Por: Octavio Díaz García de León.
“Platón dijo que
la gente buena no necesita leyes para actuar responsablemente mientras que la
gente mala encontrará siempre formas para evadir la ley. Al pretender que las
normas eliminarán la corrupción, hemos logrado humillar a la gente honesta y
proporcionado un velo de opacidad y complejidad para los malos. Pero esto no es
culpa de burócratas venales.”
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La idea: Trabajar para el gobierno no genera
mucho prestigio, salvo en contados casos. La población tiende a ver a la burocracia
como ineficiente, corrupta, privilegiada y sin mucho compromiso con la sociedad.
Como en todo, hay algo de cierto, pero más bien, mucha incomprensión. Habrá que
equilibrar esta percepción y cambiar lo que no funciona de la burocracia.
Alrededor de 5 millones de personas trabajan para los gobiernos
federal, estatal y municipal lo que representa alrededor del 10% de la
población económicamente activa. Prestan todo tipo de servicios a la población:
desde seguridad pública y nacional hasta educación y servicios médicos.
Muchos de ellos trabajan en condiciones muy precarias: policías con
poco armamento, mala paga, horarios muy largos y muy poca seguridad social;
médicos y enfermeras que enfrentan sobresaturación de sus instalaciones, falta
de medicamentos e instrumentos de trabajo y cuyos salarios son bajos en función
de su preparación; maestros que trabajan en instalaciones inadecuadas y con
pocos incentivos.
Sin embargo, la imagen del burócrata no es la del servidor público que trabaja
en condiciones casi heroicas para dar lo mejor de sí y atender a la población,
como sucede en muchos casos.
Su imagen suele ser de oficinistas ineficientes, corruptos,
desmotivados, incompetentes y con falta de interés en atender a la población.
Sin duda existen algunos así, pero hay que ver porqué.
Debemos recordar que el servidor público solo puede hacer lo que le
permite la ley y las normas que rigen su trabajo. A diferencia de cualquier
otra persona que puede hacer lo que quiera siempre y cuando la ley no lo
prohíba.
Esta diferencia es muy relevante. Tenemos leyes disfuncionales que no
aplican a la realidad de México y otras normas que limitan y entorpecen la
acción del servidor público. Todo ello en un contexto donde existen fiscalizadores
que revisan si los servidores públicos se apegan a la norma y los sancionan si
no lo hacen.
Se ha mencionado que existe una burocracia dorada y efectivamente allí
está:
1. Todavía hay altos
funcionarios que tienen oficinas lujosas, choferes, secretarios particulares,
comedores privados, escoltas, vehículos de todo tipo, etc.
2. Dirigentes
sindicales de los burócratas que rara vez rinden cuentas de las cuotas de sus
agremiados y que se enriquecen en sus cargos, como Elba Esther Gordillo o
Carlos Romero Deschamps.
3. Trabajadores sindicalizados
de empresas como CFE y PEMEX quienes llegan a tener percepciones superiores a
las del presidente y pensiones muy cuantiosas.
4. Otros trabajadores
sindicalizados del gobierno que se han vuelto intocables y a quienes no se les
puede despedir.
En contraste, hay segmentos de la burocracia que tienen condiciones de
trabajo adversas:
1. Los mandos medios y
superiores a los que se les ha reducido sueldo y prestaciones, quienes tienen
cargas de trabajo excesivas con horarios demasiado largos y a quienes se les
despide sin respetar sus derechos laborales.
2. Miembros de las
fuerzas de seguridad que arriesgan su vida en condiciones muy difíciles y a
quienes, por ejemplo, se les pide que cambien de residencia de un día para otro
sin ningún tipo de apoyo y sin consideración a su situación familiar y personal.
3. Burocracia de bajo
nivel, muchos de ellos de ventanilla, quienes carecen de oficinas dignas, herramientas de trabajo adecuadas y tienen exceso de
trabajo por falta de capacidad instalada.
También es de destacar las agresiones que los burócratas sufren por
parte del público al que atienden, quien no entiende las limitaciones que
tienen los burócratas para hacer su trabajo. Es frecuente ver agresiones
físicas en ventanillas de gobierno o a policías e inspectores agredidos por
cumplir con su deber.
El caso extremo de agresión es aquella que atenta contra su vida. Tan
solo este año han sido asesinados 415 policías (https://causaencomun.org.mx/beta/registro-de-policias-asesinados-2019/)
y para
los cuales casi no se muestra pesar por parte de la sociedad. Para otras
sociedades el asesinato de policías en una gran ofensa.
Quizá haga falta un ombusdman de los burócratas, quienes tienen muy
pocas herramientas de defensa, especialmente quienes no pertenecen a la
burocracia dorada.
También hace falta una reforma para mejorar el servicio público con
mejor infraestructura y políticas de recursos humanos que respeten la dignidad
de los trabajadores del gobierno.
Si el gobierno quiere dar servicios púbicos debe haber un compromiso
para que estos sean de excelencia. Para ello debe tener recursos humanos,
materiales y financieros suficientes para dar servicios de calidad a bajo
costo. Se requiere para ello servidores públicos motivados, capacitados, bien
pagados y con las herramientas necesarias. Todos ellos bajo la dirección de una
gerencia pública profesional que hoy es prácticamente inexistente.
Quizás entonces cambiará la mala imagen, injusta en su mayor parte, de
la gran mayoría de burócratas.
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