Por:
Octavio Díaz García de León
A
lo largo de la historia han existido personajes que han sido modelo de
comportamiento o ejemplo de maldad para la humanidad. Unos reales y otros
ficticios. Entre estos últimos quisiera destacar a tres: Don Quijote, el Doctor
Fausto y Don Juan. Dos de ellos ligados a la cultura española y el segundo a la
alemana. En el caso del Doctor Fausto existió un personaje histórico que dio
origen a la leyenda. A lo mejor los modelos de Don Quijote y Don Juan fueron
también hombres de carne y hueso. Estos personajes de ficción tomaron forma en
la imaginación colectiva gracias al ingenio de escritores cumbre de la
literatura; también han sido semilla para la creación de todo tipo de obras de
arte. El tema de sus vidas permea de muy
diversas formas en poemas, novelas, obras de teatro, óperas, sinfonías, sonatas,
pinturas, esculturas, películas, etc. Lo importante es que siguen siendo objeto
de reflexión e inspiración y las lecciones que se pueden extraer de ellos
pueden ser de utilidad en nuestra época.
Las
historias de estos personajes han sido contadas de diversas formas. Quizá el
Quijote ha sido único e irrepetible, pero la leyenda de Fausto ha sido tratada
por grandes autores. Quizá la más conocida sea la obra de Goethe, pero otros escritores
como Marlowe, Calderón de la Barca, Valery, Pessoa y Mann, entre otros, también
han producido obras maestras relacionadas con la historia de Fausto. Lo mismo
ocurre con Don Juan que me trae a la memoria las obras de Byron, Zorrilla y
Mozart.
Las
historias alrededor de estos personajes permanecen vigentes, aunque gran parte del
contexto en que se escribieron ha perdido vigencia en nuestra época. Por
ejemplo, en el caso del Doctor Fausto, aunque sigue existiendo la creencia y el
culto al demonio, nuestra época en general es más racionalista y ha dejado de
creer en Dios y en el Diablo. Pero no dudo que seguirá habiendo personas que
crean factible el hacer pactos con Lucifer para lograr sus deseos más
inconfesables, a cambio de entregar su alma a las llamas eternas.
La
revolución sexual por su parte, ha dejado en la sección de novelas rosas las viejas
aventuras de Don Juan, ya que nuestra época está saturada de pornografía y sexo
fácil. Además, se ha perdido el concepto de honor, el de la virtud, la creencia
en Dios y los castigos divinos, aspectos que son ejes centrales en las obras
relacionadas con este personaje.
Ya
he escrito aquí acerca de Don Quijote (https://octaviodiazgl.blogspot.mx/2013/03/armarse-caballero-despues-de-los.html)
y
cómo es necesario ponerse una meta para hacer algo por la humanidad una vez
terminada la edad en que se construyó una familia y un patrimonio, en lugar de
entregarse a un retiro sin actividad productiva. Otra de las muchas lecciones
de esta obra es que las personas, sin perder la razón como Don Quijote, pueden
salir al mundo, a la edad que sea, a tratar de enmendar el mal que se observa
en el entorno. Hay dos personajes centrales a esa obra: Sancho Panza quien
encarna un realismo simple pero profundo y Dulcinea, quien le da sentido a lo
que hace Don Quijote. Se podría entonces escoger una causa (La caballería
andante), conseguirse un anclaje con la realidad que vaya moderando y
aterrizando cada una de las acciones a emprender (Sancho Panza) y una razón de
ser que impulse a actuar (Dulcinea) que puede ser un ideal de humanidad, la
búsqueda de la vida eterna, encontrar la verdad sobre algún tema o cualquier
cosa que le dé sentido a la vida.
El
caso del Doctor Fausto, (https://octaviodiazgl.blogspot.mx/2012/04/los-consejos-del-diablo.html), tiene lecciones
interesantes: hay quienes se pasan una vida buscando placeres, poder, fama, o simplemente
tratándose de enriquecer como sea. Pero
llega un momento que su ambición los hace traspasar cualquier límite y están
dispuestos incluso a pactar con las versiones modernas del diablo: volverse
corrupto, delincuente, o cualquier otro camino que no sea el legal o éticamente
correcto, arriesgando su vida a cambio de placer, poder o para acumular bienes
y dinero. También puede ocurrir que, como Fausto, tras una vida dedicada a una
actividad, se descubra que nunca encontrará satisfacción en ello porque su
vocación era otra, o se dé cuenta que nunca logrará lo que ambiciona,
encontrando inútil lo realizado y quiera recuperar la juventud para volver
atrás y empezar de nuevo, siendo que no hay pacto que valga para recuperar esa
vida perdida.
El
Don Juan en la actualidad ya no es aquél que lucha por conquistar a la mujer
virtuosa con las artes del seductor. Los Don Juanes modernos (Hombres y
mujeres) son, por ejemplo, políticos, artistas, vendedores, negociantes. Buscan
poder, fama o dinero y usan la seducción para lograr sus fines. Desafortunadamente
lo hacen no para hacer un bien a la sociedad, sino solo por tener lo que buscan.
Los Don Juanes actuales solo piensan en ellos, no en los demás y siguen siendo
tan peligrosos como el personaje clásico.
Estos
modelos de hombres paradigmáticos nos pueden ayudar a guiar nuestra vida o a
entender aquellos comportamientos enfermizos que impiden mejorar nuestro
entorno. Vale la pena leer y conocer todas las obras que se han realizado en
torno a ellos, que nos siguen dando muchas enseñanzas, a apreciarlas como obras
de arte y ayudarán a reconocer a los Quijotes, Faustos o Don Juanes que nos
encontremos en el camino.
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