Por: Octavio Diaz G.L.
En un libro de
reciente aparición en inglés “La Extinción del Poder”, Moisés Naím
argumenta que para los líderes de
cualquier organización, sea empresa, iglesia, o gobierno, cada vez es más
difícil ejercer el poder. Dice que las
cuatro fuentes del poder son: la fuerza, la costumbre, la persuasión y los
premios y que tres grandes tendencias las están erosionando:
1. La abundancia: vivimos en una época en
que hay más de todo; más personas, mas ciudades, más países, más partidos
políticos y una mayor clase media que es impaciente, tiene más ambiciones de las que los gobiernos
puedan satisfacer y es intolerante a la corrupción. Entre mejor sea el nivel de
vida, es más difícil controlar a la población.
2. La revolución de la movilidad: las personas se desplazan por todo
el mundo como nunca en la historia. Ya no tienen que aceptar las malas
condiciones en las que viven. Eligen irse a donde más les conviene. El mayor
efecto se da en la migración a las ciudades lo que ha vuelto al mundo
predominantemente urbano. Pero no solo hay más movilidad de personas, sino también
de bienes, dinero e información. La
erosión del poder que resulta de esta tendencia se debe a que el poder requiere ejercerse
sobre límites territoriales bien definidos y requiere una audiencia cautiva. Por
ello cuando las fronteras se vuelven porosas, es mucho más difícil mantener el
poder.
3. La revolución de la mentalidad:
ahora que todos saben cómo viven las personas
en otras partes del mundo la población se ha vuelto más exigente, con grandes
expectativas por mejorar sus niveles de vida ante la incapacidad de los
gobiernos por satisfacerlas. También se ha amplificado la costumbre de los
jóvenes de retar al poder aunado a una
pérdida de credibilidad en las instituciones del Estado. Allí está el ejemplo
de la primavera árabe en donde grupos
sin líderes se organizaron alrededor de Twitter y Facebook para derrocar a dictadores que tenían décadas en el
poder.
Pero creo que
el fenómeno de la erosión del poder no es nuevo en el mundo sino más bien
cíclico. A lo largo de la historia han surgido imperios que luego caen, emperadores, dictadores, y déspotas con mucho
poder para luego ser derrocados. Tampoco
es un fenómeno moderno. De Nerón y Calígula a Hitler y Stalin. Del Imperio
Romano al Imperio Británico y al Imperio Soviético. ¿Será que por primera vez
en la historia seamos testigos de la erosión del poder para que nunca vuelvan a
surgir imperios y déspotas?
En México
hemos tenido estos ciclos. De los presidentes frágiles al inicio de la Independencia
a Santa Anna. De los presidentes de la Guerra de Reforma a Juárez y Díaz. De
los presidentes revolucionarios a los del PRI. Fragilidad y poderío en ciclos
que se repiten. En los últimos 18 años vivimos un deterioro del poder
presidencial. Surgieron como poderes alternos los gobernadores, empresarios, líderes sindicales, la oposición
en el Congreso, la mayor independencia de jueces y magistrados y grupos criminales apoderados de regiones del
país, entre otros.
Pareciera que ahora
el presidente Peña Nieto quisiera recuperar algo del poder perdido de la Presidencia
para poder impulsar su agenda de trabajo. Ha sido capaz de concertar con la
oposición sus reformas y ha mandado mensajes fuertes a factores de poder que
antes eran intocables. Pero el camino para aumentar su poder será largo. Por lo
pronto requerirá de gobernadores que le sean fieles, apoyo continuo de la
oposición- de hecho los líderes del PAN
y del PRD están en riesgo de caer-, seguir acotando a grandes empresarios y
líderes sindicales, controlar a sindicatos poderosos que van a perder
privilegios. Tendrá que enfrentar fenómenos como el movimiento que surgió en la
Universidad Iberoamericana y que luego tomó el nombre de “Yo Soy
132” que podría resurgir en cualquier momento. Los jóvenes ya probaron
el poder de las redes sociales y vieron que pueden retar a los partidos
políticos establecidos y sólo falta un pretexto para que exploten de nuevo.
La clase
media ya representa un poco más del 50%
de los hogares en México y difícilmente se deja manipular con dádivas y otras figuras del viejo clientelismo.
También ha evolucionado la opinión pública que
dispone cada vez más de medios de
comunicación no tradicionales a través de blogs, videos y redes sociales. Por su parte el crimen organizado seguirá
disputando el control de territorios al Estado Mexicano y tratando de corromper
a las fuerzas de seguridad pública. Todos estos factores dificultarán el camino
para aumentar el poder presidencial. Por cierto uno de los aspectos que ha
impulsado el presidente Peña Nieto y que va en sentido contrario al
fortalecimiento de la Presidencia es la
creación de cada vez más organismos constitucionalmente autónomos. Se está
creando un nuevo poder que no contempla la Constitución.
Si bien por una
parte se nota que el presidente Peña Nieto está dándole nuevos bríos al poder
presidencial y ha tenido iniciativas exitosas en este sentido, juegan en su
contra las tendencias que señala Naím en su libro y si este autor tiene razón,
los nuevos liderazgos en todos los ámbitos tendrán que acostumbrarse al
ejercicio de un poder disminuido.
Referencias:
1. "THE END OF POWER. FROM BOARDROOMS TO BATTLEFIELDS AND CHURCHES TO STATES, WHY BEING IN CHARGE ISN´T WHAT IT USED TO BE" By Moisés Naím. Basic Books, New York, 2013. Kindle e-book.
2. "CLASEMEDIERO. Pobre no más, desarrollado aún no." Luis de la Calle y Luis Rubio. CIDAC, septiembre de 2010, México, D.F.
2. "CLASEMEDIERO. Pobre no más, desarrollado aún no." Luis de la Calle y Luis Rubio. CIDAC, septiembre de 2010, México, D.F.
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