25 de abril de 2022

OTROS RIESGOS DE CORRUPCIÓN

 

Por: Octavio Díaz García de León


   La idea: Entre los diferentes tipos de corrupción que se pretende combatir, se hace mucho énfasis en los recursos que utiliza el gobierno para realizar sus funciones. Si bien en estos rubros existen importantes riesgos de corrupción, se suelen soslayar otros igual o más importantes, tales como aquellos que derivan de decisiones regulatorias, sentencias o permisos. Es importante poner atención en estos riesgos de corrupción también.

   Los esfuerzos por fiscalizar el uso de los recursos públicos (Materiales, financieros y humanos) ocupan la mayor parte del tiempo de los órganos fiscalizadores de los tres poderes y de los organismos autónomos. Pero los grandes casos de corrupción no se encuentran solo allí.

    Las actividades sustantivas de las instituciones del gobierno afectan intereses económicos y políticos de los particulares que las hace susceptibles de corrupción, al tratar estos de influir en los servidores públicos para que, en su carácter de autoridades, resuelvan los asuntos en su favor.

   Este tipo de decisiones rara vez es revisado por los órganos fiscalizadores, los cuales se concentran en auditar el uso de los recursos de la institución. Lo cual es correcto porque representa una parte importante de su función y, como he mencionado antes en este espacio, el combate a la corrupción no es una de las tareas primordiales de los órganos fiscalizadores.

   Pero entonces ¿quién revisa adecuadamente las decisiones de las autoridades en uso de sus facultades regulatorias o jurisdiccionales, donde llegan a estar en juego miles de millones de pesos?

   Podemos mencionar algunos ejemplos de este tipo de decisiones con riesgos de corrupción: permisos que se otorgan en estados y municipios, por ejemplo, para la construcción de inmuebles de todo tipo; algunos de los asuntos que se resuelven en el Poder Judicial,  por ejemplo, en materia electoral.  Esto último debido a que, si consideramos que una elección para gobernador puede llegar a costarle a los partidos políticos varios cientos de millones de pesos, es de esperarse que las presiones para obtener sentencias favorables en las disputas electorales no solo tengan un fuerte componente político sino también económico.

 En el mismo sentido,  instituciones reguladoras en materia de telecomunicaciones, competencia o energía, toman decisiones que afectan los negocios de las empresas por montos que pueden alcanzar miles de millones de dólares, por lo que en esas decisiones también pueden existir riesgos de corrupción.

  Una forma de operar de los funcionarios corruptos es que les piden a los particulares el que lleven sus asuntos en despachos de abogados que los funcionarios   designan. Estos despachos funcionan con prestanombres y garantizan “ganar” los casos. El cohecho lo reciben los funcionarios a través de los “honorarios”.  

   Dado que los órganos internos de control no están diseñados para combatir actos de corrupción en general y, por lo tanto, aquellos derivados de las decisiones en materia sustantiva de las autoridades, entonces hace falta un mecanismo anticorrupción que permita detectar estos delitos.

   El Poder Judicial separa la fiscalización de los asuntos jurisdiccionales de los administrativos. Para los primeros cuenta con Visitadurías que realizan revisiones a las áreas jurisdiccionales, pero carecen de herramientas para investigar riesgos de corrupción. Su actuación se limita,  en la mayoría de los casos,  a ver si los asuntos jurisdiccionales son desahogados de acuerdo con la normatividad que les aplica. Una revisión parecida a la que hacen sus órganos internos de control en materia administrativa, que son quienes fiscalizan las actividades no jurisdiccionales.

    En este espacio comenté el caso del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación  en donde en materia de fiscalización y sanción a servidores públicos,  también se dan posibles conflictos de interés pues, por ejemplo, en el caso de los magistrados de la Sala Superior, ellos mismos resuelven los casos de responsabilidades de sus pares.

  ¿De qué tamaño es la corrupción que se da en estas instituciones que todos los días toman decisiones que afectan a particulares en sus negocios y a partidos políticos o a sindicatos en sus disputas?

   Aun cuando se pudiera sospechar que determinadas decisiones favorecen indebidamente a algunos actores, la corrupción es fácil de ocultar puesto que las interpretaciones jurídicas pueden ser lo suficientemente discrecionales para defender cualquier decisión. Por ello, es muy difícil detectar si existieron actos de corrupción en estas decisiones de las autoridades.

   Para combatir con eficacia la corrupción que ocurre en la actuación sustantiva de las instituciones hace falta entonces una agencia anticorrupción con las herramientas necesarias de investigación que le permitan acceder a movimientos ilegales de dinero, recopilar inteligencia y revisar el patrimonio de los funcionarios que participan en estos actos de autoridad, entre otras herramientas.

   No solo se debe combatir la corrupción en el manejo de los recursos con los que funcionan las instituciones del gobierno, sino también aquella que ocurre en los actos de autoridad que afectan a los particulares. Para ello,  es necesario tener una agencia anticorrupción independiente y bien equipada que investigue estos delitos.  

9 de abril de 2022

GUERRA Y PAZ

 


Por: Octavio Díaz García de León


    Leer a los autores clásicos compite con muchas otras lecturas y actividades cotidianas. Por ello, es de pensarse el dedicarle tiempo a la lectura de una obra de alrededor de 1,500 páginas en una traducción de la cual no se tiene certeza de su fidelidad. Pero la novela Guerra y Paz de Leon Tolstoi sin duda vale el tiempo invertido porque, además,  es un libro muy ameno que no se puede dejar de leer.

    El libro se mueve entre episodios intercalados de paz y guerra. En los primeros, Tolstoi nos relata la historia de cuatro familias rusas nobles, entrelazadas entre sí, en la época de las guerras napoleónicas. Admirablemente descritos, los personajes ficticios parecen de carne y hueso y se funden con las decenas de personajes históricos que participan en la novela.

    En los episodios dedicados a la guerra, me pareció excepcional la descripción de las batallas de Austerlitz y Borodinó, el retroceso continuo de las tropas rusas que se negaban a dar batalla a los franceses, el abandono de Moscú sin pelear y el subsecuente saqueo e incendio de esa ciudad rusa. Tolstoi describe estos eventos militares desde el punto de vista del soldado y del oficial que estaban en campaña y de los ciudadanos comunes que vivieron los horrores de la huida o la experiencia de recibir en su territorio a los invasores.

     Relata la confusión que percibían sus personajes en las acciones de guerra, el desorden, las luchas anónimas, los muertos, los heridos, la miseria humana de las campañas militares, las vivencias de los individuos inmersos en esas acciones, sus pensamientos, sus temores, sus actos de inconsciencia, de valentía, de salvajismo. Tolstoi nos presenta la guerra desde el punto de vista de los actores inmediatos, no desde el punto de vista de un observador omnipresente como lo hacen los libros de historia (Recomiendo dos libros de historia: Las Campañas de Napoleón y Rusia contra Napoleón).

    El autor dice que nada de lo que planearon los generales se llevó a cabo como lo habían pensado. Critica a Napoleón y sus generales, pero también al emperador ruso y sus altos mandos militares. Si bien reconoce el genio de Napoleón y la incompetencia de los dos emperadores que se le enfrentaron en Austerlitz, en la campaña de 1812 y en la batalla de Borodinó dice que nada le salió como estaba planeado, ni a él ni a los rusos.

    La invasión de Rusia a Ucrania en pleno siglo XXI, cuando pensamos que ya había superado la humanidad estas desgracias, es un buen momento para reflexionar nuevamente sobre la guerra y lo absurdo de la misma y qué mejor hacerlo de la mano de un autor ruso cumbre de la literatura universal.

   La tragedia que hoy vive Ucrania se puede entender desde la perspectiva de esta extraordinaria novela. Putin no logró que cayera Ucrania en unos pocos días, como no bastó la voluntad de Napoleón para conquistar Rusia en unas cuantas semanas.

    Hemos visto en Ucrania enormes columnas de tanques y tropas rusas detenidas por falta de provisiones, debido a la incompetencia y la imprevisión de los operadores militares rusos, lo cual que ha impedido que se cumplan los designios de Putin. También ha influido de manera decisiva la resistencia del pueblo ucraniano que no está dispuesto a rendirse ante los invasores,  aun cuando parecía que era una guerra perdida para ellos.   

    Tolstoi intenta descifrar la esencia del poder, de si realmente los jefes tenían poder sobre sus subalternos, o solo creían tenerlo.  Sugiere que la Historia no la construyen los grandes hombres ni los líderes de las naciones. Dice que se construye en base a la suma de las voluntades de millones de personas.  Los líderes se engañan cuando piensan que se debe a su voluntad lo que sucede. Ellos solo obedecen a los designios de los pueblos,  que es la que provoca que sucedan las cosas. Los supuestos protagonistas se vuelven esclavos de múltiples acontecimientos que ocurren contra su voluntad.

   La historia de la invasión de Ucrania será escrita no por los designios del autócrata ruso, sino por las voluntades de los propios rusos, quienes muchos de ellos ven en esta invasión una guerra fratricida. Tampoco por la voluntad de los líderes de las grandes potencias occidentales o del presidente de Ucrania sino por las voluntades sumadas de millones de individuos, el azar y otras circunstancias,  lo cual hace imposible prever el desenlace. 

    Guerra y Paz transcurre casi en los mismos territorios en que se dio la invasión rusa a Ucrania.  Ojalá que un contemporáneo nuestro escriba la historia o la novela acerca de esta invasión siguiendo el ejemplo de Tolstoi, en donde describa la guerra desde la perspectiva de los combatientes y los civiles que la sufren y no desde el punto de vista de los políticos y los generales, normalmente ajenos al sufrimiento de los pueblos.