27 de diciembre de 2012

LA HUMANIDAD ANTE EL COSMOS


 

Para Papá que me enseñó a explorar el universo.

 

       Hace apenas doscientos años la humanidad ni siquiera sospechaba que hubiese un universo vasto y caótico. Hoy en día  los científicos hablan  incluso de que existen  universos paralelos. Para las personas de aquella época su universo se reducía a su aldea de la que nunca salían y la naturaleza que les rodeaba. Las estrellas en el cielo eran  puntos luminosos agrupados en lo que parecían figuras a las cuales los astrólogos atribuían misteriosas influencias en la vida de los humanos.

 

       El siglo XX cambió por completo la noción del cosmos. De repente  la humanidad supo que nada viaja más rápido que la luz; que las estrellas son grandes masas de hidrógeno y helio encendidas en reacciones nucleares liberando enormes cantidades de energía; que los planetas giran alrededor del sol,  no atraídos por él, sino recorriendo un misterioso camino de espacio distorsionado por la gravedad; que nuestro Sol es sólo una estrella entre 300 mil millones en nuestra galaxia y está ubicado en el brazo de Orión y Cisne en esa espiral de estrellas que nuestros antepasados bautizaron como Vía Láctea. Pero además,  la nuestra es sólo una galaxia entre lo que se estima son más de 170 mil millones de galaxias en el universo visible. La vastedad del universo rebasa nuestra imaginación. Tenemos a  miles de millones de galaxias que a su vez tienen cada una miles de millones de estrellas y cada estrella es posible que tenga planetas como los de  nuestro sistema solar. Entre tantos planetas, ¿no habrá algunos en que haya vida o será un fenómeno exclusivo de este pequeño planeta azul en un sistema solar cuyo centro  es una modesta estrella girando alrededor del centro de una galaxia común y corriente? ¿Serán la vida y la inteligencia un mero producto del azar? ¿No habrá algo semejante en el resto del universo?

 

        Habrá quien  explique el origen de la vida y la inteligencia  en base a los designios de Dios. Otros dirán que fue el azar con sus probabilidades y los miles de millones de años que tomó que se desarrollaran, primero la vida y más recientemente la inteligencia que  tendrá unos cuantos millones de años. Es muy difícil saberlo.

 

       La especie humana,  ante esta vastedad desmesurada,  se siente  demasiado sola y frágil, sujeta a las vicisitudes de una humanidad capaz de autodestruirse.  También siente claustrofobia en este mundo que le empieza a quedar chico y mira hacia afuera. Estas ansias por salir de su espacio conocido explotó hace 500 años cuando la  aventura consistía en atravesar los  mares  que no se sabía si tenían fin, para alcanzar lejanas tierras y ver si estaban habitadas por quien sabe que extrañas civilizaciones. En el siglo pasado el Hombre viajó a la Luna.  Ahora quiere ir a Marte. La humanidad desea salir de este mundo y explorar y conquistar otros mundos;  también ansía saber si hay vida en otras partes del universo. Quizá dentro de 500 años cuando  los planetas de nuestro sistema solar y mas probablemente sus satélites ya hayan sido recorridos y  habitados por nuestra raza, se intentará  viajar a las 72 estrellas que están a menos de 16.3 años luz de distancia; y quizá dentro de 5000 años más,  las estrellas de la Vía Láctea estén ya al alcance de los seres humanos y entonces querrán ir a otras galaxias. Así como no se imaginaron nuestros antepasados hace 500 años que recorreríamos el mundo en aviones en unas cuantas  horas  o que iríamos a la Luna y a Marte,  no es descabellado pensar que los humanos puedan salir de la Tierra hacia otros mundos.

 

        Pero los seres humanos que vivimos hoy tenemos poca esperanza de saber si hay vida e inteligencia fuera de nuestro planeta. Lo único que nos queda es pensar que hay otras  civilizaciones que nos puedan visitar.  Libros y películas reflejan este sueño, tales como  “Contacto” de Carl Sagan, en donde una civilización que vive en una estrella cercana hace contacto con la Tierra y envía los planos de una nave para irlos a visitar;  o “Encuentros cercanos del Tercer Tipo” en donde  llegan extraterrestres para devolver a personas que habían desaparecido misteriosamente  para llevarse a otros dispuestos a convivir con ellos.

 

        Nuestra civilización ha dado origen a sectas que se suicidan pensando que así irán al encuentro de extraterrestres. Todos los días en todas partes del mundo se avistan objetos voladores no identificados a los que se les atribuye origen extraterrestre. Las supuestas evidencias de que seres de otros mundos  han llegado a la Tierra se multiplican. Detrás de ese deseo de que haya extraterrestres se esconde el temor a estar solos en el universo y el sentirse   pequeños e indefensos. Somos incrédulos de que podamos ser un fenómeno único en esta inmensidad; de que podamos ser producto solamente del azar y del tiempo.

 

        Incrédulos ante lo extraño que resulta el fenómeno de la vida y la posibilidad de tener inteligencia, la especie humana sale a buscar compañía u observa esperanzada a ver si alguien viene de visita. Quizá resulte que a lo mejor, efectivamente no estamos solos.

 
Referencias:
Galaxia y Vía Láctea en Wikipedia. 

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