@octaviodiazg
Con la nueva economía post industrial, las
formas de trabajo están cambiando. Si
bien todavía existen líneas de producción donde trabajan personas, así como servicios que requieren la presencia
de trabajadores de manera continua, también es cierto que muchos de estos
trabajos están en vías de extinción. Por ejemplo, en las líneas de ensamble
cada vez veremos más robots realizando las tareas repetitivas. En un artículo
reciente de la revista The Economist se mencionan trabajos que con las nuevas tecnologías
tienen más probabilidad de desaparecer. De su lista de 18 profesiones donde
menciona la probabilidad de que desaparezcan, las cinco con mayor riesgo en los
próximos diez años son: tele mercadeo 99%, contadores y auditores 94%,
vendedores en tiendas 92%, escritores técnicos 89%, vendedores de bienes raíces
86%. Los que menos probabilidades tienen de desaparecer son: terapistas
recreacionales 0.3%, dentistas 0.4%, entrenadores de atletismo 0.7%, clérigos
0.8% e ingenieros químicos 2%. De acuerdo con el artículo las máquinas serán
capaces de reemplazar a los trabajadores en aquellas especialidades con mayor riesgo.
En la nueva era del trabajo dejarán
de existir los siguientes paradigmas:
1.
Horarios fijos de trabajo.
2.
Número de horas fijas de trabajo.
3.
Lugares fijos de trabajo.
4.
Empleo permanente en una organización.
Así, por ejemplo, podemos
apreciar que el paradigma del pago por número de horas de trabajo tiene un
incentivo perverso. Cuando se paga por horas trabajadas y no por el producto
del trabajo, existe un incentivo para ser menos productivo ya que no importa
hacer las tareas más lentas al fin que lo que se paga es por horas. Si se
pagara en función a lo producido, el incentivo sería ocupar el menor tiempo
posible. Por ejemplo, el abogado que cobra por hora tiene un incentivo para
alargar los casos lo más que pueda. Si se le pagara por tener éxito en el caso,
trataría de hacerlo en el menor tiempo posible.
Otro caso es el del paradigma del
pago a cambio de cumplir con la presencia en un lugar de trabajo en un horario
fijo, dándole más importancia a cumplir con la presencia que a lo que se
produzca; incluso se premia a quien pasa
más tiempo allí sin importar lo que haga o los resultados que dé. Existe el
mito de que quien pasa más horas en su trabajo produce más lo cual, como vimos
en el párrafo anterior, no es cierto. Los directivos que no tienen claro qué
objetivos fijarles a sus trabajadores se sienten más seguros cuando cuentan con
la presencia de sus subordinados en sus lugares de trabajo. Sucede en
instituciones de gobierno en donde existen muchos trabajos que se realizan por inercia sin reflexionar si agregan algún
valor. Podríamos desaparecer secretarías enteras del gobierno federal y no se
sentiría su impacto en el país. A veces el argumento es que es imposible fijar
objetivos en los trabajos. En otras ocasiones es el miedo a dejar de hacer algo
que se viene haciendo desde hace décadas. Por ejemplo, ¿qué pasaría si desapareciera el
trámite de registro que hacen las asociaciones religiosas en la Secretaría de
Gobernación? Para lo único que sirven ciertas actividades de gobierno es para
alimentar a la burocracia.
En la nueva era del trabajo flexible basta con poner
objetivos a los trabajadores para hacer caso omiso de los horarios. Ellos
sabrán cómo administrar su tiempo para dar los resultados esperados y de no
alcanzarlos sufrir las consecuencias.
Con las nuevas tecnologías tampoco
es necesario acudir a una oficina. Se puede trabajar hoy en día desde cualquier
parte del mundo y producir los resultados que requiere una organización en
donde quiera que se esté. Las oficinas se están transformando en lugares de
reunión con cafeterías, salas de estar, salas de juntas y donde cada vez hay menos
cubículos y oficinas. El ahorro en transporte tanto en combustible como en
tiempo será de enorme beneficio para la humanidad.
Las organizaciones ya no
necesitan tampoco a los mismos empleados siempre. Van requiriendo talentos cuyo
perfil va cambiando con el cambio en sus mercados. Hoy en día se puede recurrir
por internet a la contratación de talentos en todo el mundo en procesos de
subasta en donde gana el mejor calificado y el más barato.
También la entrada
masiva de las mujeres a la fuerza de trabajo ha hecho más necesario el disponer
de esquemas de trabajo flexible y que los hombre tomen las tareas del cuidado
de los hijos a tiempo completo. Los nuevos paradigmas de trabajo requieren que
las instituciones de nuestro país, especialmente las de gobierno, se incorporen
a la era del trabajo flexible; asimismo, es necesario que las leyes laborales reflejen
esa nueva realidad.
La transformación va orientada a no pagar por el tiempo que se pasa en los lugares de
trabajo sino por lo que se produce; a pagar el talento, no la antigüedad.
Por
otra parte, para las personas lo importante ya no es solo tener el dinero suficiente
para subsistir sino también el tiempo para tener una vida digna y con calidad. Cuando
se quita la libertad, se quita el bien más preciado: el tiempo para hacer lo
que se quiera. El trabajo ya no debe
tener la lógica de una prisión.
Bibliografía:
1. FUTURE WORK. HOW BUSINESS CAN ADAPT AND THRIVE IN THE NEW WORLD OF WORK. Autores: Alison Maitland and Peter Thomson. Ed. Palgrave McMillan. 2011. e-book
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Blog:
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