Estuve
recientemente en Michoacán y en la plática con amigos surgió de inmediato la
preocupación de lo que pasa en el estado. Primero me entero que un par de
dueños de negocios ubicados en una colonia residencial de Morelia han sido
asesinados. Voy a un exitoso restaurant en la misma colonia y resulta que
el dueño fue balaceado hace unos meses y ya no aparece por su negocio. La
hipótesis es que alguna banda de delincuentes está cobrando “derecho de piso”
en una de las principales zonas residenciales de Morelia y ejecutando a quienes
se niegan. Las malas noticias no paran
allí. Los maestros del CNTE toman calles, destruyen comercios, hacen
pintas, toman el Centro como lo han hecho por años. También toman
casetas, cobran una "cooperación" para dejar pasar a los vehículos. Los
estudiantes de la Normal de Tiripetío cierran la carretera Morelia - Pátzcuaro, amenazan con incendiar pipas,
asaltan autobuses, secuestran policías, etc. No hay quien los detenga.
En un excelente
reportaje del periodista Juan Pablo Becerra-Acosta del periódico Milenio,
describe como en la zona de Tierra Caliente los municipios de La Ruana,
Tepalcatepec y Buenavista viven un estado de guerra. El cártel de Los
Templarios tiene sitiada la zona y no permite que pasen víveres, combustible y
medicinas, de tal manera que más de
35,000 michoacanos están sitiados. A su vez dentro de las comunidades rodeadas
han surgido grupos armados de “autodefensa” para defenderse de Los Templarios. El
autor dice que los grupos de autodefensa están asociados a un cártel rival. Ya van 30 muertos derivados de los enfrentamientos
entre los dos grupos. En medio de esta guerra, la población está inerme y las
autoridades ausentes.
La crisis
económica en Michoacán es grave. Dos grandes empresas - Danone y Saba - cierran
sus operaciones ahuyentadas por la inseguridad
para sus empleados. Las empresas Sabritas y Bimbo - entre otras - resisten. En
lo zona sitiada desde luego no entra ninguna empresa a vender sus productos. Los
empresarios del Estado se quejan de que ya no se puede hacer negocios. Los
lugares turísticos que por muchos años vi llenos de turistas de todos los
orígenes, están ahora desolados: Quiroga, Tzintzuntzan y Páztcuaro vacíos
durante el fin de semana, cuando antes rebosaban de actividad. El
turismo extranjero, especialmente el americano, brilla por su ausencia cuando
antes llenaban estos lugares.
Cambió la
estrategia de seguridad en el estado. Por las carreteras ya no se observan los
convoyes de policía federal con los que nos cruzábamos con frecuencia. Ahora la
policía federal está vigilando con minuciosidad quien excede la velocidad
permitida. Del cuartel de la zona militar ya no se ve partir a
helicópteros que salían día y noche ni
pude observar en carreteras convoyes del ejército como hace unos pocos meses.
Por lo que respecta a las autoridades estatales, desafortunadamente el
gobernador Fausto Vallejo está enfermo desde hace tiempo y se le han agravado
sus males por lo que pidió 90 días de licencia.
En cuanto a la policía estatal no se ha observado su intervención decisiva en
todos estos acontecimientos. Si a esto
le sumamos la deuda excesiva que tiene Michoacán y que con dificultades le permite
solventar sus necesidades más apremiantes, tenemos a un estado en crisis y a
los michoacanos sufriendo una grave ausencia de autoridad y una inseguridad
exacerbada.
Pero la
problemática no se queda en Michoacán. En municipios limítrofes de otros estados se sabe
de las incursiones de La Familia Michoacana
para cobrar extorsiones, secuestrar, robar y asesinar. Municipios del Estado
de México como El Oro, San Felipe del Progreso, Temascalcingo y Atlacomulco
podrían estar en riesgo. Sin hablar de la región que se encuentra entre
Michoacán y Morelos y que desde hace años tiene problemas. Guanajuato, Jalisco,
Colima y el Distrito Federal podrían estar en riesgo también y si no se toman
medidas prontos podría incluso amenazar a Aguascalientes.
Guillermo
Valdés, ex director general del CISEN y analista político comenta en un
artículo reciente (Milenio 15 de mayo de 2013) cómo los Zetas cambiaron el
modelo criminal de tráfico de drogas para dedicarse a la extorsión, secuestro y
narcomenudeo. En Michoacán este modelo lo aplicó con éxito la Familia
Michoacana ayudados con la complicidad
de “un par de decenas de alcaldes” a quienes les imponían a los jefes de la
policía y la complicidad de políticos
como el diputado Julio César Godoy, medio hermano del entonces gobernador de
Michoacán. Los ciudadanos ante la imposibilidad de oponerse a estos grupos
violentos se someten, pagan extorsiones para que los dejen trabajar, prestan sus
tierras para cultivar o fabricar droga de tal forma que, de acuerdo a Valdés,
el crimen se hace de una base social y se legitima el orden mafioso con la
legitimación tácita que le dan las autoridades municipales y estatales y así
completar la captura del estado por los cárteles del crimen.
¿Hasta cuándo
van a resistir los michoacanos este vacío de autoridad y hasta dónde se extenderá el fenómeno que se
vive en ese estado a los estados vecinos? Es urgente que se tomen medidas de
fondo porque está en riesgo la gobernabilidad de una región importante de
nuestro país.
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Esta entrada es la nueva versión del artículo sobre Michoacán que puse en este Blog hace unos días. Esta versión es para publicarse en El Heraldo de Aguascalientes.
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