@octaviodiazg
Creo
que hay consenso en reconocer que la estrategia de comunicación del gobierno
federal ha sido muy eficaz. Yo la llamaría la estrategia del silencio donde con
gran eficacia desaparecen de los medios de comunicación las noticias incómodas.
Algunos ejemplos: Pasamos de un sexenio prácticamente mono temático obsesionado
en el combate al crimen organizado, al del
presidente Peña que logró minimizar el tema de la seguridad en las noticias a
pesar de que, conforme a las estadísticas de homicidio y delitos como extorsión
o secuestro, la realidad es prácticamente igual que en el sexenio anterior. En
su lugar fue capaz de colocar en la atención pública los temas del Pacto por
México y las reformas constitucionales, algunas “gatopardistas” pero otras trascendentes
como la energética.
Otro
ejemplo es la explosión que destruyó un edificio de PEMEX en el corazón de la
ciudad de México en enero de 2013 en el conjunto de edificios corporativos de
la empresa y que acabó con la vida de por
lo menos 36 personas y provocó más de 120 heridos siendo la mayor tragedia en la ciudad de México desde
los sismos de 1985. La explicación de que fue una explosión de gas metano cuando no hubo huellas de fuego,
parece improbable pero no soy experto en esos temas. Lo notable es como dejó de
ser noticia muy pronto una de las mayores tragedias en la historia reciente de
la ciudad de México a pesar de las explicaciones poco satisfactorias del origen
de la explosión e incluso con la versión de autoridades americanas de que se
trataba de una bomba. Ni deudos ni trabajadores petroleros volvieron a chistar.
Otro
caso en donde la estrategia del silencio venía funcionando bien era en Michoacán donde
los abusos de los Templarios llegaban ya a niveles intolerables. La estrategia
dejó de funcionar al surgir el
movimiento de autodefensa en febrero del año pasado aunque no fue sino hasta mayo
cuando a través del Diario Milenio se supo del sitio que pusieron los
Templarios a tres municipios de Michoacán impidiendo que llegaran mercancías y
medicinas a más de 35,000 habitantes, resultado de la guerra que se
desarrollaba en esa región. La
estrategia del silencio y de la inacción federal falló y obligó a hacer frente
al problema culminando en enero de este año con la llegada del Comisionado por la Paz quien, por cierto, ha sido
contrario a la estrategia del silencio quizá llevado por su protagonismo.
Por cierto, sorprende la noticia de que se lleven registradas (no recogidas) más
de 1600 armas de fuego en posesión de las autodefensas, la mayoría de uso
exclusivo del ejército, lo que da una idea del tamaño del pequeño ejército
levantado en armas en esa región enfrentado a los Templarios. Donde también
había funcionado la estrategia del silencio era en Tamaulipas hasta hace poco
que se supo de decenas de muertos en
enfrentamientos ocurridos en pocos días y dando indicios que la
situación allí es quizá peor que en Michoacán.
Creo
que todo gobierno debe intentar dar una imagen positiva del país y de su gestión
y aparentemente la estrategia de silencio del gobierno federal ha sido eficaz. Para
instrumentarla quizá se usan las herramientas de siempre: grandes gastos en
campañas de comunicación social que alimentan a las empresas dueñas de los
medios de comunicación y “orientan” su actuación. Quizá un regreso nostálgico
al viejo “Chayote” en donde el dinero para los periodistas fluía en sobres
cerrados que salían de las áreas de comunicación social. Quizá la presión
derivada de la aplicación selectiva de ciertas leyes o reformas legales en
donde podría haber grandes pérdidas o ganancias para los empresarios de la
comunicación. Un Presidente disciplinado que habla poco y con mucha prudencia.
Secretarios que nadie conoce porque no han salido a medios. Un excelente Vocero
del Gobierno de la República que ha sabido conducir con éxito la estrategia. Quizá
una combinación de todo eso y más. El caso es que ha funcionado hasta ahora.
Pero
hay focos amarillos en la estrategia. Por ejemplo, el intento de introducir en
la reforma a las leyes secundarias de telecomunicaciones algunos artículos para
censurar las redes sociales y la internet desató un movimiento popular en su contra.
Y es que una estrategia del silencio requiere hoy en día no solo controlar a
los medios de comunicación sino a la internet y las redes sociales. Allí está como
muestra la primavera árabe que derrocó a tantos regímenes autoritarios en esa
región gracias a movimientos impulsados
por esas redes.
Hace
unos días dos destacados columnistas, León Krauze y Jesús Silva-Herzog Márquez escribían
que al gobierno federal no le gusta debatir los temas
y prefiere el arreglo cupular. Pero esto no es de extrañar si la estrategia es
guardar silencio sobre todo cuando hay
que soslayar los temas incómodos o no se está dispuesto a ceder ante la opinión
de alguien más. La pregunta es, ¿Hasta
dónde el silencio es más eficaz ante una realidad que lo rebasa o ante
políticas impopulares que se desean imponer? Seguramente las personas
recurrirán cada vez más a redes sociales, canales como You Tube, Blogs y otros
medios por internet para obtener información y manifestar sus opiniones. Entonces
el gobierno deberá cambiar de estrategia
y entrar al debate de lo incómodo y entrar en procesos más democráticos de
discusión porque intentar controlar a la internet y las redes sociales va a ser
muy difícil.
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