Por: Octavio Díaz García de León
En días pasados fue exhibido un agente del Centro de Investigación y Seguridad
Nacional (CISEN) por el candidato presidencial Ricardo Anaya, por andarlo
siguiendo. Anaya, al darse cuenta de la persecución, lo enfrentó personalmente
y lo grabó. En dicha grabación el agente lo primero que le dijo es que era del
CISEN. Que lo seguía por si se ofrecía algo o hubiera algún peligro en la
carretera. El problema es que el CISEN no está para andar cuidando a candidatos
ni para ver que se ofrecía.
El otro problema es que lo menos que podían hacer es avisarles a los
candidatos; primero, para evitar alguna tragedia si los escoltas de los
candidatos (Que supongo deben de traer) se dan cuenta de que un auto sospechoso
los sigue con quien sabe que intenciones; segundo, para saber si los candidatos
desean ese tipo de cuidados.
Pudo haber dicho el agente que pertenecía a una empresa o negar que lo
seguía; mejor aún hubiera sido que siguiera a su “objetivo” sin que lo descubrieran;
también pudo, si lo descubrían, no dejarse acorralar y enfrentar por la persona
a la que seguía. Se supone que un buen
agente tiene suficiente entrenamiento para evitar lo que ocurrió, especialmente
en este caso que se trataba de un agente con muchos años de experiencia. Si el seguimiento hubiera sido a un
delincuente, seguramente el agente estaría muerto.
Pudo el Secretario de Gobernación decir que se estaba investigando el
asunto; o negar que hubiera sido un agente del CISEN, para protegerlo a él y a
la institución. Pero prefirió sincerarse y admitir que el CISEN les da seguimiento a
los candidatos, pero no los espía (Habría que entender cuál es la diferencia) y
confirmó lo dicho por el agente.
Pudo el agente informar a sus jefes del incidente antes de que se
convirtiera en noticia nacional, pero no lo hizo. Por lo pronto ya suspendieron
a su jefe y no se sabe cuál será la suerte del agente.
Pero nada de esto ocurrió. Y si ya AMLO, que también dice que lo siguen
agentes del CISEN, amenazó con desaparecer a esta institución, ahora Anaya, en
caso de llegar a la presidencia, a lo mejor quiera hacer lo mismo. Ya lo
intentó Fox, pero le hicieron ver que dicha institución era necesaria. Eso sí,
durante ese sexenio se debilitó mucho al CISEN.
En un excelente artículo, Alejandro Hope explica con gran claridad como
suele hacerlo, (http://www.eluniversal.com.mx/columna/alejandro-hope/nacion/que-deberia-de-hacer-el-cisen ) cuales funciones
debe desarrollar el CISEN, y cuales no. Desde luego que entre estas últimas
debería estar el espiar o seguir a candidatos, a menos que representen una
amenaza a la seguridad nacional. Por ejemplo, que tuvieran vínculos con
gobiernos extranjeros o con grupos guerrilleros.
Creo que no es el caso de ninguno de los candidatos a la presidencia.
Por lo menos no en el caso de Anaya.
La Secretaría de Gobernación indicó que se trató de un operativo de
vigilancia acordado entre el gobierno de Veracruz y el CISEN y que el equipo de
precampaña de Anaya estaba enterado, aunque el equipo de Anaya negó que
supieran del operativo.
El problema es que el CISEN no debería estar dedicado a “seguir” candidatos.
Su función es recabar inteligencia sobre amenazas a la seguridad nacional para
que los tomadores de decisiones puedan realizar las acciones que se requieran
para evitar o mitigar las amenazas.
Falta saber si el “seguimiento” a candidatos presidenciales no incluye
otro tipo de labores de espionaje tales como intervenciones telefónicas,
grabaciones clandestinas o intercepción de comunicaciones electrónicas. De ser
el caso, serían ilegales y le causarían un grave daño al CISEN como institución
del Estado mexicano.
Así como ha surgido una discusión muy importante por la Ley de
Seguridad Interior que permite la intervención de las fuerzas armadas en temas
ajenos a su función, como es cuidar la seguridad pública, urge revisar el marco
legal de actuación del CISEN, esto es, la Ley de Seguridad Nacional.
Otros aspecto que urge revisar es la rendición de cuentas de dicha
institución. En este sexenio se le dieron recursos que ascienden a más de 31
mil millones de pesos (http://www.contralinea.com.mx/archivo-revista/2018/02/08/cisen-dejo-imaz-desorden-simulacion-e-ineptitud/) la cifra más alta
desde que se fundó el CISEN y más del doble de lo que ese Centro gastó en el
sexenio anterior. Es importante que los
organismos fiscalizadores (Función Pública y Auditoría Superior de la
Federación) revisen dicho gasto y que la Comisión Bicameral de Seguridad
Nacional rinda un informe sobre las actividades del CISEN, sin vulnerar
aspectos secretos.
No es mediante la desaparición del CISEN como se van a resolver los
problemas de espionaje ilegal. El CISEN es una institución indispensable para
el país. Lo que sí es importante, es que se maneje de acuerdo con los
parámetros legales que la rigen, que haya una mayor supervisión de sus
actividades y una rendición de cuentas apropiada. Si no, no faltará próximo
presidente que quiera desaparecerlo o peor aún, que lo use con fines políticos.
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