24 de mayo de 2014

EL PODER COMO FIN


 
@octaviodiazg


Para Estefi

       Un político destacado se encuentra con la sorpresa de que después de haber trabajado arduamente durante toda la campaña presidencial y haber sido factor importante para que su candidato gane, le niegan el puesto prometido. Él, que ya se sentía seguro de ser el próximo secretario más importante del gabinete, de repente se ve desplazado y marginado a continuar en el puesto donde estaba. El puesto al que aspiraba va a ser ocupado por un político que considera mediocre y que no está a su altura. Pero  ante el Presidente promete ser el soldado más fiel y dispuesto a servir en donde más convenga a su jefe y al país. Para sus adentros, está destruido. Por la noche, ante una ventana de su casa, se reúne con su esposa a fumar. La esposa nota su frustración y lo anima. El político se queda pensando toda la noche ante la ventana y al día siguiente sin haber dormido se dirige a su esposa satisfecho. Ya sabe lo que va a hacer de aquí en adelante y no va a parar hasta lograrlo. Así inicia la popular serie de televisión  “Castillo de Naipes” (House of Cards). Su popularidad ha rebasado fronteras. No solo el presidente Obama es un gran admirador de la serie sino también el presidente Peña se tomó recientemente una “selfie” con el actor Kevin Spacey, protagonista del programa televisivo.

 

      La serie está basada en una trilogía de libros del escritor inglés Michael Dobbs que fue llevada a la televisión en el Reino Unido por la BBC en los noventas con gran éxito. La actual serie de televisión “Castillo de Naipes” está ambientada en Estados Unidos. El protagonista y su esposa son seres cuyo único fin en la vida es obtener el poder y llegar al más alto nivel en su país sin importar los medios para lograrlo. Algunas de las “habilidades” que el personaje exhibe son: su capacidad para manipular a los que le rodean; se cinismo; su hipocresía; su falta total de principios; su frialdad para cometer los peores actos, incluso homicidios; su capacidad para hacer que otras personas cometan las peores traiciones; su capacidad para comprar lealtades; y una gran inteligencia para aplicar todas sus dotes en el logro de sus fines. La esposa del protagonista tiene cualidades similares. Los dos hacen una pareja temible. Para darnos una idea de cómo piensa y actúa este personaje de ficción he aquí algunas citas:

 

“Que desperdicio de talento. Escogió el dinero en lugar del poder. En este pueblo es un error que casi todos comenten. Dinero es la mansión en Sarasota que empieza  a derrumbarse a los diez años. El poder es el viejo edificio de piedra que resiste en pie por siglos. No puedo respetar a quien no ve la diferencia.”

 

 “Entre todas las cosas que tengo en alta consideración, no están incluidas las reglas”

 

      El personaje  de la serie - Frank Underwood -  construye como un castillo de naipes su ambicioso proyecto, tan frágil que se puede derrumbar en cualquier momento pero si se tiene el pulso adecuado puede adquirir dimensiones insospechadas. Esta lucha por el poder también se asemeja a un juego de ajedrez donde Underwood ejecuta cada jugada pensando en 20 o más pasos adelante. ¿Se parece la ficción a la realidad o la realidad supera a  la ficción? ¿Retrata bien a los políticos esta serie de televisión?

 

      Difícil de saberlo. Para los que vemos la política desde fuera no está claro si tal o cual resultado fue producto de una maniobra sucia o no. En  su actividad los políticos actúan bajo luz y sombra: dan una cara ante el público y presentan otra faceta en la negociación y la manipulación. Podemos pensar en diversos personajes de la política nacional e imaginarlos como la versión doméstica de Frank Underwood. En la imaginación popular algunos de estos personajes  que han sido clave en la política mexicana pueden ser Carlos Salinas, Manuel Camacho, José Córdoba, Vicente Fox, López Obrador, Manlio Fabio Beltrones, Emilio Gamboa  y usted puede agregar su personaje preferido, a quienes a veces se les ha caracterizado como grandes manipuladores y para quienes, se dice,  lo importante no es un proyecto de nación sino un proyecto personal de poder.

 

       La política se vuelve estéril cuando se busca el poder por el poder mismo, no con el deseo de lograr un objetivo que ayude al país. Es de notarse que en la serie de televisión lo que menos importa son los gobernados, los ciudadanos, el país, el bienestar de sus habitantes.  Lo que es peor, a  los políticos con principios, valores y fines genuinos se les caracteriza en la serie de televisión como ingenuos, perdedores y malos políticos.

 

      El mensaje de “Castillo de Naipes” es un tanto aterrador. Pensar que estos personajes pululen en la cúspide del gobierno de un país da escalofrío. Presentarlos como héroes por sus habilidades para lograr sus fines es como hacer sentir admiración o simpatía por personajes como “El Chapo” Guzmán o “La Tuta”. Desafortunadamente por lo que observo en redes sociales y en los periódicos, el hecho de que tantos políticos nuestros o del resto del mundo les gusten y admiren la serie me da a pensar que muchos quisieran ser el Frank Underwood de su país. Y eso no debemos permitirlo.

  
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17 de mayo de 2014

NUEVA CIVILIZACIÓN, VIEJA HISTORIA


 
 
                                                                                                                    @octaviodiazg
 

       Después de  los abusos de Hernán Cortés hacia Moctezuma quien lo había recibido a él y sus escasos soldados pensando que eran dioses, el emperador azteca, preso de los españoles, es muerto a pedradas por su propia gente. Los españoles huyen dejando una estela de muertos y oro perdido en la “Noche Triste”. Pero la ambición de Cortés y sus habilidades para unir a todos los enemigos de los aztecas lo hacen regresar para ponerle sitio a México-Tenochtitlán. El 13 de mayo de 1521 ayudado por más de 25,000 indios tlaxcaltecas ponen sitio a la ciudad. Durante tres largos meses los aztecas encabezados por Cuauhtémoc, el último rey de ese pueblo da una fiera batalla contra sus enemigos. El hambre, la falta de agua y sobre todo la terrible viruela que han traído los españoles y que ellos mismos se encargan de difundir al darse cuenta de la enorme mortandad que produce entre sus enemigos - quizás el primer uso de armas biológicas en la historia - acaba por derrotar a los aztecas. En esos tres meses de sitio, relata Bernal Díaz del Castillo, domina el terrible ruido que producían día y noche los sitiados: gritos, ruido de tambores, caracoles, cornetas como trompetas; todo lo cual  espanta a los soldados españoles que ven tanta fiereza en los aztecas y quienes se defienden desesperadamente. Especialmente aterran los sonidos que venían  del Templo Mayor en el centro de la ciudad, coronado por los templos gemelos dedicados uno a Tláloc y otro a  Huitzilopochtli;  frente al templo de Tláloc un Chac Mool y a su lado  la piedra de los sacrificios donde continuamente eran sacrificados los soldados capturados. Los españoles veían con horror como a sus compañeros les arrancaban el corazón y luego eran arrojados sus cuerpos escaleras abajo para ser comidos al pie del templo  en medio de gritos y ruidos terribles.

       El 13 de agosto de 1521 ya derrotados, Cuauhtémoc intenta escapar en una piragua y es hecho prisionero por los españoles y llevado ante Cortés a quien le dice: “Señor Malinche, ya he hecho lo que soy obligado en defensa de mi ciudad; y no puedo más, y pues vengo por fuerza y preso ante tu persona y poder, toma ese puñal que tienes en la cinta y mátame luego con él”. Cortés por supuesto no lo mata; lo humilla y tortura  para pedirle que le entregue el oro que según él esconde,  hasta que después de algunos meses finalmente lo mata traicioneramente.

 

       Bernal Díaz del Castillo dice que al saberse de la captura de Cuauhtémoc el ruido crece por toda la ciudad y súbitamente, lo más asombroso, lo más impactante para el conquistador: el silencio completo, total, avasallador. La civilización azteca y con ella toda la civilización indígena de México ha muerto. Para siempre. Una civilización sofisticada con una extraordinaria estructura social, religiosa, cultural y muchas cosas admirables, por encima aún de los pueblos europeos, se extinguía sin remedio.  Podríamos usar las últimas líneas del gran poema de  T.S. Eliot, “Los Hombres Huecos” para describir ese final dramático e inesperado:

 

“Esta es la forma como acaba el mundo

No con un trueno sino con un quejido.”

(Mi traducción)

 

      El escritor francés J.M.G. Le Clézio – Premio Nobel de Literatura -  da cuenta de las horas finales del imperio azteca en su libro extraordinario “El Sueño Mexicano o el pensamiento interrumpido” que se los recomiendo mucho.

 

    ¿Qué movía a los españoles a actuar con tanta saña contra los grandes pueblos  indígenas mexicanos, el purépecha, el azteca, el maya? Quizá lo que llamaríamos hoy “shock cultural” por ser una civilización tan distinta de la suya y tan avanzada; una religión y un pensamiento mágico basados en la sangre y el sacrificio que les debió haber parecido aberrante; el culto a unos ídolos sanguinarios que chocó contras sus propias creencias y supersticiones; una enorme ignorancia – no eran más que parias y soldados ignorantes huyendo de la pobreza de su patria – pero sobre todo una ambición desmedida por el oro y la plata. El sueño de todos ellos era el tener posesiones materiales, ser ricos  y no trabajar. Esclavizar a otros para ellos poder disfrutar del ocio y la riqueza sin importar el costo humano. Ese es el sueño del conquistador de cualquier nacionalidad y se repitió en todos los imperios  construidos a base de la destrucción y esclavitud de otros pueblos.

 

       Las formas de conquista hoy en día son más sutiles, pero los móviles son los mismos: acumular riqueza, no trabajar, vivir a costa de otros. La humanidad no ha cambiado. La conquista hoy ya no implica derribar construcciones o destruir las civilizaciones de la manera burda como se hizo con los indígenas de América. Se trata de anular a las personas calladamente a través de la supresión del pensamiento crítico, de la idiotización, de la manipulación.

 

      Hoy presenciamos el “El Fin de la Historia” no como lo esperaba Fukuyama, para dar paso a la libertad y la democracia, sino para  entrar de lleno en  una civilización sustentada en el espectáculo y el consumo que promueve la acumulación de dinero y cosas materiales. Los nuevos conquistadores son los pocos que en verdad tienen la riqueza y detentan el poder sobre una  gran mayoría que solo sueña con tener acceso a ello. Mientras, la civilización del pensamiento crítico y creativo está  sitiada en medio del ruido, agonizando.                                               

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10 de mayo de 2014

QUEMAR LOS LIBROS


  
@octaviodiazg



       En una época lejana en el futuro, donde las casas y todas las construcciones son resistentes al fuego, la profesión de bombero no ha desaparecido. Pero su nuevo trabajo tiene más que ver con cómo se escribe la palabra  bombero en inglés: “Fireman” u “hombre de fuego”. Porque su tarea ahora es prender fuego a los libros junto con las casas donde los encuentre y a veces con todo y las personas que se encuentran adentro. Tal es la historia que nos cuenta Ray Bradbury en su famoso libro “Fahrenheit 451”. En la   época en la que se desarrolla la historia, la lectura de libros está prohibida y cuando las fuerzas de seguridad descubren alguno debe ser quemado por los bomberos, e incluso sus cenizas vueltas a quemar. Los libros son peligrosos porque hacen pensar a la gente  y eso es malísimo para quien gobierna ese país del futuro. Para estos gobernantes la felicidad es la uniformidad, la conformidad con el estatus, el obedecer las directrices del gobierno y para ello requieren que la gente no piense; para lograrlo  cuentan con  televisores de pared  a pared que se encuentran en todas las casas y  que solo transmiten programas idiotizantes. Leer libros es muy peligroso pues hace pensar a las personas y eso los hace improductivos, anormales y potencialmente peligrosos para el gobierno de ese país distópico.


      Pero esa tentación de destruir libros no se da sólo en libros de ciencia ficción. A lo largo de la historia ha habido grandes destrucciones de libros.  En un tweet de @Amazing_Maps  acompañado de una infografía, se muestran las mayores destrucciones de información en la historia. Por ejemplo, la destrucción de 16 millones de libros de las bibliotecas polacas durante la segunda guerra mundial; la destrucción de 10.5 millones de libros de las bibliotecas alemanas durante el régimen Nazi; la destrucción de la Biblioteca de la Universidad Nacional de Bosnia-Herzegovina con 1.5 millones de libros en 1992; la destrucción de la Biblioteca Nacional de Irak con 500,000 libros en 2003. Más cerca de casa, tenemos la  destrucción que hicieron los conquistadores españoles quemando más de 20,000 códices mayas en 1562.


      Para los poderes fácticos que solo piensan en  mantener sus privilegios y que desean suprimir aquella información que les pueda representar una amenaza, nuestra época ofrece paradójicamente grandes oportunidades de generar información y conocimientos nuevos que los amenacen y a la vez enormes posibilidades para destruirlo.


       Los libros de papel tienden a desparecer reemplazados por dispositivos de almacenamiento electrónico u óptico. Si antes los libros duraban físicamente unos pocos siglos, ahora los dispositivos de almacenamiento en que se guardan  hacen que la información sea más efímera.  Por ejemplo, intenten leer un disco magnético de 5 ¼ pulgadas; a pesar de que no tienen más de 40 años de edad, la información que contenían ya se perdió ya sea  porque el medio magnético perdió sus propiedades o bien  porque ya no hay dispositivos para leerlos. Lo  mismo sucede con los CD’s y los DVD´s que están en vías de extinción apenas 30 años después de su invención y que han dado paso a dispositivos miniatura que se conectan mediante puertos USB´s. En el caso de las grandes empresas, mucha de la información almacenada en cintas magnéticas  ya tampoco puede leerse por haberse borrado o por la obsolescencia de los programas y computadoras con las que se almacenaron. Hoy la tendencia es que la información y su procesamiento estén en “La Nube”, que no es más que enormes “granjas” de computadores y dispositivos de almacenamiento cada vez más ajenos y distantes de los dueños de la información.


     Cada año se genera más información que en toda la historia previa de la humanidad y el medio para almacenarla y transmitirla ya no es físico como el papel sino digital (Textos, imágenes, video, gráficas, planos, música, partituras),  la cual está accesible mediante  internet y es almacenada en dispositivos ópticos y magnéticos cuya permanencia y durabilidad es menor que otros medios físicos como el papel (O la piedra o los papiros o las tabletas de arcilla que han durado siglos).  Además todo este almacenamiento, procesamiento y transmisión de información está  concentrado en unas pocas empresas, las cuales como ya lo demostraron las revelaciones de Edward Snowden, son  susceptibles de ser intervenidas por cualquier gobierno ya sea para efectos de espionaje de la población o para censurar la información. El sueño de los dictadores (Con cualquier disfraz democrático) de desaparecer todo el conocimiento que les estorbe está más cerca hoy en día que en la época de Hitler y Stalin.  


     Si Ray Bradbury escribiera su distopia ahora, 60 años después de la publicación de “Fahrenheit 451”, sus “bomberos” serían hackers dedicados a borrar cualquier información que no fuese aceptable de todas las computadoras, teléfonos, dispositivos USB y tabletas de las personas. La quema de libros digital sería mucho más simple: Virus informáticos los destruirían. Toda la información residente en “La Nube” estaría censurada y controlada. Incluso los disidentes si los hubiera, ya no podrían memorizar los libros antes de que se destruyeran como en esa novela, ya que la idiotización de nuestros días ha llevado a la pérdida de la capacidad para memorizar.


      Vivimos la paradoja de la explosión del conocimiento y la información junto con  mayores capacidades de empresas y gobiernos para intervenirla,   censurarla e incluso destruirla. Tenemos que aumentar nuestras bibliotecas personales y protegerlas de la destrucción no dejando en manos de empresas o gobiernos que decidan por nosotros cual información sobrevivirá.

Bibliografía:
1. "Fahrenheit 451". Ray Bradbury.
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1 de mayo de 2014

LA ESTRATEGIA DEL SILENCIO


@octaviodiazg

     Creo que hay consenso en reconocer que la estrategia de comunicación del gobierno federal ha sido muy eficaz. Yo la llamaría la estrategia del silencio donde con gran eficacia desaparecen de los medios de comunicación las noticias incómodas. Algunos ejemplos: Pasamos de un sexenio prácticamente mono temático obsesionado en el combate al crimen organizado,  al del presidente Peña que logró minimizar el tema de la seguridad en las noticias a pesar de que, conforme a las estadísticas de homicidio y delitos como extorsión o secuestro, la realidad es prácticamente igual que en el sexenio anterior. En su lugar fue capaz de colocar en la atención pública los temas del Pacto por México y las reformas constitucionales, algunas “gatopardistas” pero otras trascendentes como la energética.

    Otro ejemplo es la explosión que destruyó un edificio de PEMEX en el corazón de la ciudad de México en enero de 2013 en el conjunto de edificios corporativos de la empresa  y que acabó con la vida de por lo menos 36 personas y provocó más de 120 heridos siendo  la mayor tragedia en la ciudad de México desde los sismos de 1985. La explicación de que fue una explosión  de gas metano cuando no hubo huellas de fuego, parece improbable pero no soy experto en esos temas. Lo notable es como dejó de ser noticia muy pronto una de las mayores tragedias en la historia reciente de la ciudad de México a pesar de las explicaciones poco satisfactorias del origen de la explosión e incluso con la versión de autoridades americanas de que se trataba de una bomba. Ni deudos ni trabajadores petroleros volvieron a chistar.

     Otro caso en donde la estrategia del silencio  venía funcionando bien era en Michoacán donde los abusos de los Templarios llegaban ya a niveles intolerables. La estrategia dejó de funcionar al surgir  el movimiento de autodefensa en febrero del año pasado aunque no fue sino hasta mayo cuando a través del Diario Milenio se supo del sitio que pusieron los Templarios a tres municipios de Michoacán impidiendo que llegaran mercancías y medicinas a más de 35,000 habitantes, resultado de la guerra que se desarrollaba en esa región.  La estrategia del silencio y de la inacción federal falló y obligó a hacer frente al problema culminando en enero de este año con la  llegada del Comisionado por la Paz  quien, por cierto,  ha sido  contrario a la estrategia del silencio quizá llevado por su protagonismo. Por cierto, sorprende la noticia de que se lleven registradas (no recogidas) más de 1600 armas de fuego en posesión de las autodefensas, la mayoría de uso exclusivo del ejército, lo que da una idea del tamaño del pequeño ejército levantado en armas en esa región enfrentado a los Templarios.  Donde  también había funcionado la estrategia del silencio era en Tamaulipas hasta hace poco que se supo de decenas de muertos  en enfrentamientos ocurridos en pocos días y  dando indicios  que  la situación allí es quizá peor que en Michoacán.

     Creo que todo gobierno debe intentar dar una imagen positiva del país y de su gestión y aparentemente la estrategia de silencio del gobierno federal ha sido eficaz. Para instrumentarla quizá se usan las herramientas de siempre: grandes gastos en campañas de comunicación social que alimentan a las empresas dueñas de los medios de comunicación y “orientan” su actuación. Quizá un regreso nostálgico al viejo “Chayote” en donde el dinero para los periodistas fluía en sobres cerrados que salían de las áreas de comunicación social. Quizá la presión derivada de la aplicación selectiva de ciertas leyes o reformas legales en donde podría haber grandes pérdidas o ganancias para los empresarios de la comunicación. Un Presidente disciplinado que habla poco y con mucha prudencia. Secretarios que nadie conoce porque no han salido a medios. Un excelente Vocero del Gobierno de la República que ha sabido conducir con éxito la estrategia. Quizá una combinación de todo eso y más. El caso es que ha funcionado hasta ahora.

      Pero hay focos amarillos en la estrategia. Por ejemplo, el intento de introducir en la reforma a las leyes secundarias de telecomunicaciones algunos artículos para censurar las redes sociales y la internet desató un movimiento popular en su contra. Y es que una estrategia del silencio requiere hoy en día no solo controlar a los medios de comunicación sino a la internet y las redes sociales. Allí está como muestra la primavera árabe que derrocó a tantos regímenes autoritarios en esa región gracias a  movimientos impulsados por esas redes. 

      Hace unos días dos destacados columnistas, León Krauze y Jesús Silva-Herzog Márquez escribían  que al  gobierno federal no le gusta debatir los temas y prefiere el arreglo cupular. Pero esto no es de extrañar si la estrategia es guardar silencio  sobre todo cuando hay que soslayar los temas incómodos o no se está dispuesto a ceder ante la opinión de alguien más. La pregunta es,  ¿Hasta dónde el silencio es más eficaz ante una realidad que lo rebasa o ante políticas impopulares que se desean imponer? Seguramente las personas recurrirán cada vez más a redes sociales, canales como You Tube, Blogs y otros medios por internet para obtener información y manifestar sus opiniones. Entonces  el gobierno deberá cambiar de estrategia y entrar al debate de lo incómodo y entrar en procesos más democráticos de discusión porque intentar controlar a la internet y las redes sociales va a ser muy difícil.  

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