22 de agosto de 2025

¿QUÉ PASA CON LOS ÓRGANOS INTERNOS DE CONTROL?

  

Por: Octavio Díaz García de León

 

   En las últimas semanas, dos noticias han llamado la atención sobre lo que sucede en los órganos internos de control (OIC) federales, instancias clave para el control interno de las instituciones públicas.

   En la Fiscalía General de la República (FGR), su titular solicitó la renuncia al titular del OIC y a sus nueve colaboradores principales, algunos de ellos señalados por presuntos actos de corrupción que incluyen tráfico de influencias, omisiones graves y otros delitos.

   En el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), el nuevo titular del OIC cesó a 15 funcionarios del OIC. La razón: descubrió que estas personas, contratadas por su antecesor,  tenían redes de nepotismo,  incumplían con horarios, no iban a trabajar y carecían de los perfiles técnicos para el cargo. De acuerdo con reportes periodísticos, algunos de estos “aviadores” operaban políticamente para el Partido del Trabajo en Jalisco.

Un problema de origen: designación y supervisión

   Los titulares de OIC de organismos autónomos como los citados anteriormente, son designados por la Cámara de Diputados. Esto debería garantizar perfiles idóneos, pero los casos recientes muestran deficiencias en los filtros de selección.

   Además, estas autoridades sólo pueden ser removidas por la propia Cámara y carecen de mecanismos claros de rendición de cuentas. Apenas a principios de julio de este año,  se le dio facultades a la Contraloría Interna de la Cámara de Diputados para investigar y sancionar por la vía administrativa a estos funcionarios, a pesar de que los primeros fueron nombrados hace más de seis años. 

    Por otra parte, en abril de este año, el Comité de Participación Ciudadana del Sistema Nacional Anticorrupción (SNA) publicó un estudio que identifica los puestos con mayor riesgo de corrupción en la administración pública federal. Entre ellos,  posiciones clave de los OIC que dependen de la Secretaría Anticorrupción y Buen Gobierno (SABG). Aunque los hallazgos no son novedosos, sí pone el foco nuevamente en una problemática conocida: la vulnerabilidad de los OIC a presiones políticas y a prácticas irregulares.

Cuando el control interno se convierte en complicidad

   Dicho estudio informa acerca de lo sucedido en el sexenio pasado, cuando la entonces Secretaría de la Función Pública instruyó a las áreas de auditoría a realizar “acompañamientos” a las dependencias auditadas. En la práctica, esto derivó en “negociaciones” para suavizar o eliminar observaciones que podían tener impacto negativo en el erario o en la imagen política de las instituciones. Si bien la función de un OIC incluye asesorar a las instituciones que fiscaliza y prevenir riesgos, estas prácticas no deben cruzar la línea hacia la complicidad, debilitando la autonomía del OIC y la confianza ciudadana.

Reformas y retos pendientes

  Dados estos acontecimientos, la Cámara de Diputados debe mejorar sus procesos de selección, asegurando que los candidatos a titulares de OIC —en instancias donde tiene jurisdicción como FGR, INEGI e INE— y para la próxima elección del Auditor Superior de la Federación, cuenten con trayectoria probada, pasen exámenes técnicos y de control de confianza, y estén sujetos a evaluaciones periódicas de desempeño.

   Por su parte, la SABG ha emprendido cambios internos para revertir el esquema operativo ineficaz heredado del sexenio pasado. Su nuevo Reglamento Interno clarifica procesos y permite a los OIC que dependen de ella, funcionar mejor que en el pasado.  

  Además, separa la labor de supervisión de entidades y dependencias y la de coordinar a los OIC —que antes realizaban los “comisarios” -- en dos figuras: Directores Generales de Prevención de la Corrupción y Mejora Continua y titulares de Unidades de Vigilancia.  Esto facilita el vigilar a las instituciones del gobierno federal y la gestión de casi 200 OIC´s y oficinas de representación.

  También la SABG está retomando procesos meritocráticos de selección para nuevos titulares de OIC y oficinas de representación, asegurando mejores perfiles. Falta que el tablero de control de los OIC vuelva a tener la fuerza que tuvo en sexenios anteriores y con la cual se medía la eficiencia y eficacia de los OIC, asegurándose de que cumplieran con sus objetivos.

   Finalmente, está por entrar en operación el centro de control de confianza de la SABG que instrumentará el proceso de evaluación de confianza de los servidores públicos que ocupen cargos estratégicos, de riesgo o de alto nivel en el gobierno federal, con lo cual  podrá orientar sus esfuerzos a las áreas más vulnerables a la corrupción que no siempre son las administrativas, sino aquellas sustantivas que manejan programas, recursos y decisiones de alto impacto en las instituciones del gobierno federal.

   Con estas reformas y la intervención decidida del OIC en la SABG, cuyo titular fue nombrado por la Presidenta Sheinbaum, la SABG podrá reforzar controles internos,  garantizar la independencia de los OIC para mitigar los riesgos de corrupción dentro de los OIC y que puedan realizar con eficacia el trabajo para el que fueron creados. Falta que la Cámara de Diputados haga lo que le corresponde.  

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