Por: Octavio Díaz García de León
Se encuentra en discusión en el Congreso una reforma que contempla la
desaparición de los organismos con autonomía constitucional, entre ellos el
INAI y los organismos estatales de transparencia. De acuerdo con la propuesta
de reforma, las funciones en materia de transparencia recaerían en los propios
sujetos obligados y la resolución de los recursos de revisión que interpongan
los particulares quedarían de la siguiente forma: sindicatos a cargo de autoridades laborales de
conciliación; partidos políticos los atendería el Instituto Nacional de
Elecciones y Consultas; y para el resto,
las resolverán las autoridades de control interno y vigilancia. En materia de protección
de datos personales las leyes secundarias señalarán a los responsables de esta
función.
Los recursos humanos de los organismos que desparezcan serían
transferidos a las instituciones que asuman sus funciones, “en lo que
corresponda”, es decir, solo aquellos que requieran las instituciones que
asumirán sus funciones. Asimismo, se les
transferirán los recursos materiales, informáticos y las obligaciones de los
organismos que desparecen.
En el caso del INAI, el 80% del presupuesto es nómina, por lo que, de
transferirse la mayoría de las personas,
los ahorros serán insignificantes. Por ello, la reforma propuesta no trata de generar
ahorros sino de concentrar en el Poder Ejecutivo las decisiones sobre las
materias que manejan los organismos autónomos que se pretende desaparecer.
Como lo mencioné en un artículo anterior, el INAI,
desde su creación en 2014, ha sufrido manejos inadecuados de recursos por
parte de algunos de sus comisionados. Por ejemplo, la práctica extralegal de
repartirse las plazas del Instituto entre los comisionados; el excesivo número
de eventos que organizan y que no le agregan valor a la institución pero sí
cuestan; los viajes sin justificación
adecuada de sus altos funcionarios; y una estructura organizacional excesiva de
secretarías ejecutivas y direcciones generales, entre otros.
En contraste, su antecesor el IFAI, creado en 2003 como organismo sin autonomía
constitucional pero con autonomía técnica y administrativa, tuvo un desempeño muy aceptable durante 11
años con tan solo 5 comisionados y una estructura organizacional modesta.
Otros problemas de la reforma de 2014 que dio origen al INAI y que he
señalado en este espacio, son por ejemplo, el habérsele dado la responsabilidad
de la protección de datos personales, lo que le dio dos tareas opuestas: evitar
dar información personal y buscar la máxima apertura en materia de información
pública.
También hace falta una Ley de Secretos de Estado para proteger la
seguridad nacional ya que actualmente la Ley de Transparencia no define con
precisión este tema y se presta a la presión del actores gubernamentales que
bajo ese pretexto ocultan información que no deberían, como las contrataciones que se realizan para
obras que ejecutan las fuerzas armadas y otras instituciones de seguridad.
Otro aspecto que no ayuda al INAI es que no puede sancionar a los sujetos
obligados que no entreguen la información que les obliga. Para ello, tiene que recurrir a los órganos internos de
control (OIC) que dependen de la
Secretaría de la Función Pública, con lo
que pierde autonomía. Hay que reconocer que estas situaciones no son frecuentes
y por eso no hay muchas sanciones por ese motivo, gracias en parte, a la
participación de los OIC en los Comités de Transparencia.
Si bien existen áreas de mejora en el caso del INAI, los manejos
inadecuados de recursos no se deben a un mal diseño institucional sino a los
abusos, discrecionalidad y falta de
rendición de cuentas con que actuaban algunos de sus comisionados. Es un tema más de personas que de la
autonomía del organismo.
La reforma propuesta no soluciona este problema sino que afecta la
independencia requerida para garantizar este derecho humano contemplado en la
Constitución. El Poder Ejecutivo puede realizar estas funciones pero se
convertirá en juez y parte, por lo que el acceso a la información pública y la
protección de datos personales podrían estar en riesgo de aprobarse estos
cambios a la Constitución.
La justificación esgrimida para esta reforma no es el garantizar mayor
transparencia, apoyar el combate a la corrupción, facilitar la rendición de
cuentas o proteger mejor los datos personales, sino como un supuesto ahorro de
recursos. Pera ya vimos que no habrá
tal ahorro al conservarse las estructuras operativas de estos organismos. Si se
buscan economías hay que mirar a otra parte: el presupuesto anual del INAI
equivale a lo que perdió PEMEX cada 17 horas durante el primer semestre de
2024.
No se observa como esta reforma que desaparece organismos autónomos y
transfiere sus atribuciones al Poder Ejecutivo pueda resultar en una mejor
atención a estas funciones indispensables para el país. Falta ver si hay la
voluntad política para hacerlo y de no ser así, dicha reforma se convertirá en un grave
retroceso en las materias que atienden estos organismos.
La transparencia es función inversa de la corrupción.
ResponderEliminarEl narco dictador lo sabe, por eso pretende destruir el INAI.