25 de abril de 2020

BANXICO AL RESCATE DE LA ECONOMÍA



Por: Octavio Díaz García de León.
                                   
    La idea: Una vez superada la crisis de salud derivada de la pandemia por el COVID-19,  lo que sigue será atender la crisis económica de manera urgente.  Por lo pronto,  el Banco de México tomó diez medidas que no tienen precedente, para apoyar a la economía. Podría también Banxico explorar otros mecanismos novedosos de apoyo.

    Aún es muy pronto para saber de qué tamaño será el saldo de la tragedia humana en nuestro país por el número de enfermos y la pérdida de vidas derivada de la pandemia del SARS-CoV-2 o COVID-19.

    Pero  en lo que se refiere a la dimensión del impacto económico, ya existen proyecciones de diversas instituciones que estiman que el decrecimiento del producto interno bruto (PIB)  para el 2020 podría ser alrededor de un 7%.

    Esta disminución del PIB podría representar un impacto brutal a la economía, sin precedentes desde 1932, (https://www.americaeconomia.com/analisis-opinion/breviario-de-las-recesiones-en-mexico) lo cual podría generar millones de desempleados y acrecentar significativamente la pobreza de la población.  

   Durante la crisis financiera que inició en 2008 y cuyas secuelas perduraban hasta hace poco, los bancos centrales entraron al rescate de las economías de muchos países.

   Para ello usaron, entre otras herramientas, la llamada “Flexibilización Cuantitativa  (Quantitative Easing) que  consiste en comprar valores gubernamentales para aumentar el precio de los mismos, disminuir los rendimientos y abaratar el costo de la deuda a los gobiernos y a la vez, hacer más atractiva la adquisición de acciones y deuda privada. Todo ello para estimular la economía. Incluso algunos bancos centrales también llegaron a adquirir deuda privada.

   Los bancos centrales generan estos apoyos creando dinero. Uno de los problemas que tiene esta herramienta es que beneficia a los mercados financieros y a las grandes corporaciones pero sus beneficios no necesariamente llegan a las personas.

    Por ejemplo, las corporaciones aprovechan que la deuda se abarata con esta herramienta, no para invertir en activos productivos e impulsar la economía,  sino para recomprar sus propias acciones  con  grandes beneficios para los accionistas.

    En el libro “El caso a favor de la Flexibilización Cuantitativa para la Gente” de Frances Coppola (https://www.amazon.co.uk/Case-Peoples-Quantitative-Easing/dp/1509531300), la autora presenta una herramienta al alcance de los bancos centrales que puede ayudar de una forma más directa a todas las personas.

   Menciona dos tipos de apoyos: 1) Darle directamente el dinero a las personas para estimular el gasto, algo similar a un Ingreso Universal Básico temporal y 2) Apoyo para inversiones de largo plazo.

    Para el primer caso,  la idea es entregar una cantidad de dinero a las personas mediante depósitos en cuentas bancarias o con una tarjeta con saldo. Como el dinero iría directamente a la gente y no al gobierno, no habría posibles restricciones legales para el banco central.

    Otra forma es otorgar reducciones en impuestos a través del gobierno. En este caso el dinero sí iría al gobierno,  quien lo distribuiría mediante reducciones de impuestos. Una tercera forma sería que el banco central aporte una cantidad de dinero a las personas para reducir su deuda y así liberar recursos para que puedan aumentar el consumo.

     La autora menciona diversas objeciones a esta medida, tales como que puede provocar inflación, la posible pérdida de independencia del banco central, el que la gente no gaste el dinero, o que quién debería poner en práctica estos estímulos es el gobierno y no los bancos centrales.

    Sin embargo, al  otorgar este estímulo directo a las personas se puede estimular el consumo y   es una forma más eficaz de ayudar a quien verdaderamente lo necesita.

     Recientemente el Banco de México, además de reducir la tasa de interés en un 0.5%, anunció nueve medidas cuyo valor asciende a 3.3% del PIB para apoyar a la economía del país. Con ellas se destinarán hasta $350,000 millones de pesos para apoyar con créditos a pequeñas y mediana empresas y $400,000 millones de pesos  para inyectar liquidez al sistema financiero.  

El Banco de México, quizá por primera vez en su historia,  apoya  con estas medidas a la economía de nuestro país  y las cuales se parecen a la flexibilización cuantitativa que aplican  otros bancos centrales.

   La propuesta de la autora Frances Coppola,  es que en lugar de hacer estos programas que favorecen al sistema financiero, el dinero creado por los bancos centrales se vaya directamente a los consumidores y que sean estos quienes estimulen la economía. El programa no sería permanente sino solo durante el tiempo suficiente para estimular a la economía y sacarlo de la recesión.

    Es de destacar el papel tan relevante  que ha tomado el Banco de México para estimular la economía y para darle liquidez al sistema financiero con estas medidas sin precedente. Quizá faltaría probar si ese estímulo lo puede dar directamente a los consumidores, como propone Frances Coppola, para tener un programa de reactivación económica que llegue directamente a los consumidores.

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10 de abril de 2020

UN EXTRAÑO ENEMIGO




Por: Octavio Díaz García de León.
                                   
    La idea: Nuestro país, como el resto del mundo, enfrenta una dura batalla contra un enemigo físicamente pequeño, invisible al ojo humano, pero potencialmente letal. Como nos enseña la historia de nuestro país, si queremos ganar esta batalla,  el ejército que habrá de defendernos necesita estar muy bien equipado y deberá tener, por lo tanto,  todos los recursos posibles.

     Según Peter Guardino en su libro “La Marcha Fúnebre. Una historia de la guerra,  entre México y Estados Unidos” (https://www.amazon.com.mx/marcha-f%C3%BAnebre-Guardino-Peter/dp/6079824914),  lo que derrotó a los mexicanos ante los estadounidenses no fueron sus divisiones políticas,  sino otro factor más importante: la diferencia de recursos.

    Dice el autor que “… las diferencias económicas entre los dos países contribuyeron mucho más a la victoria estadounidense que las diferencias políticas”. Los ejércitos mexicanos “… estaban mal equipados y aprovisionados;… carecían de uniformes  adecuados y casi siempre enfrentaron a los estadounidenses con armas gastadas y frágiles.” En contraste,  los estadounidenses tenían mejores uniformes, mucho mejores armas y suficiente dinero para comprar los alimentos que necesitaban.

    La lucha contra la pandemia que hoy enfrentamos tiene analogías con una guerra. Excepto que se trata de un extraño enemigo y contra el cual no hay armas de ataque eficaces en forma de antivirales, ni defensas apropiadas,  en forma de vacunas.

    Como bien dice Michael B.A. Oldstone en su libro “Virus, plagas e historia” (https://www.amazon.com.mx/Viruses-Plagues-History-Present-Future/dp/0195327314/ref=sr_1_1?__mk_es_MX=%C3%85M%C3%85%C5%BD%C3%95%C3%91&keywords=viruses%2C+plagues+and+history&qid=1586531268&s=books&sr=1-1) lo que derrotó a los aztecas ante los españoles no fue que creyeran que los blancos eran dioses o que tuvieran mejor tecnología, caballos  y armas, sino la viruela que trajeron consigo y que mató a millones de indígenas.

    Esa derrota de los aztecas a manos de un enemigo letal e invisible, es quizá la enfermedad fundacional de nuestra nación. Y no va a ser el COVID-19 quien acabe con ella, pero sí causará estragos si no la combatimos adecuadamente.

     Los virus, cuyo nombre en latín significa veneno, no son seres vivos, pero lo único que hacen,  lo hacen muy bien: reproducirse. Al multiplicarse destruyen las células que invaden pues de allí toman el material para crear más ejemplares.

   El virus SARS-Cov-2 (COVID-19) es esférico, mide 120 nm (120 x 10-9 metros), cuenta con alrededor de 30 mil bases nucleicas y está cubierto de una envoltura y membrana con protuberancias como clavos que son proteínas que permiten penetrar las células para infectarlas. Son pequeños y frágiles, pero una vez que logran penetrar las defensas de un ser vivo, encuentran el medio idóneo para reproducirse y pueden ser letales al ir destruyendo células.

   Nuestro país lleva a cabo una guerra contra esta plaga y la inicia en circunstancias poco favorables. No se tiene bien identificado el número de afectados ni tampoco están georreferenciados para aislarlos eficazmente.  El enemigo invisible anda suelto por las calles porque al infectar a las personas, estas permanecen asintomáticas varios días y se convierten en transmisoras del virus.

   La segunda y más importante línea de defensa (la primera puede ser el aislamiento) que tenemos,  son hospitales, médicos, enfermeros y demás personal sanitario. Si los enfermos llegan a los hospitales sin ser identificados como portadores del COVID-19,  se corre el riesgo de que ese personal se contagie y al enfermarse ya no puedan seguir atendiendo a los enfermos.

   La lucha contra la pandemia requiere muchos recursos y quizá estemos llegando tarde a los mercados que venden insumos médicos pues muchos otros países se encuentran tratando de conseguirlos.

   Tampoco habrá camas ni unidades de cuidados intensivos suficientes si mediante el aislamiento no se logra contener la dispersión del virus. Hasta ahora, la medida  ha sido tímida y no sabemos si logrará evitar una explosión en contagios.

   Será necesario montar nuevos hospitales rápidamente, poner camas, comprar unidades de cuidados intensivos, ventiladores,  etc...  Pero si los primeros en caer por no tener las condiciones adecuadas de protección es el personal médico, no habrá quienes atiendan a los enfermos,  aunque haya insumos y equipos.

    Debemos empezar por proteger al personal de los hospitales con trajes, guantes y cubre bocas, con pruebas suficientes para identificar a los pacientes contagiosos, para aislarlos y tratarlos con el cuidado que se requiere para evitar infectarse.

    Si en esta guerra contra este extraño enemigo nos quedamos  sin nuestro ejército de personal médico, la conquista del virus será brutal y el costo en vidas,  enorme.

Apoyemos con todo a nuestros médicos, enfermeros, y personal que trabaja en los hospitales. Hay que pagarles extraordinariamente bien, darles toda clase de apoyos y reconocimientos, y sobre todo, proveerles todas las herramientas que requieran  para atender a los enfermos. En nuestras manos está no repetir las derrotas de nuestra historia, en esta ocasión, contra este extraño enemigo invisible.
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