17 de agosto de 2024

LA INMORTALIDAD QUE VIENE

 

Por: Octavio Díaz García de León


   Ser inmortal es uno de los anhelos más antiguos de la humanidad. Muchas religiones se han construido sobre la promesa de otorgar la inmortalidad a sus fieles. Hoy en día, con los avances de la ciencia, la posibilidad de alargar radicalmente la vida humana podría estar a solo unas cuantas generaciones de distancia. Quizás, al final del siglo XXI, la expectativa de vida sea varias veces mayor a la actual, que ronda entre los 75 y los 80 años.

    La inmortalidad ha sido estudiada con mayor rigor en las últimas cuatro décadas por académicos de renombre. Entre ellos,  el profesor Stephen Cave, Director del Instituto para Tecnología y Humanidad de la Universidad de Cambridge, quien publicó el libro Inmortalidad en 2012 y, el año pasado, otro en colaboración,  en el cual actualiza sus puntos de vista respecto al tema.

     El profesor Cave señala que existen cuatro vías hacia la inmortalidad:

    Mantenerse vivos o evitar la muerte:  Esto incluye la búsqueda de elíxires mágicos que proporcionen inmortalidad, la ingesta masiva de vitamina C, el transhumanismo y la prolongación de la vida por medios científicos bajo un enfoque ingenieril, entre otros métodos.

   La resurrección:  Esto consiste en la creencia de que, aún si morimos, podemos resurgir en el futuro físicamente en nuestros cuerpos. Las grandes religiones abrahámicas---judaísmo, cristianismo e islam---creen literalmente en la resurrección física de los cuerpos,  y esta constituye una de sus doctrinas centrales. Otra manera de resurrección es la criogenia, en la que se congela a las personas con la esperanza de que puedan revivir en el futuro.

    La inmortalidad del alma: La inmortalidad se alcanza no a través de vivir para siempre de manera física, sino a través de un ente espiritual, como el alma. La mayoría de la humanidad cree que las personas tienen alma. Esta creencia es central en el cristianismo, el budismo, el hinduismo y muchas otras religiones. Se considera que el alma puede vivir de manera independiente del cuerpo y ser inmortal.

    El legado:   Esta es una forma indirecta de extender la vida de las personas a través de sus obras. La más tangible es tener hijos, pero también puede lograrse mediante la creación artística, la fama como un político destacado o incluso como un criminal aberrante.

    El autor afirma que ninguna civilización ha sobrevivido sin el respaldo de alguna de estas narrativas, pero concluye que ninguna de las cuatro es verdadera, factible ni deseable.

   A lo largo de los siglos, muchos escritores han tratado el tema de la inmortalidad. Karl S. Guthke en su libro La Vida sin Fin, reseña más de 22 obras que abordan la inmortalidad. Por ejemplo, El Inmortal de Borges y Todos los Hombres son Mortales de Simone de Beauvoir.

   Un artículo escrito en 1973 por Bernard Williams, de la Universidad de Cambridge, sobre la obra de teatro del autor checo Karel Čapek, adaptada a ópera por Leoš Janáček, El secreto de Makropulos, ha tenido una gran influencia en la discusión reciente sobre la inmortalidad, tanto en Cave como en otros autores, al argumentar que el aburrimiento es la razón más relevante para no desearla.

   En su libro más reciente, coescrito con Fisher, ¿Deberías elegir vivir para siempre? Un debate, Cave identifica cuatro problemas asociados con la inmortalidad, basándose en la especulación derivada de los textos de Borges y Čapek, dado que no existen casos de inmortalidad que se puedan investigar:

   Aburrimiento: Si la vida no tiene fin, cualquier actividad placentera acabaría por volverse aburrida.

   Ennui (Tedio, apatía): Incluso antes de volverse aburrida, la repetición de actividades puede llevar a la depresión.

  Falta de sentido:  Si las personas vivieran eternamente, realizarían una cantidad inmensa de actividades, incluidas aquellas que son contradictorias, contrapuestas o repetitivas. Por ello, los proyectos individuales perderían sentido, cada persona perdería su identidad y desparecerían las categorías de bien y mal.

  Procrastinación:  El hecho de tener una vida mortal nos obliga a tomar decisiones considerando el tiempo limitado que tenemos. Tener tiempo sin restricción hace que pierda su valor y, por lo tanto, el tomar decisiones sobre cómo usarlo se vuelve imposible, lo que podría llevar a la parálisis.

    Existen otros problemas relacionados con la inmortalidad, como definir qué es el ser y la identidad cuando se alcanza mediante el “descargar” nuestra conciencia en un dispositivo electrónico. También están los problemas asociados con la sobrepoblación, la justicia social, el trabajo, entre otros.

    El reto será encontrar soluciones a estos problemas ante la posibilidad de que pronto se pueda alcanzar una longevidad varias veces mayor a la actual.

  Por ello, es oportuno profundizar en la investigación filosófica sobre la prolongación radical de la vida. Incluso, esta investigación podría ayudar a encontrar mejores formas de vivir dentro del tiempo que hoy abarca nuestras vidas. Por lo pronto, la pregunta sería: ¿Desearía usted ser inmortal?

2 de agosto de 2024

LA DESAPARICIÓN DEL INAI

 

Por: Octavio Díaz García de León


     Se encuentra en discusión en el Congreso una reforma que contempla la desaparición de los organismos con autonomía constitucional, entre ellos el INAI y los organismos estatales de transparencia. De acuerdo con la propuesta de reforma, las funciones en materia de transparencia recaerían en los propios sujetos obligados y la resolución de los recursos de revisión que interpongan los particulares quedarían de la siguiente forma:  sindicatos a cargo de autoridades laborales de conciliación; partidos políticos los atendería el Instituto Nacional de Elecciones y Consultas;  y para el resto, las resolverán las autoridades de control interno y vigilancia. En materia de protección de datos personales las leyes secundarias señalarán a los responsables de esta función.

    Los recursos humanos de los organismos que desparezcan serían transferidos a las instituciones que asuman sus funciones, “en lo que corresponda”, es decir, solo aquellos que requieran las instituciones que asumirán sus funciones. Asimismo,  se les transferirán los recursos materiales, informáticos y las obligaciones de los organismos que desparecen.

   En el caso del INAI, el 80% del presupuesto es nómina, por lo que, de transferirse la mayoría de las personas,  los ahorros serán insignificantes. Por ello,  la reforma propuesta no trata de generar ahorros sino de concentrar en el Poder Ejecutivo las decisiones sobre las materias que manejan los organismos autónomos que se pretende desaparecer.

   Como lo mencioné en un artículo anterior, el INAI,  desde su creación en 2014, ha sufrido manejos inadecuados de recursos por parte de algunos de sus comisionados.  Por ejemplo, la práctica extralegal de repartirse las plazas del Instituto entre los comisionados; el excesivo número de eventos que organizan y que no le agregan valor a la institución pero sí cuestan;  los viajes sin justificación adecuada de sus altos funcionarios; y una estructura organizacional excesiva de secretarías ejecutivas y direcciones generales,  entre otros.

    En contraste, su antecesor el IFAI, creado en 2003 como organismo sin autonomía constitucional pero con autonomía técnica y administrativa,  tuvo un desempeño muy aceptable durante 11 años con tan solo 5 comisionados y una estructura organizacional modesta.

    Otros problemas de la reforma de 2014 que dio origen al INAI y que he señalado en este espacio, son por ejemplo, el habérsele dado la responsabilidad de la protección de datos personales, lo que le dio dos tareas opuestas: evitar dar información personal y buscar la máxima apertura en materia de información pública.  

    También hace falta una Ley de Secretos de Estado para proteger la seguridad nacional ya que actualmente la Ley de Transparencia no define con precisión este tema y se presta a la presión del actores gubernamentales que bajo ese pretexto ocultan información que no deberían,  como las contrataciones que se realizan para obras que ejecutan las fuerzas armadas y otras instituciones de seguridad. 

    Otro aspecto que no ayuda al INAI es que no puede sancionar a los sujetos obligados que no entreguen la información que les obliga. Para ello,  tiene que recurrir a los órganos internos de control (OIC)  que dependen de la Secretaría de la Función Pública,  con lo que pierde autonomía. Hay que reconocer que estas situaciones no son frecuentes y por eso no hay muchas sanciones por ese motivo, gracias en parte, a la participación de los OIC en los Comités de Transparencia.

   Si bien existen áreas de mejora en el caso del INAI, los manejos inadecuados de recursos no se deben a un mal diseño institucional sino a los abusos,  discrecionalidad y falta de rendición de cuentas con que actuaban algunos de sus comisionados.  Es un tema más de personas que de la autonomía del organismo.  

   La reforma propuesta no soluciona este problema sino que afecta la independencia requerida para garantizar este derecho humano contemplado en la Constitución. El Poder Ejecutivo puede realizar estas funciones pero se convertirá en juez y parte, por lo que el acceso a la información pública y la protección de datos personales podrían estar en riesgo de aprobarse estos cambios a la Constitución.

   La justificación esgrimida para esta reforma no es el garantizar mayor transparencia, apoyar el combate a la corrupción, facilitar la rendición de cuentas o proteger mejor los datos personales, sino como un supuesto ahorro de recursos. Pera ya vimos   que no habrá tal ahorro al conservarse las estructuras operativas de estos organismos. Si se buscan economías hay que mirar a otra parte: el presupuesto anual del INAI equivale a lo que perdió PEMEX cada 17 horas durante el primer semestre de 2024.

  No se observa como esta reforma que desaparece organismos autónomos y transfiere sus atribuciones al Poder Ejecutivo pueda resultar en una mejor atención a estas funciones indispensables para el país. Falta ver si hay la voluntad política para hacerlo y de no ser así,  dicha reforma se convertirá en un grave retroceso en las materias que atienden estos organismos.

22 de julio de 2024

EL ATENTADO CONTRA TRUMP

 

Por: Octavio Díaz García de León


    Gran conmoción causó el atentado en Pensilvania que estuvo a punto de costarle la vida al expresidente y ahora candidato presidencial Donald Trump. En la memoria de los americanos permanecen vivas las imágenes del asesinato del presidente Kennedy, el atentado contra el presidente Reagan y el homicidio del candidato presidencial Robert Kennedy.  

   Parece que la agresión pudo afectar emocionalmente al candidato Trump. Quizás en su fuero interno se cuestione si en su lucha constante por tener poder solo por tenerlo, (porque no se vio que haya hecho buen uso de él)  vale la pena perder la vida.  Falta ver si los servicios de protección pueden salvarle en caso de que haya futuros atentados. En este caso fallaron lamentablemente y solo la suerte de voltear la cabeza en el momento justo,  evitó su muerte.

   Estados Unidos está pasando por momentos de polarización extrema.  La división entre los ciudadanos de este país amenaza a sus instituciones. Ya Trump intentó dar un golpe de estado al no reconocer que perdió las elecciones en 2020 y azuzar a sus huestes a tomar el Capitolio y a asesinar al vicepresidente Mike Pence, quien corrió grave peligro en esa asonada.

   Por lo pronto,  este intento de asesinato le dio un impulso espectacular a la campaña de Trump al convertirlo en mártir y forzó al presidente Biden a renunciar a su candidatura. Por ello, no han faltado las teorías conspiratorias para decir que fue un autoatentado, aspecto descartable ante lo cerca que estuvo de perder la vida.

   Al momento de escribir estas líneas se sabe poco del tirador que fue muerto unos instantes después de disparar y no están claras las motivaciones de este joven de 20 años, republicano, aparentemente normal y a quien lo echaron de un club de tiro con rifle por ser pésimo tirador. Si fracasó por centímetros en su intento,  está claro que no era tan mal tirador.

   Hasta hace pocas décadas lo normal eran los atentados y asesinatos contra gobernantes. Si nos remontarnos hacia atrás en la historia encontramos que este fenómeno era muy común. Por ejemplo, se recuerda el asesinato de Julio César y de varios emperadores romanos; en la Edad Media la forma más frecuente de acceder a un trono era matando al rey en funciones. Más recientemente, a finales del siglo XIX y principios del XX,  hubo muchos atentados contra gobernantes.

   Después de la Segunda Guerra Mundial,  la política ha traído formas más pacíficas de resolver los cambios de gobierno y por eso no dejan de llamar la atención estos acontecimientos recientes donde se asesina a políticos como el ex primer ministro Shinzo Abe en Japón o como el atentado contra Robert Fico, Primer Ministro de Eslovaquia. Pero en general, en el mundo civilizado, este tipo de sucesos son excepcionales, porque se han encontrado vías democráticas para resolver los desacuerdos entre mayorías y minorías.

   En México se recuerda el asesinato del entonces candidato presidencial Luis Donaldo Colosio o más recientemente, el atentado que sufrió el ex Secretario de Seguridad Ciudadana de la Cd. de México y próximo Secretario de Seguridad federal, Omar García Harfuch.

  Pero la violencia política en México está desbordada. No contra grandes personajes,  sino en perjuicio de actores locales.  En el proceso electoral de este 2024,  fueron asesinados por lo menos 30 aspirantes, precandidatos y candidatos. Desafortunadamente este fenómeno se debe no a cuestiones ideológicas sino a disputas territoriales de la delincuencia organizada.

   Por lo pronto, las campañas en Estados Unidos nuevamente tendrán a México como protagonista. Estas se enfocarán a fomentar el odio contra los indocumentados que ingresan por la frontera sur de Estados Unidos; acusarán a México por robo de empleos derivado del T-MEC;  y amenazarán usar la fuerza militar para combatir a los carteles de la droga en territorio mexicano,  ya que el problema de consumo de drogas en Estados Unidos es ya una emergencia nacional.  

   Todo ello por la incapacidad de nuestro país para resguardar su frontera sur, generar empleos suficientes, proporcionar seguridad pública, educación y servicios de salud, entre otros, para evitar la emigración de nuestros compatriotas en busca de mejores oportunidades y calidad de vida.

   También por la incapacidad para combatir a los cárteles de la delincuencia quienes trafican drogas con impunidad y se han convertido en gobiernos de facto en buena parte del territorio nacional, imponiendo gobernantes y corrompiendo a las autoridades encargadas de combatirlos.

   De endurecerse la posición de Estados Unidos contra México, podremos esperar una intervención cada vez mayor de nuestros vecinos en asuntos internos de nuestro país. Si eso ayuda a solucionar problemas que México no puede resolver,  gran parte de los mexicanos les estará agradecido. Pero si esa intervención es perjudicial, ojalá que el nuevo gobierno federal pueda resolverlos antes.

8 de julio de 2024

LÍDERES DISFUNCIONALES

  

Por: Octavio Díaz García de León


    ¿Personas mayores de 75 años pueden gobernar a un país? Esta pregunta se ha convertido en el centro del debate en la competencia presidencial de Estados Unidos.  Reconociendo que hay personas de esa y más edad que están muy lúcidos y con buena salud, también es cierto que el envejecimiento causa un desgaste natural, no solo en capacidades físicas,  sino también mentales.

     La expectativa de vida ha venido aumentando en las últimas décadas por lo que el número de personas de más de 80 años está aumentando. Esta tendencia se irá incrementando de tal forma que vidas milenarias serán posibles dentro de unas cuantas generaciones.

    Pero hay que tomar en cuenta que en el envejecimiento hay una disminución de las capacidades físicas y mentales de las personas. Por ejemplo, la reducción del tamaño del cerebro lo cual afecta a la memoria.  Existen también enfermedades propias de la edad avanzada como el Alzheimer, enfermedad que sufrió Ronald Reagan ya como presidente,  o el Parkinson que sufrió el Papa Juan Pablo II.

    En México, la gran mayoría de presidentes han iniciado su mandato con menos de sesenta años. Son muy pocos los  sexagenarios:  hubo cuatro en el siglo XIX;  dos en el XX: Huerta y Ruiz Cortines;  y dos en el XXI: AMLO y Sheinbaum.  

   Pero la edad nunca debe ser el único factor a considerar cuando se trata de seleccionar a quien debe dirigir un gobierno o empresa. Hay líderes jóvenes con muy mala salud física o mental o con muy poco talento para el puesto que ocupan.

    Un líder, ya sea que vaya a dirigir a una empresa o a encabezar un gobierno, requiere de una serie de competencias, conocimientos, condición física y salud mental que le permita atender los retos de su puesto.

     La iniciativa privada suele ser muy cuidadosa en sus procesos de selección, especialmente para los puestos más elevados y verifica todo lo anterior en los candidatos, aunque a veces fallan en la parte de salud mental,  pues es frecuente encontrar en puestos elevados directivos con problemas mentales.

   Por ejemplo, Elon Musk padece de autismo.  Eso no le impidió sacar adelante proyectos que parecían imposibles,  como su programa de cohetes espaciales reusables. Algo similar ocurría con Steve Jobs, otro de los genios empresariales,  quien padecía trastorno obsesivo compulsivo y narcisismo. 

   Por su parte, en el gobierno no hay un proceso de selección de ese tipo, por lo que   llegan a puestos de muy alta responsabilidad personajes que no tienen los perfiles o salud adecuados.

   Tenemos el caso del presidente López Obrador quien sufrió infartos antes y durante su mandato, entre otros problemas de salud. Por otro lado, respecto a su salud mental,  se ha cuestionado algunos aspectos de su comportamiento pero no está claro si es por astucia política o por disfunción mental.

    En cuanto a la nueva presidenta, no se sabe nada sobre su salud física y mental. Durante la campaña presidencial se evidenció el sobrepeso de la candidata de la oposición y la delgadez de la ganadora. Ambas fueron capaces de soportar una intensa campaña por lo que es de suponer que su salud física fue la adecuada, pero desconocemos si su salud mental es buena.

   Si bien en las empresas es posible que comportamientos psicopáticos de sus líderes les permitan lograr resultados extraordinarios, también las pueden llevar a la quiebra. En el caso de países, tener líderes psicópatas es un grave riesgo. Por ejemplo, Hitler, con su odio enfermizo hacia los judíos asesinó a más de 6 millones; Stalin con su paranoia, mató a cerca de 20 millones de sus ciudadanos; y Mao con su apego obsesivo a ideologías disfuncionales, causó decenas de millones de muertes a sus gobernados. Más cercanos a nuestro tiempo, líderes con patologías narcisistas como Trump, Erdogan, Orban, Putin y otros,  son un peligro para la democracia y pueden ocasionar guerras civiles o guerras contra otras naciones. 

    Estos personajes causan daños incalculables a países o negocios si estos no cuentan con una gobernanza que incluya fuertes equilibrios internos. Desafortunadamente,  muchos de estos líderes no tienen contrapesos suficientes y tratan de desmantelarlos para someter a todos a su voluntad, porque uno de sus rasgos suele ser el autoritarismo. Si a eso le agregamos una corte de sicofantes, entonces podrán llevar a cabo las peores locuras contra países y empresas.

    El problema no es necesariamente la edad avanzada, sino el estado de salud mental y física, y las aptitudes que tengan los líderes.  Por ello, en cualquier gobierno o empresa,  los dirigentes o quienes aspiren a serlo,  deberían someterse a exámenes rigurosos de inteligencia, capacidades, salud mental, salud física y control de confianza,  para que sean un factor de decisión en el proceso de selección para ocupar un puesto. De no ser así, países y empresas se pueden llevar sorpresas muy desagradables.

 

24 de junio de 2024

ASPIRACIONES DE LA CLASE MEDIA

 

Por: Octavio Díaz García de León


    La clase media tiene la ilusión de que México sea un país desarrollado cuando al salir al extranjero o leer noticias de otros países, constata los avances de los demás.  Por ello, le frustra ver que pasan décadas y ese sueño nunca se alcanza. Así han transcurrido ya 200 años desde que México es independiente y no se logra estar al mismo nivel que los países más avanzados. Eso no quiere decir que no haya progreso, sino que no ha sido suficiente.

   Acostumbrada a una cultura del esfuerzo, la clase media quisiera cambiar al país pero no ha podido. Empezando por la política. Los partidos a los que ha apoyado no han satisfecho sus expectativas.

  Se pueden observar países que sin ser del primer mundo, nos llevan la delantera. Por ejemplo Turquía, que está atrayendo tanto turismo mexicano, tiene uno de los mejores aeropuertos del mundo y no se observa pobreza extrema. Por cierto, el arquitecto que hizo el aeropuerto de Estambul es tan prestigioso a nivel mundial como el que diseñó el de Texcoco. Pero se prefirió cancelarlo y construir el AIFA. Decisión que sigue siendo inexplicable para los usuarios del aeropuerto ya muy saturado y viejo de la Cd. de México, sobre todo después del enorme costo que representó cancelarlo (medio billón de pesos) sin ningún beneficio. 

   Otra ambición de la clase media es tener buen transporte de personas y de carga. Por ejemplo, tener trenes de alta velocidad como los que comunican Europa, China y Japón. En contraste, aquí se está construyendo un tren lento que le da la vuelta a la península de Yucatán para uso de unos pocos turistas, a un costo altísimo derivado de la corrupción y causando un gran daño ecológico. Lo que hace falta son ferrocarriles de alta tecnología que unan Ciudad de México con fronteras y puertos.  Porfirio Díaz los construyó hace mas de un siglo y desde entonces ningún gobierno ha tenido esa visión estratégica.

   Asimismo,  Porfirio Díaz compitió para realizar un canal interoceánico en el Istmo de Tehuantepec y al no poder hacerlo, construyó un tren entre Salina Cruz y Coatzacoalcos. Ciento veinte años después, se está relanzando el mismo proyecto de Porfirio Díaz, a pesar de que hoy se cuenta con la tecnología para hacer un canal que compita con Panamá,.  

   Carreteras de primer mundo son otra aspiración de la clase media, como las de Estados Unidos, las de Europa o las de Turquía. Las nuestras están en malas condiciones después de un sexenio en que no se les dio mantenimiento ni se amplió la red carretera, quedando las existentes saturadas. Además, son inseguras por los asaltos y los accidentes frecuentes. Las de cuota son muy caras y no están en buen estado.     

   La clase media busca la educación privada para sus hijos pues sabe que las escuelas públicas tienen grandes deficiencias, ya que la preparación que ofrecen no les permitirá a sus egresados tener empleos bien remunerados. A diferencia de la educación pública en países como Finlandia, Corea del Sur, Japón o Alemania que son de muy alta calidad.

   En cuanto a la salud, la clase media tiene gran temor a enfermarse y no poder atenderse dado el colapso del sistema de salud pública de México,  que hizo que la esperanza de vida se redujera 4 años en este sexenio. Mientras, en otros países el servicio es razonable y en muchos casos gratuito.

   Todos los mexicanos desean tener mejor seguridad en un país donde ocurren entre 80 y 100 asesinatos diarios y existe más de 97% de impunidad. Tener policías bien entrenadas y pagadas, que defiendan a la población y sea difícil de corromperlas,  como en los países avanzados o incluso como en El Salvador, es otra gran esperanza.

   Tener un Metro de calidad como los de las capitales europeas, el de Washington o Moscú es otra anhelo.  El Metro de la Ciudad de México está en ruinas por falta de mantenimiento y se ha vuelto peligroso por los accidentes que en él ocurren.   

   Por otra parte, para los estratos de menores ingresos su preocupación más grande es sobrevivir. Para ellos un subsidio del gobierno es suficiente para librar su realidad cotidiana. Pero también millones de estas personas huyen del país en busca de mejores oportunidades y calidad de vida en Estados Unidos. Como la clase media, también aspiran a vivir en un país desarrollado.   

   ¿Por qué otros países pudieron salir del subdesarrollo en unos pocos años como China, Japón, Corea del Sur o Singapur y México tiene dos siglos sin aproximarse siquiera?  

   Vivir en un país desarrollado seguirá siendo una aspiración de los mexicanos en las décadas por venir, porque incluso no hay consenso de que se quiera llegar a ser uno. Hay quienes prefieren que México sea como Cuba o Venezuela: extremadamente pobre y gobernado por dictadores.

 

10 de junio de 2024

EL POLÍTICO ANTIPOLÍTICO: CANALIZADOR DE RESENTIMIENTOS

 

Por: Octavio Díaz García de León

Para mis profesores y compañeros de la maestría.

     En la novela Rojo y Negro de Stendhal, el protagonista Julián Sorel es una persona resentida, llena de contradicciones e inseguridades. Proveniente de un medio social bajo, recibe una educación rudimentaria de manos de un clérigo. Destaca por ser capaz de recitar de memoria toda la Biblia en latín. Hazaña que,  en medio de la ignorancia que impera en su pueblo, lo hacen destacar. Pero Julián también ha leído a Bonaparte y Rousseau y se ha impregnado de ideas liberales que alimentan sus aspiraciones y sus rencores.

   Julián se convierte en preceptor de los hijos del alcalde, personaje rico del pueblo,  y se va a vivir a su casa. Aunque lo respetan como maestro,  para sus patrones no deja de ser un criado.  Ofendido por el trato de inferior que le dan,  su forma de vengarse es seduciendo a la esposa del alcalde; luego continúan sus aventuras repitiendo su comportamiento vengativo. Sin embargo, en su fuero interno, donde bullen las ideas de igualdad, lo que desea ardientemente es ser como ellos.

    Al final de la novela, a las puertas de la muerte, Julián se da cuenta de que todo aquello que ambicionó y por lo que luchó durante toda su vida, no valía la pena.  

   Hoy podemos identificar a muchos Julián Sorel en nuestra sociedad.  A pesar de que la situación económica de la mayor parte de la población ha venido mejorando, la gran masa no ve la panorámica completa del país y del mundo, sino lo inmediato de su realidad y esa no le pinta satisfactoria ante la imposibilidad de lograr sus metas.

   La sociedad está bombardeada por influencias que la incitan a actuar conforme a ciertas formas de vida y, sobre todo, a tener infinidad de cosas. Ello bajo el supuesto de que el alcanzar esos modelos de vida hará felices a todos.

   En esa carrera imposible de ganar a quien se observa es al vecino. Si este lleva ligera ventaja, produce envidia y resentimientos. A lo lejos, se observa a quienes rebasan la meta: modelos inalcanzables de vida, promovidos por influencers, artistas y por el incesante golpeteo de la publicidad y las noticias. El malestar se da por no tener las cosas o el estatus que los otros tienen, sin detenerse a preguntar si eso vale la pena o no.

   En esta dinámica de insatisfacción y resentimiento, siempre se está a la búsqueda de chivos expiatorios para ver quien tiene la culpa de que no se cumplan los deseos de esa mayoría insatisfecha. Los villanos favoritos suelen ser los políticos y a ellos se acostumbra echar la culpa de todo lo que está mal en el país y en el mundo. También existen otros culpables como los que piensan diferente, los muy ricos, los intelectuales o los disímiles.

   Esto lo han entendido muy bien los políticos modernos como Trump, aunque Hitler también lo entendió a la perfección. Por ello ha surgido el político antipolítico. Su habilidad para ganarse el favor de las masas resentidas consiste en presentarse como un no-político.

   El no-político esconde su mal gobierno echando la culpa a sus adversarios. Lo hace insultando a todo aquél que no lo apoye y atacando a los chivos expiatorios favoritos: a los políticos del pasado y de siempre, así sea él mismo un político del pasado, a los empresarios, a los intelectuales, a los periodistas que lo critican, a los contrapesos institucionales que se oponen a su voluntad y, paradójicamente, a sus propios funcionarios de gobierno, sus subordinados, a quienes ataca reduciéndoles sueldos, quitándoles prestaciones y despidiendo a los más capaces.

    El no-político encarna al pueble bueno.  Él es su vocero, el que los comprende, el que lucha contra sus enemigos imaginarios insultándolos con nombre y apellido cotidianamente.  El no-político es además infalible, pues no tiene la culpa de sus errores,  sino que siempre es culpa de los otros. Este personaje es capaz de mentir descaradamente todos los días con tal de desviar la atención de sus propias limitaciones e incapacidades.

   No es extraño que se perpetúen en el poder con gran apoyo popular. La gente quiere al que se disfraza de no-político, para desahogar a través de ellos, su resentimiento contra sus villanos preferidos.

   Pero él no está solo. Su camarilla le obedece ciegamente porque son beneficiarios de grandes privilegios y de la enorme corrupción que se da tras la cortina de humo del juego de espejos que protagonizan.   

    Julián Sorel se da cuenta a las puertas de la muerte que estaba equivocado, que todo lo que perseguía era vano, que la culpa de su malestar no estaba fuera de él sino en él mismo. Quizás algún día, ante las puertas del hambre que sufrirán sus países, las sociedades se darán cuenta de que haber apoyado a los no-políticos tampoco les trajo la felicidad que buscaban.  

 

21 de mayo de 2024

LA SUCESIÓN QUE VIENE

 

Por: Octavio Díaz García de León


     Las sucesiones presidenciales en México, desde el asesinato de Obregón,  han sido bastante pacíficas. Quizá con un poco de sobresaltos en las elecciones de Ruiz Cortines, debido a la disputa con el Gral. Henríquez, la tragedia del asesinato de Colosio y en el 2006,  cuando el candidato opositor no estuvo dispuesto a aceptar su derrota. Esperemos que la transmisión de poderes que viene sea también pacífica.

    Podemos dividir en dos etapas las sucesiones presidenciales de los últimos cien años. La primera, dominada por un partido único y hegemónico, el PRI y sus antecesores,  en donde los presidentes de la República nombraban a sus sucesores y prácticamente a todos los que ocuparían puestos de elección. El presidente en turno era el jefe de facto del PRI y este partido solo era un mecanismo para ejecutar su voluntad.

    Lo mismo ocurría con todos los puestos importantes de los tres poderes y de los tres niveles de gobierno, los cuales eran designados ya fuera por el presidente o con su consentimiento. Vargas Llosa caracterizaría a este sistema como una “dictadura perfecta”, en donde todo el aparato de gobierno estaba sometido al presidente. Esto ocurrió sin mayores sobresaltos desde 1928 hasta 1994.

   Ya había algunos indicios de resquebrajamiento de este sistema monolítico,  como fue el movimiento estudiantil en 1968 o la ruptura interna del PRI en 1988. El inicio del fin se dio a raíz del asesinato de Colosio en 1994, aunque el presidente Salinas pudo designar sin problema a su sustituto, Zedillo, a quien finalmente le tocó consumar la apertura democrática que reclamaba el país.

   En la segunda etapa, que inicia con Zedillo, cada presidente en turno vio frustrados sus deseos de dejar como sucesor a quien ellos querían. Labastida, el candidato de Zedillo, perdió ante Fox. Creel, el candidato de Fox,  perdió la batalla interna en el PAN ante Calderón, quien luego derrotó a López Obrador. Calderón no pudo imponer a su candidato Cordero en el PAN y Vázquez Mota perdió ante Peña. Peña escoge para el PRI a Meade, un candidato que tiene más afinidad con el PAN,  partido al cual acaba restándole votos, para que López Obrador logre un triunfo abrumador.

   En la designación de la candidata presidencial de Morena para 2024 tampoco hubo dudas ni resistencia para designar a quien el presidente había escogido tiempo atrás, Claudia Sheinbaum. Ella logró hábilmente el favor del único elector, operando bajo las viejas reglas palaciegas del PRI,  con absoluto sometimiento al presidente.

   Actualmente Morena tiene más semejanza con el PRI del siglo pasado, que con un partido político moderno, ya que opera al servicio del presidente López Obrador. Se puede advertir que con Morena se pretende regresar a aquella  “dictadura perfecta”. Sin embargo, ya se demostró que es un sistema agotado y al que será difícil regresar, pues México ya conoció la democracia.

    Un aspecto que llama la atención es que la disputa por la presidencia no ha sido tanto entre la candidata de Morena y la de la oposición,  sino entre la oposición y el presidente López Obrador. No es extraño, porque lo que está en juego no es la continuidad de un partido, sino la continuidad de un personaje en el poder. Es el camino que intentó Calles, o el que siguió Porfirio Díaz al entregar el poder temporalmente al Gral. González,  para no volverlo a soltar hasta la Revolución.  

    Dado que el liderazgo de Morena no es transferible a otra persona, la hipótesis de que se intente un nuevo Maximato no es descabellada y puede darse mientras López Obrador esté dispuesto a seguir en la política.  Claro, habrá que ver, si gana Sheinbaum,  si ella quiere o tiene la fuerza política para resistirlo, sin olvidar que pende sobre su cabeza la espada de Damocles de la revocación de mandato, instrumento que será clave para mantener el Maximato.

   Aún si pierde Morena la elección y suponiendo que este partido y su líder estén dispuestos a reconocer su derrota, la revocación de mandato es una forma de someter a la próxima presidenta,  y más si es de la oposición.  

    La alternancia en el poder ha sido muy sana para el país. Tanto para inhibir un poco la corrupción y evitar los pactos de impunidad que existían cuando un solo partido gobernaba, como para que la población tenga la posibilidad de conocer distintas formas de gobierno e irse decantando por aquella que les traiga mayores beneficios y permita mejorar el nivel de vida de todos.

   De ser derrotada la candidata presidencial de Morena, continuaría esta segunda etapa de nuestra historia reciente,  en donde el presidente en funciones no puede imponer a su sucesor y con lo cual,  el avance hacia la democracia podría continuar en su camino de lento perfeccionamiento.  

26 de abril de 2024

CIUDAD EN RIESGO

  

Por: Octavio Díaz García de León   

     La contaminación del agua en la alcaldía Benito Juárez de la Ciudad de México es una más de las señales de alarma sobre la inviabilidad de esta ciudad. Las autoridades no han podido explicar el origen de la contaminación y se tardaron mucho en controlar el fenómeno que afecta a decenas de miles de habitantes de dicha alcaldía. Los vecinos cerraron vialidades importantes en protesta lo cual solo fue una pequeña muestra de lo que pudo ocurrir de haber continuado el problema.

    Pero esta zona de la ciudad no solo padece el problema del agua contaminada sino también el fenómeno de los microsismos que tienen sus epicentros en la zona de Mixcoac y que afectan principalmente a las alcaldías Álvaro Obregón y Benito Juárez.

    La Ciudad de México se asienta en una zona volcánica. El más reciente volcán, el Xitle, hizo erupción hace apenas dos mil años, que en términos geológicos no es nada. Por ello,  los riesgos asociados a sismos y actividad volcánica están muy presentes. Afortunadamente parece que los microsismos no tienen naturaleza volcánica y tienen que ver más bien con una falla,  pero no hay certeza al respecto.  Por otra parte, el riesgo de macro sismos es una realidad que puede cobrar muchas vidas en esta ciudad,  como ya hemos visto. 

    Otra señal de alarma es la falta de agua que padece la zona metropolitana de la Ciudad de México y que también puede hacer crisis pronto. Las imágenes de la presa de Valle de Bravo secándose, son impactantes y reflejan el agotamiento del sistema Cutzamala. Ante una temporada larga de sequía, el suministro de agua a la Ciudad de México se ve seriamente afectado.  

    La falta de inversión en la red de distribución de agua, por donde se fuga una gran parte de ella, la falta de plantas de tratamiento de aguas residuales y la falta de inversión en nuevas fuentes de agua para la ciudad son prueba de la falta de interés o incapacidad de las autoridades.

   Otra señal alarmante y prueba del mal gobierno que ha sufrido la ciudad por décadas es el abandono y consecuente deterioro que ha sufrido el Metro, otrora orgullo de la ciudad y que hoy se está deshaciendo, con grave riesgo para los 5 millones de usuarios diarios que transporta y que ya se manifestó trágicamente con la caída de la línea 12 del Metro, la cual costó la vida a 27 personas y 80 resultaron lesionadas.

    El resto del transporte público es lamentable, el cual incluye peseros carcachas, taxis deteriorados, monopolios que afectan a usuarios en el aeropuerto de la ciudad,  un sistema de microbuses destartalados y el Metrobús que ya también está saturado.

   En cuanto al tráfico vehicular, el tiempo que se pierde en embotellamientos es excesivo. A esto se le agrega el crecimiento explosivo de motocicletas, debido a que un importante segmento de la población el cual no se puede comparar un auto, ni le sirve el transporte público, recurre a este peligroso medio de transporte que constantemente causa graves accidentes.

   El colapso de los sistema de salud en todo el país también se reflejan en la Ciudad de México. Basta recordar lo que ocurrió durante la pandemia,  cuando ocurrieron escenas dantescas y un número excesivo de muertes evitables. Peor aún, fue el papel de las autoridades charlatanas que se pusieron a experimentar con la población, distribuyendo irresponsablemente Ivermectina,  cuando no había un solo dato científico serio que apoyara el uso de este desparasitador para curar el COVID. Desafortunadamente el sistema de salud de la ciudad sigue en crisis como el del resto del país.

     Ni que hablar de la seguridad y la corrupción que permea por toda la ciudad.

    A principios de sexenio, el presidente López Obrador dijo que se iban a sacar a dependencias y entidades del gobierno federal de la Ciudad de México. Recuerdo que la SEP instaló oficinas para su secretario en Puebla;  el IMSS,  a cargo de Germán Martínez,  ubicó un edificio histórico en Morelia;  y me parece que el secretario de Salud despacha en Acapulco, aunque no sé si siga allí después del huracán Otis.  

    Esta prometida descentralización que podía haber sido una buena idea si se hubiera hecho como en el caso exitoso del INEGI,  resultó una más de las promesas incumplidas por el presidente López Obrador y acerca de lo cual no hubo una explicación. Hubiera estado bien que la presidencia se hubiera trasladado a Tabasco y no al Palacio Nacional, símbolo del centralismo que aqueja a nuestro país.

    Ahora que hay cambios de gobierno, ojalá los próximos responsables tengan entre sus prioridades rescatar a la Ciudad de México del caos y los riesgos en que se encuentra,  retomen  la posibilidad de descentralizar oficinas fuera de la ciudad y que la iniciativa privada haga lo mismo.  

 

15 de abril de 2024

PROPUESTA ANTICORRUPCIÓN DE SHEINBAUM

 

Por: Octavio Díaz García de León


   A principios de abril la candidata presidencial por MORENA, Claudia Sheinbaum, presentó su propuesta anticorrupción. Lo hizo rodeada por el equipo que preparó la propuesta, encabezado por Javier Corral y el cual incluye personas conocedoras de los temas.

   Existen algunos paralelismos entre Corral y Barrio, primer Secretario de la Contraloría con Fox: ambos son chihuahuenses y ex gobernadores de su estado, y a los dos se les encargó el tema de cómo combatir la corrupción.  Esperemos que, de ganar Sheinbaum y ser Corral el encargado,  el paralelismo no se dé como en el caso de Barrio, cuando este prefirió buscar la presidencia de México, renunciando a la Secretaría de la Contraloría a medio sexenio.  

   Al nuevo responsable de combatir la corrupción le tocará investigar y, de ser procedente, sancionar los innumerables casos que se han descubierto en la presente Administración, los cuales incluyen asuntos que involucran a la familia del presidente López Obrador y a varios de sus allegados, de tal forma que este sexenio pinta peor en materia de corrupción que el de Peña Nieto. Tan solo el desfalco a Segalmex rebasa por mucho cualquier caso de corrupción de sexenios anteriores. La pregunta es si tendrá los arrestos y el apoyo necesario para hacerlo.

   En cuanto a la propuesta anticorrupción de Sheinbaum hay aspectos positivos y carencias. Por lo pronto, ya ni siquiera menciona al Sistema Nacional Anticorrupción que demostró su inutilidad y al que quizá le dé sepultura. Tampoco menciona una posible desaparición del INAI,  institución a la que tanto ha combatido el presidente López Obrador.  

   La propuesta abarca temas ya conocidos tales como digitalización de trámites, mejorar contrataciones públicas,  mejorar coordinación entre órdenes de gobierno, favorecer las licitaciones públicas, registrar socios de empresas licitantes como beneficiarios finales, combatir a empresas fantasma y de fachada, hacer delito la simulación en contrataciones públicas, entre otras.

   Entre las carencias de la propuesta se puede mencionar el que no se le dé prioridad al servicio profesional de carrera; el que no se le dé un apoyo decidido a la transparencia; y el insistir en combatir a la corrupción por la vía administrativa en lugar de la penal. Tampoco se define cual será el papel de los órganos internos de control,  entre muchas otras.

   Como novedades se pueden mencionar: el revisar el sistema de fe pública y transparentar y promover la integridad de los notarios públicos; el aumentar el plazo de prescripción de las faltas administrativas; el eliminar las exclusiones a la aplicación de la ley de adquisiciones; y el someter a los responsables de adquisiciones a controles de confianza, entre otras. 

   Comentaré aquí tres aspectos de la propuesta de Sheinbaum:  

    1.    Agencia Federal Anticorrupción. A diferencia del Sistema Nacional Anticorrupción que no tiene capacidad operativa, esta Agencia estaría especializada en combatir la corrupción desde el punto de vista administrativo,  con herramientas para investigar y perseguir este tipo de faltas administrativas. Para crear esta Agencia se continuaría desmantelando a la Secretaria de la Función Pública, quitándole funciones, al trasladar a la Agencia la capacidad de investigar faltas administrativas graves. Esta Agencia a su vez turnaría los expedientes al Tribunal Federal de Justicia Administrativa para su substanciación, resolución y en su caso, sanción.

     2.    Secretaria de la Función Pública. Al quitársele las funciones de investigar faltas administrativas graves,  se quedaría con el control interno del gobierno federal, de su desarrollo administrativo y continuaría con la investigación y sanción, en su caso, de faltas administrativas no graves. Esto último plantea que muy pocos servidores públicos se podrían trasladar a la Agencia. También continuaría a cargo de nombrar titulares de Unidades de Administración y Finanzas (Antes oficiales mayores) en el gobierno federal, con el consecuente conflicto de interés.  También se contemplan modificaciones a la Ley General de Responsabilidades Administrativas.

       3.    Delitos de Corrupción. Se propone desarrollar un modelo nacional para investigar delitos de corrupción, respaldado por una Ley General para Investigar y Sancionar Delitos por Hechos de Corrupción. Esta ley ahondaría en la tipificación de conductas delictivas que actualmente quedan impunes. Además,  se fortalecerían fiscalías y tribunales anticorrupción y se haría responsables penalmente a las empresas. Algo muy importante es que se propone el desarrollo de un sistema de inteligencia anticorrupción, herramienta clave para combatirla.

    Pero lo fundamental no es si la propuesta de la candidata Sheinbaum es buena o mala,  sino que, en caso de llegar al poder, saber si verdaderamente combatirá la corrupción de este sexenio. Esto no podremos saberlo por ahora.

    Sabemos que la candidata Sheinbaum no ha dicho que combatirá la corrupción de la actual Administración e incluso ha salido a defender a algunos de los actores. Es así como, sin voluntad política, las mejores propuestas fracasan. Por ello, la alternancia de los partidos en el poder es una buena forma de combatir a la corrupción.