El
proceso de planeación en el gobierno federal no ha sido muy eficaz porque
ninguno de los planes se han cumplido en los últimos sexenios. Por lo menos es
lo que dice el Dr. Macario Schettino en un artículo publicado en mayo pasado, y
su conclusión es que el Plan Nacional de
Desarrollo (PND) de esta Administración no servirá para nada. La razón que da
es que en un entorno sumamente cambiante no es factible lograr aquello que se
planea con mucha anticipación y por ello el tener un proceso de planeación con mucho detalle no es práctico y
se pierde tiempo en su elaboración. Por ejemplo, en el sexenio del presidente
Calderón, era imposible prever la crisis financiera mundial de 2008 y la
pandemia de gripe H1N1 en 2009, lo cual echó abajo el plan escrito a inicios
del sexenio. También nos recuerda en su artículo que los planes detallados son resabios del
positivismo del siglo XIX que explicaba
al mundo como si obedeciese a leyes claras y que los planes gubernamentales son
un resabio de los planes quinquenales que tan estrepitosamente fracasaron en la
Unión Soviética implantados a partir de 1928. México los imitó con un plan
sexenal en 1933 pero fue hasta 1982 que se llevó a la Constitución la obligatoriedad
de que los gobiernos en turno emitieran un plan sexenal, cuando en el resto del
mundo han caído en desuso.
No
coincido en todo con el Dr. Schettino ni creo que los planes sean inútiles. Es
cierto que los planes no pueden preverlo todo y permanecer sin cambios cuando lo
demás ya cambió. Pero considero que tienen una función normativa importante. La
burocracia requiere planes, programas, indicadores, metas y calendarios para darles dirección en sus actividades y
sobre todo para hacerlos responsables de sus acciones. Los planes son como un mapa de ruta más o menos detallado para conducir los destinos de la burocracia
al destino deseado. Siguiendo la analogía, los mapas no son dinámicos ni
cambian las rutas cuando surgen tormentas u otros obstáculos en el camino, sino
que son simples descripciones del terreno que hay que atravesar para llegar al
destino deseado. Pero no cabe duda que son útiles. Sin claridad de a donde se
quiere llevar la acción de gobierno, la
burocracia dejada sin planes y programas quien sabe para qué fines acabe
trabajando.
El
proceso de planeación en el gobierno requiere pasar del PND, a los planes
sectoriales, a los planes institucionales, a los planes por unidad
administrativa y traducir todo ello en metas específicas para cada persona que
trabaja en el gobierno lo cual resulta complejo. Sin embargo, lo más difícil no
es eso, sino lograr que se cumpla lo
planeado y que los esfuerzos del personal de todos los niveles se orienten al
cumplimiento de los objetivos allí asignados. Puede fallar la implementación
del plan por causas externas debidas a un entorno cambiante o bien por incapacidad gerencial de los funcionarios
responsables. Otra alternativa como estilo de dirección es empoderar a los
funcionarios y dejarlos actuar según lo que consideren mejor para el país (y cuidar
que no actúen por conseguir lo mejor para ellos a costa del país) pero aún no
se sabe cómo hacer esto sin que resulte contraproducente.
Por
todo ello la planeación es necesaria para el gobierno federal, pero existen
obstáculos serios para llevar a cabo un buen proceso de planeación. Por
ejemplo, la Secretaría de Hacienda (SHCP) les pide a las instituciones que
empiecen a preparar su presupuesto para el año siguiente en mayo. Las
oficialías mayores coordinan el ejercicio entre mayo y julio para tener listo
el presupuesto preliminar que consolida SHCP en agosto. Para esto, SHCP
normalmente da “techos” presupuestales que impiden rebasar los presupuestos del
año en curso. Esto ocasiona la producción de un presupuesto, en el mejor de los
casos, inercial. En septiembre se entrega al Congreso y el
Congreso lo aprueba en noviembre, habiéndole metido mano y hecho cambios que
luego la burocracia no sabe cómo operar porque no es lo que solicitó.
Los
primeros años de gobierno son los perores. Por ejemplo el presupuesto de 2013
se negoció en la administración anterior y aunque los equipos de transición
intervengan, es hasta que están en funciones los nuevos funcionarios que se dan
una mejor idea de las necesidades de las instituciones de acuerdo a las nuevas
directrices que van a implementar. El PND se publicó en mayo de 2013 cuando SHCP
ya pedía el presupuesto de 2014. Este año será difícil ligar el PND con el
presupuesto porque faltan los planes sectoriales que salen en noviembre y los
institucionales que se publican en 2014.
Por ello el presupuesto de 2014 tendrá un alto contenido inercial de tal forma
que no será sino hasta 2015, cuando queden sólo 4 años de gobierno, que presupuesto y planes estén más o
menos alineados.
La
realineación de planes, programas y
presupuesto se debe hacer cuando cambian el entorno y las prioridades; también
se requiere que los presupuestos respondan a los planes y no al revés; pero no se
puede dejar a la burocracia sin un plan, sin objetivos y metas claras porque
sería anárquico. Sin embargo el actual
proceso de planeación y presupuestación gubernamental requieren una
reingeniería mayor para que respondan mejor a las necesidades del país y dejen
de ser sólo ejercicios inerciales y a veces inútiles.
_______________________________________________________________
www.heraldo.mx/tag/todo-terreno Twitter: @octaviodiazg
No hay comentarios:
Publicar un comentario