El proyecto
para la emisión de una cédula de identidad ciudadana data por lo menos de 1974
cuando se reformó la Ley General de Población. Tiene sus antecedentes en
diversos documentos de identidad que han existido en muchas naciones a lo largo de los siglos. La
cédula de identidad es un documento muy necesario en la actualidad. En bancos,
aeropuertos, en transacciones de todo tipo, oficiales o comerciales, se solicita frecuentemente alguna identificación para asegurarse que la
persona que está realizando la transacción sea verdaderamente la titular de la
personalidad que ostenta. Ante esta necesidad y la falta de una cédula de
identidad, diversos documentos tratan de llenar este vacío. Tenemos por ejemplo
al pasaporte, a la cédula profesional, a la licencia de manejo y la más
socorrida que es la credencial para votar emitida por el Instituto Federal Electoral
(IFE). Pero ninguno de estos documentos tiene como propósito expreso el identificar
a las personas de manera universal. Son identificaciones con propósitos
específicos: para salir del país, para manejar, para ejercer una profesión o
para votar. En los últimos 38 años ha habido diversos intentos para emitir
dicha cédula y no fue hasta 2011 que la Secretaría de Gobernación (SEGOB),
quien es la responsable de la emisión de esta cédula de identidad, inició en forma esta emisión.
El proyecto estaba listo para iniciarse en 2010 y contaba
con metas muy ambiciosas. Sin embargo su
arranque se detuvo debido a la oposición de diversos partidos políticos y la
preocupación del IFE de que fuera a desplazar a su credencial para votar como
documento de identificación. El proyecto entonces se acotó para credencializar
a los menores de 18 años que al no tener edad para votar carecen de credencial
del IFE y en general carecen de una identificación oficial universal.
Existen
diversas opiniones acerca de la necesidad de contar con una identificación
universal segura y confiable como la cédula que emite SEGOB. En su favor
podemos mencionar los siguientes
argumentos:
1. No existe un
documento universal de identificación que permita acreditar fehacientemente la
personalidad de los mexicanos.
2. La
usurpación de la identidad, que hoy en día es muy fácil de realizar, origina
fraudes de todo tipo y causa otro tipo de daños a las personas.
3. La
delincuencia se aprovecha de la facilidad para tener diversas identidades con
lo que resulta más difícil capturarlos y procesarlos.
4. Las
dependencias federales con atención al público tales como IMSS o ISSSTE emiten
credenciales para sus derechohabientes y todo el gobierno para sus empleados,
lo cual multiplica el número de
credenciales que cada persona debe portar para tener acceso a servicios o a su lugar
de trabajo.
5. Los menores
de 18 años no cuentan con documentos de identificación lo que los hace
vulnerables a secuestro, tráfico de menores y otros delitos.
6. La
localización de delincuentes mediante la consulta a la base de datos de esta
cédula podría facilitar su captura.
7. Ayudaría a facilitar
el cobro de apoyos sociales que otorga el gobierno y evitar la corrupción en el
reparto de dichos apoyos al asegurarse que sólo los beneficiarios genuinos los reciben.
Los argumentos
en contra podrían ser:
1. La información contenida en la base de datos de la
cédula contiene datos personales cuya divulgación podría poner en riesgo la
seguridad de las personas. Por cierto, nunca se cuestiona en manos de quien
están y que tan seguras son las bases de datos de las credenciales que usamos hoy en día.
2. El gobierno podría
usar esa información con fines de persecución política.
3. La credencial del IFE, que ya existe y es ampliamente
aceptada, debería ser el documento de identidad y no sacar uno nuevo.
4. Representa una invasión a la privacidad de las
personas al tomar registros biométricos.
5. Las nuevas tecnologías van a hacer innecesaria una
credencial. Por ejemplo hoy ya hay bancos que en lugar de identificación piden
simplemente que se registren las huellas digitales de las personas y cada vez
que se realiza una transacción en ventanilla sólo piden la huella digital. En el futuro en lugar de credencial podría existir
un chip, una RFID (Identificación con transmisión de radiofrecuencia), o un
registro biométrico tal como las huellas digitales o el iris del ojo.
Sin dejar de considerar los
argumentos en contra, la urgencia de contar
con la cédula de identidad se puede
ejemplificar con el dato que dio la ONG “Fundación para la Justicia y el Estado Democrático de
Derecho” del número de muertos sin
identificar a raíz de los enfrentamientos entre delincuentes en los últimos 5 años y que ascendió a
alrededor de 10,000 personas. La carencia de identificación hace mucho más difícil
rastrear a delincuentes e identificar a víctimas inocentes. Es por ello que en el 2008
uno de los acuerdos tomados en la firma del Acuerdo Nacional por la Seguridad,
Justicia y la Legalidad fue que se emitiera la cédula de identidad de los
mexicanos. Ahora, dado el retraso en el
proyecto, urge que se emita esta cédula y que lo haga de preferencia una
instancia del gobierno federal. Esperamos que la nueva administración lleve adelante este proyecto que podría mejorar la seguridad de la población y otorgar
otros beneficios.
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