24 de noviembre de 2019

IDEOLOGÍAS LETALES



Por: Octavio Díaz García de León.

“¿Quiénes son nuestros amigos? ¿Quiénes son nuestros enemigos?
Estas son las preguntas principales de la revolución.”
Mao Zedong
                                                
     La idea: Algunos gobernantes han causado grandes daños a sus pueblos por aplicar ideologías que no funcionan. El ejercicio de gobierno para ser exitoso debe ser racional y en constante contraste con la realidad para ratificar o rectificar las políticas públicas. Aplicar ideologías sin ninguna consideración por ver si funcionan o no, puede resultar en grandes tragedias. Un caso lamentable fue el régimen maoísta en China.

    En un libro reciente de Frank Dikötter “La Revolución Cultural: Una historia del pueblo, 1962-1976”, el volumen final de su trilogía sobre el gobierno de Mao Zedong en China, hace un recuento de la llamada “Revolución Cultural” desde el punto de vista de decenas de participantes que la sufrieron.

    La Revolución Cultural surge a raíz de los estragos que causó el “Gran Salto Adelante”, un programa que pretendía acelerar el paso del socialismo al comunismo en China y el cual ocasionó la muerte por hambre a más de 40 millones de personas, convirtiendo a Mao en uno de los más grandes genocidas del siglo XX, junto con Stalin, Hitler y Pol Pot.

    Ante el gran fracaso de dicho programa y acosado por la paranoia que acecha a los grandes dictadores, Mao decide lanzar la Revolución Cultural como una forma de deshacerse de sus supuestos enemigos políticos que él veía atrincherados en la burocracia del Partido Comunista y en los altos funcionarios del gobierno.

     La idea era castigar a las élites, humillarlas, mandarlas al campo a que los reeducaran los campesinos. Estas élites estaban formadas por la inteligencia del país como científicos, intelectuales, investigadores, profesores universitarios y altos funcionarios de la burocracia y el Partido Comunista a quienes veía como una amenaza y a quienes acusaba de no ser suficientemente revolucionarios, que en este caso significaba, suficientemente adeptos al culto a Mao.

    El resultado también fue catastrófico, pues se estima murieron alrededor de 5 millones de personas en esta “Revolución”.

    Para llevar a cabo esa Revolución, fomentó la formación de los llamados guardias rojos, en su gran mayoría jóvenes estudiantes citadinos a los que les dio la tarea de acusar y castigar a quienes etiquetaban como reaccionarios, revisionistas, capitalistas o conservadores, quienes solo eran enemigos en la imaginación enfermiza de Mao y sus secuaces.

    Para ello, fue ayudado por el grupo de sicofantes que le acompañaban en el gobierno, entre ellos su propia esposa y otros colaboradores que luego serían defenestrados y conocidos como la Banda de los Cuatro.

    La Revolución Cultural fue tan brutal que pronto se cayó en una guerra civil donde distintos bandos aprovechaban el desorden para deshacerse de sus adversarios.  Inicialmente el ejército protegía a los guardias rojos hasta que se salieron de control y tuvo que hacerlos volver al redil.   

   Recuperado el control de la Revolución, bajo el liderazgo del ministro de defensa Lin Biao, el ejército tomó un papel preponderante en el gobierno de China, aspecto que Mao vio con desconfianza, hasta que se produjo la muerte en circunstancias misteriosas de Lin Biao, cuando ya había caído en desgracia.

   El pueblo chino fue lo suficientemente resiliente para salir adelante y de acuerdo con el autor, la propia Revolución Cultural tuvo el efecto inesperado de ser el fin del sistema económico comunista para dar paso al capitalismo que hoy en día ha hecho de China una de las potencias más grandes del mundo.

   Lo único que logró salvar Deng Xiaoping de la debacle económica, política y social que provocó el régimen maoísta, fue el que el Partido Comunista siguiera a cargo del país con mano férrea. Pero los demás principios ideológicos, especialmente los económicos, pasaron a mejor vida con la muerte de Mao.

   Una de las grandes lecciones de este experimento infame con el pueblo de China es que las ideologías aplicadas como recetas de cocina sin tener presente el contexto y la realidad de las sociedades pueden ocasionar enormes tragedias.

   La otra lección es que el culto a la personalidad que llegó a extremos cuasi religiosos en la adoración a Mao, puede resultar costosísima para un país, al ponerse en manos de megalómanos capaces de enviar a la muerte sin remordimientos a millones de personas.

   Al final, una vez muerto Mao, triunfaron los moderados quien, como Zhou Enlai, habían propuesto las 4 modernizaciones del país y que con éxito llevó a cabo Deng Xiaoping y sus sucesores.

   Si bien el comunismo ha sido superado en la actualidad a partir de la caída del Muro de Berlín y en China, gracias al capitalismo que impulsan sus dirigentes, también es cierto que el neoliberalismo ha entrado en crisis en países como Chile, Argentina, Ecuador, Colombia, Estados Unidos, Gran Bretaña y otros.

    Quizá lo que se requiere es adoptar medidas racionales para gobernar sin importar las ideologías y privilegiar aquellas políticas que, con hechos, demuestren que traen bienestar a la mayoría de la población.
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22 de noviembre de 2019

¿QUÉ SIGUE EN EL COMBATE A LA CORRUPCIÓN?


Por: Octavio Díaz García de León

@octaviodiazg

                                       
     La idea: Una de las principales banderas del presidente López Obrador ha sido el combate a la corrupción. A un año de haber iniciado su gobierno hay muestras claras de que se está combatiendo. Si bien otros asuntos empiezan a dominar las noticias, el combate a la corrupción debe seguir siendo una prioridad.

     Este primer año de gobierno fue abundante en investigaciones sobre casos de corrupción. Aunque diversas instancias han estado trabajando en el combate a la corrupción, ha destacado la labor de la Unidad de Inteligencia Financiera. Por lo menos los casos más sonados en los medios de comunicación han derivado de investigaciones que lleva a cabo esta Unidad.

    Sin embargo, la intervención de la Secretaría de la Función Pública  (SFP) también ha sido relevante, no solo porque se combaten casos de la administración pasada sino porque también se investiga a funcionarios de  la presente administración tales como las denuncias  a “superdelegados” y otros funcionarios del actual régimen, con lo cual demuestra su independencia.

    También ha habido iniciativas importantes desde la SFP tales como el lanzamiento de la plataforma “Ciudadanos Alertadores Internos y Externos de la Corrupción”, la propuesta de los cinco ejes estratégicos de la Secretaría y el lanzamiento reciente de la APP para celulares “Denuncia Paisano” con la cual los paisanos que vienen a visitar a sus familiares esta temporada navideña, podrán denunciar actos de corrupción.

    Los Órganos Internos de Control (OIC) que dependen de la Secretaría de la Función Pública aún  están en proceso de ajuste debido a que aún no se ha completado  el nombramiento de  titulares no solo de los OIC sino de los titulares de siguiente nivel jerárquico (Auditoría, Quejas y Responsabilidades).

   Para ello la secretaria, Dra. Irma Eréndira Sandoval, ha anunciado que privilegiará que dichos puestos sean ocupados por mujeres y hará una convocatoria para concursar esas vacantes.

    Un aspecto alentador es que la secretaria Sandoval, no permitió que se le impusiera el nombramiento de los titulares de los OIC y les está dando mayor independencia a estos órganos al hacer que presupuestalmente dependan directamente de la SFP, además de la independencia técnica y jerárquica que ya tenían.  

    Sin embargo, la reducción de 20% del personal de estructura en los OIC por razones de austeridad, junto con la desaparición de los titulares de las áreas de Auditoría para el Desarrollo y Mejora de la Gestión Pública, ha reducido las capacidades de respuesta y saturado de trabajo a algunos OIC.

    Para hacer frente a la reducción de personal en los OIC será necesario que la SFP revise sus formas de operación a fin de hacer más eficaz el trabajo.

    Por ejemplo, en administraciones anteriores se sobrecargó de tareas a los OIC, las cuales no tenían impacto relevante en las instituciones; algunas de estas tareas se continúan realizando. Por otra parte,  las demandas constantes de información por parte de oficinas centrales de la SFP los limitan en su operación cotidiana.

   En ese sentido sería conveniente romper inercias del pasado, abandonar programas que no agregan valor y mejorar los sistemas de información de la SFP para evitar estar pidiendo información a los OIC, la cual,  en la mayoría de los casos, se encuentra en las bases de datos de sus oficinas centrales.

    Otro aspecto es el que se incluya en los planes de trabajo de los OIC más auditorías al desempeño. Sin embargo, ante la carencia de objetivos adecuados en las entidades y dependencias, estas auditorías resultarán de poco impacto si antes no se establecen programas y objetivos alineados al Plan Nacional de Desarrollo y los planes sectoriales. Dado que eso no ocurrió en 2019, incluir este tipo de auditorías en 2020 para revisar este año que termina, probablemente no dé muchos resultados.

    Si lo que se quiere es privilegiar el combate a la corrupción, se podrían impulsar la realización de más auditorías del tipo de cumplimiento financiero y normativo e incluso auditorías forenses.

    Otro aspecto que hace falta para impulsar la lucha contra la corrupción es reforzar el área de investigaciones especiales de la SFP, desarrollar habilidades de investigación en las áreas de Quejas de los OIC y proporcionar herramientas para realizar esas tareas.

     Por su parte, el Sistema Nacional Anticorrupción se ha visto poco y no se percibe que dé resultados. Dicho Sistema ha quedado trunco porque siguen sin nombrarse los magistrados anticorrupción en el Tribunal Federal de Justicia Administrativa y  si bien ha habido reuniones del Comité Coordinador, no han salido acciones de impacto de dichas reuniones.

     Un avance fue ponerse de acuerdo en los formatos para la declaración de situación patrimonial, pero un gran reto será ver si la información de dichas declaraciones, que es aportada por el servidor público, podrá verificarse para detectar enriquecimiento ilícito.  En contraste, la Política Nacional Anticorrupción sigue sin aprobarse.

    Este año ha sido de grandes cambios para reorientar a las instituciones a una política de austeridad e integridad en la gestión pública. El reto para el año que viene será dar más y mejores resultados en el combate a la corrupción sin deteriorar los servicios públicos.
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8 de noviembre de 2019

ALERTA EN MATERIA DE SEGURIDAD




Por: Octavio Díaz García de León.

Mejorar significa cambiar, así que para alcanzar
 la perfección se tuvo que haber cambiado seguido.”
                                                              Winston Churchill                                             
    La idea: Los hechos de violencia en diversas partes del país han llenado los espacios informativos en las últimas semanas. El tema de seguridad sigue siendo uno de los pendientes más urgentes por resolver. ¿Cómo se puede solucionar el problema si ya se han probado todo tipo de estrategias y parece que no funcionan? ¿Se debe aceptar la ayuda que ofrece el presidente Trump? ¿Se deben retomar algunas estrategias del pasado?

    Los hechos de Culiacán evidenciaron una vez más el poder que tienen los grupos de la delincuencia organizada y afortunadamente se evitó una tragedia mayor a los 8 muertos y 16 heridos  reportados en dicho incidente, pero fue un mensaje ominoso para hacer ver  quien manda allí.  

    Quedaron varios pendientes después de estos hechos, como la captura y extradición de los hijos del Chapo, la captura de los 49 reos peligrosos que escaparon del penal de Culiacán y quizá lo más difícil, el desmantelamiento de este cártel.

    Pero no solo fue Culiacán. En Aguililla, Michoacán, el Cártel Jalisco Nueva Generación, otro Cártel que se ha apoderado de vastos territorios del país,  masacró a 14 policías. Aún están pendientes medidas para localizar y enjuiciar a los culpables de esta tragedia.

    Ahora la atención se ha centrado en el salvaje asesinato de mujeres y niños de la familia LeBaron en la sierra de Sonora en los límites con Chihuahua. Tragedia que se ha vista amplificada porque las víctimas eran parte de la comunidad Mormona y tenían la doble nacionalidad: mexicana y americana, por lo cual ha habido mucho eco de esta noticia  en los Estados Unidos e incluso propició que el presidente Trump ofreciera mandar a su ejército para combatir a los narco delincuentes.

    Además,  este año se están rompiendo todos los records en el número de  homicidios dolosos.

    Si la estrategia desplegada a partir del sexenio del presidente Calderón y continuada sin mayores cambios en el del presidente Peña no funcionó, es lógico buscar otras alternativas de solución.

    Una de ellas es la que propone el presidente López Obrador de no combatir la violencia con más violencia, sino atacar las causas de la misma, como por ejemplo, la falta de oportunidades de trabajo para los jóvenes que luego son reclutados por el crimen organizado.

    Sin embargo, valdría la pena revisar qué pasó con la estrategia anterior para analizar el por qué no funcionó. ¿Fue una mala estrategia o nunca se implementó adecuadamente y entonces lo que falló fue la ejecución?
.
    La estrategia del entonces presidente Calderón se plasmó en el Acuerdo Nacional por la Seguridad, la Justicia y la Legalidad publicado en agosto de 2008 que contenía 74 líneas de acción y en las que se comprometieron tanto los tres poderes del gobierno federal  como los gobernadores de las  entidades federativas y los  representantes de las presidencias municipales de todo el país. . (http://www.dof.gob.mx/nota_detalle.php?codigo=5057719&fecha=25/08/2008)

    Quizá fue una estrategia muy ambiciosa y a la que no se le dio el seguimiento que requería un programa de tal alcance. Sin embargo, algo rescatable fue el plantear que  el compromiso por la seguridad no solo corresponde al Poder Ejecutivo Federal sino a los tres poderes y los tres órdenes de gobierno, incluyendo a la sociedad civil.

    Valdría la pena un nuevo compromiso de todos los actores para combatir un problema que ya se ha convertido en una amenaza a la seguridad nacional.

    Si lo que se busca es evitar la violencia,  hace bien el presidente López Obrador en no tolerar abusos a los derechos humanos, ni permitir el uso de fuerza excesiva por parte de las fuerzas armadas.

   Sin embargo, habría otros aspectos por hacer: reforzar la inteligencia policial, combatir la corrupción y el lavado de dinero, destruir laboratorios y sembradíos,  atacar la logística del tráfico de drogas,  impedir el flujo de armas y dinero hacia nuestro país. Incluso no se debe descartar el apoyo de los Estados Unidos para este problema que afecta a los dos países.

    Pero  seguramente los delincuentes  ofrecerán una feroz resistencia violenta para defender sus negocios  y por lo tanto habrá que estar preparados para enfrentarlos. 

    Por ello, es muy difícil renunciar al uso de la fuerza legítima por parte del Estado. Algunos expertos americanos incluso señalan que se deberían utilizar tácticas contrainsurgentes para desarticular a estos cuasi ejércitos profesionales.

    El reto es enorme. Pero no se puede soslayar el buscar una pronta solución al problema de la violencia. No solo está en juego la vida de miles de personas sino la estabilidad de nuestro país.
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