27 de enero de 2017

CIUDADANOS EN EL COMBATE A LA CORRUPCIÓN


Por: Octavio Díaz García de León


     México se colocó en el lugar 123 de 176 países evaluados con una calificación de 30 de 100 puntos, (100 equivale a sin corrupción), en la medición que hizo Transparencia Internacional para 2016 sobre la percepción de la corrupción por país (https://www.transparency.org/country/MEX). Entre 2015 y 2016 cayó México 28 lugares en la clasificación y pasó de una calificación de 35 a 30 puntos. Es una de las calificaciones más bajas que ha registrado este índice para México. Esta medición viene a confirmar lo que ya habíamos percibido: la corrupción va en aumento. Ante ello y las amenazas provenientes del exterior, dado que la corrupción nos debilita como país, urge que el Sistema Nacional Anticorrupción (SNA) empiece a funcionar a la brevedad.

     Las reformas que dieron origen al SNA son ante todo un gran triunfo de la sociedad civil guiada por académicos de gran prestigio como el Dr. Mauricio Merino (CIDE) de la Red por la Rendición de Cuentas, ahora encabezada por la Dra. Lourdes Morales (CIDE), por el Mtro. Eduardo Bohórquez de Transparencia Mexicana y el Dr. Juan Pardinas del IMCO, entre otros. Entre todos han logrado que se promulguen las reformas constitucionales y las leyes secundarias que dieron origen al SNA. El hecho de que más de 630,000 personas hayan firmado para impulsar la nueva Ley General de Responsabilidades Administrativas, mejor conocida como Ley 3 de 3, es muestra de esa capacidad de convocatoria y del hartazgo de la sociedad en materia de corrupción.

     Ahora toca a los nueve ciudadanos que seleccionó el Senado elegir a los cinco integrantes, también ciudadanos, del Comité de Participación Ciudadana, quienes encabezarán al Comité Coordinador del SNA. En estos días se han estado llevando a cabo las entrevistas a los 17 finalistas para integrar dicho Comité. Entre los candidatos hay reconocidos académicos como Ricardo Raphael, María del Carmen Pardo y Enrique Cárdenas, entre otros, con lo cual vemos que afortunadamente hay candidatos con la solvencia académica y moral para llevar a cabo la encomienda. El Comité enfrentará retos técnicos muy importantes. Entre ellos podemos mencionar:

  •      Deberán proponer medidas urgentes para atacar la corrupción en el corto plazo.
  •     Deberán proponer una estrategia de carácter preventivo y una de carácter correctivo (Ver http://octaviodiazgl.blogspot.mx/2016/10/una-estrategia-anticorrupcion.html) para el combate a la corrupción.
  •       Deberán proponer medidas de atención inmediata a casos conocidos de corrupción, como el de los ex gobernadores, los sobornos a Pemex y muchos otros que están presentes ante la opinión pública.
  •      Tendrán que identificar procesos y áreas proclives a la corrupción en cada institución del gobierno, más allá de las tradicionales como adquisiciones y obra pública, y proponer medidas de mitigación de riesgos.
  •    Deberán estudiar los diferentes índices que existen para medir la corrupción y proponer aquellos que permitan medir mejor el fenómeno.  (Ver  http://octaviodiazgl.blogspot.mx/2016/09/el-reto-de-medir-la-corrupcion.html)
  •    Deberán proponer estrategias eficaces para la investigación de la evolución patrimonial de los servidores públicos más allá de los esfuerzos por trasparentar dicha información, ya que los datos que se proporcionan voluntariamente no siempre son confiables (Ver  http://octaviodiazgl.blogspot.mx/2016/06/las-3-de-3-disminuyen-la-corrupcion.html)
  •        Deberán proponer la integración de una gran plataforma informática y de comunicaciones que auxilie en el combate a la corrupción

     Pero los retos en materia de liderazgo y capacidad gerencial para que funcione el Comité Coordinador del SNA son los que presentan las mayores dificultades, ya que el Comité Ciudadano solo tendrá autoridad moral para impulsar el logro de los objetivos del SNA; sus instrucciones no serán de cumplimiento obligatorio para los miembros del Comité Coordinador. En este sentido deberán:


  •        Fortalecer a la Fiscalía Anticorrupción ya que con los recursos con que cuenta actualmente la unidad de la PGR de donde se desprenderá, no podrá operar eficazmente.
  •     Fortalecer la independencia y profesionalización de los órganos internos de control en el gobierno federal.
  •         Impulsar el nombramiento de titulares de órganos internos de control en los organismos autónomos.
  •       Construir mecanismos de rendición de cuentas del Comité Coordinador y del SNA.
  •        Afinar el papel del Consejo de la Judicatura y del Instituto Nacional de Transparencia (INAI) en materia de combate a la corrupción.
  •      Enfocar los esfuerzos de la Secretaría de la Función Pública y de la Auditoría Superior de la Federación a la detección de actos de corrupción.
  •      Seleccionar al Secretario Técnico del SNA y a los principales mandos de la Secretaría Ejecutiva del SNA (Ver http://octaviodiazgl.blogspot.mx/2016/11/perfiles-necesarios-para-el-sistema.html)
  •        Revisar el marco legal existente para irlo fortaleciendo, especialmente para darle “dientes” al Comité de Participación Ciudadana.
  •         Involucrar a la sociedad en el combate a la corrupción.
  •        Impulsar en el corto plazo la creación de los sistemas anticorrupción en las entidades federativas.
  •         Evitar que el SNA se burocratice y se convierta en elefante blanco.
     En estos días nos tiene muy preocupados que Trump esté cumpliendo todas sus amenazas contra México por lo que es tiempo de voltear hacia dentro para limpiar la casa. Si no tenemos resueltos nuestros problemas internos, no podremos enfrentar las amenazas del exterior y uno de los más graves es la corrupción. Mientras no tengamos avances en esta materia, el Estado se irá debilitando porque la corrupción es un cáncer que carcome a las instituciones. Qué bueno que sean los ciudadanos quienes encabecen esta difícil prueba, pero habrá que darles todo el apoyo para que venzan las inercias burocráticas que tendrán que enfrentar.


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21 de enero de 2017

TRUMP NOS MUESTRA NUESTRA REALIDAD


Por: Octavio Díaz García de León

Para consternación de México y de casi todo el resto del mundo (Rusia está feliz), este viernes 20 de enero tomó juramento como el cuadragésimo quinto presidente de los Estados Unidos, Donald John Trump, de 70 años de edad. Ese país inaugura así una nueva era en la geopolítica mundial, especialmente en la relación con su vecino del sur y la noticia no es buena para nosotros. Trump no se ha cansado de insultar a México y a los mexicanos y amenazar a nuestro país con quitarnos empleos, modificar el TLCAN para que Estados Unidos tenga más ventajas y con la deportación de millones de personas indocumentadas.  Pero no cabe duda que Trump y los americanos que lo respaldan, por minoría que sean, están en su derecho de decir lo que quieran. Nos toca a nosotros defendernos.

Desafortunadamente las posibilidades de defensa son muy reducidas. Tenemos una economía tan dependiente de los Estados Unidos que nos hace muy vulnerables a los designios de ese país. El 80% de nuestras exportaciones se han dirigido a ese país desde por lo menos 1993 y el 46% de las importaciones en 2016 provinieron de Estados Unidos. (http://www.gob.mx/se/acciones-y-programas/comercio-exterior-informacion-estadistica-y-arancelaria) Lo mismo sucede con las remesas de dinero y el turismo que en su mayor parte provienen de nuestro vecino del norte. Tampoco tenemos unas fuerzas armadas que nos permitan, ni modestamente, presentar una defensa militar, como sí la tienen los chinos y otros países que sí pueden plantear una defensa contra países más poderosos. Como decía en un artículo anterior, los americanos no han invadido de nuevo a México simplemente porque no quieren.

Nuestros problemas internos también nos debilitan. El hecho de que los niveles de inseguridad están creciendo, que el tráfico de drogas hacia Estados Unidos continúe en cantidades muy significativas, que el Estado mexicano no controle porciones del territorio nacional que se encuentran en manos de la delincuencia, que exista una  corrupción rampante, haya una  debilidad institucional, que la economía esté frágil por los altos niveles de endeudamiento, la inflación, el gasto excesivo del gobierno, la devaluación del peso y otros males internos, no nos permite presentar un frente de defensa adecuado. Además, nos encuentra divididos y con liderazgos debilitados.

No que amenace con reaparecer el fantasma de 1847 ni que sea premonitorio que el presidente de entonces sea homónimo del actual, pero nuestras debilidades hacen recordar a esa época infausta. Desde luego no está en juego nuestro territorio porque las formas del colonialismo se han civilizado, pero el daño que puede sufrir nuestro país puede darse en la forma de una posible crisis económica de grandes proporciones y una crisis humanitaria derivada de las deportaciones. La gobernabilidad de nuestro país se podría poner en riesgo.

La amenaza de Trump no es sencilla y le tocará enfrentarla en estos dos años que le restan a la administración del presidente Peña. Si bien los últimos tres cancilleres no han tenido ninguna experiencia diplomática previa, esperamos que el actual no se precipite y conduzca la relación con Estados Unidos de la mejor manera posible, aunque llega a la mesa de negociaciones con un país debilitado y con pocas fichas para negociar.

Nos enfrentamos a un escenario inédito para las últimas cuatro generaciones de mexicanos. Desde la última vez que intervinieron los Estados Unidos en nuestro país allá por la década de los años veinte del siglo pasado, México ha tenido una relación relativamente buena con nuestro vecino del norte. Las amenazas de Trump, y hay todos los indicios de que las cumplirá, nos toman mal preparados a pesar de que Trump dejó ver sus propósitos desde mediados del 2015.

Por décadas hemos escogido ser el vecino débil del sur y apostarle, a partir de la firma del TLCAN, a las buenas intenciones y la buena voluntad del vecino del norte mediante una cada vez mayor integración con ese país. Nos toma ahora por sorpresa esta nueva tendencia de las naciones desarrolladas que quieren aislarse, porque la economía globalizada no ha cumplido las expectativas de toda su población.

 México ha renunciado a jugar un papel geopolítico relevante desde que se derrumbó el Imperio de Iturbide. La invasión francesa y el Imperio de Maximiliano nos volvió a poner en el teatro del mundo para contrarrestar el creciente poder de los Estados Unidos pero la caída de este imperio nos borró del mapa geoestratégico, como posible potencia regional, para ponernos en la órbita de los Estados Unidos. Esta podría ser la oportunidad para cambiar esa situación.  

Trump es el espejo que nos muestra nuestras debilidades, carencias y dependencia. Ojalá que también sirva para mostrarnos nuestras fortalezas y de lo que somos capaces. Estados Unidos con Trump a la cabeza, estará construyendo su muro de la soledad, cortando el cordón umbilical para dejarnos navegar solos. Que mejor oportunidad para poner en orden la casa y salir adelante por nosotros mismos.

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14 de enero de 2017

GASTO SIN CONTROL

Por: Octavio Díaz García de León

     La suma de los presupuestos de egresos del gobierno federal de 2013 a 2017 se incrementó en un 80% comparado con la misma suma de 2008 a 2012 (http://www.transparenciapresupuestaria.gob.mx/). En el periodo 2008 a 2012 la economía creció un 8.4% (5 años) a pesar de la fuerte caída del PIB por la crisis de los mercados financieros internacionales mientras que entre 2013 y 2016 el PIB creció 7.3% (4 años) (http://www.inegi.org.mx/est/contenidos/proyectos/cn/) es decir, a niveles similares que en la administración anterior si se cumple la expectativa de crecimiento para 2017. Se gastó mucho más pero no se logró un crecimiento económico mayor ni hay mejoras visibles en los servicios que presta el gobierno federal. ¿Qué pasó con todo ese gasto adicional? ¿En qué se fue? ¿Dónde están los resultados de ese gasto?

      Existe la creencia de que el gasto público por sí mismo es bueno y hay quienes abogan por aumentar la recaudación de impuestos para tener más que gastar. Uno de los efectos que esperan los proponentes de un mayor gasto es que haya más crecimiento de la economía, que se reduzca la pobreza, aumente el nivel educativo, mejore la salud de la población y se disminuya la inseguridad, entre otras cosas. Por lo menos en el caso de México esto no ha sucedido en los últimos 10 años. Ante estos resultados, ha vuelto el clamor de que el gobierno ya no cobre más impuestos y deje mayor libertad a los empresarios para que hagan lo que saben hacer: generar empleo y riqueza y a la población se le deje su dinero para que pueda optar por mejores servicios y no por los que ofrezca el gobierno, cuando estos son malos. Recientemente, uno de los proponentes de esta última posición ha sido el senador Francisco Búrquez, de Sonora. (A quien, por cierto, le deseo que mejore su salud).

     Recaudar más impuestos es bueno cuando el gobierno es capaz de ofrecer servicios de primera sin desvíos ni corrupción. Allí está el caso de los países escandinavos. Cobrar menos impuestos y dejar en manos de la iniciativa privada los servicios que normalmente presta el gobierno también es bueno, siempre y cuando se regule su actuación en beneficio de la población y se creen mecanismos solidarios (Que no tienen que venir del gobierno) para apoyar a la población más desprotegida. En México podría funcionar una combinación de ambos.
  
    El gasto excesivo, más allá de la capacidad de generar ingresos vía impuestos, lleva al endeudamiento. Esto ya lo vimos en las décadas 70, 80 y 90 del siglo pasado, cuando el gasto y el endeudamiento crecieron sin control y las crisis económicas se repitieron sexenio tras sexenio. Ojalá no estemos regresando a las épocas de la inestabilidad macroeconómica, aunque ya hay indicios preocupantes:  un endeudamiento excesivo que ya alcanza el 50% del PIB, gasto poco eficaz como ya se mencionó, inflación creciente, devaluación del peso de 70% en los últimos 3 años (Aunque esto se debe a otros factores) y una corrupción rampante como lo han demostrado casos recientes de ex gobernadores.

    ¿Qué es lo que está haciendo falta? Un control interno adecuado dentro del gobierno. El propósito del control interno es ayudar a los responsables de las instituciones de cualquier tipo a cumplir con sus metas. En el caso del gobierno federal, la secretaría responsable del control interno es la Secretaría de la Función Pública (SFP). Su casi desaparición afectó sus tareas y no siempre se ha entendido su función ni se han utilizado las herramientas que tiene para exigir una rendición de cuentas adecuada. La SFP debería ser el instrumento con el que el Presidente de la República se asegure que presupuestos, metas y programas se cumplan y que haya rendición de cuentas de los funcionarios responsables.

    Otros problemas de control interno son, por ejemplo, que las metas estén mal fijadas ya que las ponen quienes tienen que cumplirlas, lo que en muchas ocasiones hace que cada institución se fije metas que no las comprometa (Todos las cumplen); también se fijan metas inerciales sin valorar si sirven o no para resolver problemas porque a la burocracia le suele interesar más su supervivencia que dar resultados. Los mecanismos de evaluación también suelen ser deficientes al no tener mediciones que reflejen la resolución de los problemas que se quieren atender. Tampoco hay rendición de cuentas. No tengo noticia, por ejemplo, de algún funcionario que haya sido sancionado por exceder su gasto, por no cumplir sus metas o por no dar resultados.

     Ahora que se ha vuelto a incorporar formalmente la SFP al gobierno federal, es tiempo de que esta institución se asegure que existen los controles necesarios en las instituciones del poder ejecutivo federal para que se cumplan los objetivos y metas para los cuales se les entrega recursos. 

    Sería conveniente que el presidente les fije metas exigentes, que la SFP verifique su cumplimiento y que los recursos se usen con eficacia y eficiencia, exigiendo cuentas a los responsables, con consecuencias. También será importante revalorar, otra vez, todos los programas de gasto, para ver si realmente resuelven algún problema social y desaparecer aquellos que sean inútiles. Un gobierno que gasta excesivamente sin dar resultados perceptibles para la población, está en riesgo de perder apoyo popular y generar ingobernabilidad. Lo bueno es que allí están las herramientas para evitarlo.


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3 de enero de 2017

RECUERDOS PARALELOS



Por: Octavio Díaz García de León

Para mis amigos de la colonia americana en Avalos

     Terminé el 2016 leyendo una antología de Sergio Pitol. En el texto “Cementerio de Tordos”, Pitol entreteje su relato con la reflexión de la creación del propio texto que está desarrollando como en un juego de espejos que además salta de un tiempo a otro alimentado por los recuerdos del autor. Dice Pitol: “En cierta forma se trataría de una investigación sobre los mecanismos de la memoria: sus pliegues, sus atolladeros, sus prodigios” y así, nos lleva a los recuerdos de su niñez en un ingenio en Veracruz. De esos recuerdos surge el entierro de un tordo depositado en una caja, que los niños intentan preservar de la descomposición. Días después lo desentierran y encuentran al pájaro agusanado. El autor describe como un ingeniero observa curioso a los niños y les diría algo que no entenderían del todo: “aunque la caja fuera de metal y no tuviera rendijas cualquier animal muerto se agusanaría, porque era el cuerpo quien contenía los gérmenes de la putrefacción y no el exterior que los introducía”.

     De pronto, mis recuerdos y los de Pitol se conectan inesperadamente. Los recuerdos se quedan enterrados en la mente, pero a veces surgen revividos por un estímulo inesperado. En la colonia americana, en Avalos, los niños entierran a una conguita para evitar su descomposición ¿Cómo pueden ser los recuerdos del escritor tan parecidos a los míos? Y es que las reminiscencias de ambos no son solo los pájaros sepultados. A lo largo de su relato, Pitol describe el lugar donde crecí porque el suyo y el mío eran similares.  Por ejemplo:

      La inmensa fábrica del ingenio…a su alrededor crecía un parque donde se hallaban la casa del gerente, los técnicos y empleados de confianza... los ingenieros, … el lugar de las actividades sociales, la cancha de tenis, el hotel para los visitantes…. más nuevamente jardines y otras casas hasta llegar a las bardas…  Dos portones, perpetuamente custodiados por un grupo de porteros, daban acceso al otro mundo, el del pueblo… Un largo muro rodeaba la fábrica, la casa y los jardines que las rodeaban, así como los centros de esparcimiento: el hotel para huéspedes, … y las canchas de tenis cuyo objeto era separar aquel flamante oasis del resto del pueblo. Del otro lado del muro vivían los obreros, los peones, … gente de otro color y otro pelaje…  El protagonista piensa que si revisitara el ingenio tal vez descubriría que todo era mucho más modesto de cómo lo veían sus ojos infantiles. Está seguro de que el jardín era menos espectacularmente hermoso que la visión conservada en su memoria, que las casas no eran tan amplias, ni tan modernas como la serie de artefactos entonces casi desconocidos se lo indicaban: las estufas y los calentadores de baño eléctricos, por ejemplo. Los idiomas extranjeros, en especial el inglés que oía constantemente, le imprimían al lugar una nota de extrañeza, pues buena parte de los técnicos eran norteamericanos.”

    La costumbre de los técnicos extranjeros de crear sus propios espacios privilegiados con las comodidades que tenían en su país de origen, se replicó no solo en los ingenios, sino en las minas, en las fundiciones, en las colonias ferrocarrileras y otros lugares habitados por extranjeros. La colonia americana en Avalos era un oasis en medio del desierto de Chihuahua, situada a un lado de la fundición de plomo y zinc la cual destacaba con sus dos enormes chimeneas y sus extensas instalaciones. La colonia tenía sus jardines, las canchas de tenis, basquetbol y futbol, la escuelita donde cursamos parte de la primaria en inglés, la alberca, el hotel; allí estaban las casas con su “porche” al frente, tenían chimenea, pisos de madera y su calentador de baño eléctrico; había también una vegetación privilegiada: álamos y sicomoros frondosos, pasto inglés en los jardines que rodeaban a las casas y en el jardín del centro delimitado por setos (“hedges”), con bancas de metal y madera. El club tenía sus mesas de boliche, billar, piano, sillones en una gran sala, una pequeña biblioteca, una barra y mesas para el dominó o los dados. Una barda de adobe rodeaba la colonia que la separaba del mundo de los obreros y del resto de la población y un portón de hierro vigilado por un portero. Recuerdo el sonido de una máquina de vapor que llevaba y traía mineral y la sirena que anunciaba los cambios de turno.  

    Ya no es posible regresar a esa colonia que fue destruida por la indiferencia y el abandono. Sus jardines se convirtieron en llanos secos, los árboles fueron talados y las casas, en ruinas. No se pudo enterrar a la colonia para que tuviera una muerte digna; se descompuso como cualquier cadáver. Pero nadie nos podrá borrar los recuerdos de lo que allí vivimos, aunque, como dice Pitol, quizá era menos espectacularmente hermosa que la visión conservada en la memoria.


    Sergio Pitol tuvo a bien revivir mis recuerdos con su extraordinario texto. Asombra el pensar que vivimos en lugares tan parecidos y vimos personas y situaciones tan similares a pesar del tiempo y la distancia. Cuantos de nosotros enterramos alguna vez un pájaro, esperando que no se descompusiera, para venir a descubrir que en el lugar donde no se descompone es en la memoria.  


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