Por:
Octavio Díaz García de León
En las novelas de detectives una de las
recomendaciones para resolver el misterio que plantea su trama suele ser
“busca a la mujer” (Cherchez la femme)
implicando que detrás de cualquier problema o
misterio, la causa suele ser una dama. En los misterios que rodean a la
corrupción, un buen lugar por donde empezar es “seguir al dinero” (Aunque no es
mala idea buscar también a la dama).
Por su naturaleza, el dinero de la
corrupción no desfila a la vista de todo mundo, pero deja huella. Aunque los
actos de corrupción se intentan disimular y se les suele representar como una acción “en lo oscurito”, “por debajo de la mesa”, con
un billete escondido en la mano al saludar o un favor discreto para ayudar al amigo a
cambio de un dinero, de alguna manera la corrupción se deja entrever y por ello
los investigadores de actos de corrupción requieren tener la habilidad para
detectar esas señales que indican que los ingresos del personaje no concuerdan
con sus gastos para investigarlos a fondo.
Desde luego no se puede ocultar
totalmente el dinero producto de la corrupción. ¿Para qué robar dinero si no se
puede usar para comprar todo tipo de cosas o para darse vida de rey en viajes
de lujo o para tirar el dinero en los mejores casinos del mundo? ¿Qué caso
tendría dedicar el ingenio y arriesgar (No mucho, por cierto) el pellejo solo para
guardar el dinero bajo el colchón?
En este sentido las leyes de transparencia
son un auxiliar para que la sociedad pueda conocer si los funcionarios públicos
viven de manera congruente con sus ingresos.
Por ello son importantes las iniciativas que piden publicitar los
ingresos y los bienes que tienen los funcionarios públicos. Claro, esto no
sirve si no hay una sociedad observante de estos comportamientos irregulares de
los funcionarios que denuncie los comportamientos sospechosos, de alguien que
verifique que lo que declaran los funcionarios sea cierto y de la existencia de
autoridades competentes dispuestas a investigar a fondo.
Desafortunadamente son pocas las
denuncias ciudadanas respecto a fortunas que surgen aparentemente de la nada, o
bien estas no tienen consecuencias porque no se investigan apropiadamente. Afortunadamente los periodistas sí usan las
leyes de transparencia y son quienes con más fuerza han denunciado actos de
corrupción. Falta una respuesta más
contundente de las autoridades ante estas denuncias.
Si bien el papel de los ciudadanos es
importante, serán los investigadores especializados en temas de corrupción
quienes deberán ser capaces de descubrir las rutas del dinero mal habido y procesar
a los presuntos culpables. Para ello sus investigaciones deberán desarrollarse
en torno a aspectos tales como:
Movimientos
de dinero. La Secretaría de Hacienda (SHCP) a través del
Sistema de Administración Tributaria y la Unidad de Inteligencia Financiera
tienen todas las herramientas para detectar movimientos sospechosos de dinero. Si
bien la SHCP no es parte del Comité Coordinador del Sistema Nacional
Anticorrupción sería conveniente que la SHCP proporcione todas las facilidades
para tener acceso a la información financiera de funcionarios que se sospeche realizan
actos de corrupción.
Adquisición
de bienes. Para
identificar movimientos ilícitos en materia de adquisición de inmuebles hace
falta tener acceso a los registros públicos de la propiedad para identificar
las propiedades no solo de los funcionarios, sino de su red de vínculos. Armar
una red de vínculos requerirá realizar labores de inteligencia, pero el conocer
estas redes es una herramienta indispensable para seguir la pista del
dinero. También se deberán aplicar
técnicas para la detección de operaciones de lavado de dinero. Los corruptos en
realidad no se distinguen de los delincuentes de otro tipo: realizan sus
fechorías para obtener recursos que luego intentan legitimar mediante el
lavado.
Por lo que respecta a la adquisición de
otro tipo de bienes tales como automóviles, yates o aviones habrá que recurrir
a los registros gubernamentales respectivos para ver si son propiedad de los
funcionarios o de su red de vínculos. En
el caso de joyas, obras de arte y metales preciosos, se deberían establecer
mecanismos para reportar operaciones de compra/venta que por su cuantía se
pudieran clasificar como operaciones relevantes, tal y como se hace con los
movimientos bancarios. Podrían ser, por ejemplo, aquellas operaciones con
montos superiores a los 100 mil pesos.
Inversión
en empresas. Se deberá investigar las actividades
empresariales de los funcionarios y sus redes de vínculos consultando los
registros públicos de comercio, sus actividades mediante sus declaraciones
fiscales y ver si tienen actividades legítimas a través de las cámaras
industriales y de comercio.
Una de las grandes motivaciones de las
personas que se corrompen es el obtener dinero y bienes para su uso personal.
Para detectar casos de corrupción, se requiere seguir la pista del dinero y sus
transformaciones en bienes de todo tipo. Por ello sería conveniente que la
Secretaría Ejecutiva del SNA, así como las nuevas autoridades investigadoras
que existirán en algunas de las instancias del SNA, cuenten con investigadores
especializados en lavado de dinero y sean capaces de identificar actos de
enriquecimiento ilícito en el patrimonio de los funcionarios corruptos y sus
redes. Este será uno más de los retos que enfrente el Sistema Nacional
Anticorrupción.
Nota: Las opiniones vertidas en esta columna son
exclusivamente a título personal y no representan puntos de vista de ninguna
institución.
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