Por: Octavio Díaz García de León
Para Paty
Ahora que el presidente de Estados Unidos,
Donald Trump, ha decidido que los mexicanos somos personas indeseables en su
país y que las autoridades de allá están dispuestas a violentar la privacidad
de los turistas mexicanos revisando celulares y otros aparatos, es tiempo de
dejar de visitar a Estados Unidos y en su lugar, visitar a México. El México
espectacular del que sabemos poco.
Si a usted le gusta el juego y los auténticos
espectáculos mexicanos, olvídese de Las Vegas y no deje de ir a las ferias nacionales
de Aguascalientes, Texcoco y León, entre otras. Tampoco pierda el tiempo
buscando playas en California o Florida; vaya a la Riviera Maya, a Puerto
Vallarta, a Huatulco o a Los Cabos. Si los encuentra llenos de americanos, es
porque ellos sí saben de playas y saben que en su país no las encontrarán tan espectaculares
como las nuestras. Si lo suyo son las ciudades coloniales, olvídese de
pueblitos como Williamsburg en Virginia y no pretenda encontrar en Boston o
Filadelfia algo que remotamente se compare con Puebla, Morelia, Zacatecas o
Guanajuato. Si le interesan las culturas nativas, no se le ocurra ir a ver a
los apaches o comanches quienes, tristemente, viven en reservaciones en el país
vecino. No hay nada que supere a las ciudades prehispánicas de Teotihuacán,
Chichén Itzá, Monte Albán y un largo etcétera. Aún si lo suyo es la cultura, la
Ciudad de México tiene una cantidad de museos, cines, teatros, salas de
concierto, orquestas y otros atractivos, que no extrañará Nueva York o Chicago.
Algo que es indiscutiblemente espectacular y
que suele ser un destino poco explorado es la ruta del Ch. P. (Ferrocarril
Chihuahua al Pacífico). La ruta se puede recorrer en parte por carretera, pero
el atractivo es viajar en uno de los últimos trenes de pasajeros que existen en
México. Los vagones están razonablemente
bien, sin ser de lujo. El viaje se puede
hacer de Chihuahua a Los Mochis o viceversa en unas 16 horas. Si no quiere
recorrer toda la ruta, una buena opción es viajar de Chihuahua a Creel y
pernoctar allí. Creel en sí tiene poco que ofrecer, pero cuenta con un muy buen
hotel y otros más económicos. En los alrededores de Creel se pueden conocer
algunas formaciones rocosas interesantes, una misión jesuita, un lago y unas
cascadas.
De Creel se puede viajar a la siguiente
estación del tren que es el Divisadero, donde se hace una escala de 15 minutos
para disfrutar de la vista, antojitos y artesanías. Hay un hotel allí, con una
vista formidable, en la que se puede hospedar, o bien seguir a la siguiente
estación del tren a unos 5 minutos de distancia para acceder al hotel con la mejor
vista de la región, propiedad de la familia Balderrama de Los Mochis, quienes
han desarrollado esta ruta desde hace décadas. Allí se puede pernoctar,
disfrutar de la vista, del hotel que es bastante cómodo y pasear por los alrededores
por senderos en medio de desfiladeros impresionantes. De allí lo pueden llevar a
un parque de diversiones con una de las tirolesas más grande en el país la cual
tiene una longitud de 2530 metros y en donde se pueden alcanzar velocidades de
hasta 130 km por hora, a una altura de 400 metros sobre la barranca; un
teleférico que atraviesa la barranca con 2.8 km de longitud y ofreciendo vistas
inigualables; y un paseo por 7 tirolesas y dos puentes colgantes que recorren 5
kilómetros entre las barrancas.
De allí se puede continuar el viaje a la
siguiente estación del tren en Bahuichivo para de luego trasladarse a un hotel
también de la familia Balderrama que se encuentra en Cerocahui, un pequeño
pueblo en el corazón de la Baja Tarahumara. Este pueblo es una agradable
sorpresa, pues, aunque esté en medio de la zona de cultivo de amapola y
mariguana, para el turista esto es invisible. Entre los atractivos de la
localidad se encuentra una misión jesuita en el siglo XVI y la familia
Balderrama, además del único hotel en el pueblo, es dueña de unos viñedos con
una pequeña producción vinícola de alrededor de 4000 botellas al año. Desde
allí hay tours que van por la “carretera” a Urique (en realidad un camino de terracería)
el cual lleva a un mirador con la mejor vista de la región en un lugar que se
llama Cerro del Gallego desde donde se puede observar el Río Urique y el pueblo
del mismo nombre desde una altura de unos dos mil metros.
Por cierto, si lo suyo es disfrutar del buen vino,
Chihuahua se está convirtiendo en una zona vinícola muy importante. Les
recomiendo mucho los vinos que produce el empresario Eloy Vallina con la marca
Hacienda de Encinillas; la familia Pinoncely con los vinos Pinesque y el
empresario Jaime Galván con los vinos Cavall.
Estos vinos ya compiten en excelencia con los de Valle de Guadalupe y
vale la pena que los pruebe.
Así que si se trata de salir de vacaciones es
tiempo de hacerlo en México que resulta bueno, bonito y no tan caro como salir
al extranjero. Nos esperan las grandes bellezas de nuestro país con personas
siempre amables dispuestas a que nos la pasemos bien. Por lo menos, mejor que
en el vecino país del norte.
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@octaviodiazg
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