18 de enero de 2020

UN MUNDO INFELIZ




Por: Octavio Díaz García de León.

     La idea: Para una buena parte de la humanidad, una meta en la vida es ser feliz. Sin embargo, cada persona tiene una idea diferente de cómo ser feliz. Lo que sí puede ser común a todos es la dificultad para lograr la felicidad. ¿Y si consideramos que podemos vivir mejor aceptando las cosas como son, en lugar de buscar una felicidad, la más de las veces, inalcanzable?

     La felicidad es un estado de ánimo.  Estar feliz es diferente a ser feliz. Estar feliz es algo inmediato que se experimenta en el presente. Implica sentirse bien, contento, alegre, optimista. Por otra parte, ser feliz es un estado ideal al que se aspira a lo largo de la vida.

    Se promueve la búsqueda de la felicidad como meta vital, lo cual se ha convertido en un gran negocio porque se hace creer que la felicidad se logra acumulando bienes, consumiendo experiencias, realizando viajes y otros satisfactores que mueven a la economía.

    Por otra parte, una manera de ser infeliz es estar deprimido. Este estado de ánimo se caracteriza por el desaliento, la tristeza, el pesimismo, por estar a disgusto, angustiado, etc.  Suele ser incapacitante y en su versión extrema, llevar al suicidio.

    Aldous Huxley en su gran novela “Un Mundo Feliz” propone una sociedad que marcha a la perfección dentro de un orden perfectamente preestablecido. En ella, la felicidad es parte del diseño social para mantener a todos dóciles en ese mundo perfecto. Sin embargo, no habían podido impedir genéticamente que las personas estuvieran tristes o deprimidas y para ello inventan el Soma, la píldora de la felicidad.

     En la actualidad se puede decir que ya existe un equivalente al Soma en la figura de los antidepresivos que se volvieron populares con el legendario Prozac y de los cuales ahora existen una gran variedad.  Sus funciones son parecidas al Soma: tener a la gente feliz y productiva sin cuestionar el estatus quo.

     En un artículo reciente de la filósofa y psicoanalista Julie Reshe,  “Realismo Depresivo” (https://aeon.co/essays/the-voice-of-sadness-is-censored-as-sick-what-if-its-sane), cita a Heidegger quien dice que “debemos de vivir de una forma inauténtica en nuestras vidas cotidianas,  inmersos en nuestras tareas rutinarias, problemas y preocupaciones,  de tal forma que la conciencia de nuestra futilidad y falta de sentido de la existencia sea silenciada por el ruido cotidiano. La vida auténtica solo puede ser descubierta mediante la ansiedad. Entonces podemos ser autoconscientes y empezar a pensar libremente, rechazando la ilusión que la sociedad trata de imponer en nosotros”.

     Peter Wessel Zapffe, citado en dicho artículo, dice que la conciencia humana está sobre desarrollada lo cual resulta en angustia existencial. Para sobrevivir, la humanidad debe suprimir ese exceso de conciencia para tener una vida “saludable y normal”.

    Reshe menciona estudios recientes que han demostrado que la tristeza refuerza el pensamiento crítico; ayuda a reducir el sesgo para juzgar, mejora la atención, incrementa la perseverancia y en general promueve un estilo de pensamiento más escéptico, detallado y con mayor atención. En contraste,  los estados de ánimo positivos, desalientan el pensamiento sistemático y la gente es más susceptible a seguir la corriente y a cometer más errores por sus sesgos de pensamiento.

     Dice la autora que la incesante búsqueda de felicidad  y la imposibilidad de lograrla  nos daña cada vez más. Sugiere explorar una realidad sin ilusiones para liberarse de una falsa positividad.  

     La sociedad requiere individuos que funcionen bien dentro del mecanismo social. Todo aquello que lo impida se ve como una enfermedad o una anormalidad. Para lograrlo, la industria farmacéutica se ha vuelto una pieza clave produciendo drogas que ayudan a modificar el comportamiento de las personas para volverlas “normales” e incluso, más productivas.

     Si bien, en casos de enfermedad mental grave salvan vidas, aplicados a personas relativamente normales, las hacen alcanzar estados de felicidad y productividad artificiales. Así, las personas logran rendimientos más elevados en el trabajo o en el desempeño físico.

     Como se desprende del libro de Huxley, el mundo feliz no es tal. A cambio de la uniformidad y la felicidad artificial se pierden cualidades únicas de los seres humanos. En ese sentido, la tristeza es una emoción que, si bien para la vida productiva puede no ser útil, es necesaria para una vida interior más completa y, como indica Reshe, para apreciar mejor la realidad.  

     En lugar de evitar la angustia y la tristeza, estas se pueden convertir en una fuerza positiva que ayude a liberar al individuo de las cadenas que impone una sociedad que busca individuos “normales”, adaptados a un orden preestablecido, centrado en el dominio de las élites y la economía y no centrado en la persona, tal y como sucede en la novela de Huxley.

     Quizá reconocer que vivimos en un mundo infeliz, como lo sugiere Reshe, nos haga vivir mejor o por lo menos, no vivir engañados buscando una felicidad inalcanzable.  

________________________________________________________________
http://www.heraldo.mx/tag/todo-terreno/                    Twitter: @octaviodiazg


3 de enero de 2020

EL BAÚL DE LOS TESOROS




Por: Octavio Díaz García de León.

“Los poetas no tienen biografía. Su obra es su biografía. Pessoa, que dudó siempre de la realidad de este mundo, aprobaría sin vacilar que fuese directamente a sus poemas, olvidando los incidentes y los accidentes de su vida terrestre. Nada en su vida es sorprendente –nada, excepto sus poemas.”
                                                                                         Octavio Paz
                                  
   Octavio Paz me dio a conocer en mi adolescencia a Pessoa. Desde entonces, he tratado de seguir la huella del poeta portugués, la cual parece inagotable, acumulada en un enorme baúl lleno de papeles que aún están por recuperarse en su totalidad.

    Fernando Antonio Nogueira Pessoa nació en Lisboa en 1888 y falleció en esa misma ciudad en 1935. Publicó muy poco en vida: un par de obras en inglés, algunos artículos y unos pocos poemas en revistas; solo un libro en portugués: Mensaje.

   Vivió en Sudáfrica de niño,  donde tuvo una educación esmerada y aprendió inglés que para él fue más que su segunda lengua. No tuvo más profesión que traducir cartas comerciales y  otro tipo de traducciones con lo que se mantuvo a lo largo de su vida.

    Quiso casarse pero no llegó lejos en su intento, permaneciendo soltero. Tuvo una vida de oficinista, solitario, bebedor consuetudinario; “Un bueno para nada”, como diría alguno de sus familiares. Pero con una vida interior asombrosa que se pudo conocer  gracias al trabajo de rescate de sus papeles.

   La grandeza del poeta la atestigua  por ejemplo, Harold Bloom en su libro “El Canon Occidental” donde lo pone junto a Borges y Neruda, los tres como herederos de Walt Whitman. Además, se le considera el más grande poeta en lengua portuguesa de todos los tiempos.

    Si publicó tan poco en vida, ¿cómo llegó a ser  uno de los mayores poetas del siglo XX? El secreto está en un baúl. Un baúl donde se atesoró los escritos de Fernando Pessoa y que alcanzan alrededor de 30,000 documentos de su autoría atribuidos a 136 heterónimos y del cual no se ha terminado de rescatar todo. (https://www.elpais.com.co/entretenimiento/cultura/el-baul-insondable-de-fernando-pessoa.html )

   Los heterónimos, como Pessoa los llamó, eran autores ficticios con obra y biografías propias. Con estilos diferenciados que incluso dialogaban entre sí y escribían críticas el uno del otro. A diferencia de los seudónimos que solo esconden el nombre verdadero del autor, los heterónimos son personajes independientes de su creador.

    Los más conocidos son  Alberto Caeiro, Álvaro de Campos,  Ricardo Reis y Bernardo Soares. De ellos, diría Octavio Paz que,  “Reis cree en la forma, Campos en la sensación. Pessoa en los símbolos. Caeiro no cree en nada.”

    Álvaro de Campos fue un ingeniero naval judío que impulsó el futurismo y creó dos de los más grandes poemas del siglo XX; Alberto Caeiro, era un pastor sabio,  en armonía con la naturaleza. Ricardo Reis, fue un latinista en la tradición neoclásica.

    Bernardo Soares es el autor de “El Libro del Desasosiego”,  especie de diario que Pessoa escribió a lo largo de su vida,  donde se encuentran profundas reflexiones, aforismos, poesía en prosa y ensayos breves. No se ha rescatado en su totalidad. 

    ¿Cómo es posible tener una vida interior tan rica y una vida exterior tan anodina? Quizá pasa en muchos casos. Millones de mentes creativas que nunca dieron salida a sus obras y pensamientos, escondidas en el silencio. Quizá  no todas estas ideas y obras perdidas merecieron sobrevivir.

    Sin embargo, ahora ni siquiera hay baúles donde guardar escritos pues hemos dejado casi de escribir con pluma y papel o imprimir lo que escribimos en computadora.  Nos confiamos en el ciberespacio donde pensamos que cualquier cosa que se suba a él,  estará allí para siempre. Pero eso puede no ser cierto.

    Estamos llegando a la era en que todo será susceptible de perderse para siempre. Una inscripción en una piedra con un texto o una pintura, puede durar miles de años; un escrito en papel, papiro o materiales similares puede sobrevivir algunos siglos.

    Lo que se guarda en medios electrónicos puede perdurar mientras la tecnología para leerlos, sobreviva y de esto no sabemos. Podríamos estar en la época cuando   más información se genera y almacena y de la que puede no quedar huella. Si Pessoa hubiese vivido en nuestra época, quizá toda su obra se habría perdido irremediablemente.

    Disfrutemos por lo pronto de lo que escribió Pessoa, quien con resignación,  parecía no importarle que su obra no sobreviviera:  

“Si muero joven
Sin poder publicar libro alguno,
Sin ver la cara que tienen mis versos en letra impresa,
Pido que, si alguien se quiere preocupar por mi causa,
Que no se preocupe.
Si así sucedió es que así tenía que suceder.”
                                                                      Alberto Caeiro (Fernando Pessoa)

Les deseo un año 2020 lleno de paz, tranquilidad, felicidad, amor y salud.
________________________________________________________________
http://www.heraldo.mx/tag/todo-terreno/                        Twitter: @octaviodiazg