Por: Octavio Díaz García de León
La idea: La escasez de
gasolina que no es nueva en Aguascalientes,
llegó a la Ciudad de México, al Estado de México y por lo menos a otros
8 estados, algunos de los cuales nunca habían experimentado la falta generalizada
de combustible, ni por tanto tiempo. Independientemente de las causas o razones
que lo originaron, a lo que hay que temerle es a la cadena de desabastos que,
de continuar el fenómeno, se puede dar.
Conocemos bien los efectos del pánico entre la población cuando ocurre
una escasez de algún bien esencial para la vida cotidiana. Era de esperarse que
ante la escasez de gasolina, la
respuesta de los consumidores fue el hacer enormes filas de coches en las pocas gasolineras
donde había combustible.
También observamos que llegaron cientos o quizá miles de personas con bidones
y otros recipientes a comprar gasolina, lo
cual algunos vieron como una oportunidad
para revenderla más cara. También fuimos testigos de hordas que se abalanzaron a extraer combustible en ductos perforados por
los delincuentes.
Con las compras de pánico, la gente compra más de la que necesita y si
puede, la almacena. Si antes pocos automovilistas llenaban el tanque, ahora
todos los que pudieron, lo hicieron. Si nunca habían almacenado gasolina en
casa, algunos lo hicieron.
El miedo retroalimenta el problema, agravándolo de inmediato, pues ante
pocos inventarios disponibles, el exceso de demanda hace que se acabe más
pronto la gasolina.
Un problema aún más grave es que de no regularizarse el abasto de
gasolina pronto, el pánico se puede extender a la cadena de abasto que depende
del transporte.
Lo que empieza como una molestia para automovilistas, los cuales al
final de cuenta representan una minoría de la población, empieza a repercutir
en aspectos que afectan a sectores más amplios.
La cadena de afectaciones por desabasto prolongado de combustibles puede
ser muy amplia. Por ejemplo:
1. Falta de abastecimiento de comida en mercados, supermercados y
tiendas de conveniencia.
2. Deficiencia en la provisión
de servicios de salud por falta de medicinas,
insumos médicos de todo tipo para hospitales y por ausentismo de médicos y
enfermeras.
3. Suspensión de servicios de recolección de basura y limpia
con el riesgo de afectaciones a la salud de las personas y un decaimiento del
paisaje urbano.
4. Ausencia de cuerpos
de seguridad tal como patrullas y policías por falta de medios de transporte, lo
que puede agravar el problema de inseguridad en ciertas zonas.
5. Paro de fábricas y comercios por carecer de insumos
para la producción o venta, e
incapacidad de entregar su producto terminado.
6. Falta de surtido de
efectivo a cajeros automáticos y sucursales bancarias lo que a su vez podría
originar una corrida en los bancos.
Si la escasez empezara a ser más visible y manifiesta en alguno de los rubros mencionados, como por ejemplo,
el de víveres, esto podría provocar una reacción de
pánico entre la población y los bienes que tienen los establecimientos se
podrían agotar rápidamente. Es urgente que se resuelva el abasto de combustibles
para evitar problemas en segmentos más amplios de la población.
La afectación a PEMEX por robo
de combustible no es un fenómeno nuevo, tiene décadas y los montos que alcanza
el robo constituyen un grave daño a esta empresa del Estado. Por ello es de
destacarse que el presidente López Obrador haya decidido detener ese saqueo a
la nación que se hacía en un marco de impunidad.
Para ello se requiere que a la población que se fue involucrando en
este tráfico ilegal se le den alternativas para subsistir una vez que se les
quite esa fuente de ingresos y deberán desmantelarse las redes de delincuencia
organizada y corrupción que se han apoderado de este negocio ilegal.
Esto se debe lograr garantizando el abasto de combustible a la
población. No se puede permitir que las repercusiones del desabasto pasen de
meras incomodidades para automovilistas a un pánico por desabasto en otros
rubros mucho más sensibles para la vida del país.
La compra de 500 pipas por parte del gobierno federal va ayudar a
mitigar el problema, pero a la larga todos esperamos que el gobierno pueda
recuperar el control de los ductos y de toda la cadena de suministro de
combustible para evitar su robo y
garantizar el abasto.
De continuar cerrados los ductos
sería conveniente informar a la población cuando se espera reabrirlos y
como se piensa entre tanto mitigar afectaciones a las cadenas de suministro de
otros bienes y servicios para evitar compras de pánico. De ser necesario se
deben introducir métodos de racionamiento
para darle prioridad al
transporte de bienes esenciales
La amenaza de anaqueles vacíos, basura en las calles, falta de efectivo
y falta de policías podría derivar en un problema ya no de desabasto, sino en un problema de
seguridad nacional que nadie deseamos. Esperemos que la escasez de combustibles
se resuelva pronto.
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@octaviodiazg
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