19 de diciembre de 2020

EMIGRANTES DESTACADOS

 

Por: Octavio Díaz García de León.

       La idea: Millones de mexicanos han emigrado principalmente a Estados Unidos en las últimas décadas en busca de mejores oportunidades de vida. La mayor parte de ellos se fueron en pos de trabajos de subsistencia que los nativos de aquél país no tomaban. Pero otros se fueron en busca de oportunidades de negocios y profesionales muy superiores a las que tenían en México. Lo importante es no perderles de vista y aprovechar sus talentos en nuestro país.

    La lista de mexicanos que han triunfado en el exterior es muy larga. Entre ellos se encuentran empresarios como Carlos Slim, directores de cine como Cuarón, Del Toro y González Iñárritu, científicos como el recientemente fallecido Mario Molina, Premio Nobel de Química y un largo etcétera.

    Pero también están los que no son famosos, desde el humilde jornalero que se ha labrado una buena calidad de vida a base de esfuerzo, hasta profesionistas y pequeños empresarios que han elegido desarrollarse en el país vecino.

   Tal es el caso del protagonista de un episodio de la serie de documentales de la BBC, “Ases del Bisturí”, disponible en Netflix (https://newsnetwork.mayoclinic.org/discussion/netflix-presenta-a-neurocirujano-de-mayo-clinic-en-nueva-serie-de-documentales/ ). Allí  presentan la historia de uno de los más destacados neurocirujanos de los Estados Unidos, el Dr. Alfredo Quiñones Hinojosa, conocido como Dr. Q.

    Originario de un pequeño poblado cerca de Mexicali, el Dr. Q emigró muy joven sin documentos a los Estados Unidos. Parecía una historia más como la de millones de compatriotas que se fueron por cualquier trabajo, en busca del sueño americano.

    Lo extraordinario es que en un lapso de 7 años, sin saber inglés cuando llegó, pasó de dedicarse a trabajar como jornalero a estudiar medicina en Harvard para graduarse con honores. En ese tiempo aprendió inglés, entró a la universidad primero en Stockton, California, luego se graduó de la Universidad de California en Berkeley y de allí pasó a la Universidad de Harvard.

    El Dr. Q relata parte de su vida (https://www.lideditorial.com/libros/dr-q) en el documental de la BBC y las difíciles condiciones por las que pasó, entre ellas, humillaciones. En  Berkeley le preguntaron que de donde era originario y al contestar que era de México le dijeron que no parecía pues era demasiado listo. A partir de ese comentario se avergonzó de decir que es mexicano y prefirió no hablar de sus orígenes, hasta tiempo después.

   En Estados Unidos se tiene mala imagen de los mexicanos. De nada sirve evidenciar que millones de mexicanos viviendo en ese país contribuyen en todos los aspectos de la vida de aquella nación; desde las tareas más humildes como jardineros, jornaleros, meseros, auxiliares en limpieza, hasta científicos como el Nobel Mario Molina o como el propio Dr. Q.

   A partir de la Revolución, la emigración de mexicanos a Estados Unidos ha sido constante y se acentuó en la época de las grandes crisis económicas en las décadas de los setenta a los noventa del siglo pasado. Este siglo, la tendencia se ha ido revirtiendo. Con el mejoramiento de la economía, la apertura comercial y las inversiones extranjeras, más mexicanos encontraron oportunidades en nuestro país incorporándose a una creciente clase media. También influyó  el endurecimiento de las medidas anti inmigrantes a partir de la administración del presidente Obama.

   Pero ahora crece el fenómeno de la emigración de profesionistas y pequeños empresarios, dado que los mexicanos con otros niveles de educación se han abierto al mundo. Influye en ello el que las instituciones de educación superior ofrezcan a sus alumnos programas de intercambio en otras partes del planeta. Así está surgiendo una generación de personas dispuestas a triunfar fuera de su país. 

    Este fenómeno se intensificó a partir de la creación del CONACYT y las becas que esta institución otorga, lo que ha permitido a gran número de estudiantes realizar estudios de posgrado. Las nuevas generaciones de universitarios tienen ahora una perspectiva y una actitud hacia el mundo que hace que las barreras nacionales se vayan difuminando y los lazos entre naciones se hagan más estrechas a través de todas esas personas que se desarrollan fuera de nuestro país.

   Conozco de dos jóvenes talentos que están teniendo impacto en Estados Unidos.  Me refiero al aguascalentense Dr. Ulises Ruiz-Esparza  quien desarrolla tecnologías médicas en la Escuela de Medicina de Harvard y el Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT)(https://es.wikipedia.org/wiki/Guillermo_Ulises_Ruiz-Esparza) y  de la Ciudad de México, Andrés Campero,  quien es autor de un libro sobre genética y estudia el doctorado en el MIT ( http://andrescampero.mit.edu/ ). Ambos no solo realizan proyectos interesantes allá, sino que también lo hacen en México.

    Ya no se trata de retener a estos ingenios para que se queden a triunfar en nuestro país, donde existen condiciones menos propicias, sino de no perder el contacto con todos ellos y buscar la manera que desde sus trincheras apoyen al país que los vio nacer.

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5 de diciembre de 2020

UNA HISTORIA DE ESPÍAS

 

Por: Octavio Díaz García de León.


    Hace unos días el presidente López Obrador presentó una iniciativa de ley para regular la operación de agentes extranjeros en nuestro país. Seguramente derivado de las labores de espionaje, sin conocimiento de las autoridades mexicanas, que realizó la DEA contra el ex secretario de la Defensa, Salvador Cienfuegos, y que llevó a su detención en Estados Unidos.

    Ello me trajo a la memoria un incidente que me ocurrió mientras estudiaba en Estados Unidos. Corría el fin del sexenio del presidente López Portillo. Miles de estudiantes habíamos sido becados por el CONACYT para estudiar en el extranjero. En mi caso, en un programa en el Institute for Policy Studies  (https://ips-dc.org/)  en la ciudad de Washington.

    Allí trabajó Orlando Letelier, ex canciller del gobierno de Salvador Allende, quien fue asesinado por agentes de Pinochet a unos cuantos metros del Instituto, en el corazón de la capital americana. Cuando llegué allí, el Instituto apoyaba las causas revolucionarias en Centroamérica y para la Administración del presidente Reagan ese apoyo se veía como contrario a los intereses de su gobierno.

    El Instituto brindó las facilidades para que tres estudiantes tuviéramos la oportunidad de trabajar en el Congreso de los Estados Unidos y desarrollar otras actividades en el Instituto. Nuestro interés al acudir a ese programa era conocer el funcionamiento del gobierno de Estados Unidos y su impacto para México.

    Un día fuimos abordados por una persona del doble de edad que nosotros, de traje, con pinta de burócrata, quien trató de hacerse nuestro amigo durante varios días.

    No tardé mucho en entender que quizá se trataba de un agente del FBI a quien seguramente le había interesado conocer de nuestras actividades, por nuestra relación con el IPS y por el interés en acudir a las audiencias en el Congreso relacionadas con el tema de Centroamérica. El señor se cansó pronto, pues se dio cuenta que no éramos una amenaza para su país. Pero se me quedó grabado el incidente y la forma de operar de esta persona.

    Y es que en Washington las historias de espías son lo corriente. Los americanos, con sus extensos intereses geopolíticos por todo el mundo, se toman muy en serio la actuación de agentes extranjeros en su país.

    Aunque se trata de una obra de ficción, la serie televisiva, “Los Infiltrados” (The Americans) da una idea de cómo se desenvuelven estos espías. En ella, una pareja de rusos se asimila de tal forma a la sociedad que se hacen pasar por americanos para realizar labores de espionaje. En la serie, los agentes del área de Contrainteligencia del FBI tratan de encontrarlos (Quizás el agente que nos abordó pertenecía a esta área. Por supuesto nunca lo sabré).

   Los países con intereses geopolíticos importantes cuentan con agentes que colocan en los países que más les preocupan, la mayor parte de las veces bajo una cobertura diplomática. Seguramente así operan la CIA o el MI6 británico en México.

    Por ello, no sería de extrañar que además de las numerosas agencias americanas que operan en México, otros países como Cuba, Venezuela, China, Rusia, Irán o España podrían tener operaciones de este tipo en nuestro país para impulsar sus intereses nacionales.

    En un artículo anterior (https://octaviodiazgl.blogspot.com/2020/03/hace-falta-una-cia-mexicana.html) mencionaba la necesidad de tener el equivalente de una CIA  mexicana que recabe inteligencia en el extranjero para cuidar nuestros intereses nacionales en otros países.

    De la misma forma, es necesario tener labores de contrainteligencia que vigilen la operación de agentes extranjeros en nuestro país. La Ley de Seguridad Nacional menciona como una de las amenazas a la Seguridad Nacional, los actos de interferencia extranjera, por lo que la atención a esta amenaza recae en las instancias de seguridad nacional.  La iniciativa de Ley que propuso el presidente irá a complementar esta directriz.

    Seguramente existen agentes extranjeros operando en México, la mayoría de ellos en acuerdo con autoridades mexicanas, como las  agencias americanas de combate al narcotráfico, pero quizás algunos de ellas lo hagan sin informarles,  como ya lo vimos en el caso de la DEA que espió al Gral. Cienfuegos.

  En ese sentido, es necesario que México realice operaciones de contrainteligencia que permitan entender los objetivos de esos agentes y evitar que perjudiquen los intereses nacionales.

    Una forma de operar de estas agencias extranjeras es a través de informantes colocados en puestos clave del gobierno. Por ejemplo,  se ha documentado que durante la Guerra Fría, la CIA contaba con agentes mexicanos de muy alto nivel, entre ellos, dos ex presidentes de México: Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría Álvarez (https://www.eleconomista.com.mx/politica/Las-memorias-del-espia-que-confio-en-tres-presidentes-mexicanos-20171111-0015.html).

   Las tareas de contrainteligencia se tienen que hacer con la preparación y cuidado que ameritan estas agencias extranjeras que son muy sofisticadas,  por lo que se requiere elaborar en la mayor secrecía mecanismos de seguimiento y contraespionaje. Los espías no solo son materia de las películas. La iniciativa de ley puede ser un paso en la dirección correcta y es tiempo de que México tome estas amenazas en serio.

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21 de noviembre de 2020

CEMENTERIOS DE LIBROS

 

“Retirado en la paz de estos desiertos,

Con pocos, pero doctos libros juntos,

Vivo en conversación con los difuntos

Y escucho con mis ojos a los muertos”

Francisco de Quevedo


Por: Octavio Díaz García de León.

 

    Las bibliotecas más bellas del mundo, tales como la del Trinity College en Irlanda, la del Monasterio del Escorial en España, la Apostólica Vaticana o la Clementinum en Praga, aparecieron en una revista de arquitectura  (https://www.revistaad.es/arquitectura/galerias/bibliotecas-bellas/9752/image/653080). Entre ellas está la Biblioteca José Vasconcelos en la Ciudad de México y yo agregaría la Biblioteca Palafoxiana en la Ciudad de Puebla (http://en.palafoxiana.com). Son obras maestras de la arquitectura, pero también almacenes de sabiduría de la humanidad.

    Sin embargo, ver estas inmensas naves de libreros, sin personas hojeando sus textos, me hace pensar en ellas como cementerios de libros. Obras que nadie consulta, que nadie lee, son libros muertos. De lo que se trata es que estén vivos, pero ello solo se logra si hay lectores para, como dice Quevedo, conversar con los difuntos y escuchar con los ojos a los muertos.

   Las bibliotecas depositan la sabiduría, ideas, creaciones y conocimientos de incontables autores y se hicieron para que un bien escaso, los libros, estuvieran disponibles a un amplio público. También los edificios que las contienen son espacios de remanso para aprender, meditar y semillero de nuevos libros.

    Para los regímenes totalitarios y para los fanáticos intolerantes, las bibliotecas han sido siempre peligrosas, lo que ha ocasionado su destrucción a lo largo de la historia. Por ejemplo, la destrucción de la biblioteca de Alejandría, la de la Universidad de Lovaina a manos de los nazis o la Biblioteca Nacional en Irak durante la reciente invasión estadounidense a ese país.

    En el caso de México, durante la Guerra de Reforma hubo una gran destrucción de bibliotecas conventuales a manos de los huestes liberales. Entre ellas, la del convento de San Francisco con 16,000 libros destruidos, la del convento de San Agustín y la del convento del Carmen en San Angel, todas ellas en la Ciudad de México. Se estima que se perdieron alrededor de 100,000 libros y manuscritos por la destrucción que sufrieron todas las bibliotecas conventuales. (https://en.wikipedia.org/wiki/List_of_destroyed_libraries)

   El libro ha sido durante siglos el formato favorito para la transmisión de conocimientos, creaciones literarias, ideas, reflexiones, doctrinas y entretenimiento. Los textos de menor extensión como artículos, cartas o poemas que se redactan en pocas hojas, han podido sobrevivir gracias a que se reúnen bajo el formato de un libro. A su vez, una forma de que sobrevivan los libros es almacenarlos en bibliotecas.

   La revolución digital ha traído un cambio enorme en el medio de almacenamiento de textos, desplazando paulatinamente al papel.  Afortunadamente, grandes bibliotecas se han ido digitalizando y ahora están disponibles vía internet. Allí está también el enorme proyecto de Google Books con 25 millones de libros escaneados.

    Los medios digitales han contribuido a preservar las grandes bibliotecas de papel, pero también están saturados de basura. Redes sociales, blogs, revistas y periódicos efímeros de dudosa calidad, o bien, entretenimientos instantáneos, pornografía, juegos y otro tipo de pasatiempos, ensucian el ciberespacio.

   Ante esta inundación de basura intelectual, los libros, en su mayor parte, representan un esfuerzo por parte de sus autores para expresarse con mayor rigurosidad que otros formatos y por ello siguen siendo un medio más o menos confiable para obtener información, ideas y creaciones dignas de accederse.

    Con los nuevos medios electrónicos, los libros también han entrado al formato digital y el futuro de las bibliotecas se estará bifurcando entre grandes almacenes de papel y depósitos contenidos en unos pocos centímetros cúbicos de electrónica.

    Lo que no debemos permitir es que esos libros, que son la memoria y el conocimiento de la humanidad, se pierdan en esos grandes depósitos, sino que se conviertan en fuente viva de ideas y no en cementerio de estas.

   Si antes había que vigilar que los libros no fueran quemados, hoy debemos cuidar que no se conviertan en letra muerta por falta de acceso. Las bibliotecas edificadas   seguirán siendo obras arquitectónicas disfrutables por muchas personas, pero habremos de transitar hacia las bibliotecas electrónicas y así tendrán acceso un mayor número de lectores.

    Imaginen que país sería el nuestro si en lugar de una biblioteca municipal con algunos miles de libros de papel a la que muy pocos acuden (Además, hay muy pocas), a cada niño se le entregara una biblioteca digital en una tableta electrónica con acceso a decenas de miles de libros y se les orientara y fomentara el interés por la lectura.

    Es importante que se vayan digitalizando y dando acceso abierto a esos enormes acervos hoy enterrados en bibliotecas de papel, para que sus contenidos revivan el diálogo entre lectores presentes y autores ausentes por la distancia o por la muerte y dejen de ser cementerios de libros.

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7 de noviembre de 2020

LOS MILITARES A CIEN FUEGOS

 

Por: Octavio Díaz García de León.

     La idea: La detención en Estados Unidos del ex secretario de la Defensa, Salvador Cienfuegos, abre un nuevo frente a las fuerzas armadas las cuales ya tienen otros frentes que atender al crecer las tareas que se les han encomendado. Estas nuevas misiones se apartan de su mandato tradicional por lo que quizá es tiempo de replantear cuál debe ser su  papel en un entorno que requiere de sus servicios para otros propósitos.   

     Derivado de una denuncia de la agencia antinarcóticos americana fue detenido el exsecretario Cienfuegos por supuesto tráfico de drogas y apoyo a un cártel menor. Esto causó conmoción en nuestro país ya que los militares y sus instituciones son de las más admiradas por la población y en las que se deposita mayor confianza.  La acción por parte de las autoridades norteamericanas vino a dar una sacudida a esta percepción.

    Adicionalmente, podría plantear que la cooperación con las agencias americanas se ha vuelto un arma de doble filo pues ya se vio que dichas agencias al tiempo que trabajan con los militares, también los espían.

    Esto ocurre cuando a las fuerzas armadas cada vez se les asignan más tareas alejadas de su papel tradicional en ámbitos muy diversos de actuación. Por ejemplo, en tareas de seguridad pública y en la conformación y operación de la Guardia Nacional.

   Otros frentes en los que trabajan intensamente son la construcción de proyectos clave como el aeropuerto de Santa Lucía, el Tren Maya y las 2700 sucursales del Banco del Bienestar. Se les ha encomendado también la administración de los puertos marítimos; la administración de las aduanas; el control de la inmigración ilegal en la frontera sur; el auxilio a la población en casos de desastres naturales; el cultivo de árboles; etc...

    Hay analistas que estiman que se les está dando a los militares demasiada fuerza y poder con estas tareas. Sin embargo, en otro sentido,  se podrían estar debilitando.

   Aún con todos los recursos y apoyos que se les puedan otorgar, el sobre extenderse en sus actividades pone a prueba sus capacidades de logística y de control interno para evitar actos de corrupción y para cumplir las tareas encomendadas.

    El encarcelamiento del Gral. Cienfuegos, que aún está por ser juzgado, muestra uno de esos flancos débiles. El combatir a la delincuencia organizada los expone al gran poder corruptor de esas organizaciones.

    Todo ello nos lleva a repensar cual debería ser el papel de las fuerzas armadas en este nuevo entorno.

   De acuerdo con la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal, corresponde a la Secretaría de la Defensa Nacional la administración del Ejército y Fuerza Aérea; el regular las armas de fuego y medularmente, “planear, dirigir y manejar la movilización del país en caso de guerra; formular y ejecutar, en su caso, los planes y órdenes necesarios para la defensa del país y asesorar y dirigir la defensa civil”. Al final dice “las demás que le atribuyan leyes y reglamentos” con lo que realiza otras tareas que le encomiendan. La Secretaría de Marina tiene un mandato parecido.

   Entonces, de acuerdo con la Ley, las fuerzas armadas están pensadas para proteger la seguridad nacional ante amenazas internas o externas en caso de guerra.

   Pero esto quizá se ha vuelto obsoleto.  No es posible enfrentar una amenaza militar que provenga de nuestro vecino del norte por la tremenda asimetría militar entre las dos naciones, ni es factible que surja por el sur o por mar una amenaza proveniente del exterior, por las mismas razones de asimetría militar con nuestros vecinos. Tampoco entra en la visión de nuestro país el uso de fuerzas expedicionarias para conquistar territorios en el exterior.

  El problema es que ante un entorno geopolítico que no plantea grandes amenazas externas a la seguridad nacional, el papel de las fuerzas armadas debería replantearse.  

   Quizás hoy el mayor reto a la seguridad nacional lo presente la disputa con las fuerzas de la delincuencia organizada. El año pasado vimos una muestra del poderío de estas organizaciones desplegada en Culiacán, con la fallida captura de Ovidio Guzmán. O bien el dominio que ejercen en extensos territorios del país (Bajío, Tierra Caliente, Triángulo Dorado, etc.) o la cooptación de instituciones clave como son las policías, las aduanas, las autoridades portuarias y las de migración. 

   Si las amenazas a la seguridad nacional provienen de fuerzas delincuenciales que cuentan con pequeños ejércitos y operan de manera parecida a grupos insurgentes, habría que replantear el diseño de las instituciones militares, fortaleciendo sus capacidades contrainsurgentes y revisar si es conveniente que realicen otro tipo de actividades diferentes a su naturaleza militar.

   Por lo pronto, las instituciones militares están a cien fuegos por el número de frentes en que deben trabajar, enfrentando retos operativos, logísticos y su exposición a posibles actos de corrupción, aspectos que se deben atender para fortalecer a estas instituciones clave para nuestra nación.

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24 de octubre de 2020

IMPORTANCIA DEL CONTROL INTERNO

 

Por: Octavio Díaz García de León.

           

    La idea: A veces no se aprecia el por qué es necesario que toda organización cuente con un control interno adecuado. Por no entender esta necesidad ha habido intentos de desaparecer a la Secretaría de la Función Pública, antes de la Contraloría, quien es la responsable del control interno en el gobierno federal. Hoy más que nunca, es necesario fortalecer el control interno en el gobierno para el buen logro de sus objetivos.

     Todo sistema de control administrativo parte de un proceso de planeación que define la visión, misión y los objetivos que se ha propuesto lograr la organización. El sistema de control se asegurará de que la gerencia logre lo que se ha planteado.

     Uno de los elementos centrales del proceso de control es el presupuesto. Este es el enfoque tradicional que hace más énfasis en los aspectos financieros. Sin embargo, existen herramientas como el “Tablero de Control Balanceado o Cuadro de Mando Integral” desarrollado por Kaplan y Norton que permiten supervisar otro tipo de indicadores. Sería oportuno que se retomaran estas herramientas en el gobierno para mejorar su control interno.

    En el Poder Ejecutivo Federal, esta tarea corresponde a la Secretaría de la Función Pública (SFP), encargada de organizar y coordinar el sistema de control interno, la evaluación de la gestión gubernamental y de sus resultados.

    Con su auxilio se pretende asegurar el cumplimiento de los objetivos de las instituciones y su apego a la normatividad que les rige. De acuerdo con la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal, la SFP se encarga de sancionar desvíos de la norma, propone mejoras al control interno, analiza los riesgos de incumplimiento y los administra.

    No es el propósito primordial de la SFP, ni por mandato legal ni por diseño institucional, el combate a la corrupción, como se puede apreciar de las facultades que le da la Ley, sino que dicho combate se da como un producto de su labor de fiscalización e investigación de denuncias.  Con ello, no solo ayuda a mantener el control interno de las instituciones, sino también se convierte en un auxiliar en el combate a la corrupción.

    La corrupción derivada de una falla de control interno es una de las causas por las que las instituciones no cumplen sus objetivos y se ven afectados sus presupuestos y patrimonio, pero no es la única y se debe atender a todas las demás.

    Con el control interno del gobierno federal se busca que las instituciones cumplan sus mandatos y se apeguen a las normas que se diseñaron para que sus servidores públicos no realicen actos arbitrarios, ya que ellos solo pueden hacer lo que les permite la Ley. 

    Por ello, el gobierno trabaja dentro de un marco normativo muy extenso que regula todas sus actividades, con el propósito de cumplir sus objetivos y requiere que todos los servidores púbicos lo cumplan.

    La Ley General de Responsabilidades Administrativas es un elemento clave del control interno. No sanciona actos de corrupción, sino conductas que pueden ser faltas graves o no graves en que incurren los servidores públicos. Quien sí contempla la sanción de actos de corrupción es el Código Penal Federal, a los cuales le toca perseguir a la Fiscalía Anticorrupción.

    El diseño de los órganos internos de control (OIC), que forman parte de la SFP, tiene ese propósito, como su nombre lo indica, de auxiliar a las instituciones en su control interno.  Sus tareas inician con actos de fiscalización para detectar incumplimientos a las normas o para detectar si están cumpliendo con sus objetivos y mediante la recepción de denuncias ciudadanas.

    De detectarse incumplimiento a las normas, se procede a investigarlas para identificar posibles faltas a la de Ley de Responsabilidades. De encontrarse violaciones a ésta, se califican las conductas y se elaboran los informes de presunta responsabilidad administrativa de los servidores públicos.

    Si se trata de faltas graves, se inician los procedimientos sancionatorios para luego turnarlos al Tribunal Federal de Justicia Administrativa. Si se trata de faltas no graves, los OIC desahogan los procedimientos de responsabilidades, resuelven y en su caso, sancionan a los servidores públicos.

   Con estos procesos la SFP y sus OIC ayudan a mantener el control interno del gobierno federal y su tarea es clave para el buen desempeño del gobierno.

   Dado que cualquier violación a las normas es susceptible de ser sancionada, es muy importante que toda la normatividad sea muy racional, que sea mínima, que permita realizar a los funcionarios sus labores; que permita tener una administración ordenada, orientada al buen cuidado de los recursos, al buen desempeño de sus funciones y al logro de sus objetivos.

    El control interno es vital para que exista un buen gobierno, asegurando el cumplimiento del marco normativo. Sin él, se corre el riesgo no solo de que haya corrupción, sino de que las instituciones no cumplan con sus funciones. Es tiempo de aplicar herramientas modernas de control administrativo y reforzar a quienes se encargan de llevarlo a cabo.

            

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10 de octubre de 2020

UN FISCAL ANTICORRUPCIÓN NOVOHISPANO

 

“Las leyes son como telarañas que atrapan pequeñas moscas con mucho rigor, mientras que cualquier poder fuerte las rompe.”

Rosenmüller

 

Por: Octavio Díaz García de León.

                        

     La idea: En el siglo XVIII fue nombrado un Visitador por los reyes de España  para combatir la corrupción en la Nueva España. Hoy olvidado, Francisco de Garzarón hizo una gran labor y,  si bien no logró erradicar la corrupción de aquella época, hizo que un buen número de funcionarios fueran condenados por andar en malos pasos.  Hoy sería muy apreciado un Fiscal Anticorrupción como él.

    En su libro “Corrupción y Justicia en el México Colonial, 1650-1755” (https://books.google.com/books/about/Corruption_and_Justice_in_Colonial_Mexic.html?id=NE6PDwAAQBAJ ) el profesor Christoph Rosenmüller  hace un recuento de lo que en aquél entonces se entendía como corrupción y los esfuerzos que se hacían para combatirla.    

   De acuerdo con el autor, la corrupción estaba asociada principalmente con la impartición de justicia y las arbitrariedades que se cometían alrededor de ella. Esto  sigue vigente, pero con algunas diferencias importantes. Por ejemplo, en ese entonces era normal la venta de puestos que se otorgaban sin importar la preparación o capacidades técnicas de los aspirantes, lo cual no era considerado como corrupción.

   Sin embargo, lo que sí se consideraba corrupción era dar  los puestos a quien no tuviera los méritos necesarios. Pero estos méritos no se entendían como ahora, sino que consistían en ser de origen noble, tener sangre “limpia” (no mezclados con otras razas) y gozar de buena reputación.

   Se decía que, si no se tenían esos méritos, era más fácil que los juzgadores se prestaran a malos manejos en la impartición de justicia. En realidad, los nobles sin recursos protegían sus fuentes de ingresos y estaban dispuestos a denunciar como corrupción la asignación de esos puestos a advenedizos, que no eran nobles, pero sí tenían dinero.

    Otro aspecto que difería de nuestro concepto de corrupción es que los regalos dados a cambio de favores eran una práctica aceptable, por considerarse un agradecimiento del favorecido hacia el impartidor de justicia que lo había ayudado. Los regalos eran cuantiosos, pero nadie veía nada malo en ello, sino que se entendía como una cortesía, aunque, desde luego, influían en la decisión de la autoridad que recibía el regalo.

     A pesar de estas situaciones que ahora pueden parecer extrañas, aunque hace poco eran práctica corriente, existía mucha arbitrariedad en la impartición de justicia, de tal forma que se convirtió en un escándalo que llegó a oídos de las más altas autoridades en España, a finales del siglo XVII y principios del XVIII. El sistema permitía que las denuncias fueran recibidas y escuchadas,  pero no se hacía lo suficiente para castigar a los transgresores.

     Es así como el rey Felipe V,  la reina Isabel Farnese y su ministro principal Giulio Alberoni,  deciden enviar una visita general  orientada  a reformar el sistema judicial de la América hispana y para ello nombraron a un Visitador. Una especie de fiscal anticorrupción que tenía por misión atender las numerosas denuncias que se recibían y castigar a los culpables.

  Para ello nombran al Visitador General Francisco de Garzarón Vidarte quien inicialmente llegó a la Nueva España como Inquisidor de la Santa Inquisición.

   Originario de Pamplona, estudió en la Universidad de Sigüenza derecho canónico e hizo carrera eclesiástica. Todavía le tocó como inquisidor realizar quizá el último Auto de Fe realizado en la Nueva España,  donde un fraile herético fue quemado vivo en la hoguera.

    A los reyes les gustaba escoger inquisidores para realizar visitas generales, porque “conocían bien el procedimiento de investigación, recopilación de evidencias, interrogar a sospechosos y evaluar su testimonio”. Así el Visitador interrogó a cerca de 700 testigos y, como resultado de su Visita General, Garzarón suspendió a 13 de los 19 jueces y fiscales y a 156 funcionarios entre 1719 y 1723.

   A pesar de los trescientos años que nos separan de dicha Visita, algunas lecciones útiles se podrían extraer de la actuación del Visitador General Garzarón. Estas son: se nombró a un Visitador General con total independencia y autoridad sobre las autoridades locales, pues estaba por encima del Virrey y, por tanto, le podía pedir cuentas.

    Se apoyaba en la voluntad política de los reyes para acabar con los abusos; tenía la capacidad técnica de inquisidor que le permitía allegarse de pruebas y elementos para llegar a la verdad; contaba con la capacidad jurídica necesaria para llevar a buen término las sanciones para condenar a los jueces y funcionarios corruptos, a pesar de la complejidad jurídica que había en esa época. Era una persona con la dedicación, honradez, integridad y reputación que le permitía llegar al fondo de los asuntos sin corromperse ante las dádivas que le ofrecían.

    Ojalá algunas de estas lecciones se pudieran aprovechar ahora para combatir la corrupción a fondo. No se puede revivir al inquisidor Garzarón pero sí se puede aprender mucho de su actuación.

 

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26 de septiembre de 2020

SE BUSCA

 

“… la administración pública… exige mucha entrega y fatigas… Esto es un apostolado, hay que resistir, trabajar mucho... Sale uno adelante cuando hay un ideal...  cuando se lucha por una causa justa... Y nosotros aquí en el gobierno lo que buscamos es que se trabaje con convicción, que haya entrega total a la causa.”

Presidente López Obrador

Por: Octavio Díaz García de León.

    

      La idea: Cada administración busca un perfil determinado de personas para llenar las decenas de miles de puestos de mando en las instituciones del gobierno federal. Ahora se está buscando un cambio de perfil, rompiendo cierta continuidad que venía de administraciones anteriores. La clave será si es posible encontrar personas con estos nuevos perfiles y si darán los resultados requeridos por la población.

    En las administraciones anteriores los principales puestos fueron cubiertos por personas afines y leales al gobierno en turno, privilegiando su formación en universidades destacadas del país y con postgrados en el extranjero.

  Para reclutarlos y retenerlos se desarrollaron tabuladores salariales y prestaciones atractivos,  aunque a partir del sexenio de Fox se congelaron los salarios y se fueron   deteriorando paulatinamente en términos reales hasta el sexenio de Peña;  también se redujeron las prestaciones.                                                                                                                                                               La administración del  presidente López Obrador  busca un  nuevo perfil de servidores públicos,  especialmente para mandos medios y superiores.

    Lo que se percibe implícitamente como el nuevo perfil que se busca, de acuerdo con lo que ha comentado el presidente, las diversas disposiciones que se han emitido en este sexenio en materia de austeridad y recursos humanos, más lo que se puede observar, es el siguiente:

 1.  Educación. Egresados de escuelas públicas, no necesariamente de las más reconocidas y de universidades privadas modestas. Los postgrados en el extranjero en escuelas de élite ya no son un plus y se prefieren postgrados en el país.

  2.  Experiencia. No se requiere mucha experiencia, ya que la renovación de personal implica que es posible que no la tengan. Se dan promociones súbitas desde niveles bajos a altos sin pasar por los puestos intermedios.

   3.  Remuneraciones. Se requiere personal que esté dispuesto a ganar mucho menos que sus antecesores. Que estén dispuestos a ver reducidos aún más sus salarios en el futuro, que no esperen pago de aguinaldo y estén dispuestos a bajar de nivel jerárquico.

   4.  Herramientas de trabajo. Que no demanden choferes, vehículos,  ni teléfonos celulares. Si los necesiten para sus labores, que ellos los aporten. No tendrán oficinas lujosas, sino cada vez más modestas, con menos servicios, sin comedores, con menos impresoras, menos papelería, sin agua embotellada, etc. En el mejor de los casos se les dejaran las mismas computadoras sin importar su antigüedad y en otros tendrán que compartirlas.

  5. Compromiso. Que estén dispuestos a realizar tareas cada vez más demandantes y numerosas con una tercera parte de la gente que había antes, o menos, y con más reducciones de personal en el futuro. Dispuestos a trabajar en el gobierno toda la vida para que no se vayan a la iniciativa privada y evitar conflictos de interés. Que su motivación para trabajar sea por el bien del país por encima de intereses personales y familiares sin esperar mejora económica para ellos y sus familias.

    6.  Honestidad. Que no sean corruptos, tengan buena reputación, se abstengan de embriagarse en el trabajo, abusar de sus colaboradores, no busquen privilegios o beneficios de ningún tipo y trabajen con total austeridad.

    7.   Lealtad. Deberán estar totalmente de acuerdo con las políticas y proyectos del presidente, manifestando su lealtad sin externar críticas.

   8. Horarios. Estarán dispuestos a trabajar sin horario fijo todos los días incluyendo sábados, domingos y días festivos, estando disponibles siempre para lo que requieran sus jefes y teniendo capacidad de respuesta inmediata a sus requerimientos.

    9.  Salud. Se conformarán con los servicios de salud del gobierno o pagarán los servicios privados de su propia bolsa.

   10. Pensiones. Deberán ceñirse a las pensiones que otorgan el ISSSTE y el IMSS sin obtener otro tipo de prestaciones de retiro. Existen excepciones como en la CFE, donde muchos pensionados tienen ingresos superiores al del presidente y cuentan con doble pensión porque también reciben la del IMSS.

   11. Despidos. Estarán dispuestos a ser despedidos mediante renuncia, sin recibir indemnización de las que otorga la Ley o beneficios tales como el seguro de separación individualizado.

    Sin duda encontrar personas con este perfil no será fácil, aunque siempre existe más oferta de personas que desean trabajar en el gobierno que plazas disponibles.  Estos servidores públicos serán más baratos para la nación, pero será difícil mantenerlos motivados y dando los resultados que se requieren.

    También habrá que vigilar las motivaciones y los actos de quienes trabajen en el gobierno pues podrían fingir lealtad solo para aprovecharse de sus puestos para obtener beneficios ilícitos con actos de corrupción.

   El reto será encontrar personas idealistas que cumplan con este perfil.  Digamos que es un perfil heroico el que se requiere ahora para trabajar en el gobierno federal.

 

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