22 de diciembre de 2013

NOTAS AL VUELO


 

         El poder y sus milagros. Se aprobaron este año reformas constitucionales importantes. Faltan aún sus leyes secundarias y que den frutos. Lo que maravilla es que algunas de estas reformas estuvieron detenidas por quince años durante los cuales  la oposición al gobierno federal  en turno fue intransigente. Pero ahora  lo antes impasable se volvió obligación de patriotas y quienes se oponen, enemigos de la nación. No importa que no haya consistencia en las posiciones a través del tiempo. Algunos de los que hoy impulsan las reformas antes esgrimieron razones para oponerse: las mismas de quienes hoy se oponen.   Al fin y al cabo lo menos que existe en este país es memoria de corto plazo, pero eso sí,  un culto a una historia mítica que nunca existió sino que fue fabricada y que se ha vuelto inamovible en las conciencias de la gran mayoría de mexicanos. Se puede cambiar de posición como de vestimenta. Se puede impulsar la reforma energética largamente anhelada por el PAN así como una miscelánea fiscal que pareció diseñada por el PRD. Se puede impulsar la reforma educativa para enseguida negociarla con la CNTE y dar marcha atrás en algunos puntos fundamentales. Se puede impulsar una reforma política que es un engendro que no satisface a nadie. Como decía recientemente Silva-Herzog Márquez: lo importante es negociar, no lo que se pretenda lograr ni principio alguno que defender. En estas condiciones ser operador político no es nada difícil si de lo que se trata es de lograr acuerdos sin importar cuales o qué resulte de ellos.

      El asedio a Apatzingán. Sorprende que centenares de personas armadas, llamadas fuerzas de autodefensa, se muevan en caravanas de decenas de vehículos en los municipios que rodean la capital y sede de Los Templarios, Apatzingán, en un movimiento envolvente para tomarla. Ni fuerzas federales ni estatales impiden el movimiento de estas fuerzas paramilitares. De hecho en un reportaje de Denise Maerker se ve como cooperan las fuerzas federales con estos grupos. De ser legítima la acción de las fuerzas de autodefensa, sobre todo si le creemos a su vocero el Dr. José Manuel Mireles, (Circulan por You Tube las declaraciones de este personaje así como las de su némesis La Tuta) esto parece algo muy loable. Por fin alguien podrá acabar con el imperio del mal de Los Templarios. Sin embargo  en esta estrategia de dejar hacer por parte de las autoridades federales y estatales, hace falta una mejor explicación de lo que está pasando. ¿Ya hay certeza de que las fuerzas de autodefensa son genuinas y  no como se ha dicho un grupo delincuencial rival de Los Templarios? ¿Por qué se les permite libertad de tránsito, el poder tomar municipios a la fuerza y conservarlos aún cuando sean acciones evidentemente ilegales? ¿Es una acción concertada con las autoridades federales? Esta sí sería una estrategia novedosa y que pudiera dar resultados siempre y cuando no se salga de control y se cree una nueva autoridad paralela basada en la fuerza. Faltaría justificarlo legalmente pero ante la emergencia y por razones de estado se podría obviar por un tiempo en lo que se destruye a Los Templarios. Sorprende por lo pronto que una operación paramilitar de esta envergadura que conlleva  sitiar al municipio de Apatzingán para arrebatar el control de Los Templarios esté ocurriendo sin mayores explicaciones.


      Morir en Zacapu.  Podría ser una estadística más de homicidio de las que a diario vemos en las noticias y ante las que nos hemos vuelto insensibles. Pero no debería serlo. Fue una ejecución al estilo del crimen organizado. Un empresario cae víctima de dos disparos de escopeta en la cara. Sin mediar palabra. A sangre fría. No hay explicación. Los asesinos pueden portar una escopeta impunemente en el centro de Zacapu y ejecutar a quien se les dé la gana. En un Michoacán asolado por las extorsiones a empresarios y profesionistas no hay nadie que lo impida. Lo peor es la excusa que a veces se da cuando ocurren estas tragedias: “quien sabe en que haya estado metido el muerto”. La víctima se vuelve cómplice de su propia muerte. Presunto culpable de su asesinato: él lo provocó, entonces no hay crimen, no hay que investigar nada. Él se lo buscó.  Se repitió hasta el cansancio el sexenio pasado: es una guerra entre delincuentes. Así que si los mataron, parece ser el mensaje implícito,  es que se lo merecían. Una forma de trivializar los asesinatos. Sin saber verdaderamente si son o no parte de un conflicto o meras víctimas ajenas a la delincuencia.  ¿Cuántas miles de víctimas inocentes han sido estigmatizados por su propia muerte? ¿Cuándo se hará justicia por partida doble, castigando a los asesinos y reivindicando la memoria de los muertos?

      Estas tres estampas nos muestran que son  muchos los pendientes que tenemos que resolver. Yo espero que en el 2014 sean temas superados. Les deseo por lo pronto una muy Feliz Navidad y un muy próspero año nuevo.

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