24 de octubre de 2022

RIESGO DE UNA GUERRA NUCLEAR

 

Por: Octavio Díaz García de León

 

     Este mes se cumplen 60 años de la crisis de los misiles en Cuba cuando la humanidad estuvo a punto de sufrir una guerra nuclear que probablemente hubiera acabado con la vida de los seres humanos en el planeta y alterado por completo al resto de las formas de vida que hubieran sobrevivido. Es muy preocupante que, a pesar de los enormes riesgos, se hable en estos momentos de otra posible contienda con armas de este tipo, a raíz de la invasión de Rusia a Ucrania.

     Para quienes no vivieron la Guerra Fría, en donde el futuro de la humanidad pendía de un hilo, recordemos que los dirigentes de las potencias nucleares tenían el dedo siempre sobre el gatillo nuclear que destruiría al planeta.  Por ello,  quizás no se entienda la angustia y preocupación que esa amenaza puede causar.

    Recuerdo que en octubre de 1962 mi mamá lo único que tenía a su alcance para alterar un poco lo que nuestra familia tendría que afrontar en caso de que pasara lo peor, era acumular víveres. No hubieran servido de mucho, pero reflejaba la angustia y la frustración que ella, como la mayor parte de la humanidad, sentía ante el posible fin de la vida en él planeta.  

    Hoy renace la amenaza de usar armas nucleares. Aunque diversos reportes señalan que no hay indicios de que se estén alertando las fuerzas nucleares rusas, la retórica bélica de Putin empieza a considerar esta posibilidad. Rusia podría realizar un ataque táctico en Ucrania con bombas atómicas pequeñas.  Pero usar este tipo de armas es abrir una caja de Pandora que no tiene reversa. Los efectos de estas armas se pueden salir de control. Si bien, tampoco hay evidencia de que las potencias occidentales estén dispuestas a contestar un ataque así con armas nucleares, se corre el riesgo de una escalada.

   No estamos en este momento tan cerca del desastre como lo estuvimos en octubre de 1962, pero ha vuelto esta amenaza que no habíamos tenido desde la Guerra Fría.

    El presidente Biden no cree que Putin llegue tan lejos. Sin embargo, el problema con los dictadores es que no tienen contrapesos internos para evitar que tomen decisiones que,  incluso, lleven a la destrucción a sus propios países tal y como lo hizo Hitler.

    La decisión de usar armas nucleares depende de muy pocas personas, pues solo los líderes de los países con estos arsenales tienen ese poder. En este momento es Putin quien amenaza con usar estas armas.

    Los efectos de una guerra nuclear no se circunscriben al territorio donde se usan. Una bomba atómica no respeta fronteras y la destrucción que provoca en el mediano y largo plazo (Los afortunados son quienes mueren de inmediato) pone en riesgo la vida de todas las personas.

    El sufrimiento que desencadenaría en todo el mundo lo viviríamos de manera personal en forma atroz debido a las enfermedades por radiación, al hambre y a la escasez generalizada de todo.  

    México, fiel a su tradición de querer un mundo libre de armas nucleares, tal como se plasmó en el Tratado de Tlatelolco que hizo de América Latina una región sin ellas y que le dio al Embajador García Robles el Premio Nóbel de la Paz, debería pugnar en todos los foros internacionales por la prohibición de la fabricación y uso de estas armas.  

   Por otra parte,  México debe ser prudente en la posición que adopte ante el conflicto entre Rusia y Ucrania. Hay que recordar como los alemanes, durante la Primera Guerra Mundial querían que México se incorporara a la guerra de su lado para atacar a Estados Unidos, aspecto que se dio a conocer al revelarse el contenido del Telegrama Zimmermann.  El presidente Carranza rechazó esta invitación y evitó una guerra con nuestro vecino en la que nuestro país hubiera sacado la peor parte. Esta es una lección que nos da la historia y que no hay que olvidar.

    Será importante reforzar la cercanía y amistad con Estados Unidos. Quizás así, nuestro país podría tratar de influir en impedir el uso del arsenal atómico. Por otra parte, hay que evitar tomar partido con el país equivocado , en este caso Rusia, tal y como sucedió con el Telegrama Zimmermann, cuando México, sabiamente,  no apoyó a Alemania.   

     Es lamentable que en pleno Siglo XXI,  estemos de nuevo padeciendo el riesgo de que ocurra una guerra nuclear. Pero mientras existan bombas atómicas y la decisión de destruir a la humanidad dependa de un dictador, estaremos en riesgo todos. Urge poner fin a la guerra entre Rusia y Ucrania y que Rusia abandone los territorios invadidos.  Lo que está en juego no es solo la disputa por un territorio, sino el futuro de la humanidad.

10 de octubre de 2022

SECRETOS DE ESTADO Y LAS GUACAMAYA LEAKS

 

Por: Octavio Díaz García de León

 

   El robo de seis terabytes de información de los sistemas informáticos de la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA), realizada por el grupo clandestino autodenominado Guacamaya, ha prendido las alarmas de los expertos en ciberseguridad, seguridad nacional,  protección de datos personales y las autoridades del gobierno federal. Ya reconoció el presidente López Obrador que la información publicada, derivada de la sustracción, es auténtica.   

   La cantidad de información saqueada no tiene precedentes. Los Papeles de Pandora, habían sido el más grande robo de información y  contenía 2.94 terabytes, los  Papeles de Panamá 2.6 terabytes y los Paradise Papers 1.4 terabytes. En comparación,  Wikileaks contenía 1.5 gigabytes. Esto es, los Guacamaya Leaks son 4,000 veces el tamaño de Wikileaks. Lo sustraído a SEDENA comprende más de   4 millones  de correos con archivos adjuntos.    

   De acuerdo con la BBC,  los documentos contienen información sobre operaciones contra la delincuencia; espionaje a personajes, entre ellos al Embajador de Estados Unidos en México; la seguridad y salud del presidente López Obrador; y las redes de corrupción de políticos, legisladores y funcionarios y sus nexos con el crimen organizado. Por lo pronto, la publicación de esta información tan sensible, continuará.  Este hurto plantea varios aspectos a tomar en cuenta:

   Ciberseguridad. Urge mejorar la ciberseguridad del gobierno para proteger al Estado mexicano. Algunos aspectos que llaman la atención del hurto de información son los siguientes.

  Para hacer un vaciado de información de seis terabytes de manera remota, suponiendo un enlace de veinte megabits por segundo, tomaría un mes de conexión continua,  en condiciones óptimas. Este es un periodo muy largo para que no se hubieran dado cuenta los sistemas de seguridad de la SEDENA.

   La ciberseguridad no solo se refiere a los mecanismos informáticos de protección de las comunicaciones y las bases de datos. Incluye también los controles sobre el personal que atiende a estos sistemas tales como controles de acceso, controles de confianza y la seguridad perimetral que impida el acceso físico a los equipos informáticos a personal no autorizado, entre otros elementos.

    Dadas las circunstancias del robo de la información, no habría que descartar la posibilidad de que la fuga pudo venir de personal de la institución o de prestadores de servicios con acceso a estos equipos, por ejemplo, si el servidor de correos residiera en equipos de terceros. En caso de que  la sustracción hubiese sido un trabajo interno,  hay que  considerar que descargar toda esa información en un disco duro externo, puede tomar más de cuatro horas y media,  lo cual también requeriría violar  medidas de seguridad física sin despertar sospechas o bien tratarse de personal autorizado.  

    Secretos de Estado. Este robo de información demuestra que se requiere una Ley de Secretos de Estado,  como existe en otros países,  para proteger información para la seguridad nacional, estableciendo medidas de seguridad para ella y sanciones a quien la viole.

    En México, la protección de información por razones de seguridad nacional se ha distorsionado. Actualmente se deja a las instituciones la interpretación de lo que debe reservarse por motivos de seguridad nacional, frecuentemente entrando en conflicto con criterios del INAI y en ocasiones favoreciendo la opacidad de información que pudiera estar asociada a actos de corrupción. Tal es el caso de contrataciones de bienes, servicios y obra pública que son reservadas por motivos de seguridad nacional, cuya revelación en realidad no la afecta.

    En el sexenio pasado, el entonces titular de CONAGUA, David Korenfeld, trató de ocultar el uso que le daba al helicóptero de la institución con fines personales, con el pretexto de que su revelación afectaba a la seguridad nacional, aspecto que fue incluso respaldado incorrectamente por el INAI, pues había muy buenas razones para determinar que no era información que afectara a la seguridad nacional. Posteriormente Korenfeld fue sancionado por haber usado dicho helicóptero para su beneficio personal.   

   Con una Ley de Secretos de Estado se podría dar claridad a la información que se  debe proteger por motivos de seguridad nacional. Sería conveniente que fuera el INAI, ya con criterios claros, quien se encargara de vigilar la aplicación de dicha Ley,  como ya lo hace actualmente en la protección de datos personales.

    Protección de datos personales. La información robada a la SEDENA incluye datos personales, cuya protección deberán cuidar los periodistas al publicar la información sustraída, para no afectar la privacidad de las personas expuestas,  ya que incluso puede poner en riesgo su vida.  

   El gobierno debe tomar medidas para minimizar el daño por la información sustraída, analizar el alcance de la fuga, encontrar a los responsables para someterlos a juicio y prevenir futuros robos de información. Ojalá los legisladores también emitan una Ley que permita proteger a los secretos de Estado y evitar opacidades que, con el pretexto de tratarse de seguridad nacional, oculten posibles actos de corrupción.