Por: Octavio Díaz García de León
El presidente Trump va a cumplir un año en funciones
y su gobierno ha resultado un caos. Desde la campaña presidencial se notaba que
era una persona desequilibrada e incapaz para gobernar. A pesar de todo, fue
electo presidente de Estados Unidos.
Lo malo no es que Trump sea un personaje con
graves trastornos de personalidad, sino que lo hayan elegido presidente los
ciudadanos del país vecino. Allí es cuando uno se pregunta si la democracia es
la mejor forma de gobierno, ya que un pueblo descontento puede actuar de manera
irracional. Por ejemplo, tenemos el caso de Venezuela que eligió a Chávez y a
Maduro, gobernantes que han llevado a la peor de las crisis a ese lastimado
país. Ojalá en México los electores sean sensatos el próximo julio.
Hace unos días se publicó el libro Fuego y
Furia (Se puede conseguir aquí) del
periodista Michael Wolff el cual en tres días logró más de un millón de
ejemplares vendidos. En el describe la presidencia de Trump vista por dentro.
Si bien algunas de las revelaciones no sorprenden,
confirman mucho de lo que ya sabíamos respecto a las extrañas formas de conducirse
del presidente Trump. Por ello, las amenazas contra Corea del Norte o contra
México y los mexicanos, no deben ser tomadas a la ligera.
Especialmente cuando su obsesión absurda es
construir un muro inútil en la frontera con México y que quiere que lo paguemos
los mexicanos. Al respecto, el libro describe como, aconsejado por su yerno
Kushner, Trump le propuso al presidente Peña el simular que México pagaría el
muro, para así cumplir con su promesa de campaña. Por supuesto, el presidente
Peña no aceptó jugar ese juego que hubiera sido denigrante para nuestro país,
aspecto que Trump no entiende.
Dice el autor del libro que Trump nunca quiso
ser presidente. Que solo trataba de conseguir fama y publicidad para su nombre,
que es su marca, para fundar una cadena de televisión y posicionarse mejor en
el mundo de los negocios. Nadie, ni él, ni sus más allegados, pensaron que
podía ganar. Tan es así que prefirió meter muy poco de su propio dinero a la campaña.
Por eso, el 8 de noviembre de 2016, al ganar
las elecciones, los primeros sorprendidos y disgustados fueron Trump y su
familia. Él no quería ser presidente y no estaba preparado ni tenía el menor
interés en gobernar su país.
Wolff, a lo largo del libro describe como,
ante el vacío de poder y la falta de interés del nuevo presidente, quienes lo
rodeaban iniciaron una lucha para influir en sus decisiones e impulsar sus
propias agendas ya que Trump es muy voluble.
Allí estuvo Bannon impulsando una agenda de ultraderecha.
Por otro lado, y en contraposición con Bannon, la pareja de Ivanka Trump y su esposo
Jared Kushner, proponiendo una agenda más liberal. Ninguno de ellos con
experiencia en el gobierno.
Llaman la atención algunos rasgos de
personalidad de Trump. Por ejemplo, divaga mucho y tiene muy poca capacidad de
atención. No lee nada y sus fuentes de información son la televisión y lo que
le dicen sus allegados. Se pone furioso cuando lo critican o cuando alguno de
sus colaboradores destaca más que él.
También se menciona como el hijo y el yerno de
Trump, entre otros, tuvieron reuniones con representantes del gobierno ruso, en
lo que se presume que fue para pedirles ayuda. Por otra parte, se ha demostrado
que los rusos apoyaron la campaña de Trump mediante el uso de redes sociales,
hackeo de cuentas de sus adversarios y filtración de dicha información, junto
con otras tácticas que ayudaron al triunfo de Trump. De comprobar las
autoridades de ese país la complicidad del hijo y el yerno de Trump con los
rusos, podría ser el fin de su presidencia.
Por cierto, para México es una gran señal de
alarma la posible intervención de los rusos en las próximas elecciones de
julio. Ya lo advirtió recientemente el Gral. McMaster, Asesor para Seguridad
Nacional de Trump, que ya existían indicios de dicha intervención en México. Las
autoridades electorales deberán identificarlo y estar al pendiente para impedirlo.
En cuanto al presidente Trump, el gobierno de
México podría usar a su favor lo que revela la psicología de este personaje.
Por ejemplo, el Ing. Slim podría ser un excelente embajador en Estados Unidos,
pues Trump lo que admira es el éxito de los hombres de negocios y hay que
recordar que es al primer mexicano que invitó a su casa después de ser elegido.
Para todo el mundo es un riesgo el que haya un
presidente de Estados Unidos con tan grave desorden de personalidad, pero especialmente
es malo para México. Seguirá siendo un gran reto para el actual gobierno la
relación con este personaje y esperemos que nuestro próximo presidente pueda
enfrentar esta amenaza.
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