31 de enero de 2019

REPROBADOS EN CORRUPCIÓN



Por: Octavio Díaz García de León

   La idea: Acaban de publicarse los resultados del Índice de Percepción de la Corrupción de Transparencia Internacional correspondiente a 2018 y  México volvió a bajar su calificación. ¿Será posible que en un corto plazo podamos mejorarlo significativamente? Se ve difícil.

   De acuerdo con el Índice de Percepción de la Corrupción (IPC) 2018,  México bajó en un punto su calificación con respecto a 2017 pasando de 29 a 28 en una escala donde 0 es corrupción total y 100 es ausencia de corrupción. También México bajó en la clasificación de países pasando del lugar 135 al 138 de 180 países (https://www.transparency.org/files/content/pages/2018_CPI_Executive_Summary.pdf).

   Quizá no sea de extrañarse. Terminó un sexenio que estuvo salpicado de casos de corrupción y por lo menos entre fines de 2014 y el final del sexenio, se dieron a la luz pública innumerables casos de corrupción, algunos de dimensiones escandalosas como los desvíos que realizaron los gobernadores Duarte de Chihuahua y Veracruz, el caso de Odebrecht, la llamada “Estafa Maestra” y el robo de combustibles, entre muchos otros.

    De nada ha servido la creación, todavía incompleta, del Sistema Nacional Anticorrupción, ni la reforma constitucional anticorrupción,  ni la promulgación de nuevas leyes en materia de responsabilidades administrativas y transparencia, para mejorar el desempeño de México en el IPC.

   Al contrario, la calificación se ha deteriorado desde que se promulgaron las reformas, perdiendo un punto por año del 2015 al 2018.

   Algunas lecciones de este fracaso podrían ser:

    1.   No bastan reformas legales. Sin castigar a los corruptos, no hay un efecto disuasivo y los actos de corrupción continúan con impunidad.
  
  2. Sistema Nacional Anticorrupción. No ha sido factor para reducir la corrupción. La complejidad del sistema y la falta de liderazgo para dar resultados,  no lo ha hecho eficaz.

   3. Reformas legales inadecuadas. La nueva Ley General de Responsabilidades es una ley garantista que requiere más recursos y mayor profesionalización a los encargados de aplicarla, aspecto que en algunos casos está pendiente y mientras,  favorece a los acusados.

  4.    Transparencia. Se le apostó muchos años a que la transparencia podría reducir la corrupción y no ha sido el caso. Ni  un INAI reformado y autónomo, ni  las nuevas leyes de transparencia, han abatido la corrupción.

  5.    IPC. Es muy difícil incidir para mejorar la calificación en el IPC.

  6.    Percepción negativa. Mientras sigan saliendo a la luz pública los grandes casos de corrupción, la percepción de que hay mucha corrupción no bajará.  

  7.    Percepción vs. acción. Una cosa es acabar con la corrupción y otra es incidir para que disminuya la percepción de corrupción.  Lo importante no es solo modificar la percepción, sino combatir eficazmente la corrupción.

   Para la calificación que obtuvo México en 2018 en el  IPC, Transparencia Internacional  tomó 9 indicadores generados por instituciones internacionales (https://www.transparency.org/files/content/pages/2018_CPI_SourceDescription_EN.pdf). Cada una de ellas con su propia metodología para medir el problema.

   Si se quisiera ver cuales factores influyeron en la calificación, con la idea de crear políticas públicas que influyan en mejorar el Índice,  habría que entender con gran nivel de detalle lo que estas  instituciones midieron.

   Pero aun así, dado que estas mediciones son en su mayor parte basadas en percepciones, es posible que aunque se diseñen políticas que efectivamente logren  disminuir la corrupción, mientras no cambie la percepción, no se moverá la calificación.

   Por el contrario, se podrían crear campañas mediáticas para influir positivamente en la percepción de la corrupción, mientras el fenómeno podría continuar rampante.

   Algo así sucedió con el tema de seguridad pública en los últimos dos sexenios. En el sexenio de Calderón las noticias sobre la violencia dominaron los medios, lo que creó la percepción de que el problema era gravísimo y las acciones para abatirla impactaron negativamente en la percepción pública del fenómeno.

  En el sexenio de Peña, se ocultaron las noticias sobre este problema, disminuyendo la percepción de inseguridad,  pero la violencia creció aún más que en el sexenio previo, al no tomarse acciones adecuadas para disminuirla.

   Más que fijarse como meta intentar mejorar la calificación de México en el IPC, lo que urge es desarrollar indicadores propios que permitan medir los avances en el combate a la corrupción.

   Por ejemplo, la Encuesta Nacional de Calidad e Impacto Gubernamental del INEGI es excelente para medir la pequeña corrupción, la cotidiana. Pero aún hace falta tener mediciones adecuadas de la mediana y gran corrupción. Ojalá el INEGI pueda desarrollar una medición más integral del problema.

   En el largo plazo, si se es exitoso en el combate a la corrupción,  esto podría cambiar la percepción y se tendría que reflejar en una mejora de calificación.  

   El IPC fue creado para llamar la atención entre los gobiernos de todos los países acerca de la corrupción. Usarlo para medir impactos de política pública en el combate a la corrupción podría no ser lo más adecuado.  

   Habría que diseñar políticas públicas y mediciones propias para lograr avances en el combate a la corrupción. Sobre todo,  llevar a cabo acciones que disminuyan el fenómeno. En este sentido, el combate al robo de combustibles es un buen inicio.
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25 de enero de 2019

TLAHUELILPAN ERA UNA FIESTA…




Por: Octavio Díaz García de León


    La idea: Hemos sido testigos recientemente de acontecimientos que desafían la lógica. Un grupo de personas bañadas en gasolina, extrayendo de una zanja combustible robado, sin pensar en el riesgo que corrían ni en que lo que hacían era ilegal. Un grupo de soldados y policías contemplando la escena sin capacidad para detenerlos. Todo acabó en tragedia. ¿Qué nos pasa?

   Según diversos testimonios, como a las 2:30 p.m.,  los pobladores de Tlahuelilpan, Hidalgo, en cuanto supieron que había una fuga cercana en un ducto de combustible, corrieron hacia  ella. La fuga producía  un géiser de varios metros de altura que caía sobre el campo y se acumulaba en la zanja por donde aparentemente perforaron el ducto.

   Llevaban bidones, cubetas y otros recipientes; llegaron en carros, camionetas y a pie; había niños, hombres, mujeres y algunas familias. Aquello se convirtió en una fiesta, intoxicados por los vapores de gasolina que los ponían eufóricos, haciéndolos  reír y festejar. Al acercarse a la zanja se bañaban de la gasolina que caía del geiser y se regocijaban y jugaban con ella.

   Algunos empezaron a vomitar y enfermarse, envenenados por los gases de la gasolina, pero eso no impidió que siguiera llegando la gente, tratando de llevarse lo más que pudieran.

   Al poco rato de detectarse la fuga, llegó un destacamento de soldados y policías, alrededor de 25, quienes ante el tumulto al que se enfrentaban, decidieron no usar la fuerza para disuadirlos.

   Alrededor de las 7 de la tarde, la fiesta se convirtió en infierno.

   Pudo ser una chispa emitida por alguno de los muchos vehículos que había allí; o un cigarro tirado con descuido (Sí, estaban fumando también) o incluso pudo ser intencional. Nadie sabe,  ni sabrá. Los testigos seguramente murieron.

   Las escenas desgarradoras corrieron como pólvora por las redes sociales. Escenas que parecían salidas de la imaginación de  Dante,  en donde se llegaban a ver teas humanas alejándose, encendidas, de la explosión.

   Yo no me lo explico. Un líquido altamente inflamable, corriendo a chorros y bañando a las personas. ¿No sabían el peligro que corrían? ¿No les importó? ¿No creían que pudiera suceder una tragedia? A lo mejor no. Quizá fueron testigos de derrames anteriores en donde no ocurrió nada. Se acordarían de los pobladores de Acambay, unos pocos días atrás,  haciendo lo mismo, sin que se encendiera  la gasolina.

   Ya van 109  muertos y es posible que su número siga creciendo. El sufrimiento de los sobrevivientes heridos, debe ser indescriptible.

   ¿Por qué cientos de personas racionales hacen eso? ¿Por ignorancia, falta de valores, falta de educación, desprecio por la autoridad y las leyes? Algo está muy mal en algunos segmentos de nuestra sociedad. 

   Fuimos también testigos de la actuación de una fuerza pública, sin fuerza. Desarmada  por el miedo de sus jefes a utilizar la fuerza,  cuando era necesaria para disuadir a la turba. Incapaz de convencerlos con palabras del riesgo que corrían. Incapaz también de cuidar a un bien del Estado que estaba siendo robado.

   Pero esto no es nuevo. Las escenas de rapiña protagonizadas por poblados enteros, son frecuentes. Camiones accidentados asaltados por hordas que roban su contenido. Ferrocarriles descarrilados para robar la mercancía de los furgones.

   No quisiera culpar a la pobreza o a la necesidad, porque no son muertos de hambre los que lo hacen.  Son grupos que han hecho de la delincuencia una forma de vida.

   Peor aún, el robo en masa de combustibles y otros bienes es un negocio administrado por la delincuencia organizada que ha llegado a corromper a poblaciones enteras para dedicarlas  a estas actividades ilegales.

   El riesgo de la tragedia está presente también en la forma como estas turbas enfrentan a la autoridad.  Vimos  estos días videos que circularon en redes sociales, de algunos de estos pobladores agrediendo con palos a militares bien armados. Los agreden  sin pensar en el riesgo que corren de provocar una reacción de legítima defensa por parte de los militares, quienes estoicamente resisten la agresión.

   Pero provocar a estos soldados,  que solo hacen su trabajo, equivale a jugar con fuego en medio de un géiser de gasolina.

   Algo no está bien en el país.  No solo existe una pérdida de valores y falta de respeto por la Ley y la autoridad. También hay una incapacidad del Estado por evitarlo.  Si la población decide delinquir en masa, no habrá suficiente fuerza pública que lo evite.

   Es tiempo de que la sociedad se enderece. El llamado del presidente López Obrador a cambiar  la moral de la población es atinado. No se puede recurrir siempre al uso de la fuerza para imponer la Ley.

    Debe haber un convencimiento de la sociedad de que respetando la Ley y dejando de  atentar contra el bien común,  habrá una mejor convivencia para todos. De otra forma, seguiremos presenciando estos acontecimientos kafkianos,  en un país donde  lo absurdo, se ha vuelto costumbre.

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18 de enero de 2019

CADENA DE DESABASTO




Por: Octavio Díaz García de León

    La idea: La escasez de gasolina que no es nueva en Aguascalientes,  llegó a la Ciudad de México, al Estado de México y por lo menos a otros 8 estados, algunos de los cuales nunca habían experimentado la falta generalizada de combustible, ni por tanto tiempo. Independientemente de las causas o razones que lo originaron, a lo que hay que temerle es a la cadena de desabastos que, de continuar el fenómeno, se puede dar.

    Conocemos bien los efectos del pánico entre la población cuando ocurre una escasez de algún bien esencial para la vida cotidiana. Era de esperarse que ante la  escasez de gasolina, la respuesta de los consumidores fue el hacer  enormes filas de coches en las pocas gasolineras donde había combustible.

    También observamos que llegaron  cientos o quizá miles de personas con bidones y otros recipientes a comprar gasolina,  lo cual  algunos vieron como una oportunidad para revenderla más cara. También fuimos testigos de hordas que se abalanzaron  a extraer combustible en ductos perforados por los delincuentes.

   Con las compras de pánico, la gente compra más de la que necesita y si puede, la almacena. Si antes pocos automovilistas llenaban el tanque, ahora todos los que pudieron, lo hicieron. Si nunca habían almacenado gasolina en casa, algunos lo hicieron.

   El miedo retroalimenta el problema, agravándolo de inmediato, pues ante pocos inventarios disponibles, el exceso de demanda hace que se acabe más pronto la gasolina.

    Un  problema aún más grave  es que de no regularizarse el abasto de gasolina pronto, el pánico se puede extender a la cadena de abasto que depende del transporte.

    Lo que empieza como una molestia para automovilistas, los cuales al final de cuenta representan una minoría de la población, empieza a repercutir en aspectos que afectan a sectores más amplios.  

   La cadena de afectaciones por desabasto prolongado de combustibles puede ser muy amplia.  Por ejemplo:

  1.    Falta de abastecimiento  de comida en mercados, supermercados y tiendas de conveniencia.  
 2.    Deficiencia en la provisión de  servicios de salud por falta de medicinas, insumos médicos de todo tipo para hospitales y por ausentismo de médicos y enfermeras.
 3.    Suspensión de  servicios de recolección de basura y limpia con el riesgo de afectaciones a la salud de las personas y un decaimiento del paisaje urbano.
 4.    Ausencia de cuerpos de seguridad tal como patrullas y policías por falta de medios de transporte, lo que puede agravar el problema de inseguridad en ciertas zonas.
 5.    Paro de  fábricas y comercios por carecer de insumos para la producción o venta,  e incapacidad de entregar su producto terminado.
 6.    Falta de surtido de efectivo a cajeros automáticos y sucursales bancarias lo que a su vez podría originar una corrida en los bancos.

    Si la escasez empezara a ser más visible y manifiesta en  alguno de los rubros mencionados, como por ejemplo, el de víveres, esto podría provocar una reacción   de pánico entre la población y los bienes que tienen los establecimientos se podrían  agotar rápidamente.  Es urgente que se resuelva el abasto de combustibles para evitar problemas en segmentos más amplios de la población.

    La afectación a PEMEX  por robo de combustible no es un fenómeno nuevo, tiene décadas y los montos que alcanza el robo constituyen un grave daño a esta empresa del Estado. Por ello es de destacarse que el presidente López Obrador haya decidido detener ese saqueo a la nación que se hacía en un marco de impunidad.

    Para ello se requiere que a la población que se fue involucrando en este tráfico ilegal se le den alternativas para subsistir una vez que se les quite esa fuente de ingresos y deberán desmantelarse las redes de delincuencia organizada y corrupción que se han apoderado de este negocio ilegal.

   Esto se debe lograr garantizando el abasto de combustible a la población. No se puede permitir que las repercusiones del desabasto pasen de meras incomodidades para automovilistas a un pánico por desabasto en otros rubros mucho más sensibles para la vida del país.

   La compra de 500 pipas por parte del gobierno federal va ayudar a mitigar el problema, pero a la larga todos esperamos que el gobierno pueda recuperar el control de los ductos y de toda la cadena de suministro de combustible para evitar su robo y  garantizar el abasto.

    De continuar cerrados los ductos  sería conveniente informar a la población cuando se espera reabrirlos y como se piensa entre tanto mitigar afectaciones a las cadenas de suministro de otros bienes y servicios para evitar compras de pánico. De ser necesario se deben introducir métodos de racionamiento  para darle prioridad al  transporte de bienes esenciales

    La amenaza de anaqueles vacíos, basura en las calles, falta de efectivo y falta de policías podría derivar en un problema  ya no de desabasto, sino en un problema de seguridad nacional que nadie deseamos. Esperemos que la escasez de combustibles se resuelva pronto.
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10 de enero de 2019

NUESTRA ROMA




Por: Octavio Díaz García de León


    La película más reciente de Alfonso Cuarón ha causado revuelo. Quizá por la nostalgia que despierta entre los que vivieron esa época en la ciudad de México o por situaciones familiares similares,  pero más aún,  porque es una gran película.

    Este film  es un  retrato de la vida cotidiana de una familia de clase media que vive en la Colonia Roma de la ciudad de México entre 1970 y 1971. Una historia centrada en una de las muchachas que ayuda en las labores domésticas de esa casa, Cleo, entrelazada con la historia de la familia a la que atiende.

    La película se aproxima a una observación antropológica dado que sigue la vida de los protagonistas de manera muy realista. Contiene  muchas claves del cineasta, como por ejemplo cuando los niños van al cine a ver aquella película de un astronauta en el espacio, que quizá luego fue su inspiración para Gravity.   
   Dos tragedias familiares se entrelazan en la película y ambas tienen que ver con  figuras paternas que abandonan a sus mujeres. La historia de Cleo es también la de miles de muchachas que dejan sus pueblos  en busca de mejores oportunidades de trabajo en la capital.

   A veces estas trabajadoras se integran de tal forma a la familia que se vuelven parte de ella y en otros casos sufren discriminación y malos tratos. En la película se da el primer caso. Se crean afectos y ligas emocionales entre la empleada y sus patrones borrándose la división entre la trabajadora y la familia que atiende.

   La película de Alfonso Cuarón no es una película para el entretenimiento sino para la reflexión. En su historia, extraída de las memorias de su infancia,  hay elementos que cruzan con la biografía de muchas otras personas.

   Y es que en la historia personal de algunas familias como la de Cuarón o como la mía,  también existió una Cleo.  Seguramente también muchas Cleo se verán en ese espejo.

    En mi familia  tuvimos a nuestra propia Cleo. Vivían mis suegros en una zona indígena Mazahua en el Estado de México con exceso de población y falta de trabajos, por lo que había abundancia de jovencitas para quienes ser trabajadora doméstica era la oportunidad para tener techo, comida y un ingreso que permitiera ayudar a sus familias en sus pueblos de origen.

    Cuando me casé y mi esposa y yo trabajábamos, mi suegra vio la conveniencia de enviarnos ayuda. Así llegó nuestra Cleo, quien quizá tenía 18 años y estuvo con nosotros otros 18 años, hasta que  decidió irse a Estados Unidos.

   En la película de Cuarón encuentro muchas escenas similares a las que nosotros vivimos con ella. Su cercanía con mis hijos a quienes cuidó desde que nacieron, su dedicación a las labores domésticas, la confianza absoluta que le tuvimos siempre, y la convivencia cotidiana en una casa pequeña.

   ¿Trabajadora doméstica? Sí, pero se fue mimetizando con la familia y acabó siendo parte de ella. Trataba a mis hijos como propios; las vacaciones la incluían a ella también; la llevábamos a su pueblo; mi  esposa la llevaba a la escuela hasta que terminó la secundaria; se le atendió en enfermedades; tenía un horario de trabajo que terminaba después de la comida y un lugar digno para vivir. Cuando se fue por su propia voluntad, la indemnizamos. A la fecha seguimos en contacto con ella.

   ¿Se trató de un caso de explotación?  Ella tendría que decirlo en todo caso. Desde mi punto de vista se trató de una relación especial de trabajo.  La adoptamos y nos adoptó a cambio de un salario. Quizá era una relación especial de conveniencia para ambas partes.

   ¿Hasta qué punto esta práctica es adecuada? Sin duda sigue existiendo en nuestra sociedad la expulsión de sus lugares de origen de jóvenes sin preparación y sin trabajo para quienes el trabajo doméstico es una buena opción. Siguen existiendo miles de familias que tienen a una trabajadora doméstica de planta.

    En la relación con estas trabajadoras se dan actitudes racistas y condiciones de explotación,  donde estas no tienen horarios justos, no tienen protección de salud, no tienen salarios adecuados al trabajo que realizan y no reciben indemnización en caso de despido.

    Pero también se dan los otros casos en donde ambas partes ganan, no solo en términos económicos, de desarrollo personal,  sino incluso,  en términos emocionales.

    Lo que requieren las Cleo, mientras las haya, es respeto como personas, no discriminarlas  y darles  un trato justo,  incluyendo sus derechos laborales.

    La película de Cuarón, aparte de su gran arte, nos invita a reflexionar sobre la condición de las trabajadoras domésticas y recordar una época que parece lejana pero cuyos fantasmas aún transitan por nuestra realidad actual. Actitudes racistas, clasismo, populismo, autoritarismo, violencia gubernamental, pobreza extrema y machismo. Un gran recordatorio para erradicar estos males.  
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3 de enero de 2019

ODISEA DEL ESPACIO




LA SILLA ROTA
        
Por: Octavio Díaz García de León

Cuando emprendas tu viaje a Ítaca 
pide que el camino sea largo, 
lleno de aventuras, lleno de experiencias
.
Cavafis

    La película de Stanley Kubrick 2001: Odisea del Espacio, cumplió 50 años de estrenada en 2018. Es una de las grandes películas del siglo XX y la cual fue un parteaguas para el género de ciencia ficción por su calidad e innovación.

   En dicha película, tanto el novelista  Arthur C. Clarke,  como el propio Kubrick, proponen la idea de que una civilización extraterrestre impulsó a nuestros antepasados hace millones de años para que empezaran a usar herramientas y con ello se sembró  la semilla para que surgiera una especie inteligente.

   Estos seres extraterrestres colocan  un misterioso monolito en algún lugar de África, mismo que descubren nuestros lejanos antepasados y con el cual se comunican misteriosamente los seres de esa civilización avanzada.  

   Cuatro millones de años después, en uno de los saltos cinematográficos más bellos e impactantes, la película muestra a unos astronautas inspeccionando un misterioso monolito que estaba enterrado a gran profundidad en la Luna y que fue detectado por su radiación magnética.

   Cuando la luz del sol ilumina al monolito, este emite una señal dirigida hacia Júpiter, como si fuera una alerta para avisar a la civilización extraterrestre que aquellos homínidos ya evolucionaron lo suficiente tecnológicamente  para llegar al satélite de la Tierra.

   Esta película abre una ventana a cómo podrían ser los viajes espaciales,  con una visión tecnológica que tiene visos de realismo, adelantada a su tiempo. También plantea la problemática de una inteligencia artificial fallida. La súper computadora HAL 9000 enloquece al recibir instrucciones de mentirle a la tripulación, aspecto que conflictúa su programación, la cual no estaba diseñada para mentir.

   La posibilidad de que exista una civilización extraterrestre altamente tecnificada aún no se ha comprobado pero en un universo tan inmenso como el nuestro, donde existen billones de estrellas y planetas que podrían dar origen a la vida, podría haber una civilización más avanzada que la nuestra.

    De existir, entrar en contacto con ellos no será fácil debido a las distancias enormes y el tiempo que le toma a cualquier señal desplazarse por el espacio, a menos que su tecnología les permita viajar más rápido que la luz o hayan descubierto la forma de acortar distancias mediante túneles de gusano en el espacio – tiempo.

   Kubrick y Clarke le llaman a la película, “2001: Odisea del Espacio”. Quizá porque ante un destino muy incierto (No saben que encontrarán o siquiera si llegarán) lo que nos cuentan es el viaje y sus peripecias.  Quizá la película encuentre  sus raíces en los grandes libros de viajes de la humanidad: la Odisea, Los Viajes de Marco Polo, el Ulises de Joyce, Los Cantos de Pound, la Eneida, etc.

    La humanidad ha progresado gracias a los viajes mediante los cuales ha ido conociendo y en algunos casos,  conquistando,  tierras desconocidas como lo hicieron Marco Polo, Colón, Magallanes, los primeros hombres en la Luna y tantos otros que  han salido a encontrar nuevos territorios.

    Cada individuo también emprende un largo viaje donde lo importante no es el destino, la muerte, sino todo lo que ocurre entre nacer y morir,  a lo cual  llamamos vida.

    Nuestro sino es construir un viaje único por el Universo.  Realizar viajes dentro de nuestro pasaje vital; descubrir nuevos horizontes;  maravillarnos con los paisajes; descubrir civilizaciones antiguas; asombrarnos con las creaciones modernas y tantas otras cosas que encontramos en nuestro caminar.

    Cuando miramos al cielo, nuestra imaginación nos permite viajar por ese infinito de estrellas y galaxias, aunque nuestras limitaciones físicas aun nos aten a la Tierra.

    Clarke y Kubrick con su imaginación, nos dieron la posibilidad de visualizar esta nueva Odisea  que nos transporta con todo su arte cinematográfico al encuentro de una civilización avanzadísima y extraña.

    Hoy, 50 años después, Marte es nuestro próximo destino y ya estamos cerca de que un hombre llegue a ese planeta rojo, árido e inhóspito, para inaugurar los viajes interplanetarios de personas. Por lo pronto,  muchas naves robot exploran Marte y  una sonda espacial llega a los confines del Sistema Solar para fotografiar a un cuerpo celeste de solo 33 km apropiadamente llamada  Última Thule.  

    La película de Kubrick refleja como la humanidad, curiosa, no se puede quedar confinada a su lugar de origen. Va al encuentro de lo desconocido y en el proceso encuentra nuevos horizontes, deseando descubrir que no estamos solos en el universo.

    En este 2019 que inicia, les deseo que continúen su exitoso viaje por la vida descubriendo nuevos y maravillosos mundos;  que dilaten el arribar a su destino lo más posible, porque, como dice en su poema Cavafis, lo que cuenta es el viaje, no el fin del camino.
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