22 de enero de 2024

CORRUPCIÓN EN AUGE

 

Por: Octavio Díaz García de León


     Con frecuencia escucho a personas que se quejan de la corrupción que existe en el gobierno. Pero también noto un tono de resignación,  por lo que personas normalmente honorables,  prefieren convivir con ella dando mordidas para agilizar trámites, no pagar multas, hacer cosas que no permiten las normas o para obtener favores de funcionarios de gobierno, entre muchas otras formas de corrupción.

   Siempre hay un mecanismo de justificación: “me sale más barato”, “pierdo menos tiempo”, “no puedo hacer nada al respecto”, “ si no pago me van a perjudicar”, “de nada sirve denunciar”, “todo sigue igual y no castigan a los corruptos”. El argumento suele ser en el fondo: “ellos son los malos, no yo”. Pero la realidad es que se necesitan dos partes para que haya corrupción: el que la ofrece y el que la recibe y del lado del que la ofrece, hay muchos cómplices en los procesos de corrupción.

   Hay formas de corrupción que más bien son extorsiones, como las que realizan los policías o la Guardia Nacional cuando detienen a conductores y transportistas para exigirles dinero, aún si todo está en regla. En esto se distinguen poco de la delincuencia organizada que cobra derecho de piso, por ejemplo. De hecho, compiten con ella.

   Por otra parte, tenemos a la gran corrupción la cual es enormemente dañina porque no solo los montos involucrados son mucho mayores, sino la afectación al bien público se multiplica. Un tren o un metro mal hecho,  o un sistema de salud que no funciona, causa muertes.

   Pero esta corrupción se oculta mejor, pues para descubrirla se requieren investigaciones especiales de lavado de dinero, auditorías forenses y otro tipo de herramientas que solo están al alcance del propio gobierno, ya sea través de la Secretaría de la Función Pública, de la Unidad de Inteligencia Financiera o a través de la Auditoría Superior de la Federación. Cuando estas instancias no funcionan o su libertad de acción se ve coartada, la gran corrupción prolifera.

    Recientemente se han dado a conocer reportajes que implican a la familia del presidente López Obrador en actos de corrupción y tráfico de influencias. También se han publicado recientemente varios casos de posibles actos de corrupción que involucran a altos funcionarios del gobierno.  

    Llama la atención que ante estos reportajes y notas periodísticas, las instancias de fiscalización e investigación correspondientes, tales como la Fiscalía General de la República a través de la Fiscalía Anticorrupción o la Secretaria de la Función Pública,  no hayan manifestado públicamente que se investigará estas denuncias.

   Tampoco observamos una instrucción presidencial para que se investiguen estos reportajes por las instancias mencionadas,  para ver si tienen méritos las denuncias y las supuestas pruebas. Lo que hay es una gran ausencia de acciones por parte de las autoridades encargadas de combatir la corrupción en torno a estas revelaciones o, por lo menos, un gran silencio en torno a ellas. Ni que decir del Sistema Nacional Anticorrupción que tampoco se ha pronunciado al respecto y con lo cual se manifiesta una vez más, su falta de eficacia.

    En contraste, recuerdo el caso de la "Casa Blanca de las Lomas" en donde el presidente Peña salió a disculparse y a ordenar una investigación al Secretario de la Función Pública para dilucidar si existió conflicto de interés en la adquisición de dicha mansión.   Como era de esperarse, dado el propio conflicto de interés que había en que un subordinado investigara al presidente y no una instancia independiente, la investigación acabó exonerando al presidente Peña y su esposa.

   Pero por lo menos hubo investigación y los resultados de esta se pusieron a disposición de todo el público a través de internet, aunque ya no están disponibles. Estas revelaciones detuvieron la construcción del tren a Querétaro y la ex primera dama tuvo que deshacerse de esa casa.

    Finalmente es importante señalar la participación de empresarios en estos actos de corrupción. En chats y conversaciones diversas me percato que algunos de ellos están contentos con esta administración porque les están dando negocios, algunos de ellos de manera ilícita.

   Estos empresarios no tienen escrúpulo alguno en participar en actos de corrupción, pues lo ven como algo natural, como el costo de hacer negocios con el gobierno y no se paran a pensar en que violan la ley y en el daño que le hacen al país. Los gobernantes corruptos saben que a los empresarios con los que hacen negocios no les interesa el país, sino enriquecerse, y se aprovechan de ello.  

    Urge retomar el combate a la corrupción de manera decidida para evitar el enorme daño que ésta le causa al país. Esperemos que sea una prioridad para la próxima presidente y ojalá los empresarios que hacen negocios mediante la corrupción, tomen conciencia del daño que le hacen al país, para que dejen de ser cómplices en estos procesos.

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