22 de diciembre de 2019

EN DEFENSA DEL BURÓCRATA




Por: Octavio Díaz García de León.


“Platón dijo que la gente buena no necesita leyes para actuar responsablemente mientras que la gente mala encontrará siempre formas para evadir la ley. Al pretender que las normas eliminarán la corrupción, hemos logrado humillar a la gente honesta y proporcionado un velo de opacidad y complejidad para los malos. Pero esto no es culpa de burócratas venales.” 

                                                                                        ― 
Philip K. Howard,
                                   
   La idea: Trabajar para el gobierno no genera mucho prestigio, salvo en contados casos. La población tiende a ver a la burocracia como ineficiente, corrupta, privilegiada y sin mucho compromiso con la sociedad. Como en todo, hay algo de cierto, pero más bien, mucha incomprensión. Habrá que equilibrar esta percepción y cambiar lo que no funciona de la burocracia.

    Alrededor de 5 millones de personas trabajan para los gobiernos federal, estatal y municipal lo que representa alrededor del 10% de la población económicamente activa. Prestan todo tipo de servicios a la población: desde seguridad pública y nacional hasta educación y servicios médicos.

   Muchos de ellos trabajan en condiciones muy precarias: policías con poco armamento, mala paga, horarios muy largos y muy poca seguridad social; médicos y enfermeras que enfrentan sobresaturación de sus instalaciones, falta de medicamentos e instrumentos de trabajo y cuyos salarios son bajos en función de su preparación; maestros que trabajan en instalaciones inadecuadas y con pocos incentivos.

   Sin embargo, la imagen del burócrata no es la del servidor público que trabaja en condiciones casi heroicas para dar lo mejor de sí y atender a la población, como sucede en muchos casos.

   Su imagen suele ser de oficinistas ineficientes, corruptos, desmotivados, incompetentes y con falta de interés en atender a la población. Sin duda existen algunos así, pero hay que ver porqué.

   Debemos recordar que el servidor público solo puede hacer lo que le permite la ley y las normas que rigen su trabajo. A diferencia de cualquier otra persona que puede hacer lo que quiera siempre y cuando la ley no lo prohíba.

    Esta diferencia es muy relevante. Tenemos leyes disfuncionales que no aplican a la realidad de México y otras normas que limitan y entorpecen la acción del servidor público. Todo ello en un contexto donde existen fiscalizadores que revisan si los servidores públicos se apegan a la norma y los sancionan si no lo hacen.

   Se ha mencionado que existe una burocracia dorada y efectivamente allí está:

   1.    Todavía hay altos funcionarios que tienen oficinas lujosas, choferes, secretarios particulares, comedores privados, escoltas, vehículos de todo tipo, etc.
    2.    Dirigentes sindicales de los burócratas que rara vez rinden cuentas de las cuotas de sus agremiados y que se enriquecen en sus cargos, como Elba Esther Gordillo o Carlos Romero Deschamps.
     3.    Trabajadores sindicalizados de empresas como CFE y PEMEX quienes llegan a tener percepciones superiores a las del presidente y pensiones muy cuantiosas. 
     4.    Otros trabajadores sindicalizados del gobierno que se han vuelto intocables y a quienes no se les puede despedir.

En contraste, hay segmentos de la burocracia que tienen condiciones de trabajo adversas:

    1.    Los mandos medios y superiores a los que se les ha reducido sueldo y prestaciones, quienes tienen cargas de trabajo excesivas con horarios demasiado largos y a quienes se les despide sin respetar sus derechos laborales.
     2.    Miembros de las fuerzas de seguridad que arriesgan su vida en condiciones muy difíciles y a quienes, por ejemplo, se les pide que cambien de residencia de un día para otro sin ningún tipo de apoyo y sin consideración a su situación familiar y personal.
    3.    Burocracia de bajo nivel, muchos de ellos de ventanilla, quienes carecen de oficinas dignas, herramientas  de trabajo adecuadas y tienen exceso de trabajo por falta de capacidad instalada.

   También es de destacar las agresiones que los burócratas sufren por parte del público al que atienden, quien no entiende las limitaciones que tienen los burócratas para hacer su trabajo. Es frecuente ver agresiones físicas en ventanillas de gobierno o a policías e inspectores agredidos por cumplir con su deber.
  
   El caso extremo de agresión es aquella que atenta contra su vida. Tan solo este año han sido asesinados 415  policías (https://causaencomun.org.mx/beta/registro-de-policias-asesinados-2019/) y para los cuales casi no se muestra pesar por parte de la sociedad. Para otras sociedades el asesinato de policías en una gran ofensa.  

   Quizá haga falta un ombusdman de los burócratas, quienes tienen muy pocas herramientas de defensa, especialmente quienes no pertenecen a la burocracia dorada.

   También hace falta una reforma para mejorar el servicio público con mejor infraestructura y políticas de recursos humanos que respeten la dignidad de los trabajadores del gobierno.  

   Si el gobierno quiere dar servicios púbicos debe haber un compromiso para que estos sean de excelencia. Para ello debe tener recursos humanos, materiales y financieros suficientes para dar servicios de calidad a bajo costo. Se requiere para ello servidores públicos motivados, capacitados, bien pagados y con las herramientas necesarias. Todos ellos bajo la dirección de una gerencia pública profesional que hoy es prácticamente inexistente.

    Quizás entonces cambiará la mala imagen, injusta en su mayor parte, de la gran mayoría de burócratas.   

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