El poder y sus milagros. Se aprobaron este año reformas constitucionales
importantes. Faltan aún sus leyes secundarias y que den frutos. Lo que
maravilla es que algunas de estas reformas estuvieron detenidas por quince años
durante los cuales la oposición al
gobierno federal en turno fue
intransigente. Pero ahora lo antes
impasable se volvió obligación de patriotas y quienes se oponen, enemigos de la
nación. No importa que no haya consistencia en las posiciones a través del
tiempo. Algunos de los que hoy impulsan las reformas antes esgrimieron razones
para oponerse: las mismas de quienes hoy se oponen. Al fin
y al cabo lo menos que existe en este país es memoria de corto plazo, pero eso
sí, un culto a una historia mítica que
nunca existió sino que fue fabricada y que se ha vuelto inamovible en las
conciencias de la gran mayoría de mexicanos. Se puede cambiar de posición como
de vestimenta. Se puede impulsar la reforma energética largamente anhelada por
el PAN así como una miscelánea fiscal que pareció diseñada por el PRD. Se puede
impulsar la reforma educativa para enseguida negociarla con la CNTE y dar
marcha atrás en algunos puntos fundamentales. Se puede impulsar una reforma
política que es un engendro que no satisface a nadie. Como decía recientemente Silva-Herzog
Márquez: lo importante es negociar, no lo que se pretenda lograr ni principio
alguno que defender. En estas condiciones ser operador político no es nada
difícil si de lo que se trata es de lograr acuerdos sin importar cuales o qué
resulte de ellos.
El asedio a Apatzingán. Sorprende que centenares de personas armadas,
llamadas fuerzas de autodefensa, se muevan en caravanas de decenas de vehículos
en los municipios que rodean la capital y sede de Los Templarios, Apatzingán,
en un movimiento envolvente para tomarla. Ni fuerzas federales ni estatales
impiden el movimiento de estas fuerzas paramilitares. De hecho en un reportaje
de Denise Maerker se ve como cooperan las fuerzas federales con estos grupos. De
ser legítima la acción de las fuerzas de autodefensa, sobre todo si le creemos
a su vocero el Dr. José Manuel Mireles, (Circulan por You Tube las
declaraciones de este personaje así como las de su némesis La Tuta) esto parece
algo muy loable. Por fin alguien podrá acabar con el imperio del mal de Los
Templarios. Sin embargo en esta
estrategia de dejar hacer por parte de las autoridades federales y estatales,
hace falta una mejor explicación de lo que está pasando. ¿Ya hay certeza de que
las fuerzas de autodefensa son genuinas y
no como se ha dicho un grupo delincuencial rival de Los Templarios? ¿Por
qué se les permite libertad de tránsito, el poder tomar municipios a la fuerza
y conservarlos aún cuando sean acciones evidentemente ilegales? ¿Es una acción
concertada con las autoridades federales? Esta sí sería una estrategia novedosa
y que pudiera dar resultados siempre y cuando no se salga de control y se cree
una nueva autoridad paralela basada en la fuerza. Faltaría justificarlo
legalmente pero ante la emergencia y por razones de estado se podría obviar por
un tiempo en lo que se destruye a Los Templarios. Sorprende por lo pronto que
una operación paramilitar de esta envergadura que conlleva sitiar al municipio de Apatzingán para
arrebatar el control de Los Templarios esté ocurriendo sin mayores
explicaciones.
Morir en Zacapu. Podría ser una
estadística más de homicidio de las que a diario vemos en las noticias y ante
las que nos hemos vuelto insensibles. Pero no debería serlo. Fue una ejecución
al estilo del crimen organizado. Un empresario cae víctima de dos disparos de
escopeta en la cara. Sin mediar palabra. A sangre fría. No hay explicación. Los
asesinos pueden portar una escopeta impunemente en el centro de Zacapu y
ejecutar a quien se les dé la gana. En un Michoacán asolado por las extorsiones
a empresarios y profesionistas no hay nadie que lo impida. Lo peor es la excusa
que a veces se da cuando ocurren estas tragedias: “quien sabe en que haya
estado metido el muerto”. La víctima se vuelve cómplice de su propia muerte.
Presunto culpable de su asesinato: él lo provocó, entonces no hay crimen, no
hay que investigar nada. Él se lo buscó.
Se repitió hasta el cansancio el sexenio pasado: es una guerra entre delincuentes.
Así que si los mataron, parece ser el mensaje implícito, es que se lo merecían. Una forma de
trivializar los asesinatos. Sin saber verdaderamente si son o no parte de un
conflicto o meras víctimas ajenas a la delincuencia. ¿Cuántas miles de víctimas inocentes han sido
estigmatizados por su propia muerte? ¿Cuándo se hará justicia por partida
doble, castigando a los asesinos y reivindicando la memoria de los muertos?
Estas tres
estampas nos muestran que son muchos los
pendientes que tenemos que resolver. Yo espero que en el 2014 sean temas
superados. Les deseo por lo pronto una muy Feliz Navidad y un muy próspero año
nuevo.
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