22 de febrero de 2014

VIVIR EN LOS TIEMPOS DEL NARCO


 
@octaviodiazg

 

      El problema del narcotráfico en México tiene casi un siglo de existencia.  Prácticamente afecta a todo el país y ha generado una violencia extraordinaria. El tráfico ilegal  de drogas  surgió  hace cien años cuando en Estados Unidos se prohibió dicho tráfico, prohibición que luego se dio en México en 1926. Independientemente de que el prohibicionismo que ha impulsado Estados Unidos desde entonces no ha funcionado, el fenómeno no ha dejado de crecer. Nuestros vecinos son los mayores consumidores de sustancias ilícitas en el mundo y esta es una gran oportunidad de negocios para los criminales.

      ¿Cómo pudo ser que en México creciera tanto el fenómeno de la delincuencia asociado al tráfico de drogas? En el excelente libro de Guillermo Valdés Castellanos, “La Historia del Narcotráfico en México” se hace un recuento muy bien documentado de esa historia. Valdés nos da un recorrido por ese mundo desde su posición privilegiada como ex director del CISEN que le permitió conocer de primera mano las entrañas del fenómeno.

      Fue un negocio que empezó con el tráfico de opio impulsado por inmigrantes chinos que llegaron a Sinaloa a fines del siglo antepasado y que ha crecido a niveles insospechados. El negocio mueve decenas de miles de millones dólares al año (Nadie sabe con certeza cuanto) y hace pocos años, el Secretario de la Defensa en turno dijo que empleaba a alrededor de medio millón de personas.   Esos números explicarían también que haya entre quince y veinte mil muertos al año derivado de las pugnas de quienes manejan ese negocio en nuestro país.

      Valdés describe como el gobierno federal controló, desde los años cuarenta,  el tráfico de drogas por medio de la Dirección Federal de Seguridad (DFS): fijó reglas, repartió plazas, puso condiciones, y de paso enriqueció a sus comandantes, a gobernadores y a funcionarios federales. Si bien no hay pruebas que los presidentes en turno se beneficiaran del negocio, es casi seguro que conocían de ello y permitieron que se operara así. Este arreglo se rompió con el asesinato del agente de la DEA, Enrique Camarena, en 1984 a manos de Caro Quintero - recientemente liberado de manera inesperada -  cuando la presión que ejercieron los americanos sobre el gobierno de México forzó a tomar medidas que rompieron acuerdos  que ya tenían cuatro décadas de existir. A raíz de ello se  encarcelaron a los principales capos del narco, se dio una fragmentación de las bandas de delincuentes que se repartieron el país y  desapareció la DFS ya totalmente corrompida.  En la década de los noventa el papel que antes tenía la DFS lo tomaron destacados funcionarios de la Procuraduría General de la República, entre ellos  el comandante de la policía judicial, González Calderoni (Por cierto, con raíces familiares en la Tierra Caliente michoacana), quien repartió  plazas entre los nuevos capos e impuso reglas del juego. Al perder el PRI su hegemonía en el país, los funcionarios federales dejaron de tener la capacidad para controlar y ordenar el mercado ilícito de las drogas. Los cárteles se fueron fragmentando y enfocaron sus baterías a capturar a las autoridades locales empezando por los municipios y siguiendo por los gobiernos estatales. Tuvieron tanto éxito que para mediados de la década pasada lo que era un problema de seguridad pública se convirtió en un problema de seguridad nacional al haber extensos territorios del país gobernados por las bandas de delincuentes. El narcotráfico era un negocio tolerado por sociedad y gobierno porque había muchos actores que se beneficiaban de él, hasta que la banda de los Zetas implantaron un nuevo modelo de negocio en donde lo importante ya no era solo el trasiego de drogas sino extorsionar y abusar de la población con una dosis muy alta de violencia. El modelo fue imitado en estados como Michoacán donde los “Caballeros Templarios” fueron particularmente abusivos hasta que surgieron los grupos de autodefensa.  

     La violencia de los cárteles y la captura de grandes territorios a manos de los narcos en todo el país hicieron que el presidente Calderón convocara a los tres niveles de gobierno y a los tres poderes a la firma del  Acuerdo Nacional por la Seguridad, la Justicia y la Legalidad en 2008 para enfrentar entre todos el fenómeno. Faltó tiempo para que diera frutos, pero se sentaron algunas bases. Valdés dice convincentemente que los esfuerzos del gobierno de Calderón no fueron los que originaron la violencia que se desató a partir de 2007. Sin embargo tampoco lograron abatirla.

     No va a ser fácil resolver un problema que está marcado por la complicidad de autoridades, la carencia de un estado de derecho, la debilidad institucional del Estado Mexicano, el poderío de las mafias del narcotráfico y la demanda incesante de drogas ilícitas por nuestro vecino país. Falta ver si la intervención federal en Michoacán tiene éxito para saber si es un modelo que se puede reproducir en otros estados capturados desde hace tiempo por los delincuentes. Lo que ya no es posible es regresar al viejo modelo en donde el gobierno, en una actuación esquizofrénica, administraba el negocio ilícito a la vez que lo combatía.



Bibliografía:

1. "Historia del Narcotráfico en México" . Autor: Guillermo Valdés Castellanos. Editorial Aguilar. México D.F., 2013

Nota:

El comandante de la policía judicial González Calderoni era hijo de una familia respetable y acomodada cuyos orígenes familiares vienen de Cirándaro, pueblo de la tierra caliente michoacana donde su abuelo era un hacendado muy importante. 

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15 de febrero de 2014

LA ERA DEL TRABAJO FLEXIBLE


 

@octaviodiazg

 
     Con la nueva economía post industrial, las formas de trabajo están  cambiando. Si bien todavía existen líneas de producción donde trabajan personas,  así como servicios que requieren la presencia de trabajadores de manera continua, también es cierto que muchos de estos trabajos están en vías de extinción. Por ejemplo, en las líneas de ensamble cada vez veremos más robots realizando las tareas repetitivas. En un artículo reciente de la revista The Economist se mencionan trabajos que con las nuevas tecnologías tienen más probabilidad de desaparecer. De su lista de 18 profesiones donde menciona la probabilidad de que desaparezcan, las cinco con mayor riesgo en los próximos diez años son: tele mercadeo 99%, contadores y auditores 94%, vendedores en tiendas 92%, escritores técnicos 89%, vendedores de bienes raíces 86%. Los que menos probabilidades tienen de desaparecer son: terapistas recreacionales 0.3%, dentistas 0.4%, entrenadores de atletismo 0.7%, clérigos 0.8% e ingenieros químicos 2%. De acuerdo con el artículo las máquinas serán capaces de reemplazar a los trabajadores en aquellas  especialidades con mayor riesgo. 

    En la nueva era del trabajo dejarán de existir los siguientes paradigmas:

1.    Horarios fijos de trabajo.

2.    Número de horas fijas de trabajo.

3.    Lugares fijos de trabajo.

4.    Empleo permanente en una organización.

     Así, por ejemplo, podemos apreciar que el paradigma del pago por número de horas de trabajo tiene un incentivo perverso. Cuando se paga por horas trabajadas y no por el producto del trabajo, existe un incentivo para ser menos productivo ya que no importa hacer las tareas más lentas al fin que lo que se paga es por horas. Si se pagara en función a lo producido, el incentivo sería ocupar el menor tiempo posible. Por ejemplo, el abogado que cobra por hora tiene un incentivo para alargar los casos lo más que pueda. Si se le pagara por tener éxito en el caso, trataría de hacerlo en el menor tiempo posible.

     Otro caso es el del paradigma del pago a cambio de cumplir con la presencia en un lugar de trabajo en un horario fijo, dándole más importancia a cumplir con la presencia que a lo que se produzca;  incluso se premia a quien pasa más tiempo allí sin importar lo que haga o los resultados que dé. Existe el mito de que quien pasa más horas en su trabajo produce más lo cual, como vimos en el párrafo anterior, no es cierto. Los directivos que no tienen claro qué objetivos fijarles a sus trabajadores se sienten más seguros cuando cuentan con la presencia de sus subordinados en sus lugares de trabajo. Sucede en instituciones de gobierno en donde existen muchos trabajos que se realizan por  inercia sin reflexionar si agregan algún valor. Podríamos desaparecer secretarías enteras del gobierno federal y no se sentiría su impacto en el país. A veces el argumento es que es imposible fijar objetivos en los trabajos. En otras ocasiones es el miedo a dejar de hacer algo que se viene haciendo desde hace décadas.  Por ejemplo, ¿qué pasaría si desapareciera el trámite de registro que hacen las asociaciones religiosas en la Secretaría de Gobernación? Para lo único que sirven ciertas actividades de gobierno es para alimentar a la burocracia.
     En la nueva era del trabajo flexible basta con poner objetivos a los trabajadores para hacer caso omiso de los horarios. Ellos sabrán cómo administrar su tiempo para dar los resultados esperados y de no alcanzarlos sufrir las consecuencias.
     Con las nuevas tecnologías tampoco es necesario acudir a una oficina. Se puede trabajar hoy en día desde cualquier parte del mundo y producir los resultados que requiere una organización en donde quiera que se esté. Las oficinas se están transformando en lugares de reunión con cafeterías, salas de estar, salas de juntas y donde cada vez hay menos cubículos y oficinas. El ahorro en transporte tanto en combustible como en tiempo será de enorme beneficio para la humanidad.

     Las organizaciones ya no necesitan tampoco a los mismos empleados siempre. Van requiriendo talentos cuyo perfil va cambiando con el cambio en sus mercados. Hoy en día se puede recurrir por internet a la contratación de talentos en todo el mundo en procesos de subasta en donde gana el mejor calificado y el más barato.
     También la entrada masiva de las mujeres a la fuerza de trabajo ha hecho más necesario el disponer de esquemas de trabajo flexible y que los hombre tomen las tareas del cuidado de los hijos a tiempo completo. Los nuevos paradigmas de trabajo requieren que las instituciones de nuestro país, especialmente las de gobierno, se incorporen a la era del trabajo flexible; asimismo, es necesario que las leyes laborales reflejen esa nueva realidad.
     La transformación va orientada a  no pagar por  el tiempo que se pasa en los lugares de trabajo sino por lo que se produce; a pagar el talento, no la antigüedad.
     Por otra parte, para las personas lo importante ya no es solo tener el dinero suficiente para subsistir sino también el tiempo para tener una vida digna y con calidad. Cuando se quita la libertad, se quita el bien más preciado: el tiempo para hacer lo que se quiera. El  trabajo ya no debe tener la lógica de una prisión.


Bibliografía:

1. FUTURE WORK. HOW BUSINESS CAN ADAPT AND THRIVE IN THE NEW WORLD OF WORK. Autores: Alison Maitland and  Peter Thomson. Ed. Palgrave McMillan. 2011. e-book


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1 de febrero de 2014

MÁS RECURSOS PARA EL CONGRESO


 



@octaviodiazg

 
     Nuestra Constitución tomó aspectos del sistema de gobierno americano: la división del gobierno en tres poderes y el federalismo,  entre otros. No quiere decir que esas ideas hayan nacido solo en Estados Unidos pues ya se discutían en Europa, pero sí fueron de los primeros que la pusieron en práctica con bastante éxito.
     Pero a casi 200 años de distancia de la Constitución de 1824, nuestro Congreso no ha podido funcionar como es debido en nuestro país. Aún no tenemos un Congreso que produzca las mejores  leyes  y cuyos integrantes respondan verdaderamente al mandato de sus representados y no al de sus partidos políticos. Tuve la oportunidad de hacer un internado en el Congreso de Estados Unidos y esa estadía me mostró diferencias importantes entre los Congresos de los dos países. Algunas de ellas son:

1.    El Congreso de Estados Unidos cuenta con dos cámaras. La de senadores con 100 senadores –dos por estado-  y la de representantes  con 435 miembros,  uno por cada distrito en que está dividido aquél país. Todos son elegidos de manera directa y no como nuestros congresistas plurinominales que son nombrados por los partidos políticos.

2.    Allá el equivalente a nuestra Cámara de Diputados se llama Cámara de Representantes. Un buen nombre porque aunque defiendan líneas partidistas - Republicanos o Demócratas casi todos –, en caso de  no responder a los intereses de sus representados son rápidamente echados de sus curules ya sea por la vía interna en las elecciones primarias  o en las elecciones abiertas.

3.    Cada representante es elegido por un periodo de dos años y por ello la Cámara se renueva cada dos años. Por su parte cada senador es elegido por un periodo de seis años pero en este caso dicha Cámara renueva solo a un tercio de los senadores cada dos años.

4.     Los congresistas americanos tienen la posibilidad de hacer una  carrera larga mediante la reelección. El congresista con el que colaboré – John Conyers de Michigan-  es representante desde 1965. Es decir tiene  casi 50 años en el Congreso.

5.    Nunca pierden contacto con sus distritos. Esto lo logran porque cada voto de los representantes y senadores es ampliamente publicitado en sus distritos o estados y así los electores saben si ellos están realmente protegiendo los intereses, principios y valores de su comunidad.  Los ciudadanos escriben con frecuencia a sus representantes  para impulsar ciertas leyes o para que voten en cierto sentido por lo que los congresistas tienen un buen pulso de lo que desean sus comunidades.

6.    Cuentan con un número importante de asesores. Eso hace que cada congresista, dependiendo de su antigüedad e importancia, pueda llegar a tener decenas de asesores de muy alta calidad con presencia no solo en Washington sino también en sus distritos o estados.

7.     Cada comité y subcomité del Congreso cuenta también con un número importante de asesores de tal forma que la legislación que allí se discute recibe un muy buen análisis de técnica jurídica y de políticas públicas.

8.    Cuentan con  la Biblioteca del Congreso a la que los legisladores y su personal  tienen acceso ilimitado. Probablemente sea la más grande del mundo. Tiene un acervo de 158 millones de elementos entre los que se encuentran 36 millones de libros en 460 idiomas, 69 millones de manuscritos, la más grande colección de material legal, partituras, mapas, material de audio grabado y películas. Todo empezó cuando por ley se obligó a entregar a la biblioteca dos copias de cualquier material sobre el que se solicitara el registro de derechos de autor.

9.    También tienen al Servicio de Investigación del Congreso (Congressional Research Service), que es parte de la Biblioteca del Congreso y cuenta con  un cuerpo de investigadores que realizan trabajos en políticas públicas y aspectos legales sobre cualquier tema de interés para el Congreso. Su enfoque no es partidista y tiene 600 empleados de los cuales 400 son analistas, investigadores y abogados.

10.  El Congreso de Estados Unidos tiene la fuerza para someter a juicio político a cualquier presidente. Allí están los casos de Nixon y  de Clinton en donde el primero tuvo que dejar la presidencia antes de que se llevara el juicio y con el segundo no prosperó.

    El contraste con México no puede ser mayor. Allá el Congreso federal cuenta con recursos extraordinarios para hacer sus tareas, los congresistas tienen la posibilidad de hacer una carrera mediante la reelección, rinden cuentas a sus representados más que a sus partidos y no existen los  plurinominales que no son elegidos por los ciudadanos sino por los partidos políticos.
     Desafortunadamente en México se entiende poco lo que hace nuestro Congreso o para que sirve; el divorcio con sus representados es casi total y se trivializa y critica el que tengan recursos para trabajar. No basta con la reelección de diputados y senadores: hace falta una profesionalización a fondo del Congreso y eso cuesta. Pero invertir en el Poder Legislativo es  muy importante si queremos vivir en un país de buenas  leyes y en un estado de derecho. Ojalá se le asignen más recursos y tenga legisladores profesionales para que hagan mejor su trabajo.

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