LA SILLA ROTA
Por: Octavio Díaz García de León.
La idea: El gobierno de Donald Trump ha implementado la política de separar de
sus padres a los niños que los acompañan, cuando son detenidos por entrar
ilegalmente a Estados Unidos. Mientras que en el vecino país ha causado
tremendo malestar entre la población bien pensante de aquel país desde hace
semanas, aquí apenas inician las protestas.
En la cumbre
del G-7, Trump le dijo al primer ministro japonés Shinzo Abe, que para que
entendiera la gravedad del problema migratorio en Estados Unidos, le mandaría a
25 millones de mexicanos y que entonces se quedaría sin trabajo pronto.
No es de
extrañarse el discurso antimexicano de Trump y no pierde oportunidad para
insultar a nuestro país y a los mexicanos. Si bien se pueden hacer oídos sordos
a esas necedades, en lo que respecta a la violación de los derechos humanos de
los inmigrantes y especialmente de los niños, no debería pasarse por alto.
La
política de Trump de aplicar la ley de inmigración de su país a rajatabla tiene
unas pocas semanas y consiste en encarcelar y procesar a cualquier inmigrante
que cruce ilegalmente hacia aquel país. Si antes se les deportaba más o menos
rápido sin mayor trámite, hoy se les encarcela y se les juzga. (Niños inmigrantes separados de sus familias)
Esto hace
que en automático los niños que los acompañan sean separados porque no los
pueden llevar a las mismas cárceles que a sus padres. Sin embargo, a estos
niños se les encierra en jaulas improvisadas, dentro de bodegas y otros
edificios inadecuados, que al final de todas formas son cárceles para niños.
Sus
condiciones son inhumanas y se les puede causar un daño psicológico que les
dejará huella toda la vida al ser separados violentamente de sus padres. Las
fotos que han circulado en distintos medios dan cuenta de las deplorables
condiciones en que se les tiene encerrados, como a animales.
Lo que se
temía con la llegada de Trump al poder, se está convirtiendo en realidad. En el
fondo no es que a ese presidente le interese cumplir la ley, ya que ella no
prevé la separación de las familias. Lo que pretende es atemorizar a los
inmigrantes que viajan con sus hijos, usando métodos que recuerdan a la
Alemania nazi. De hecho, a algunos de los inmigrantes encarcelados se les
obliga a usar un brazalete amarillo que recuerda aquél que los nazis obligaban
a usar a los judíos. (Protestas por separación de familias)
Esto no
ha pasado desapercibido entre las buenas conciencias que existen entre la
mayoría de la población americana y se han organizado protestas contra Trump y
sus políticas antiinmigrantes en decenas de ciudades de la Unión Americana.
Lo que
sorprende es el silencio que se guardó de este lado de la frontera, en nuestro
país, hasta apenas hace un par de días que iniciaron las reacciones. Son los
niños de nuestros connacionales y de nuestros hermanos centroamericanos que
están sufriendo esta tragedia desgarradora a manos de las políticas de Trump.
¿Será que
se prefiere no provocar el enojo de Trump con tal de avanzar en el TLCAN? Si privilegiar
los intereses comerciales fuera la razón por la cual no se dijo nada
en México hasta apenas ayer, sería muy lamentable. Los intereses mercantiles no
pueden estar por encima de la defensa de los derechos humanos de nuestros
compatriotas y de los ciudadanos centroamericanos que huyen de la violencia en
sus países, y más si estas personas son menores de edad.
Tenemos
muchas distracciones en nuestro país. Por una parte, unas elecciones presidenciales
donde está en juego nuestro futuro. Por otro lado, el circo del mundial de
futbol, que suele distraernos de lo importante.
Pero si México
no es capaz de protestar a tiempo contra los abusos que sufren quienes ahora
cruzan ilegalmente hacia Estados Unidos, eso nos podría hacer cómplices de
Trump. Así ocurrió cuando el resto del
mundo calló ante las atrocidades de los nazis. Cuando era evidente que millones
de judíos estaban siendo despojados de sus propiedades, encerrados, golpeados y
posteriormente exterminados, el resto del mundo no dijo nada. También en el
silencio y la indiferencia hay complicidades.
Es tiempo
que dejemos de ser cómplices de los abusos que Trump comete contra quienes
cruzan ilegalmente su frontera desde nuestro territorio y ser firmes ante las
agresiones de Trump contra México y los mexicanos.
Valdría
la pena que los candidatos presidenciales se pronunciaran acerca de esta
situación y que piensan hacer al respecto, si resultan elegidos. Por otra parte,
es positivo que ya se empiece a dar una reacción del gobierno de México, al
enviar una protesta diplomática al gobierno de Estados Unidos y denunciar estas
atrocidades ante organismos internacionales. Es lo menos que se puede hacer por
lo pronto.
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