Por: Octavio Díaz García de León.
“Los poetas no tienen biografía. Su obra es su
biografía. Pessoa, que dudó siempre de la realidad de este mundo, aprobaría sin
vacilar que fuese directamente a sus poemas, olvidando los incidentes y los
accidentes de su vida terrestre. Nada en su vida es sorprendente –nada, excepto
sus poemas.”
Octavio Paz me dio a conocer en mi adolescencia a Pessoa. Desde
entonces, he tratado de seguir la huella del poeta portugués, la cual parece inagotable,
acumulada en un enorme baúl lleno de papeles que aún están por recuperarse en
su totalidad.
Fernando Antonio Nogueira Pessoa nació en Lisboa en 1888 y falleció en
esa misma ciudad en 1935. Publicó muy poco en vida: un par de obras en inglés,
algunos artículos y unos pocos poemas en revistas; solo un libro en portugués: Mensaje.
Vivió en Sudáfrica de niño, donde tuvo una educación esmerada y aprendió
inglés que para él fue más que su segunda lengua. No tuvo más profesión que
traducir cartas comerciales y otro tipo
de traducciones con lo que se mantuvo a lo largo de su vida.
Quiso casarse pero no llegó lejos en su intento, permaneciendo soltero.
Tuvo una vida de oficinista, solitario, bebedor consuetudinario; “Un bueno para
nada”, como diría alguno de sus familiares. Pero con una vida interior
asombrosa que se pudo conocer gracias al
trabajo de rescate de sus papeles.
La grandeza del poeta la atestigua
por ejemplo, Harold Bloom en su libro “El Canon Occidental” donde lo
pone junto a Borges y Neruda, los tres como herederos de Walt Whitman. Además, se
le considera el más grande poeta en lengua portuguesa de todos los tiempos.
Si publicó tan poco en vida, ¿cómo llegó a ser uno de los mayores poetas del siglo XX? El
secreto está en un baúl. Un baúl donde se atesoró los escritos de Fernando
Pessoa y que alcanzan alrededor de 30,000 documentos de su autoría atribuidos a
136 heterónimos y del cual no se ha terminado de rescatar todo. (https://www.elpais.com.co/entretenimiento/cultura/el-baul-insondable-de-fernando-pessoa.html )
Los heterónimos, como Pessoa los llamó, eran autores ficticios con obra
y biografías propias. Con estilos diferenciados que incluso dialogaban entre sí
y escribían críticas el uno del otro. A diferencia de los seudónimos que solo
esconden el nombre verdadero del autor, los heterónimos son personajes independientes
de su creador.
Los más conocidos son Alberto
Caeiro, Álvaro de Campos, Ricardo Reis y
Bernardo Soares. De ellos, diría Octavio Paz que, “Reis cree en la forma, Campos en la sensación.
Pessoa en los símbolos. Caeiro no cree en nada.”
Álvaro de Campos fue un
ingeniero naval judío que impulsó el futurismo y creó dos de los más grandes
poemas del siglo XX; Alberto Caeiro, era un pastor sabio, en armonía con la naturaleza. Ricardo Reis, fue
un latinista en la tradición neoclásica.
Bernardo Soares es el autor de “El Libro del Desasosiego”, especie de diario que Pessoa escribió a lo
largo de su vida, donde se encuentran
profundas reflexiones, aforismos, poesía en prosa y ensayos breves. No se ha
rescatado en su totalidad.
¿Cómo es posible tener una vida interior tan rica y una vida exterior
tan anodina? Quizá pasa en muchos casos. Millones de mentes creativas que nunca
dieron salida a sus obras y pensamientos, escondidas en el silencio. Quizá no todas estas ideas y obras perdidas merecieron
sobrevivir.
Sin embargo, ahora ni siquiera hay baúles donde guardar escritos pues
hemos dejado casi de escribir con pluma y papel o imprimir lo que escribimos en
computadora. Nos confiamos en el
ciberespacio donde pensamos que cualquier cosa que se suba a él, estará allí para siempre. Pero eso puede no
ser cierto.
Estamos llegando a la era en que todo será susceptible de perderse para
siempre. Una inscripción en una piedra con un texto o una pintura, puede durar
miles de años; un escrito en papel, papiro o materiales similares puede
sobrevivir algunos siglos.
Lo que se guarda en medios electrónicos puede perdurar mientras la
tecnología para leerlos, sobreviva y de esto no sabemos. Podríamos estar en la
época cuando más información se genera y almacena y de la
que puede no quedar huella. Si Pessoa hubiese vivido en nuestra época, quizá
toda su obra se habría perdido irremediablemente.
Disfrutemos por lo pronto de lo que escribió Pessoa, quien con
resignación, parecía no importarle que
su obra no sobreviviera:
“Si muero joven
Sin poder publicar libro
alguno,
Sin ver la cara que tienen mis
versos en letra impresa,
Pido que, si alguien se quiere
preocupar por mi causa,
Que no se preocupe.
Si así sucedió es que así tenía
que suceder.”
Alberto
Caeiro (Fernando Pessoa)
Les deseo un año 2020 lleno de paz, tranquilidad, felicidad, amor y
salud.
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@octaviodiazg
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