Según
revelaciones recientes del ex contratista Snowden de la “National Security
Agency” (NSA) - una de las agencias de espionaje de Estados Unidos - a la
revista alemana Der Spiegel, ésta
agencia obtuvo en el 2010 260 informes
muy valiosos de comunicaciones entre el presidente Calderón y su equipo de
trabajo, penetrando un servidor de
correo de la Presidencia de la República. Ya anteriormente Snowden también había
revelado que se intervinieron llamadas de los celulares del candidato Peña
Nieto y 9 de sus más cercanos colaboradores
durante dos semanas antes de las elecciones y se interceptaron 85,489
mensajes de texto, algunos de ellos del propio candidato Peña.
Como
mencioné en artículos anteriores, el espionaje es una práctica que se ha
utilizado desde tiempos inmemoriales para obtener información de los enemigos y
adversarios de reinos o naciones. En esta lógica, casi todos los países tienen
servicios de espionaje y realizan labores de inteligencia en otros países para
efectos de seguridad nacional o para obtener ventajas comerciales y
diplomáticas. El espionaje de que fueron objeto los presidentes Calderón y Peña
Nieto por parte de Estados Unidos es algo muy grave dadas las buenas relaciones
que existen entre los dos países. El ex presidente Calderón impulsó una
cooperación con los Estados Unidos en materia de seguridad que prácticamente no
tiene precedentes. Permitió que la CIA, la DEA y militares americanos operaran
en una base militar mexicana en el norte de México para realizar labores de
inteligencia; dio permiso a 54 agentes de la DEA para operar en México;
permitió que aviones de aquél país realizaran labores de espionaje en
territorio mexicano; y permitió la instalación de una oficina de inteligencia
operada por agentes americanos en pleno
paseo de la Reforma en la Cd. de México (Información tomada de notas
periodísticas). Además impulsó la Iniciativa Mérida y llevó la cooperación con
ese país en materia de seguridad a un
nivel muy alto. Es lamentable que Estados Unidos haya abusado de la confianza que
el gobierno de México le confirió para que sus agencias de seguridad operaran
en México.
El
presidente Peña ha venido reduciendo las
libertades que gozaron los servicios de inteligencia americanos el sexenio
anterior poniendo orden en la relación entre agencias de seguridad de los dos
países. Para ello ha nombrado como único punto de contacto al Secretario de
Gobernación. Anteriormente las diversas agencias americanas interaccionaban
directamente con sus contrapartes y seleccionaban a quien darles información, por ejemplo, para la captura de
delincuentes.
Las
revelaciones de Snowden ponen en entredicho la cooperación con Estados Unidos
para recabar inteligencia. Esta experiencia debe servir para que quienes estén
a cargo de estas tareas por parte de México sean muy cuidadosos en futuros
esquemas de trabajo con las agencias de
seguridad americanas y se debe replantear la actuación en México de dichas agencias.
Algunos puntos a considerar podrían ser:
Primero,
se requiere presentar una enérgica protesta diplomática y redefinir las reglas
del juego. Las agencias americanas ya no pueden gozar de la libertad que tenían
el sexenio pasado para actuar en nuestro país. Inclusive habría que suspender
temporalmente la cooperación en materia de inteligencia con ese país hasta en
tanto se acuerdan nuevas reglas. El nuevo
esquema de trabajo requeriría definir lo que estará permitido que hagan esas
agencias en nuestro país. La actuación de dichas agencias debería excluir el
espionaje a funcionarios mexicanos, ya no se diga a nuestro presidente, y el realizar
actividades de inteligencia no relacionadas con la agenda común de los dos
países. Sería bueno también pedirles reciprocidad para la actuación de agencias
mexicanas en aquél país. Después de todo, muchos de los delincuentes que introducen
drogas en Estados Unidos traen armas y
dinero ilegal de regreso a México y podrían ser investigados por agentes mexicanos
que recabaran inteligencia en aquél país.
Segundo,
se requiere tener un servicio de contrainteligencia de primer mundo para tener
la posibilidad de contrarrestar las actividades de inteligencia de Estados
Unidos y otros países. Este servicio de contrainteligencia deberá estar
separado de las agencias mexicanas de inteligencia existentes para que pueda
operar con libertad y vigilar a las
propias agencias que pudieron haber sido penetradas por los servicios americanos.
Las capacidades de esta nueva agencia deberán estar basadas en tecnología de
vanguardia, instalaciones apropiadas y contar con personal de primer nivel. No
es difícil hacer esto. La tecnología se podría obtener a través de alianzas con
países neutrales a la relación México – Estados Unidos, como España, que tiene las capacidades necesarias para
ayudarnos, y realizar el reclutamiento
de agentes y demás personal de apoyo entre agentes ya existentes que pasen
exámenes rigurosos de selección y control de confianza.
Tercero,
habría que pensar en desarrollar una agencia de inteligencia que actúe con eficacia en el
extranjero, incluyendo Estados Unidos. La identificación de amenazas a la seguridad nacional ha estado orientada más al ámbito interno que al
externo y hace falta recabar
inteligencia que ayude a mejorar las relaciones comerciales y diplomáticas de
nuestro país. No se cuenta actualmente con un servicio de inteligencia a la
manera de la CIA, el MI6 o el Mossad. En este juego de espías en que se han
convertido las relaciones entre países, no queda más remedio que México tenga
capacidades de primer mundo para actuar en el extranjero y acotar la injerencia de las agencias de
inteligencia extranjeras en nuestro país.
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