16 de junio de 2012

PADRES FRANKENSTEIN

      En una noche lúgubre, fría y tormentosa del verano de 1816,  en una villa  en las afueras de Ginebra,  cuatro  amigos se congregaron alrededor de la chimenea para contarse historias de fantasmas. Inspirados por esos relatos, los amigos acordaron escribir una historia basada en algo sobrenatural. Sólo uno cumpliría el acuerdo. Dos de ellos, poetas cumbre del romanticismo inglés, Percy B. Shelley y Lord Byron olvidaron el encargo. Mary  Shelley, esposa del poeta, fue la única que cumplió y así surgió  el clásico de la literatura gótica: “Frankenstein o el Moderno Prometeo”.



      La novela que ha aterrorizado a generaciones de lectores y a partir del siglo XX a cinéfilos,  es quizá, más que una historia de terror,  la tragedia que vive  la creatura creada  por el Dr. Víctor Frankenstein. El científico dedica varios años para encontrar el secreto de la vida a partir de la muerte. Usando cadáveres y estudiando los procesos de descomposición, un día se topa con el secreto para dar vida a la materia inanimada. En el relato en voz del Dr. Frankenstein  no se menciona cual es el secreto de la vida, porque está aterrorizado con su descubrimiento que acabará por destruirlo a él y a sus seres queridos y no quiere que ese horrible secreto pase a otras manos.  El Dr. Frankenstein crea un ser humano de gran tamaño ensamblando partes de cadáveres que va uniendo meticulosamente, hasta que un día, usando su secreto, insufla vida a este ser monstruoso. En el momento que le da vida,  se aterra ante su creación y huye de su laboratorio. Cuando regresa, su creatura ha desaparecido y no vuelve a saber de ella hasta que un desconocido asesina a su hermano. Inmediatamente se da cuenta  que el culpable  ha sido su monstruo pero inculpan a una niña  inocente, amiga de la familia, a quien la justicia ejecuta.



      La creatura, quién además nunca recibe un nombre aunque la conozcamos por el nombre de su creador, empieza a vagar por el mundo donde es asediado, agredido, incomprendido y se le hace culpable de crímenes que no ha cometido. En su deambular por el mundo, tiene que vivir escondido como animal perseguido. Lo único que aprende de este mundo es que es cruel. El no pidió que se le trajera al mundo pero una vez en él, no sabe qué hacer, a donde escapar y sobrevive con mucha penuria. Desea compañía y está solo. En él crece el deseo de venganza. Acude a su padre para reclamarle que lo ha abandonado y el doctor solo muestra rechazo y terror ante su creatura. Ya que el doctor es incapaz de amarlo o ayudarlo, lo único que le pide el monstruo es que le dé compañía. Que le haga una mujer como lo hizo a él. El doctor Frankenstein piensa que así se librará de él y accede. Pero cuando su obra ya está casi terminada, la destruye. Pudo haber sido  el miedo a crear una nueva raza de monstruos. Pudo ser el arrepentimiento de jugar con la vida y  que tan caro le ha costado. El monstruo, ante la perspectiva de que quedará solo para siempre, enloquece y decide vengarse del doctor acabando con todos sus seres queridos.



      El Dr. Frankenstein es un  científico obsesivo que no cesa en sus experimentos hasta crear un nuevo ser viviente.  Se convierte en padre sin requerir una mujer que engendre, en un padre involuntario, incapaz de amar al hijo al que ha dado vida y a quien abandona a su suerte. El padre/creador huye ante el espectáculo de este nuevo ser que espanta por su aspecto pero que en su  interior no es más que un niño desvalido que requiere atención y cuidados.  En la historia de Shelley el verdadero monstruo es el Dr. Frankenstein quien se presenta como un padre totalmente desobligado. Su engendro tiene la  desventaja de no tener una madre que vele por él. Por su aspecto, tampoco encuentra un ser que se apiade de él y le dé el amor que requiere para sobrevivir, para crecer como persona de bien, para ser feliz, para ayudar a la humanidad como intenta hacerlo,  paro no ser incomprendido.



      ¿Cuántas creaturas como estas hay en nuestra sociedad? Hijos que crecen sin padres, abandonados por una sociedad indiferente, o bien con padres que a veces están presentes pero son peores porque los maltratan, los acosan, los destruyen. Una parte de nuestra sociedad está enferma y lo vemos en las matanzas que ocurren en nuestro país. Esos asesinos despiadados son quizá hijos de padres Frankenstein quienes en el mejor de los casos los abandonaron y dejaron a su suerte y en el peor de los casos los agredieron y abusaron de ellos.



     En contraste, los padres responsables que arman familias sólidas ayudan a mejorar el mundo con su tarea diaria de forjadores de personas. Hacen falta más de estos padres que realizan bien su papel y que desaparezcan los padres Frankenstein que tanto daño les hacen primero a sus hijos y luego al mundo.

 Bibliografía: "Frankenstein o El Moderno Prometeo". por  Mary Shelley. Grandes Clásicos. Mondadori. Barcelona 2011.

Felicidades a los buenos papás en su día. A los otros, no.

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4 de junio de 2012

NACIONES GOBERNADAS POR LA DELINCUENCIA

      Un nuevo fenómeno preocupante está surgiendo en el mundo. Países que  están siendo gobernados por la delincuencia organizada y que ponen a las instituciones del  Estado a trabajar para esas mafias. El autor Moisés Naím publicó en el número de Foreign Affairs de mayo/junio de 2012 un artículo llamado  ”Estados Mafiosos. El Crimen Organizado Toma Posesión del Gobierno”. El autor cita  los casos de Bulgaria, Guinea-Bissau, Montenegro, Myanmar, Ucrania y Venezuela, en donde “los intereses nacionales y los del crimen organizado están irreversiblemente entremezclados”.  Otros países que menciona son Rusia,  Bielorrusia y Kosovo en donde “las organizaciones criminales funcionan como apéndices del estado.”

       El asunto es sumamente grave ya que en estos casos los gobernantes no actúan en el interés de sus gobernados sino por interés propio y de sus cómplices para enriquecerse y expandir sus negocios. Los expertos en combate a la corrupción  llaman a este fenómeno “captura del estado”. Esto ocurre cuando entes privados, que pueden ser empresas legítimas o delincuentes, “compran” políticos para favorecer sus intereses.

       En el extremo más benigno tenemos el caso de los cabilderos  en Estados Unidos,  a través los cuales  grupos de interés de todo tipo intentan influir en las políticas públicas. Si bien en este  caso no se puede hablar de una captura del estado porque el cabildeo es legal y  existen importantes contrapesos, es innegable la influencia y presión que ejercen, sobre todo en  legisladores, los intereses de industrias como  la tabacalera o la del armamento. Esta última  lo hace a través de la Asociación Nacional del Rifle promoviendo la venta de armamento a los ciudadanos de ese país. Estas industrias, por impulsar sus ganancias,  ofrecen  productos  dañinos  como son los casos del tabaco y las armas que sólo sirven para matar o dañar a las  personas.

     En el otro extremo se encuentra el caso de la delincuencia organizada  capturando al Estado. De ser un problema de seguridad pública pasa a ser un problema de seguridad nacional ya que los delincuentes al capturar las instituciones del Estado  las ponen a trabajar a su servicio. Una fuerte señal de alarma es el encontrar en la lista que menciona Naím a países del tamaño de Rusia o Venezuela. Si la delincuencia organizada puede poner a su servicio a los gobiernos de  estos países tan importantes, otros países más débiles son mucho más vulnerables. Hay que recordar que la delincuencia organizada no respeta fronteras y opera a nivel transnacional por lo que requiere ir corrompiendo y capturando gobiernos. Los países de Centroamérica, por ejemplo, cuyas instituciones policiales y de impartición de justicia son débiles comparadas con el poder de la delincuencia organizada, corren riesgo de ser rebasadas por estas organizaciones.

        El peligro no es ajeno a México y el actual gobierno federal ha hecho un gran esfuerzo para contenerlo. La debilidad de  policías y gobiernos, municipales y estatales, pueden ser aprovechadas por la delincuencia organizada.  Una vez capturados estos gobiernos locales, las organizaciones delincuenciales actúan con total impunidad: ofrecen protección, cobran impuestos, dan permisos para instalar y operar empresas, expropian propiedades, roban vehículos, toman decisiones  que afectan a la comunidad y desde luego no actúan a favor del bien común sino para propiciar sus  intereses y crecer sus negocios ilícitos. Los gobiernos locales para sobrevivir y salvar a sus gobernados deben combatir este fenómeno cuya amenaza se da mediante  la corrupción, la cooptación o la intimidación. De no hacerlo, los delincuentes reemplazarán a las autoridades legítimas con testaferros a su servicio.

     Por otra parte, el problema tiene una dimensión internacional ya que las organizaciones delincuenciales hacen negocios trasnacionales. Naím propone el  prevenir y revertir la criminalización de los gobiernos. Para ello se requiere una fuerza policial internacional. Menciona que organizaciones tales como Interpol están sembradas de desconfianza pues no se sabe cuales de las fuerzas policiales nacionales están ya penetradas por la delincuencia. Eso hace que sea muy difícil lograr la cooperación dentro de  ese organismo. Naím propone formar una red de instituciones militares, de inteligencia civil y otras que no hayan sido penetradas, para unir esfuerzos en el combate a esta amenaza. Aspecto que se ve muy difícil de lograr aunque no cabe duda que en México y en otros países existen instituciones con estas características. Pero la logística para armar estas redes se ve complicada y no dejará de existir la sombra de la desconfianza.

       Uno de los problemas mas graves que presenta el combate a estas mafias, de acuerdo con Naím, es que el público en general no percibe esta amenaza y el problema que conlleva. ¿Qué pasaría en México si fuésemos gobernados por los capos de los cárteles nacionales? ¿O por la mafia rusa o la japonesa? Ellos decidirían a quien matar, a quien permitirle trabajar, cuanta extorsión cobrar, etc.,  todo ello en función de sus intereses y negocios y en detrimento del bienestar de la comunidad.  No queda  más que combatir a la delincuencia organizada por el bien de todos y evitar llegar a convertirnos en  una república mafiosa.

Referencia:
"Mafia States. Organized Crime Takes Office". Autor: Moisés Naím.  Foreign Affairs, May /June 2012.

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