En una
negociación histórica, el Presidente Enrique Peña Nieto y su equipo de
colaboradores lograron unir en el Pacto por México a los tres partidos políticos
más importantes con el objeto de sacar
adelante las reformas legislativas que le urgen al país y que estaban trabadas
por la oposición en turno
de los gobiernos del PRI y PAN en los últimos
quince años.
La forma en que
se han desahogado en el Congreso las iniciativas de ley provenientes del
Pacto han causado tensión entre los
legisladores de los partidos de oposición y las dirigencias de sus partidos,
especialmente en el PAN como se manifestó recientemente en la confrontación entre el Senador Ernesto Cordero
y el presidente del PAN, Gustavo Madero, y que derivó en que Cordero fuera
destituido como coordinador del PAN en el Senado. Por un lado el presidente
Madero impulsa que se pasen las iniciativas sin cambios, de acuerdo a lo pactado con los demás partidos,
y los senadores del PAN han insistido en hacerles modificaciones lo que probablemente
esté causando malestar en la mesa del Pacto. Probablemente ambos tengan razón y
tendrán que encontrar la mejor forma de atender estas inquietudes para no poner
en riesgo las reformas.
Pero más allá
de las diferencias en las cúpulas de los partidos de oposición, especialmente
en el PAN, - sorprendentemente en el PRD no ha habido disenso abierto y López
Obrador ha estado ausente de la discusión - algunos
sectores cuestionan la participación de su partido en
el Pacto por México. Para el militante común y corriente esta participación
podría interpretarse como una actitud entreguista,
incongruente con su papel de opositor.
Seguramente los
panistas se preguntarán si deben apoyar las
reformas que ahora impulsa el Presidente Peña Nieto dado que en su momento el
PRI bloqueó cualquier intento del PAN
por hacer reformas de relevancia, con la intención de demostrar al electorado
la incapacidad del PAN para gobernar. O bien si deben mostrar ser un partido
responsable al favorecer reformas que beneficien al país aunque el electorado
no se los reconozca. La disyuntiva está
entonces entre ser un partido con visión de estado y aprobar las reformas o
bien tomar revancha y bloquear todo lo que el PRI y su Presidente propongan
con la esperanza de que ahora el electorado reconozca que es el PRI el incapaz de “gobernar”.
Pero el presidente Madero, su comité ejecutivo nacional
y los legisladores de su fracción parlamentaria le han apostado a impulsar las
reformas del Pacto por México. En su cálculo político seguramente influye el que los argumentos en
contra de su participación no se sostienen como se puede apreciar a
continuación:
- “El PRI ganó la elección presidencial de 2012 porque al bloquear las iniciativas del PAN demostraron que el PAN no sabe gobernar.” Sería simplista decir que por eso perdió el PAN. Factores importantes fueron la impopularidad de los esfuerzos del Presidente Calderón contra la delincuencia, la división interna del PAN al elegir su candidato (Cordero vs. Vázquez Mota), una mala campaña y una candidata poco carismática, un resurgimiento muy fuerte de López Obrador con el PRD y una muy buena campaña del PRI y su candidato fueron factores de más peso para que ganara el PRI.
- “El PAN debe ser oposición sin importar el resultado.” Sería contradictorio que el PAN no apoye reformas que por años estuvo impulsando sólo porque ahora es oposición. Cuando el Presidente Salinas de Gortari impulsó grandes reformas por las que el PAN estuvo peleando por décadas, el PAN apoyó las reformas. Lo congruente ahora es apoyar las reformas si se está de acuerdo con ellas.
- “El electorado sólo va a reconocer que el PRI es el que sabe gobernar porque sabe sacar adelante las reformas.” El electorado responde más a otros aspectos tales como campañas presidenciales con buenos candidatos, una buena mercadotecnia y otros factores menos sofisticados, y no necesariamente basan su voto en reconocer que tal o cual partido sacó adelante reformas legislativas.
- “Las reformas legislativas garantizan que el Presidente Peña y su gobierno tendrán una gran administración y un gobierno exitoso.” Es ingenuo pensar que nada más por aprobar las reformas legislativas cualquier gobierno tiene la capacidad de aterrizarlas y dar resultados positivos.
Las reformas
son una condición necesaria para el avance del país pero no suficiente. El
gobierno del Presidente Peña Nieto tendrá sobre sus hombros la difícil tarea de
demostrar que, en caso de aprobarse las reformas, supo aprovecharlas para dar buenos resultados.
Si al final el Presidente y su partido demuestran que sacaron provecho de ellas
para mejorar al país, enhorabuena. ¿Será
suficiente para que ganen las elecciones de 2018? No lo creo. Ya se ha vio que en el 2000 el PRI perdió la
elección por tener un candidato con poco carisma y una mala campaña, aunado a un buen trabajo de la oposición. Eso ocurrió a
pesar de que la administración del Presidente Zedillo fue razonablemente buena
después de la crisis de 1995. Por ello la estrategia correcta para la oposición
es apoyar el Pacto por México y sacar adelante todas las reformas que requiere el país porque falta aún mucho para 2018 y quien
gana con el Pacto es México y no un partido en especial.
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