LA SILLA ROTA
Por: Octavio Díaz García de León
Margarita Zavala renunció al PAN después de 33 años de militancia en
ese partido, y el pasado jueves 12 de octubre se registró como aspirante a la
presidencia de México mediante una candidatura independiente. En 120 días
tendrá que reunir cerca de un millón de firmas para lograr estar en la boleta
electoral.
Este acontecimiento estuvo lleno
de polémica. Algunos comentaristas y articulistas dijeron que su salida del PAN
iba a favorecer al PRI; otros que a AMLO; algunos más dijeron que no iba a
afectar en nada al Frente (PAN+PRD+MC) o al PAN, desdeñando su salida como
irrelevante; hubo quienes la acusaron de mezquindad, exceso de ambición,
impreparación y otra serie de epítetos. En suma, a una parte de la
comentocracia de la CDMX no le gustó lo que hizo Margarita. Pocos le dieron
el beneficio de la duda o le aceptaron su derecho a tener una aspiración
legítima a la presidencia.
En algunos casos me sorprendió la virulencia de los comentarios, como
por ejemplo, el de Jesús Silva-Herzog Márquez en el periódico Reforma (Ver
artículo), donde la acusa de falta de méritos, de una precampaña fallida, de falta
de inteligencia estratégica, de balbuciente e incoherente en entrevistas, como diciendo que cómo se atreve a tener
aspiraciones presidenciales ante tantos defectos que le encuentra (Como si
otros precandidatos no los tuvieran). Hubo otros que le criticaron a
Margarita su falta de docilidad para acatar las decisiones del líder de su
partido, crítica que se parece a las que los partidarios de AMLO hicieron ante
la rebeldía de Monreal, que no quiso aceptar el dedazo de su líder cuando nombró
a Sheinbaum como su candidata a la CDMX.
Pero también hubo opiniones a favor, como por ejemplo el artículo de Luis Antonio Espino publicado en
Letras Libres (Ver
artículo) quien puso al desnudo lo
mezquino de los argumentos de quienes intentaron linchar mediáticamente a
Margarita.
Sin duda la abogada
Zavala tiene sus defectos, pero también tiene sus méritos. Un importante
segmento del electorado, que seguramente no piensa como los comentaristas de
CDMX, ha encontrado algo que les gusta de ella y que la ha posicionado
consistentemente en el primer o segundo lugar de las preferencias
electorales.
Desde que en julio de 2015 anunció su precandidatura presidencial, Margarita
se lanzó a una precampaña que la llevó por todo el país en busca de apoyos y
algo ha de haber encontrado en el camino pues las encuestas la colocaron
consistentemente en un segundo lugar o en empate técnico por el primer lugar con
AMLO en las preferencias de los votantes. Aún a pesar de ello, no encontró
eco dentro de su partido a la popularidad que sí encontró en las calles.
Síntoma de una situación anómala al interior del PAN que así excluía a una de
sus mejores cartas al negarle recursos, apoyos o ya de perdida, unas reglas
justas de competencia interna para que todos los aspirantes pudieran medir sus
tiempos.
Abandonar al PAN no ha
de haber sido una decisión fácil para Margarita pues allí adentro, en teoría,
hubiera tenido todas las ventajas que conlleva el tener el apoyo de un partido
que ya ha ganado dos veces la presidencia de la república y cuenta con estructura,
organización, conocimiento de marca, militantes, recursos públicos y millones
de spots en medios de comunicación, aspectos que su presidente Anaya sí ha
aprovechado para proyectar su propia candidatura. (¿Sería por eso que se salió
Margarita, que en el PAN todo el apoyo era para la precampaña de Anaya y para
nadie más?)
Sin duda algo habrá visto Margarita al interior del PAN que la
orilló a abandonar ese partido y tomar la vía más difícil para intentar ganar
la presidencia ya que debe conseguir cerca de 8,000 firmas diarias durante
120 días, repartidas por todo el territorio nacional, lo cual requiere una
infraestructura y una logística que involucra a decenas de miles de
voluntarios. Si la misma tarea se les pusiera a los partidos, habría algunos
que simplemente no podrían cumplir con este requisito. A los candidatos independientes
se les pusieron unas reglas que más bien están hechas para descarrilarlos. Los
partidos políticos aceptaron las candidaturas independientes, pero sin muchas
ganas de que se materialicen.
¿Por qué la alta intención de voto por la candidatura de Margarita Zavala
que se ha manifestado en las encuestas de los últimos años, inclusive antes de
que anunciara sus intenciones de aspirar a la presidencia? Se me ocurren algunas razones. Ella no es una
política que ha andado en todos los puestos que ha podido, al acecho del
siguiente “hueso”. Su forma de vida es acorde con sus ingresos de clase media y
está a la vista de quien quiera darse una vuelta por la colonia Las Águilas en
la CDMX. Puede ser también la sencillez y calor humano con la que se desempeñó
como primera dama. Quizá podría ser que su espontaneidad y lo sencillo de su
mensaje la hace conectar con las personas comunes y corrientes, en contraste
con el populismo de unos, la arrogancia tecnócrata de otros o las promesas
huecas de los políticos típicos.
Margarita habla de valores tradicionales, familiares y católicos, que
apelan a un segmento importante de la población, pero, además, lo predica con
el ejemplo, es decir, es una persona congruente. Por otra parte, concuerdo con lo que dice
Espino en su artículo: el apoyo que el electorado le da a Margarita tiene
que ver también con la aprobación que aún tiene la gestión del ex presidente
Calderón entre un segmento muy importante del electorado en todo el país.
Margarita no es una
política típica, aunque haya tenido una larga carrera dentro del PAN, y en eso
se diferencia mucho hasta de su esposo. Tuvo que diferir sus aspiraciones para
privilegiar la carrera política de su marido y no interferir con esa
trayectoria. Este es un dilema que otras damas brillantes como Hillary Clinton,
han estado dispuestas a asimilar:
posponer sus propias aspiraciones para apoyar el proyecto del esposo.
Pero no es un fenómeno único de ellas. Muchas mujeres inteligentes y preparadas
han preferido sacrificar sus propias carreras profesionales para atender a una
familia desde el hogar o para apoyar a su pareja como una especie de “cuarto de
junto”. Pero eso no quiere decir que estas mujeres, llegado el momento
oportuno, no tengan derecho a salir a luchar por sus otros intereses personales.
La salida de Margarita
del PAN enriquece la contienda electoral al darle al electorado una alternativa
que no le hubiera dado el PAN, ya que la dirigencia de ese partido prefirió
seguir la estrategia de unir a tres partidos muy disímbolos, con lo cual,
probablemente se decidirá cupularmente a su candidato, mismo que difícilmente
hubiera sido Margarita, ya que el presidente del PAN, como ya vimos, tiene sus
propias aspiraciones y, si armó el famoso Frente, no fue porque estaba pensando
en darle la candidatura ni a Miguel Ángel Mancera ni a Margarita Zavala, sino
quedarse con ella.
¿Ganará Margarita las elecciones? Hay muchos opinadores que la dan por
muerta sin más elementos que sus propios deseos y preferencias o basados en encuestas
que reflejan solo como está la situación al día de hoy. En realidad, nada
estará definido hasta el 1 de julio cuando se depositen los votos en las urnas.
Para la abogada Zavala, sin partido político que la apoye, será una campaña
cuesta arriba; primero porque para ser candidata independiente tendrá que
conseguir su millón de firmas; luego, porque seguramente en las campañas
influirá mucho la mercadotecnia y eso requiere mucho dinero. Por lo pronto,
quienes tienen el dinero son los partidos. Pero ya demostraron el Bronco y Kumamoto que
aún con poco dinero es posible encabezar un movimiento nacional opuesto a los partidos,
por lo que no hay que descartarla de antemano.
Las
opiniones vertidas en esta columna son exclusivamente a título personal y no
representan puntos de vista de ninguna institución.
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