22 de diciembre de 2013

LA ESCLAVITUD DE LOS HORARIOS





     La administración  del tiempo a través de agendas y calendarios  se ha vuelto un elemento clave para que funcione la sociedad por la necesidad de sacarle más provecho al tiempo de las personas ante el crecimiento de las actividades en las que están involucradas.  Pero también se han convertido en una esclavitud. Trabajo, familia y una serie de obligaciones han hecho que el tiempo de cada quién esté cada vez más ocupado por innumerables actividades que no necesariamente agregan valor a la vida pero que sí la ocupan de manera preponderante.  Ante la escasez de tiempo, todos  anhelan tener más tiempo libre para hacer lo que se les dé la gana; y es que la vida se construye a partir del tiempo en el que transcurre y no hay nada que tenga mayor valor para las personas. El tiempo de vida de cada uno es finito y está acotado entre el nacer y el morir.  Además, nadie sabe cuánto será ese tiempo que se tiene disponible porque muy pocos saben cuándo van a morir. Quizá si se  supiera se dejarían de realizar tantas  actividades que solo consumen tiempo inútilmente.

     Cuando las actividades que predominaban eran agrícolas, los horarios eran muy largos: se trabajaba mientras hubiera luz o el clima lo permitiera; había algo de tiempo para comer y en la noche un poco de tiempo para convivir y el resto simplemente para  descansar y dormir. En la sociedad industrial las cosas cambiaron y se empezó a distribuir el tiempo de otra manera al ver que había una relación entre la producción y tiempo que se le dedica. Por ejemplo, las fábricas que utilizan mano de obra para realizar una tarea productiva. Tan era importante que los padres de la ingeniería industrial  Frederick W. Taylor,  Frank y Lilian Gilbreth, estudiaron los tiempos y movimientos que realizaban  los seres humanos al  fabricar un producto y desarrollaron métodos para optimizarlos y hacerlos más productivos. El ser humano se volvió una máquina más eficiente en los procesos de producción gracias a estas y otras técnicas de la ingeniería industrial. Con la era industrial, los horarios fijos de trabajo se fueron extendiendo y generalizando al resto de las instituciones y  hoy en día todo está sujeto a horarios y  calendarios.

      Pero hay instituciones que no funcionan con esa lógica de producción industrial. Por ejemplo la burocracia. Cuando la única forma de atender un trámite con el gobierno era a través de una ventanilla, entonces era muy importante que hubiese horarios de atención al público. Afortunadamente las nuevas tecnologías de información permiten ya que muchos trámites se hagan vía internet. Pero existen muchos otros segmentos de la burocracia – los que no son de ventanilla -  que no necesariamente tienen que operar bajo horarios rígidos y que no requieren las 8 horas diarias de presencia en oficinas y tienen tiempos muertos en sus horarios no porque no se quiera trabajar sino porque a veces no hay nada que hacer. En contraparte existen otros segmentos de los servicios públicos como los hospitales o las fuerzas de seguridad que tienen que operar los 365 días del año durante 24 horas y eso desde luego no lo puede hacer una sola persona sino deben dividirse los horarios en tramos manejables dependiendo del estrés de los trabajos. 

     Para empeorar las cosas existen culturas burocráticas donde lo importante es aparentar que se trabaja mucho y se tienen horarios absurdos con más de 14 horas diarias de presencia en oficinas para atender “bomberazos”, por mala planeación, o bien  por la costumbre ya vieja de que las personas deberán estar al pendiente en sus lugares de trabajo para ver que se les ofrece a los jefes, no importa las horas ni si haya o no algo que hacer.  El presidente Zedillo intentó acabar con esta cultura  que trastorna tanto la vida de los trabajadores del gobierno y dispuso en una norma que los horarios de trabajo en el gobierno federal deberían ser entre nueve de la mañana  y seis de la tarde, la cual sigue aún vigente pero  casi nadie la obedece.

     Las nuevas tecnologías y el funcionamiento  de las sociedades postindustriales, permiten que se cambie el concepto de los horarios de trabajo y el lugar donde se trabaja. Existen ya muchas tareas para las cuales no se requiere la rigidez de un horario o lugar fijo de trabajo.  Las herramientas antes solo disponibles en las oficinas hoy cualquier hogar las puede tener.  Por ello hay aspectos que podrían cambiar:

1.    Las personas no tienen que ir a una oficina para trabajar.
2.    Los horarios no son importantes, lo que importa es cumplir con  los resultados esperados del trabajo.
3.    Se puede trabajar a cualquier hora.
4.    Para interaccionar con el gobierno ya no es necesario acudir a una oficina.  

     Si los gobiernos aplicaran alguna de estas medidas no solo les daría mayor calidad de vida a  sus trabajadores, sino los haría más productivos; también se podría ahorrar mucho dinero en renta de espacios, en traslados, en uso de vehículos, etc. y todo ello en beneficio de las personas que trabajan para el gobierno y de las personas a quienes sirven.  
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