Por: Octavio Díaz García de León
El presidente Trump va a cumplir un año en funciones
y su gobierno ha resultado un caos. Desde la campaña presidencial se notaba que
era una persona desequilibrada e incapaz para gobernar. A pesar de todo, fue
electo presidente de Estados Unidos.
Lo malo no es que Trump sea un personaje con
graves trastornos de personalidad, sino que lo hayan elegido presidente los
ciudadanos del país vecino. Allí es cuando uno se pregunta si la democracia es
la mejor forma de gobierno, ya que un pueblo descontento puede actuar de manera
irracional. Por ejemplo, tenemos el caso de Venezuela que eligió a Chávez y a
Maduro, gobernantes que han llevado a la peor de las crisis a ese lastimado
país.
Hace unos días se publicó el libro Fuego y
Furia (Se puede conseguir aquí) del
periodista Michael Wolff el cual en tres días logró más de un millón de
ejemplares vendidos. En el describe la presidencia de Trump vista por dentro.
Si bien algunas de las revelaciones no
sorprenden, sí confirman que el presidente Trump tiene serios problemas de
personalidad. Por ello, las amenazas contra Corea del Norte o contra México, no
deben ser tomadas a la ligera.
Especialmente cuando su obsesión absurda es
construir un muro inútil en la frontera con México y que quiere que lo paguemos
los mexicanos. Además, desea deportar a los mexicanos indocumentados y quizá dé
por terminado el TLCAN.
Dice el autor del libro que Trump nunca quiso
ser presidente. Que solo trataba de conseguir fama y publicidad para su nombre,
que es su marca, para fundar una cadena de televisión y posicionarse mejor en
el mundo de los negocios.
Nadie, ni él, ni sus más allegados, pensaron
que podía ganar. Tan es así que no estuvo dispuesto a meter mucho dinero propio
a su campaña.
Por eso, el 8 de noviembre de 2016, los
primeros sorprendidos y disgustados fueron Trump y su familia. Él no quería ser
presidente y no estaba preparado ni tenía el menor interés en gobernar su país.
Wolff, a lo largo del libro describe como,
ante el vacío de poder y de interés del nuevo presidente Trump, quienes lo
rodeaban iniciaron una lucha para influir en sus decisiones e impulsar sus
propias agendas ya que Trump es muy voluble.
Al principio hubo figuras como Bannon que proponía
una agenda de ultraderecha. Por otro lado, y en contraposición con Bannon, la
pareja de Ivanka Trump y su esposo Jared Kushner, proponiendo una agenda más
liberal. Ninguno de ellos con experiencia en el gobierno.
Llaman la atención algunos rasgos de
personalidad de Trump. Por ejemplo, divaga mucho y tiene muy poca capacidad de
atención. No lee y sus fuentes de información son la televisión y lo que le
dicen sus colaboradores. Se pone furioso cuando lo critican o cuando alguno de
sus colaboradores destaca más que él.
También se menciona como el equipo de campaña
de Trump tuvo contacto con los rusos, quienes intervinieron en las elecciones
usando herramientas cibernéticas y se ha comprobado que influyeron en el
triunfo de Trump, aspecto que es sumamente grave y que podría acabar con la
presidencia de Trump.
Nunca se había visto que Rusia, al cual muchos
americanos consideran su enemigo en el juego geopolítico mundial, interviniera
en las elecciones de Estados Unidos a favor de un candidato que, además,
resultó ganador.
¿Pusieron los rusos a un presidente americano a
su servicio? Por lo pronto las políticas de Trump apuntan a que Estados Unidos se
aleje de intervenir en asuntos mundiales, dejando las manos libres a Rusia y
China.
Por cierto, para México es una gran señal de
alarma la posible intervención de los rusos en las próximas elecciones de
julio. Ya lo advirtió recientemente el Gral. McMaster, Asesor para Seguridad
Nacional de Trump, que ya existían indicios de dicha intervención en México. Las
autoridades electorales deberán identificarlo y estar al pendiente para impedirlo.
En cuanto al presidente Trump, el gobierno de
México podría usar a su favor lo que revela la psicología de este personaje. Por
ejemplo, el Ing. Slim podría ser un excelente embajador en Estados Unidos, pues
Trump lo que admira es el éxito de los hombres de negocios y hay que recordar
que es al primer mexicano que invitó a su casa después de ser elegido.
Para todo el mundo es un riesgo el que haya un
presidente de Estados Unidos con tan grave desorden de personalidad, pero especialmente
malo para México. Seguirá siendo un gran reto para el actual gobierno la
relación con este personaje y esperemos que el próximo presidente pueda
enfrentar esta amenaza.
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