25 de octubre de 2013

LOS VECINOS NOS ESPÍAN




     Según revelaciones recientes del ex contratista Snowden de la “National Security Agency” (NSA) - una de las agencias de espionaje de Estados Unidos - a la revista alemana Der Spiegel,  ésta agencia obtuvo en el 2010  260 informes muy valiosos de comunicaciones entre el presidente Calderón y su equipo de trabajo,  penetrando un servidor de correo de la Presidencia de la República.  Ya anteriormente Snowden también había revelado que se intervinieron llamadas de los celulares del candidato Peña Nieto y 9 de sus más cercanos colaboradores  durante dos semanas antes de las elecciones y se interceptaron 85,489 mensajes de texto, algunos de ellos del propio candidato Peña.

     Como mencioné en artículos anteriores, el espionaje es una práctica que se ha utilizado desde tiempos inmemoriales para obtener información de los enemigos y adversarios de reinos o naciones. En esta lógica, casi todos los países tienen servicios de espionaje y realizan labores de inteligencia en otros países para efectos de seguridad nacional o para obtener ventajas comerciales y diplomáticas. El espionaje de que fueron objeto los presidentes Calderón y Peña Nieto por parte de Estados Unidos es algo muy grave dadas las buenas relaciones que existen entre los dos países. El ex presidente Calderón impulsó una cooperación con los Estados Unidos en materia de seguridad que prácticamente no tiene precedentes. Permitió que la CIA, la DEA y militares americanos operaran en una base militar mexicana en el norte de México para realizar labores de inteligencia; dio permiso a 54 agentes de la DEA para operar en México; permitió que aviones de aquél país realizaran labores de espionaje en territorio mexicano; y permitió la instalación de una oficina de inteligencia operada por agentes americanos  en pleno paseo de la Reforma en la Cd. de México (Información tomada de notas periodísticas). Además impulsó la Iniciativa Mérida y llevó la cooperación con ese país en materia de seguridad  a un nivel muy alto. Es lamentable que Estados Unidos haya abusado de la confianza que el gobierno de México le confirió para que sus agencias de seguridad operaran en México.

     El presidente Peña  ha venido reduciendo las libertades que gozaron los servicios de inteligencia americanos el sexenio anterior poniendo orden en la relación entre agencias de seguridad de los dos países. Para ello ha nombrado como único punto de contacto al Secretario de Gobernación. Anteriormente las diversas agencias americanas interaccionaban directamente con sus contrapartes y seleccionaban a quien darles  información, por ejemplo, para la captura de delincuentes.

     Las revelaciones de Snowden ponen en entredicho la cooperación con Estados Unidos para recabar inteligencia. Esta experiencia debe servir para que quienes estén a cargo de estas tareas por parte de México sean muy cuidadosos en futuros esquemas de trabajo con las  agencias de seguridad americanas y se debe replantear la actuación en México de dichas agencias. Algunos puntos a considerar podrían ser:

     Primero, se requiere presentar una enérgica protesta diplomática y redefinir las reglas del juego. Las agencias americanas ya no pueden gozar de la libertad que tenían el sexenio pasado para actuar en nuestro país. Inclusive habría que suspender temporalmente la cooperación en materia de inteligencia con ese país hasta en tanto se acuerdan  nuevas reglas. El nuevo esquema de trabajo requeriría definir lo que estará permitido que hagan esas agencias en nuestro país. La actuación de dichas agencias debería excluir el espionaje a funcionarios mexicanos, ya no se diga a nuestro presidente, y el realizar actividades de inteligencia no relacionadas con la agenda común de los dos países. Sería bueno también pedirles reciprocidad para la actuación de agencias mexicanas en aquél país. Después de todo, muchos de los delincuentes que introducen drogas en Estados Unidos  traen armas y dinero ilegal de regreso a México y podrían ser investigados por agentes mexicanos  que  recabaran  inteligencia en aquél país.

     Segundo, se requiere tener un servicio de contrainteligencia de primer mundo para tener la posibilidad de contrarrestar las actividades de inteligencia de Estados Unidos y otros países. Este servicio de contrainteligencia deberá estar separado de las agencias mexicanas de inteligencia existentes para que pueda operar  con libertad y vigilar a las propias agencias que pudieron haber sido penetradas por los servicios americanos. Las capacidades de esta nueva agencia deberán estar basadas en tecnología de vanguardia, instalaciones apropiadas y contar con personal de primer nivel. No es difícil hacer esto. La tecnología se podría obtener a través de alianzas con países neutrales a la relación México – Estados Unidos, como España,  que tiene las capacidades necesarias para ayudarnos,  y realizar el reclutamiento de agentes y demás personal de apoyo entre agentes ya existentes que pasen exámenes rigurosos de selección y control de confianza.

     Tercero, habría que pensar en desarrollar una agencia  de inteligencia que actúe con eficacia en el extranjero, incluyendo Estados Unidos. La identificación  de amenazas a la seguridad nacional  ha estado orientada más al ámbito interno que al externo y hace falta  recabar inteligencia que ayude a mejorar las relaciones comerciales y diplomáticas de nuestro país. No se cuenta actualmente con un servicio de inteligencia a la manera de la CIA, el MI6 o el Mossad. En este juego de espías en que se han convertido las relaciones entre países, no queda más remedio que México tenga capacidades de primer mundo para actuar en el extranjero  y acotar la injerencia de las agencias de inteligencia extranjeras en nuestro país.



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