
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17 de julio de 2018

SEGURO DE GASTOS MÉDICOS


LA SILLA ROTA
       

Por: Octavio Díaz García de León.

   La idea:  El gobierno federal entrante ha determinado una serie de medidas de austeridad. Entre ellas, el quitar la prestación del pago de seguro de gastos médicos mayores a la burocracia. Como medida de austeridad, el ahorro no es significativo, pero pone al descubierto dos problemas de fondo: la mala calidad de los servicios públicos de salud y el crecimiento desmedido de los precios en los hospitales privados.   

    Esta propuesta del próximo gobierno se encuentra entre las 50 medidas para “combatir la corrupción y aplicar una política de austeridad republicana”.  La lógica aparente es que el gobierno y el trabajador ya pagan por servicios médicos del ISSSTE o del IMSS y que por lo tanto no se justifica tener, además, un seguro de gastos médicos mayores.

   La realidad es que, como su nombre lo indica, este seguro es solo para cubrir emergencias o enfermedades mayores que requieren hospitalización o tratamientos complejos. Para enfermedades menores, las personas acuden al ISSSTE, al IMSS, a las farmacias que ofrecen servicios de consulta médica muy barata o a médicos privados.

    ¿Por qué si los trabajadores pagan una cuota por servicios de salud bastante elevada al mes, prefieren acudir a otra instancia antes que al ISSSTE o al IMSS, especialmente cuando son enfermedades o casos clínicos mayores? Porque los servicios de estas instituciones están rebasados y no tienen capacidad para atender a sus derechohabientes. No solo los consultorios están saturados en las clínicas, sino que, tratándose de enfermedades más graves, los tiempos de espera por un quirófano o tratamientos especiales, pueden condenar a muerte a los pacientes.

   Desafortunadamente por décadas, los gobiernos en turno han aumentado el número de beneficiarios sin acompañarlos de crecimiento en ingresos, infraestructura, médicos y enfermeras. Por ejemplo, recientemente se les dio el derecho a los estudiantes de las instituciones públicas de los niveles medio superior, superior y de postgrado de tener servicios del IMSS en forma gratuita. 

   Además, inciden en el mal servicio los malos manejos, la corrupción, un contrato colectivo de trabajo oneroso y un gran pasivo laboral, con lo cual estas instituciones tienen enormes carencias financieras.

   Por ello, las personas que pueden hacerlo están dispuestas a pagar por servicios privados antes de usar al IMSS o al ISSSTE.  El seguro de gastos médicos mayores da la posibilidad de recurrir a servicios privados de mejor calidad.

   En este escenario, ¿tiene sentido otorgar a los trabajadores un seguro de gastos médicos mayores? Por supuesto que sí. Es una manera de darles opciones de acceso a servicios de salud de buena calidad en lugar de estar sujetas a un servicio de calidad incierta y sobresaturado.

   El seguro de gastos médicos mayores no inició como prestación para la burocracia. Es una prestación que una gran parte de la iniciativa privada otorga a sus empleados desde hace años y solo más recientemente, el gobierno decidió otorgarla también.

   Como cualquier directivo sabe, hay un mercado laboral donde empresas y sector público buscan talentos que les permitan operar y ser competitivos y para ello ofrecen paquetes de percepciones atractivos que no solo incluyen sueldo sino otras prestaciones como lo es el seguro de gastos médicos mayores.

   Recientemente se ha dado el fenómeno de que las primas de estos seguros se han venido encareciendo a ritmos muy superiores a la inflación debido a la poca oferta de hospitales privados; unas pocas cadenas de hospitales tienen un oligopolio que les permite fijar precios muy elevados, además de que algunas suelen hacer cargos abusivos. La Comisión Federal de Competencia Económica haría bien en revisar al sector de hospitales privados para ver si existen prácticas monopólicas.

   Aun así, empresas y gobierno tienen la ventaja de contratar para grandes grupos de empleados por lo que el costo se reduce con el volumen. Pero si se deja que los trabajadores lo contraten de manera individual, resultará muy caro.

   Al quitar esta prestación a la burocracia, no se les está dando alternativas adecuadas a los trabajadores. O bien se verán forzados a usar los servicios del IMSS o ISSSTE con las deficiencias que ya comentamos o se les obligará a pagar por su cuenta las primas del seguro de gastos médicos mayores incrementando fuertemente sus gastos.

    Existen posibles alternativas para ayudar a los trabajadores que pierdan este beneficio:

·          Que el trabajador pueda optar, entre pagar su cuota del IMSS o del ISSSTE, o pagar un seguro de gastos médicos.
·    Mejorar los servicios del IMSS e ISSSTE para ponerlos en igualdad de condiciones con lo que ofrecen los hospitales privados.
·     Que el gobierno siga contratando la póliza del seguro por cuenta de los trabajadores para conseguir descuento por volumen y que cada trabajador la pague.

   Si además del impacto que tendrá entre los trabajadores del gobierno la pérdida de esta prestación, se suma, entre otras medidas, la disminución de salarios a menos de la mitad, el desaparecer el seguro de separación individualizado y el trasladarse a vivir a otra ciudad con los gastos que eso implica, el panorama pinta negro para la gran mayoría de los 1.6 millones de trabajadores del gobierno federal y sus familias.

    El tema de las remuneraciones de los servidores públicos se debe contemplar desde un punto de vista de administración de recursos humanos. Lo malo es que las medidas de austeridad anunciadas, más que medidas de ahorro, se perciben como medidas de castigo.    

    Habrá que ver como espera la próxima administración dar resultados teniendo un aparato de gobierno ya sea desmantelado, sumamente desmotivado o con personal de nuevo ingreso muy poco capacitado. Aún faltan cuatro meses y medio para que el nuevo gobierno inicie, por lo que hay que esperar.

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12 de julio de 2018

LOS MEJORES Y MAS BRILLANTES




Por: Octavio Díaz García de León.

   La idea:  Estados Unidos tuvo una de sus peores derrotas militares en la guerra de Vietnam. Sucedió a pesar de que ese país era dirigido por una élite intelectual formada por las personas más brillantes de su época. Fallaron rotundamente y sus errores costaron la vida a casi 60 mil de sus soldados y otros 75 mil quedaron severamente lisiados. ¿Por qué fallaron tan estrepitosamente personas tan preparadas para gobernar?

    En mi adolescencia leía semanalmente las revistas Time y Newsweek que llegaban a la empresa donde trabajaba mi papá. Me tocó ver en ellas el desarrollo de la guerra de Vietnam, el tremendo sufrimiento que esa guerra absurda provocó a una generación de jóvenes de Estados Unidos y la destrucción del país asiático con un costo de millones de vietnamitas muertos.

   Los ecos de dicha guerra no solo llegaron a nuestro país, sino que tocaron a todos los rincones del mundo. El año de 1968 inició con la llamada ofensiva del Tet realizada por el Vietcong y el ejército de Vietnam del Norte, contra el ejército americano y sus aliados de Vietnam del Sur, la cual reveló que Estados Unidos estaba inmerso en una guerra que no podría ganar.

   En ese mismo año surgieron movimientos estudiantiles en todo el mundo, derivado   de un malestar generalizado de los jóvenes contra estructuras autoritarias de gobierno (Tanto en el hogar como en los países) que eran capaces de enviar a la muerte a millones de jóvenes en guerras sin sentido, como parte de una guerra fría en que dos imperios se disputaban al mundo: el americano y el soviético.

   El común denominador para los que crecimos en esa época fue la música. En ella se expresaba el descontento y las ganas de transformar al mundo en algo mejor.

    México no fue la excepción y el movimiento estudiantil del verano de ese año acabó en una de las más grandes masacres llevadas a cabo por un gobierno en funciones, utilizando a las fuerzas armadas contra estudiantes desarmados. 

   Recientemente leí el libro de David Halberstam “Los Mejores y más Brillantes” (https://www.amazon.es/Best-Brightest-David-Halberstam/dp/0449908704) en donde  analiza a profundidad a los dirigentes de  Estados Unidos que llevaron a su país a una de sus más estrepitosas derrotas militares. En ese proceso, casi desestabilizan a su país provocando un enorme descontento y rebeldía, dividiendo profundamente a sus ciudadanos y provocando una gran crisis económica.

   Una de las paradojas que establece el autor es que este grupo de dirigentes eran en apariencia las personas más capaces para gobernar. Personas que habían estudiado en las mejores escuelas, eran ricos y de las familias más destacadas del país, habían tenido enormes responsabilidades tanto en la iniciativa privada como en el gobierno, publicaban libros y eran intelectuales respetados.

  Varios factores se combinaron para llevarlos al fracaso:

1.   La arrogancia. Creían que, con su poderío militar tan superior, podían acabar con sus enemigos en unos pocos meses y a un costo muy bajo. Despreciaban con tintes racistas a los vietnamitas a quienes veían como inferiores.

2.    La ignorancia. Estaban preparados para luchar guerras convencionales y hasta nucleares, pero no supieron como derrotar a uno de los mejores ejércitos del mundo que los derrotó mediante una guerra de guerrillas apoyada por la población.

3.    La incapacidad política. No supieron cómo ganarse al pueblo vietnamita al que supuestamente querían ayudar. No entendieron que lo que los vietnamitas deseaban era la independencia de su país y el tipo de régimen era algo secundario. Los americanos apoyaron a un gobierno de Vietnam del Sur corrupto y autoritario, odiado por la gente.

4.    Se auto engañaron. Ocultaron la realidad de la guerra al pueblo americano mientras pudieron, pero lo peor es que ellos mismos se creyeron sus mentiras. No estaban dispuestos a escuchar malas noticias ni a hacer caso de personas razonables que no pensaran como ellos.

5.    Tenían miedo. Después de la persecución macartista a supuestos comunistas, los dirigentes americanos temían aparecer ante la opinión pública, como “blandos” en el trato con la Unión Soviética y sus aliados. 

   Fracasaron los mejores y más brillantes hombres de Estados Unidos en la Guerra de Vietnam. Y no es que esté de acuerdo con lo que dijo el próximo gobernador de Morelos, Cuauhtémoc Blanco, que no es necesario ni estudiar ni estar preparado para asumir un cargo público. Es necesario, pero no es suficiente.

   En México también han fracasado sus élites como lo demuestra el voto de castigo que llevó al triunfo a AMLO. Generaciones de gobernantes, en su mayoría bien educados, han sido incapaces de resolver los problemas básicos del país: pobreza, inseguridad, empleo, crecimiento económico, salud y educación para todos.

  Una de las lecciones de estas elecciones es que los ciudadanos están esperando, más que personas preparadas como en el caso de Morelos, gobernantes con cercanía y sensibilidad para ayudarles a resolver sus problemas más inmediatos, a la vez que se va construyendo un país sólido hacia el futuro. 

   Eso es lo que descubrió López Obrador a lo largo de toda una vida de estar en campaña y que le hizo finalmente ganar las elecciones presidenciales. Ojalá su gobierno cumpla con ambas características: capacidad para dar resultados y cercanía con los gobernados.
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4 de julio de 2018

A LO QUE SIGUE


LA SILLA ROTA


Por: Octavio Díaz García de León

     La idea: Pasaron las elecciones sin mayores sorpresas y el mundial de futbol terminó para la selección mexicana. Pero nos quedaron muchas lecciones. Una de ellas fue cómo se dio el uso intensivo de las redes sociales para influir al electorado. Sería conveniente debatir si se deben regular estas nuevas formas de propaganda.

     No es fácil adivinar el camino por donde nos llevará el próximo gobierno en vista de la gran cantidad de promesas que se hicieron y de la poca viabilidad de muchas de ellas. Tampoco será fácil distinguir que es lo que en verdad quiere hacer el nuevo presidente ya que vimos cómo se contradecía o cambiaba de opinión con frecuencia.

   Todos los gobiernos tienen aciertos y errores, pero en los últimos años las expectativas han superado a los resultados. Hace falta ser realistas y no esperar que la nueva administración federal lo haga todo. La sociedad tiene que ver por sí misma y no esperar un gobierno paternalista que trate a los ciudadanos como menores de edad. 

   López Obrador ha recibido un mandato enorme y por lo tanto ha generado una gran expectativa entre el electorado. Tendrá un gran reto para no decepcionar a los ciudadanos.

   Lo importante del reciente proceso electoral, es que tenemos una democracia cada vez más madura, a pesar de sus imperfecciones y la competencia ha hecho que los partidos y sus candidatos vayan mejorando, porque el voto de castigo contra los malos gobiernos ha permitido la alternancia.

    Y estas elecciones reflejan ese voto de castigo contra los dos partidos que se han alternado en el poder en los últimos tres sexenios. Si bien ha habido avances, un gran segmento de la población se siente marginada de los beneficios que reciben segmentos más privilegiados.  Lo mencionaba  en un artículo reciente: las élites del país han quedado a deberle a la gran masa de la población.

  Una lección de cómo hacer campañas la dio López Obrador al recorrer prácticamente todo el país varias veces. Claro que esto le tomó doce años, pero mostró que la campaña de a pie todavía puede influir en el electorado. A los otros candidatos con tan poco tiempo, no les dio oportunidad o no se sentían cómodos haciéndolo.

  Algo que llama la atención es como las redes sociales han sido manipuladas para influir esta elección. La mercadotecnia ya se trasladó a los medios digitales desde hace tiempo y cada vez se usan más para influir al electorado como fue el caso en las recientes campañas. Para ello hubo un derroche de dinero que siempre sobrepasa las capacidades de fiscalización del Instituto Nacional Electoral (INE).

   En un Video que circuló en diversos medios se pudo observar la existencia de granjas de bots que impulsaron las campañas presidenciales, generando millones de cuentas falsas, creando temas tendencia (Trending topics), inventando historias, difundiendo miles de noticias falsas e impulsando calumnias contra candidatos.

   Al dueño de una de estas operaciones de manipulación se le preguntó que si podían crear presidentes y la respuesta fue un contundente sí. Así ocurrió en Estados Unidos con Trump, en donde ayudados por programadores rusos y por empresas como Cambridge Analytics, lograron elegir a uno de los candidatos más controvertidos en la historia del vecino país. Eso mismo intentaron hacer en las pasadas elecciones presidenciales en México y esperan repetirlo dentro de seis años.

   Esta manipulación de redes sociales que antes se hacía más intensamente en los medios de comunicación masiva tradicionales, distorsiona la competencia electoral al crear condiciones adversas para los candidatos que no tengan los recursos para contrarrestar estas campañas, por lo general, alimentadoras de odio y abundantes en noticias falsas. Pero lo peor es que su propósito es engañar al electorado y eso no debería permitirse.

  Así como es tiempo de que las autoridades electorales reconozcan que su sistema de fiscalización del gasto electoral no sirve, porque la mayor parte del dinero que va a las campañas se maneja de manera clandestina, así deberían reconocer que las campañas en redes sociales, supuestamente de personas reales, crean un ambiente que deteriora la competencia y engaña al electorado. Ambos problemas necesitan regularse para evitarlos.

   Para lo que sigue, será muy importante que no se enfríe el interés de todos en la marcha del país. El presidente López Obrador va a necesitar vigilancia, contrapeso y una exigencia constante de la sociedad para que haga bien su papel. Esperamos que haga un buen papel, en beneficio de todos.



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