1 de mayo de 2014

LA ESTRATEGIA DEL SILENCIO


@octaviodiazg

     Creo que hay consenso en reconocer que la estrategia de comunicación del gobierno federal ha sido muy eficaz. Yo la llamaría la estrategia del silencio donde con gran eficacia desaparecen de los medios de comunicación las noticias incómodas. Algunos ejemplos: Pasamos de un sexenio prácticamente mono temático obsesionado en el combate al crimen organizado,  al del presidente Peña que logró minimizar el tema de la seguridad en las noticias a pesar de que, conforme a las estadísticas de homicidio y delitos como extorsión o secuestro, la realidad es prácticamente igual que en el sexenio anterior. En su lugar fue capaz de colocar en la atención pública los temas del Pacto por México y las reformas constitucionales, algunas “gatopardistas” pero otras trascendentes como la energética.

    Otro ejemplo es la explosión que destruyó un edificio de PEMEX en el corazón de la ciudad de México en enero de 2013 en el conjunto de edificios corporativos de la empresa  y que acabó con la vida de por lo menos 36 personas y provocó más de 120 heridos siendo  la mayor tragedia en la ciudad de México desde los sismos de 1985. La explicación de que fue una explosión  de gas metano cuando no hubo huellas de fuego, parece improbable pero no soy experto en esos temas. Lo notable es como dejó de ser noticia muy pronto una de las mayores tragedias en la historia reciente de la ciudad de México a pesar de las explicaciones poco satisfactorias del origen de la explosión e incluso con la versión de autoridades americanas de que se trataba de una bomba. Ni deudos ni trabajadores petroleros volvieron a chistar.

     Otro caso en donde la estrategia del silencio  venía funcionando bien era en Michoacán donde los abusos de los Templarios llegaban ya a niveles intolerables. La estrategia dejó de funcionar al surgir  el movimiento de autodefensa en febrero del año pasado aunque no fue sino hasta mayo cuando a través del Diario Milenio se supo del sitio que pusieron los Templarios a tres municipios de Michoacán impidiendo que llegaran mercancías y medicinas a más de 35,000 habitantes, resultado de la guerra que se desarrollaba en esa región.  La estrategia del silencio y de la inacción federal falló y obligó a hacer frente al problema culminando en enero de este año con la  llegada del Comisionado por la Paz  quien, por cierto,  ha sido  contrario a la estrategia del silencio quizá llevado por su protagonismo. Por cierto, sorprende la noticia de que se lleven registradas (no recogidas) más de 1600 armas de fuego en posesión de las autodefensas, la mayoría de uso exclusivo del ejército, lo que da una idea del tamaño del pequeño ejército levantado en armas en esa región enfrentado a los Templarios.  Donde  también había funcionado la estrategia del silencio era en Tamaulipas hasta hace poco que se supo de decenas de muertos  en enfrentamientos ocurridos en pocos días y  dando indicios  que  la situación allí es quizá peor que en Michoacán.

     Creo que todo gobierno debe intentar dar una imagen positiva del país y de su gestión y aparentemente la estrategia de silencio del gobierno federal ha sido eficaz. Para instrumentarla quizá se usan las herramientas de siempre: grandes gastos en campañas de comunicación social que alimentan a las empresas dueñas de los medios de comunicación y “orientan” su actuación. Quizá un regreso nostálgico al viejo “Chayote” en donde el dinero para los periodistas fluía en sobres cerrados que salían de las áreas de comunicación social. Quizá la presión derivada de la aplicación selectiva de ciertas leyes o reformas legales en donde podría haber grandes pérdidas o ganancias para los empresarios de la comunicación. Un Presidente disciplinado que habla poco y con mucha prudencia. Secretarios que nadie conoce porque no han salido a medios. Un excelente Vocero del Gobierno de la República que ha sabido conducir con éxito la estrategia. Quizá una combinación de todo eso y más. El caso es que ha funcionado hasta ahora.

      Pero hay focos amarillos en la estrategia. Por ejemplo, el intento de introducir en la reforma a las leyes secundarias de telecomunicaciones algunos artículos para censurar las redes sociales y la internet desató un movimiento popular en su contra. Y es que una estrategia del silencio requiere hoy en día no solo controlar a los medios de comunicación sino a la internet y las redes sociales. Allí está como muestra la primavera árabe que derrocó a tantos regímenes autoritarios en esa región gracias a  movimientos impulsados por esas redes. 

      Hace unos días dos destacados columnistas, León Krauze y Jesús Silva-Herzog Márquez escribían  que al  gobierno federal no le gusta debatir los temas y prefiere el arreglo cupular. Pero esto no es de extrañar si la estrategia es guardar silencio  sobre todo cuando hay que soslayar los temas incómodos o no se está dispuesto a ceder ante la opinión de alguien más. La pregunta es,  ¿Hasta dónde el silencio es más eficaz ante una realidad que lo rebasa o ante políticas impopulares que se desean imponer? Seguramente las personas recurrirán cada vez más a redes sociales, canales como You Tube, Blogs y otros medios por internet para obtener información y manifestar sus opiniones. Entonces  el gobierno deberá cambiar de estrategia y entrar al debate de lo incómodo y entrar en procesos más democráticos de discusión porque intentar controlar a la internet y las redes sociales va a ser muy difícil.  

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