12 de mayo de 2019

ACOSO LABORAL



Por: Octavio Díaz García de León.

    
     La idea: Se le presta más atención al problema de acoso sexual en el lugar de trabajo que a otro tipo de agresiones. Sin embargo, existe otra práctica igual de insidiosa que afecta las relaciones interpersonales y la productividad: el acoso laboral. Ocurre más frecuente de lo que pensamos, resulta muy desgastante para la víctima y distrae al victimizador de ocuparse de los aspectos importantes de su trabajo.

     Es probable que ustedes hayan sufrido acoso laboral en el trabajo o lo sufrirán en su vida laboral. Y no me refiero a casos donde existe un jefe autoritario, exigente y neurótico. Aunque es un mal estilo de dirección, a algunos les da resultados aunque a un costo personal importante y creando un ambiente de trabajo de animadversión, disgusto y miedo.

    El acoso laboral se produce cuando las conductas de jefes o compañeros de trabajo se vuelven tan hostiles y de forma tan sistemática hacia una persona, que le ocasiona problemas psicológicos e imposibilidad para realizar su trabajo.

    También puede ocasionar  daño económico para el acosado  o  ponerlo en conflicto grave cuando se le obliga a realizar acciones que atentan contra sus principios, las leyes y la ética.  

    Estas tácticas también suelen aplicarse en casos en que los jefes quieren  forzar a las personas a renunciar por su propia voluntad al no soportar la presión del acoso.

    ¿Por qué ciertos jefes escogen este camino más desgastante para los involucrados, en lugar de llegar a un acuerdo sano de separación?

    Porque en el caso de las empresas es más costoso un despido injustificado ya que implica una indemnización como lo fija la ley laboral.

    Esta situación se da en el gobierno por las mismas razones y también como una forma de deshacerse de personas que les son incómodas.

    El acoso laboral se da cuando el jefe inmediato no tiene la opción de despedir a la persona porque se la impusieron y para convencer a su superior jerárquico  tiene que “armar un expediente” para  demostrar que la persona no le funciona.

    También ocurre cuando no se desea pagarle al trabajador una indemnización conforme a la Ley.

    Sucede  que algunos malos directivos creen que es la mejor forma de deshacerse de una persona, en lugar de  llegar a un acuerdo de separación.

     Algunos jefes reaccionan negativamente cuando no tienen la posibilidad de decidir quiénes serán sus subordinados y se ven obligados a trabajar con personas que  no escogieron. Si estos jefes carecen de  capacidades para trabajar con personas que son diferentes de ellas por motivos de edad, formación, antecedentes o preferencias, es probable que se dé un choque que derive en acoso laboral.   

   Los métodos de hostigamiento son variados. Puede darse mediante exigencias exageradas que no tienen que ver con la importancia o la urgencia del trabajo. Se trata de poner presión y demostrar que la persona acosada es una inútil y que no puede con el trabajo.

    La presión se ejerce también atentando contra el tiempo libre del acosado. Horarios interminables sin pago de horas extras; obligación de trabajar en fines de semana; alterar planes de vacaciones, para echarlos a perder; llamadas a casa a todas horas, especialmente a altas horas de la noche con cualquier pretexto de un supuesto trabajo urgente, acompañada de amenazas y reclamos contra el desempeño del subordinado.

    También está la táctica pasiva. El congelar a la persona sin darle trabajo, sin tomarla en cuenta para nada, quitándole su oficina, poniéndola en un rincón donde nadie le puede hablar, quitándole herramientas de trabajo, ignorándola para cualquier asunto que pudiera ser de su competencia, restringiendo su actividad y movimientos. Como ponerla en una cárcel  virtual.

    La idea es desquiciar al acosado para que renuncie por su propia voluntad.

    El acoso laboral es un gran problema en el lugar de trabajo ya que  puede afectar psicológicamente de forma grave al acosado, puede generar violencia física, afecta la productividad y crea un ambiente de trabajo inadecuado.

    Lo difícil del asunto es que el acosado no tiene muchos medios de defensa y la presión aplicada puede desbordar por caminos negativos. Ya sea dañando al acosado o generando violencia que ponen en riesgo a todo el personal.

    En el gobierno son muy frecuentes las denuncias por esta razón ante los órganos internos de control. Sin embargo, existen mecanismos para evitarlo a través de los comités de ética que también  atienden denuncias de este tipo.

    El Código de Ética recién emitido por la Dra. Irma Eréndira Sandoval, Secretaria de la Función Pública y La Ley General de Responsabilidades Administrativas califican como infracciones a estas disposiciones normativas, las conductas del tipo de acoso laboral.

    Esperemos que esta práctica tan insidiosa por parte de malos jefes sea erradicada a fin de tener ambientes de trabajo respetuosos de los derechos humanos, de las leyes laborales,  de las demás disposiciones normativas y sobre todo para tener ambientes de trabajo sanos y orientados a dar resultados. ________________________________________________________________
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10 de mayo de 2019

INSEGURIDAD COTIDIANA



Por: Octavio Díaz García de León

     La idea: Cuando se habla de inseguridad en los medios por lo general se citan  las cifras de homicidios dolosos. Pero la inseguridad cotidiana se refleja mejor en la incidencia  de otro tipo de delitos que afectan más pero que se les pone menos atención por “pequeños”. Muchos de ellos son originados por los mercados de bienes ilícitos, en gran parte tolerados por las autoridades municipales. 

     Cuando se habla del problema de seguridad pública, se hace mucho énfasis en la cifra de homicidios dolosos, la cual sigue creciendo a niveles que nos hace parecer un país en guerra.

    Muestra de ello es que en el primer trimestre del año hubo 8,493 homicidios dolosos, (https://www.elsoldemexico.com.mx/mexico/sociedad/primer-trimestre-del-ano-el-mas-violento-de-la-historia-sesnsp-pais-seguridad-mexico-ciudad-estado-homicidios-delitos-3349204.html) la cifra más alta desde que inició en 1997 este registro por parte del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.

    Es correcto que se le preste atención a los asesinatos porque un homicidio es el mayor agravio que se puede cometer contra una persona. Sin embargo, las cifras que mejor reflejan la inseguridad en nuestro país son otras.

    Las cifras relevantes se refieren a delitos que nos afectan cotidianamente y que nos hacen vivir con la angustia de no saber cuándo nos van a secuestrar, robar, extorsionar o defraudar y si en ese proceso nos causarán algún daño físico.  

    El INEGI en su Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública 2018,  con datos del 2017 (https://www.inegi.org.mx/programas/envipe/2018/) presenta una excelente panorámica:

  •           El 35.6% de los hogares de México tuvo al menos una víctima del delito.
  •          Hubo 25.4 millones, 3 de cada 10 mexicanos mayores de 18 años, víctimas del delito.  
  •          Se cometieron 33.6 millones de delitos.
  •          Los delitos tuvieron un costo para la población de $299.6 mil millones de pesos, esto es el 1.65% del PIB.
  •          No hubo denuncia en el 93.2% de los casos.
  •          De los que sí se abrió averiguación previa, en el 55.9% de los casos no pasó nada o se cerró la investigación, esto es, hubo impunidad total en el 97% de los casos.

     Los delitos más frecuentes fueron el robo en transporte púbico o en la calle, los cuales ascendieron a 9.5 millones de incidentes, seguido por el delito de extorsión que se dio en 6.6 millones de casos. Después del homicidio, quizás el delito de más alto impacto fue el secuestro, de los cuales el INEGI indica que se cometieron 80,790.

    La zona más insegura del país es la zona metropolitana de la Ciudad de México donde, por ejemplo, se registraron 31,175 robos por cada 100,000 habitantes. Cifras más recientes indican que en el primer trimestre de 2019 se abrieron 1,056 carpetas de investigación por asaltos en el Metro de la ciudad, lo cual indica que, si incluimos una estimación de no denunciadas, el número real de robos podría ascender a 15,530. (https://www.animalpolitico.com/2019/04/denuncias-robo-metro-cdmx-subregistro/?utm_source=Hoy+en+Animal&utm_campaign=78d073c5b2-EMAIL_CAMPAIGN_2019_04_29_12_23&utm_medium=email&utm_term=0_ae638a5d34-78d073c5b2-392976985)

   Estos delitos son los que más afectan a las familias mexicanas y la responsabilidad de evitarlos radica principalmente en las autoridades locales por ser delitos del fuero común.  

    Una de las causas de esta inseguridad cotidiana se debe en gran parte a la existencia de mercados de bienes ilícitos. Entre ellos, el tráfico de celulares, autos, relojes y joyas, todos ellos robados, y, por otra parte, drogas y armas. Si se atacaran estos mercados, quizá se podría reducir la inseguridad que padecemos.

    Los mercados de mercancía ilícita más grandes del país quizás se encuentren en el Valle de México. Por ejemplo, en el centro histórico de la Cd. de México podemos ver a plena luz del día el tráfico de celulares robados. Estos mercados de bienes robados y el comercio informal, son tolerados o tienen la complicidad de las autoridades de la Ciudad de México.

    Otros lugares tradicionales de mercados ilícitos en la Ciudad de México son las colonias Doctores y Buenos Aires donde se trafica impunemente con autos y refacciones robadas. También tenemos el tráfico de drogas en las colonias Condesa, Roma, Juárez y muchas otras.

    Por su parte, el cobro de derecho de piso y la extorsión a los comerciantes establecidos, afecta a muchas ciudades del país sin que las autoridades locales lo eviten.

    La existencia de estos mercados ilícitos tiene décadas, pero nos hemos acostumbrado a ver este fenómeno como natural e incluso acudir a comprar bienes robados, lo que a su vez fomenta la inseguridad.

    Se podría empezar por cerrar estos enormes mercados de bienes robados que están a la vista de todos. Las autoridades locales  saben quiénes son, que venden, cual es el origen de sus mercancías, donde y como lavan su dinero, y conocen las redes de asaltantes que los alimentan. Se podría empezar por combatir la corrupción y las complicidades de las autoridades.

    Si bien las cifras de homicidios son alarmantes, las cifras de otros delitos son aún más escandalosas. Compete a las autoridades municipales y estatales el proporcionar seguridad pública a sus gobernados. Ojalá hagan pronto y bien su trabajo para darnos seguridad. De nada sirven discursos, planes y reuniones de coordinación. Lo que todos esperamos, son resultados.

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