Por: Octavio Díaz García de León
@octaviodiazg
México es uno de los
países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo
Económicos (OCDE) que mayor atraso presenta en el desarrollo de las
telecomunicaciones. Estudios de la OCDE (Ver nota) estimaron que para el periodo 2005 a 2009 la pérdida
asociada a las ineficiencias del sector de telecomunicaciones representó un
1.8% del PIB, derivada de los precios
excesivos de los servicios y la falta de cobertura de los mismos. Por ejemplo, los servicios de banda ancha son los más caros
y su penetración es la más baja entre
los países de la OCDE. (Ver Nota)
Esto no es de
extrañar si miramos a la historia de las telecomunicaciones y de la
radiodifusión. Por ejemplo, Teléfonos de México (Telmex) pasó de ser en sus
orígenes una empresa privada para luego ser estatizada y convertirse en una de
las paraestatales más ineficientes en la
década de los setenta y ochenta del siglo pasado. Conseguir una línea telefónica
se podía tardar varios años y había millones de solicitudes de líneas
pendientes de atender.
En los años noventa
se quiso revertir esto con la
privatización de Telmex, pero se
hizo con un modelo que garantizaba su monopolio por seis años. En un artículo
anterior describí por qué fue una mala privatización para el país, pero no así
para quien se benefició de ella. (Ver
artículo). Al término de la protección del
monopolio privado en 1996, se promulga la Ley de Telecomunicaciones en donde se
permite la competencia en el servicio de larga distancia y se crea la Comisión
Federal de Telecomunicaciones (COFETEL). Además, se subastan dos porciones del
espectro de radiofrecuencias para introducir nuevos competidores en el mercado
de telefonía celular y en servicios inalámbricos fijos, con lo que nacen nuevas empresas prestadoras
de estos servicios.
Quince años después, los indicadores de la OCDE, que mencioné
antes, mostraban que esa fue una reforma fallida. La competencia en larga
distancia fracasó; las empresas que quisieron competir desaparecieron o
cambiaron de giro; y en telefonía celular apenas quitaron una porción pequeña del
mercado a las empresas del Grupo Carso.
La falta de
competencia en ambos sectores, telecomunicaciones y radiodifusión se ha
traducido en precios sumamente elevados para los consumidores, en falta de
cobertura y falta de calidad de los
servicios entre otras desventajas.
El sector de
radiodifusión, además de que tradicionalmente ha estado ligado al poder
político con la consecuente distorsión en la transmisión de sus contenidos,
(Véase, por ejemplo, la participación hasta hace pocos años como accionista en Grupo Televisa de la
familia del ex presidente Miguel Alemán), es prácticamente un duopolio en
televisión abierta y un oligopolio en
radio abierto.
Por ello, era urgente
la reforma constitucional de 2013 y la nueva Ley Federal de
Telecomunicaciones y Radiodifusión de 2014. Estas reformas proveen avances para tratar de lograr más competencia
en estos sectores. Por ejemplo, la declaración de empresas dominantes, la mayor
autonomía del instituto que regula estos mercados el cual cambia de nombre de
COFETEL a Instituto Federal de
Telecomunicaciones (IFETEL), la creación de un área especializada en
competencia en el IFETEL y la desvinculación de este Instituto de la Secretaría
de Comunicaciones y Transportes.
En otro sentido, la
reforma favoreció de manera especial a la empresa Televisa e intentó afectar
primordialmente a las empresas del Grupo Carso. Esto ocurrió al decidir los
legisladores declarar dominancia (Que una empresa tenga más del 50% del
mercado) por sector (telecomunicaciones o radiodifusión) en lugar de determinar
la dominancia por servicio (telefonía fija, telefonía móvil, televisión
restringida, internet, televisión abierta, radio abierta, etc.).
Con esta sutileza, las
empresas del Grupo Carso sí fueron declaradas dominantes en telecomunicaciones mientras
que Televisa no fue declarada dominante en
radiodifusión a pesar de tener el 56% del mercado de televisión abierta y el
35% de radio abierta. Con ello, por ejemplo, al estar la televisión restringida en el
sector telecomunicaciones, Televisa pudo
crecer su participación en este mercado mediante adquisiciones de empresas,
teniendo ya más del 60% del mercado, mientras
que Telmex no podía ya crecer su participación en televisión restringida y más bien tuvo que deshacerse de activos
importantes en otros servicios como lo mencioné en un artículo anterior. (Ver
artículo)
Es
alentador que el nuevo AT&T (Compañía diferente a la que entró a competir
en larga distancia en 1997) llegue a México con la compra de Iusacell y Nextel.
Además, con su reciente adquisición de
DirecTV a nivel mundial, le da una
participación importante en el servicio de televisión restringida ya que es
accionista de SKY, en asociación con Televisa. Falta ver si Televisa continúa en
SKY o vende su parte para concentrarse en su servicio Izzi que está adquiriendo
nuevos suscriptores a costa de SKY y otros. Telefónica de España por su parte,
no ha claudicado a pesar de tener años compitiendo con desventaja y solo
habiendo conseguido una modesta participación de mercado.
En el juego de las
reformas, unas empresas pierden algo y otras ganan un poco, pero los jugadores dominantes siguen siendo
los mismos de siempre. Quienes siguen sin beneficiarse significativamente son
los consumidores, pues la competencia
está aún muy distante de darse. Probablemente los precios elevados, la falta de
cobertura y la mala calidad en el servicio continuarán en el futuro previsible
e incluso, quizá más adelante, se requiera otra reforma.
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