29 de noviembre de 2014

MEDIDAS PARA MEJORAR LA SEGURIDAD



POR: OCTAVIO DÍAZ G. L.
 @octaviodiazg

      El presidente Peña Nieto anunció el pasado jueves 27 de noviembre diez medidas para mejorar la seguridad, la justicia y el estado de derecho.  En esta ocasión no se recurrió a un gran Acuerdo Nacional como lo hiciera el ex presidente Calderón en 2008 y como originalmente lo había anunciado el propio presidente Peña. Lo cual está bien porque de aquellos 74 compromisos firmados en 2008  o no todos se cumplieron o no tuvieron efecto para  disminuir la incidencia delictiva;  hace falta  una evaluación a fondo de los resultados de dicho Acuerdo. Lo que no quedó claro es si se va a continuar con los esfuerzos para alcanzar esos 74 compromisos o ya con la propuesta del presidente Peña se echa al olvido aquél Acuerdo.

      Con las medidas anunciadas, la  Administración federal intenta responder a la emergencia nacional surgida de los acontecimientos de Iguala, Tlatlaya, de lo que ocurre en varios estados  - convertidos en “estados fallidos" -  y para disminuir el riesgo de que la ingobernabilidad se extienda por el país. El reclamo popular por mejorar la seguridad, mantener el respeto a los derechos humanos y acabar con la corrupción,  ha tenido expresiones importantes por todo México y el extranjero tanto  en las redes sociales como en grandes manifestaciones callejeras y ha sido objeto de mucha atención en medios de comunicación internacionales. Por ello, era muy grande la expectativa sobre el alcance y fuerza de las medidas que el Presidente anunció.

     La estrategia del actual gobierno federal  se ha caracterizado por un gran ímpetu legislativo como lo prueban las reformas que se han impulsado desde que inició el sexenio. Lo malo es que cualquiera de estas reformas tardará años en dar frutos. Por ejemplo, a año y medio de la reforma constitucional que dio origen a  la Comisión Federal de Competencia Económica como organismo autónomo, aún están por verse  resultados que sean iguales o mejores de los de su antecesora, la antigua Comisión dependiente de la Secretaría de Economía. Lo mismo se  puede decir de otras reformas que se han impulsado en ésta Administración ya que no bastan las reformas legislativas; se requiere que los encargados de llevarla a buen término tengan la capacidad y experiencia para dar resultados, de otra forma, son reformas inútiles que solo crean más burocracia y gasto innecesario.

     De las diez medidas que propuso el Presidente, seis de ellas incluyen  reformas legislativas: 1. Proponer una Ley Contra la Infiltración del Crimen Organizado en las Autoridades Municipales. 2. Enviar una iniciativa que redefinirá por completo y dará claridad al sistema de competencias en materia penal, a fin de que los diferentes órganos de gobierno asuman su responsabilidad en ese ámbito. 3. Proponer una iniciativa de reforma constitucional para establecer las policías estatales únicas. 4. Enviar al Congreso una amplia agenda de reformas para mejorar la justicia cotidiana. 5. Proponer una iniciativa de reforma que faculta al Congreso de la Unión para expedir las leyes generales en materia de tortura y desaparición forzada. 6. Aprobar el Sistema Nacional Anticorrupción y a la Ley Reglamentaria de la Reforma Constitucional en materia de Transparencia.  Algunas de las propuestas no son novedosas pues ya se están discutiendo en el Congreso, pero no por ello dejan de ser  importantes por lo que será conveniente que se aprueben pronto para que puedan tener efectos antes de que termine el sexenio.

    Otras de las medidas que propone el Presidente están desbalanceadas en cuanto a su relevancia y presentan varias dudas. Por ejemplo, la propuesta de crear un número telefónico único para emergencias (911), como el que se usa en Estados Unidos y Canadá (En Europa usan el 112) no es una medida de alto impacto y  el problema  de fondo es tener la capacidad para responder a las emergencias.  En cuanto a impulsar la Clave Única de Identidad, no sé si se trate de una confusión. Desde 1996 existe obligación para el gobierno federal de adoptar la Clave Única de Registro de Población (CURP) que es precisamente una clave única de identidad que pretende sustituir a las claves de identificación electoral del INE, a la del IMSS,  al RFC y tantas otras claves que usa el gobierno. Ya se tienen grandes avances en la asignación de la CURP.  Sin embargo, lo importante no es esa Clave,  sino la Cédula de Identidad que ya se había comprometido en el 2008 y a la fecha sigue pendiente. Esta credencial permitirá identificar de manera confiable a las personas mediante fotos y registros biométricos con lo cual se puede resolver mejor el problema de los desaparecidos e identificar a los criminales. Por lo que respecta a desarrollar un portal donde se encuentren los proveedores y contratistas del gobierno federal, éste ya existe, se llama COMPRANET y está cargo de la casi desaparecida Secretaría de la Función Pública. No está claro si se trata de mejorar dicho sistema o crear un portal nuevo.

    Una medida interesante es la creación de tres zonas económicas especiales que incluyen a Guerrero, Chiapas y Oaxaca (Lamentablemente se dejó fuera Michoacán). Por cierto,  uno de los proyectos que podrían detonar la economía en esa región es construir un canal interoceánico en Tehuantepec, además de los proyectos anunciados.

    Habrá que seguir analizando las medidas pero por lo pronto la sensación es que no responden a un sentido de urgencia ante el reclamo de la sociedad por mejorar la seguridad, el respeto a los derechos humanos y disminuir la corrupción en el muy corto plazo.
  


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18 de noviembre de 2014

LA “CASA BLANCA” DE LAS LOMAS Y SU CONSTRUCTOR



POR: OCTAVIO DÍAZ G. L.
 @octaviodiazg

     En las noticias sobre la mansión ubicada en  Sierra Gorda 150 en las Lomas de Chapultepec de la Cd. de México, que ha sido bautizada por los medios como la “Casa Blanca”, y que pasaría a ser propiedad de la Primera Dama Angélica Rivera aunque ya indicó que venderá los derechos del contrato de adquisición de la casa, se ha puesto el acento en cuestionar si este es un posible caso de corrupción que podría involucrar al Presidente, su familia y a funcionarios de la SCT o bien si hubo omisiones de carácter administrativo que deben ser subsanadas y sujetas a investigación por parte de la Secretaría de la Función Pública (SFP).

     Pero en las notas que circulan en la prensa nacional y extranjera, no he visto nada acerca de la posible responsabilidad que pudiera tener la empresa Ingeniería Inmobiliaria del Centro. Esta empresa construyó dicha casa y financió el total del valor de la propiedad ($54 millones de pesos) a la Primera Dama quien la pagaría en 55 mensualidades de $560,000 pesos y 5 anualidades de $7 MDP con los 3 años iniciales pagando sólo intereses sobre el capital. Al final la Primera Dama habría tenido que pagar $80.5 MDP según mis cálculos, de los cuales en diciembre de este año llevaría pagados ya $14.5 MDP ($405,000 pesos mensuales de intereses y no está claro si todas estas cifras incluyen los IVA´s respectivos)  Ésta empresa  pertenece al Grupo HIGA, al igual que una de las empresas - Constructora Teya -  que ganaron la licitación del tren rápido a Querétaro. Aunque posteriormente dicha licitación fue cancelada por el Secretario Ruiz Esparza,  en los medios y redes sociales se ha supuesto que existe relación entre ambos asuntos. Grupo HIGA es propiedad de Juan Armando Hinojosa Cantú  en donde  también participaba su hijo, fallecido en un accidente aéreo, Juan Armando Hinojosa García, ambos amigos del presidente Peña. Este Grupo  recibió contratos por más de 8 mil millones de pesos durante la administración del gobernador Peña Nieto en el Estado de México, de acuerdo a diversas notas periodísticas. Además según nuevas notas periodísticas, también en este sexenio es importante contratista del gobierno federal.

    En cuanto a la “Casa Blanca”, de acuerdo con el comunicado dado a conocer por la Primera Dama este 18 de noviembre por la noche,  procederá a vender los derechos del contrato que tiene con la empresa Ingeniería Inmobiliaria del Centro. Con sus declaraciones a través de un vídeo, la Primera Dama ha procedido a transparentar una operación comercial entre particulares pero en el que el constructor de la casa de las Lomas es y ha sido un importante contratista del gobierno del Estado de México y del gobierno federal durante las administraciones del entonces gobernador y ahora presidente Peña. Todavía falta aclarar si hubo alguna relación entre la construcción de la casa y la licitación del tren México-Querétaro que llevó a cabo la SCT y  también es muy importante que el empresario Hinojosa Cantú aclare cuál ha sido su papel en estos acontecimientos.

     Para que haya un acto de corrupción se requieren dos partes: el servidor público que acepta un soborno y, tratándose de contrataciones públicas,  el empresario que lo ofrece. De haberse realizado algo inapropiado, el empresario tendría que enfrentar su responsabilidad también. Además, hay que recordar que no era sólo Constructora Teya quien ganó la licitación. En el consorcio ganador estaban también China Railway Construction Corporation, Prodemex de Olegario Vázquez Adir y GIA de Hipólito Gerard, cuñado del ex presidente Salinas de Gortari  (Ver nota aquí) por lo que, de ser necesario,  también estas empresas tendrán que deslindarse del asunto.

     Lo importante ahora es determinar si Grupo HIGA y sus socios ganaron  la licitación del tren México a Querétaro que realizó la SCT a cambio de la “Casa Blanca”; o bien si la construcción de la casa tuvo alguna relación con los contratos que ganó en el Estado de México; o si la construcción de la casa se trata de una relación de tipo comercial entre dos particulares a quienes une un lazo  de amistad;  o,  finalmente, una combinación de estas tres posibilidades.

     Si la PGR y la SFP llegan a investigar el caso y se considera que hay elementos suficientes,  el empresario Hinojosa Cantú  podría estar sujeto a procesos penales y administrativos. La Ley es clara al respecto. El Código Penal Federal en su artículo 222 respecto al Cohecho, dice que cometen el delito de cohecho “ II. El que de manera espontánea dé u ofrezca dinero o cualquier otra dádiva a... (servidor público o interpósita persona)… para que cualquier servidor público haga u omita un acto… relacionado con sus funciones.” Delito que es penado con prisión y decomiso de los bienes entregados como cohecho.  Por otra parte está la Ley Federal Anticorrupción en Contrataciones Públicas que en su artículo 8 dice que las personas físicas, morales o sus representantes que ofrezcan dinero o dádivas  a servidores públicos que intervengan o tengan injerencia en una contratación pública para obtener una ventaja o beneficio indebidos en las contrataciones públicas federales serán sujetos a procedimientos administrativos y en su caso a sanciones  que van desde inhabilitaciones hasta multas con montos muy elevados.

     Antes deberán realizarse las investigaciones respectivas. Con los indicios que se han dado a conocer, la PGR seguramente podrá abrir una investigación del Grupo HIGA y sus socios y la SFP deberá determinar si hubo violaciones a la Ley Anticorrupción. Esto con independencia de las posibles responsabilidades de los servidores públicos que participaron en la licitación del tren, todos ellos de la SCT. Lo importante es no perder de vista la responsabilidad de los empresarios involucrados en ambos asuntos, de comprobarse acciones indebidas.

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14 de noviembre de 2014

LLAMADA DE ATENCIÓN DE LOS JÓVENES


Por: Octavio  Díaz García de  León
@octaviodiazg

     Los acontecimientos de las últimas semanas han puesto de manifiesto una nueva rebeldía de los jóvenes universitarios que ya se anticipaba con el movimiento #YoSoy132 surgido en la Universidad Iberoamericana de la Cd. de México y que representó una dura prueba para el entonces candidato presidencial Peña Nieto. Hoy los jóvenes estudiantes protestan por todo el país por la muerte de los estudiantes de la normal de Ayotzinapa mientras que los del Politécnico  continúan en paro por razones internas. En el fondo, hay reclamos sin atender que van más allá de la coyuntura y a las que sociedad y gobierno deberían prestar más atención.

     Las décadas de los sesenta y setenta del siglo pasado estuvieron marcadas por una gran efervescencia juvenil en casi todo el mundo. Con la proliferación de la televisión se inauguró la época de la muerte como espectáculo para las masas  gracias a las imágenes de la guerra de Vietnam transmitidas cada noche a los hogares americanos que contaban la historia de cientos de jóvenes muertos cada  semana, traída en vivo y a todo color hasta esos hogares. Esa guerra afectó especialmente a los jóvenes de Estados Unidos que fueron sometidos a una conscripción obligatoria para ir a pelear a aquél país asiático. Mientras, en otras partes del globo, se daban las  protestas contra el opresivo régimen comunista de la Europa del Este reprimidas con mucha severidad; en París y otras capitales del mundo, los jóvenes se manifestaban contra los regímenes en turno de sus países.  La protesta tuvo  diversas caras: desde las marchas por las calles de las grandes ciudades  hasta la cultura de rebeldía impulsada por la música y las drogas. El resultado fue más democracia en todo el mundo pero, como se vio durante la primavera árabe en 2011, aún hay mucho por transformar.

     Hoy en día tenemos en nuestro país - de acuerdo con las estadísticas del censo de población 2010 - 29.7 millones de jóvenes  entre 15 y 29 años de los cuales el 47% estaban ocupados en alguna actividad económica y el 26.7% estudiaban. Pero  cerca de un millón eran desocupados. El año pasado apenas se generaron alrededor de 350,000 empleos formales y se estimaba que hacen  falta cerca de 8.5 millones de empleos formales ¿Qué sucede con esa enorme masa que queda al margen de la economía? La mayor parte de ellos se van al empleo informal pero también, una gran cantidad  se unen a bandas del crimen organizado. En 2008 el entonces Secretario de la Defensa estimó que alrededor de 500,000 personas se dedicaban a actividades ilícitas, la mayoría jóvenes. Si consideramos que desde entonces van más de 100,000 homicidios y más de 20,000 desaparecidos, las cifras no suenan descabelladas, pero señalan el costo de pertenecer a esas bandas.  La falta de oportunidades se da también para las decenas de miles de estudiantes que egresan con un título universitario cada año, los cuales  están condenados al subempleo o desempleo y en ellos la frustración es más elevada por las aspiraciones que les da su preparación.

Si a eso le sumamos que la muerte de los 46 estudiantes de la normal de Ayotzinapa ha tocado una fibra sensible de los estudiantes ante la violencia, impunidad, corrupción e injusticia que prevalece en algunas partes de México, ¿Estaremos en presencia de un nuevo movimiento estudiantil como en el 68? ¿Cuáles serán sus alcances? Hay que recordar que una parte de los participantes en el movimiento del 68 se radicalizó y optó por la guerra de guerrillas, pero en aquél entonces la revolución cubana se presentaba como modelo a seguir y había armas y entrenamiento que ofrecía aquél país. Hoy no es así. Ahora las armas y el entrenamiento lo tienen los delincuentes, o bien grupos radicales como  los islámicos sin arraigo en el país, por lo que es poco probable que opten por las armas. Pero no se pueden dejar pasar las señales que mandan estos jóvenes  que reclaman atención. Empezando por hacer que la economía funcione mejor para generar los empleos que se requieren y combatiendo con resultados evidentes, a los criminales y a la corrupción.

     De igual forma,  para evitar que caigan en manos de los criminales aquellos que no tuvieron mejores oportunidades, el Estado y la sociedad civil podrían realizar acciones de rescate en las que se les den formación, estructura, sentido de pertenencia, objetivos en su vida e instrumentos tales como oficios para que los logren. El  servicio militar, por ejemplo, podría ser remunerado y más atractivo, tal como lo logra  la Secretaria de Marina en la Cd. de México: en lugar de sólo hacerlos marchar, les adiestran en cuestiones como  practicar rapel, bucear, nadar y ayudar a población damnificada. También se pueden fomentar organizaciones como el Pentatlón Universitario con su formación deportivo y militar, organizar brigadas de trabajo de auxilio social remuneradas, formar clubes locales con actividades recreativas y deportivas, apoyarles a formar  micro empresas, etc. pero lo urgente es no dejarlos solos.

Recuerdo el poema   "Aullido" de Allen Ginsberg y cito unas líneas con mi traducción:

“Vi a las mejores mentes de mi generación destruidas por la locura,…

…quienes desaparecieron en los volcanes de México dejando tras sí solo la sombra de sus pantalones de mezclilla y la lava y la ceniza de poesía esparcida en la hoguera de Chicago…”      (O en nuestro caso, en un basurero de Cocula).

Que no nos sorprenda la rebeldía y la protesta de los jóvenes si la sociedad no les ofrece un futuro esperanzador.


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5 de noviembre de 2014

FEDERALIZAR A LAS POLICÍAS LOCALES



POR: OCTAVIO DÍAZ G. L.
 @octaviodiazg

     Los acontecimientos de Iguala y lo que ocurre en otros municipios  del país ha puesto de manifiesto el fracaso (con sus excepciones) de las policías locales – estatal y municipal - que en el mejor de los casos están mal dirigidas y en el peor, han caído víctimas de la corrupción y la infiltración de delincuentes. Dicho fracaso es  lo que más afecta a la población en materia de seguridad. Basta ver la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción Sobre Seguridad Pública 2014 (ENVIPE) del INEGI para saber que se cometieron en 2013 más de 33 millones de delitos del fuero común y el 98% permanecen en la impunidad, afectando a 28 de cada 100  habitantes con  homicidios, secuestros, asaltos, extorsiones, robos a casa, robos de vehículos, etc.  Los ejemplos de malas policías estatales o municipales se dan en Guerrero, Morelos, Michoacán, Veracruz, Tamaulipas y en  otros estados de la república, en donde se han puesto al servicio de las bandas del crimen organizado o simplemente han sido rebasadas y son inoperantes.

     De poco han servido los esfuerzos de la federación para reforzar la actuación de las policías a nivel local. Por ejemplo, no está claro qué resultados haya dado  el Acuerdo Nacional por la Seguridad, la Justicia y la Legalidad firmado en agosto de 2008 por los tres órdenes de gobierno, los tres poderes federales, por organizaciones de la sociedad civil como ONG´s, sindicatos, iglesias, empresarios y medios de comunicación y el cual contiene 74 compromisos. Entre estos se encuentran, por ejemplo,  el certificar a policías locales mediante una evaluación de confianza, crear grupos antisecuestro y aportar recursos para fortalecer los cuerpos de impartición de justicia. Pero no han sido evaluados sus resultados y en algunos casos ni siquiera se han cumplido los compromisos. Asimismo poco han servido los miles de millones de pesos que se han entregado a los estados por parte de la federación en los últimos seis años a través de programas de subsidios y transferencias como el FASP, el SUBSEMUN y el SPA. Tan solo este año el gobierno federal destinó $15,322 millones de pesos a estos programas. Todo ello no ha tenido efecto en mejorar la seguridad como lo demuestran las encuestas del INEGI.

     ¿Qué se puede hacer para resolver el problema de seguridad en nuestro país? Alejandro Hope - analista de seguridad – ha propuesto en su más reciente columna en El Universal,  que en lugar de certificar a los policías en materia de control de confianza, se certifiquen a  los departamentos de policía y en caso de no aprobar, que el nivel superior de gobierno asuma la responsabilidad. En un programa de radio, Gabriel Quadri – analista ambiental -  señalaba que ante la incapacidad  de estados y municipios la federación asuma esa responsabilidad. Ambas propuestas presentan obstáculos políticos y de implementación pero ante la emergencia nacional que vivimos, es necesario intentar alguno de esos caminos. La propuesta de Hope es más  gradual, quizá políticamente más fácil de poner en marcha y es un modelo ya probado en Estados Unidos. Pero tomaría  tiempo en tener un impacto en el problema.

     La opción de federalizar a todas las policías estatales y municipales es quizá más radical pero de implementación más rápida, una vez que se tengan los acuerdos políticos.  De hecho, existe ya esa situación de facto en aquellos municipios o estados con gobiernos fallidos. Cada vez que ocurre una afectación grave a la seguridad  pública en algún municipio, las fuerzas federales llegan a sustituir a los policías de la localidad, a desarmarlos, a investigarlos y en ocasiones a encarcelarlos.   Recordemos la intervención masiva del gobierno federal en Cd. Juárez el sexenio pasado o en Michoacán en este.

     Con todos los defectos que puedan tener las instituciones federales, éstas son mucho más sólidas que las instituciones estatales y municipales por lo que sería una solución el que la federación se haga cargo de las policías en todo el país. Podrían tomar el mando de esas policías, someterlas a control de confianza en dependencias federales o en centros locales confiables, seleccionar a los mejores elementos y dar de baja a los malos, establecer políticas de recursos humanos uniformes incluyendo sueldos y prestaciones, fortalecer las áreas de asuntos internos y contraloría, mejorar la seguridad interna y la contrainteligencia para evitar su infiltración, y darles mandos profesionales que hayan demostrado resultados (Por ejemplo, los casos de Tijuana y Cd. Juárez y en menor grado Nuevo León).

     Se puede argumentar que sería darle mucho poder a la federación, que la corrupción en lugar de afectar a departamentos de policías más pequeños podría afectar a esa policía nacional con el riesgo que ello implica y otras razones similares; pero es tiempo de tomar decisiones de gran calado. El presidente Peña ha anunciado la firma de un nuevo Pacto por la Seguridad. Al momento de escribir estas líneas aun no se conocía su contenido pero habrá que analizarlo a fondo. También habrá que evaluar el Acuerdo que se firmó en 2008 para no repetir los  errores. Está bien que haya grandes acuerdos nacionales, pero sin una implementación adecuada y una evaluación de sus resultados para corregir lo que no funciona, difícilmente se avanzará en resolver el problema.  Por ello  no basta  con que haya voluntad para firmarlo. Lo que urgen son medidas eficaces ante un problema que por su gravedad amenaza a la Seguridad Nacional. El país ya no puede esperar.  


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