4 de octubre de 2013

LA TERCERA VÍA: EL MODELO “MADRE TERESA”




     ¿Debe el Estado proveer todo tipo de servicios a la sociedad? El debate se ha extendido por todo el mundo. El impulso de las políticas neoliberales por parte de Margaret Thatcher y Ronald Reagan crearon una revolución global, impulsando el que empresas privadas proveyeran muchos servicios que en las décadas anteriores habían sido prestados por los gobiernos. Tampoco es que los gobiernos siempre hayan prestado servicios públicos. Esta es una tendencia que  se generalizó en el Siglo XX.
     
     Esto  viene a cuento ahora que con la propuesta fiscal impulsada por la actual administración federal se busca recaudar más impuestos con el objeto de que el gobierno preste más servicios y provea más infraestructura. Pero a nadie le gusta pagar impuestos y menos si los servicios ofrecidos por el gobierno son malos. Hay países en donde los impuestos son altísimos pero los servicios que provee el Estado son de primera y protegen a los ciudadanos desde su nacimiento hasta la muerte como  por ejemplo en Suecia. En ese caso hay menos objeción a pagar impuestos. En los países comunistas, el Estado que debía proveerlo todo, nunca lo logró.

     En el caso de México a partir de los años veinte del siglo pasado, los gobiernos en turno fueron extendiendo la participación estatal con: la expropiación petrolera; las escuelas públicas; la creación del IMSS, del ISSSTE, los hospitales de la Secretaría de Salud, las universidades públicas, la estatización de las compañías eléctricas, el INFONAVIT y la estatización de muchas empresas que culminó con la nacionalización de la Banca  en 1982 de tal forma que el Estado mexicano  invadía todos los ámbitos de la vida nacional. A partir del sexenio del presidente Salinas se empezó a dar marcha atrás con una oleada de privatizaciones que quedó inconclusa. México se quedó con un sector estatal todavía muy grande y con servicios privatizados en algunos ámbitos como bancos, carreteras y recientemente, el caso de las cárceles federales.

     El problema es que ninguno de los dos esquemas ha funcionado. El Estado mexicano ha demostrado en términos generales ser un mal proveedor de servicios y el sector privado,  o bien su impacto es muy pequeño, o no tiene vocación para prestar servicios públicos  o los servicios que provee son demasiado caros. La raíz del problema es que ambos tienen objetivos distintos a los que requiere la población. Por ejemplo, en el caso de los servicios prestados por el Estado, sus funcionarios tienen primero objetivos políticos que cumplir para satisfacer al partido que los llevó al poder o a los grupos  a los que pertenecen y en segundo término la prestación de un servicio adecuado. Para el sector privado es igual: su objetivo primordial es generar utilidades para sus accionistas y luego prestar el servicio que requieren los usuarios. Se puede argumentar que para que exista un beneficio económico o político  en las empresas o en las instituciones del gobierno es requisito que haya un buen servicio. Pero hemos visto que no es el caso. Los mercados todavía son muy imperfectos en esos ámbitos como para castigar a los malos prestadores de servicios. Un par de  ejemplos son: 1. Escuelas: Pese a reformas educativas y mejoras que se intenten en el sector educativo, pasarán años antes de que puedan dar servicios de calidad. Por ello, quien puede pagarlas, prefiere a las privadas. 2. Hospitales: Los servicios que otorga el gobierno están saturados y no hay atención adecuada. Igualmente, quién puede pagarlos, opta por  hospitales privados.

     En ambos casos los servicios otorgados con fines de lucro son una mala opción. Por ejemplo, los hospitales privados cuyo objetivo son las ganancias, realizan intervenciones quirúrgicas  y estudios costosos  innecesarios. O bien las escuelas privadas que una vez captado al alumno elevan las colegiaturas año con año muy por encima de la inflación,  se vuelven negocios muy rentables.

     Entonces, ¿quién debe proveer servicios de primera necesidad como atención de servicios de salud, escuelas, asilos y otros similares?  Hemos visto que el gobierno y sus funcionarios obedecen a prioridades políticas; los empresarios a la generación de utilidades. Por ello, deben ser Instituciones como las que fundó la Madre Teresa, en donde el único afán debe ser atender a quienes va dirigido el servicio. En siglos anteriores las organizaciones religiosas fueron las principales prestadoras de  estos servicios por razones humanitarias y aún son importantes pero cada vez menos. Pero ya hay un sector incipiente de la sociedad que está empezando a llenar estos huecos. Instituciones como la Cruz Roja son ejemplares. Sin embargo  aún no existen buenos mecanismos de fondeo que les permitan sobrevivir a estas instituciones y sobre todo crecer. 

     Si los impuestos en lugar de destinarse a  instituciones agobiadas por el gigantismo, la corrupción, la ineficacia y la ineficiencia se dedicaran a organizaciones sin fines de lucro, podrían empezar a cambiar los esquemas de bienestar de la población. No hay muchas “Madre Teresa” en nuestro país pero sí existen personas dispuestas a ayudar sin ánimo de lucro económico o político.  Esta podría ser la verdadera tercera vía para el desarrollo del país.  

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