4 de enero de 2011

LA CONQUISTA INACABADA

La conquista del territorio que hoy es México inició en 1518 cuando Hernán Cortés recluta su ejército de unos 800 hombres y parte de Cuba a conquistar las nuevas tierras de América. Bastaron unos trescientos conquistadores españoles junto con sus aliados tlaxcaltecas,  para derrotar  a los aztecas en México-Tenochtitlán tras un sitio prolongado de la ciudad, el 13 de agosto de 1521. Terminaba así la primera etapa de la  conquista del territorio que hoy es México. Una de las consecuencias de  la conquista es que la población indígena pasó de alrededor de  25 millones de nativos en 1519 a sólo un millón en 1605.  La destrucción de los indígenas fue consecuencia de la destrucción de su economía,  de su cultura, de las enfermedades europeas como la  viruela,  de la tecnología de guerra tan superior que trajeron consigo los españoles y la pobreza  y el hambre que ocasionó la conquista. Desde entonces ningún pueblo o nación indígena ha tenido un esplendor superior a las comunidades criollas y mestizas del resto del país.   De acuerdo con INEGI, en 2005, el 9.8%,  esto es 10.1 millones  de la población mexicana, era indígena. Existían 52 pueblos o naciones indígenas que hablaban 51 lenguas y que se encontraban distribuidos en 25 estados. Tan sólo 32 municipios del país concentraban al 22.7% de la población indígena.

La conquista fue un proceso amplio de asimilación, destrucción, cristianización  y occidentalización de las antiguas culturas indígenas logrado mediante la evangelización, el mestizaje, la educación, pero también gracias a la esclavitud,  la destrucción y el aislamiento. Hoy en día el proceso de asimilación de los indígenas al resto del país está  inconcluso. Muchas comunidades indígenas permanecen  aisladas y en la pobreza y en general su grado de marginación es muy superior al promedio nacional. Para ello basta ver algunas cifras: el analfabetismo de los indígenas es de 21.6% vs. un 6.3% nacional; el 55.6% de sus casas tiene drenaje vs. 86.7% a nivel nacional; el 38% de sus casas tienen piso de tierra vs. 10.2 % para todo el país; 23% de sus hogares tiene lavadora vs. 62.7% a nivel nacional; 63.1% tienen televisión cuando el 91% de los hogares de México la tienen. 

Lo que el gobierno intenta hacer para mitigar estas condiciones es darles una ayuda asistencial, no tanto para sacarlos del atraso en que se encuentran, sino para que  mejoren sus condiciones de vida.  Pero no existe  un programa que pretenda incorporar a la modernidad a los indígenas;  más bien pareciera que la idea es dejarlos como están.

Las corrientes de pensamiento proveniente de la  “izquierda”  hablan de que lo hay que hacer es respetar sus costumbres, lenguajes y cultura ancestrales para dejarlos como están. En algunos casos se plantea incluso que se les reconozca como “naciones” independientes con sus propias leyes, territorios  y gobierno, quizá a la manera de las reservaciones indias que existen en los Estados Unidos en donde al no poderlos exterminar totalmente prefirieron encerrarlos en territorios cada vez mas reducidos.  Esta visión que promueve el dejarlos solos,  lo único que logra es mantenerlos en el atraso y  el aislamiento; los  condena a la pobreza permanente y en algunos casos, al abuso de los derechos humanos de las personas que integran sus comunidades derivado de sus usos y costumbres.

Cuando hablamos de pobreza extrema y como reducirla, la tarea debería empezar por los indígenas de nuestro país. Los indicadores de pobreza que mencioné antes nos indican el atraso de la población indígena. Para ello no basta el darles apoyos asistenciales. Se requiere una política de estado que busque  incorporarlos a la modernidad. Incorporarlos construyendo caminos, hospitales, enseñándoles español primero y luego inglés, darles telecomunicaciones, computadoras, acceso a Internet; enseñarles a usar estas tecnologías,  desarrollar industrias y fuentes de empleo modernos, no como luego se propone, promoviendo la elaboración de artesanías cuyo valor agregado es mínimo. Industrias  con las que  ellos mismo salgan del atraso y eleven sus niveles y calidad de vida al nivel por lo menos del resto del país. Para ello se requiere darles educación elemental pero también abrirles las puertas de la educación avanzada. También es necesario acabar con usos y costumbres que afectan la dignidad de las personas: por ejemplo la venta de niñas, el abuso de que son objeto las mujeres, la impartición de justicia por sus propias manos sin obedecer a esquemas mínimos de protección legal  con los que cuenta  cualquier sistema de impartición de justicia del  mundo moderno, etc.

Lo adecuado es terminar la conquista iniciada por los españoles, no en el sentido destructivo que acarreó dicho proceso, sino en el sentido de incorporar a los indígenas a nuestra modernidad y ya no diferenciarlos como indígenas, sino identificarlos como mexicanos plenamente asimilados a nuestro país, acatando las  leyes de todos, bajo el  gobierno elegido por los mexicanos, con el español como su lengua primaria y con  costumbres modernas,  que les permitan dejar de ser parte del folclor miserable que parece agradar todavía a algunos. Todo ello para  que se conviertan en ciudadanos de pleno derecho del siglo XXI. Si bien será necesario conservar la cultura y tradición ancestrales de estos indígenas, pero como lo hacen los japoneses o los chinos, sin que sea pretexto para no entrar a la modernidad.

Lo peor que podemos hacer es dejarlos a la mitad, así  como están: sin ser naciones independientes, como lo proponen algunos, o bien sin estar totalmente incorporados a  nuestro país que forma parte de la civilización occidental y está insertado en un mundo globalizado.

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