6 de octubre de 2016

UNA ESTRATEGIA ANTICORRUPCIÓN


Por: Octavio Díaz García de León


Felicitaciones al Heraldo de Aguascalientes por su 62 aniversario

     Una vez constituido el Sistema Nacional Anticorrupción (SNA), habrá que tener una estrategia para combatir la corrupción. En este artículo me referiré a medidas de combate a la corrupción de tipo correctivo y dejaré pendiente el comentar acerca de medidas preventivas, que también son importantes, para otra ocasión.  

     El fenómeno de la corrupción es muy amplio y multifactorial, pero para simplificar, se podría clasificar por su cuantía. Se pueden identificar tres grandes segmentos:

1.    La gran corrupción. En este segmento tenemos a funcionarios del más alto nivel del gobierno haciendo negocios ilícitos. El número de personas que participan en este tipo de corrupción es muy reducido y por lo general están en la cúspide de las instituciones, realizan pocos actos de corrupción e involucran cantidades de dinero del orden de los miles de millones de pesos. Entre los casos que se prestan a este tipo de corrupción están: la realización de obras públicas y adquisiciones tales como la construcción de una carretera o un tren, la adquisición masiva de computadoras, televisiones, etc. Otra área de corrupción es el otorgamiento de grandes concesiones o permisos como, por ejemplo, una asignación de espectro radioeléctrico, una concesión para transporte aéreo, un permiso para la operación de un banco o una financiera, la concesión para la explotación de un campo petrolero, etc. También caen en esta categoría, la no aplicación de la ley en casos tales como permitir que una empresa realice prácticas monopólicas anticompetitivas, el dejar libre a un gran delincuente, el permitir a un cartel de la delincuencia organizada operar en un territorio, etc.  Por lo general este tipo de corrupción es muy sofisticada.
  
2.     La mediana corrupción. En este segmento participan mandos medios y altos del gobierno lo que implica el que son más personas, involucran más actos de corrupción, con mayor frecuencia y sus montos están en el orden de los millones de pesos. Esta corrupción se da en los mismos rubros que la anterior. Para este tipo de corrupción, el nivel de sofisticación no es tan elevado, pero recurren a un “know-how” especializado para evadir auditorías y darle visos de transparencia a procesos que no lo son.

3.    La pequeña corrupción. Este segmento de la corrupción se refiere a los pequeños trámites y servicios de que está llena la vida cotidiana de pequeñas empresas y de casi todas las personas. Aquí se encuentra, por ejemplo, el pequeño soborno o mordida por perdonar una multa, conseguir un permiso de construcción “chueco”, hacer un trámite más rápido, “agilizar” un expediente, dejar libre a un pequeño delincuente, y cientos de ejemplos más que existen por todas partes. En este tipo de corrupción participan todos los días miles de servidores públicos y se ven afectados millones de ciudadanos. Los sobornos y las transacciones van desde unos cuantos pesos hasta el orden de miles de pesos y las formas de operar son muy simples y fáciles de detectar.  

     Una vez segmentado de esta forma el “mercado” de la corrupción, se podría atacar el problema de la siguiente forma:

1.    Gran corrupción. Por el nivel de sofisticación que involucra, por el poder de los funcionarios y empresarios que participan y que podrían escudarse en sus influencias, se requiere un enfoque policial con total independencia. Esta tarea sería más apropiada que la llevase a cabo la Fiscalía Anticorrupción, apoyándose en sistemas de inteligencia, especialistas en lavado de dinero, investigadores expertos en delincuencia organizada y auditores forenses, entre otras herramientas para la investigación, persecución y sanción de este tipo de corrupción.

2.    Mediana corrupción. Este tipo de corrupción se puede combatir en el poder ejecutivo a través de la Secretaría de la Función Pública con sus órganos internos de control y sus equivalentes en las entidades federativas, en los otros dos poderes y en los organismos autónomos, siempre y cuando puedan actuar con total independencia de los organismos que vigilan. También tendrían un papel relevante la Auditoría Superior de la Federación y sus equivalentes en los estados. Todos estos organismos fiscalizadores podrían utilizar herramientas tales como investigaciones anticorrupción, investigación de evolución patrimonial, auditorías forenses, investigaciones sobre lavado de dinero y registros públicos de la propiedad, etc. Para ello se requiere darles un nuevo enfoque a los órganos de fiscalización antes mencionados. Más allá de las tareas normales que realizan se les podrían agregar áreas dedicadas al combate a la corrupción.  

3.    Pequeña corrupción. Debido a los grandes volúmenes de personas involucradas, el gran número de actos de corrupción, su frecuencia y los montos relativamente pequeños que involucra este fenómeno, se deberá recurrir de manera extensa a herramientas de tecnología informática y de comunicaciones para combatirla. Por ejemplo, utilizar cámaras de video y micrófonos que monitoreen las ventanillas de trámites, a los policías y a otros funcionarios que tienen contacto con el público para proporcionar trámites o servicios; realizar operativos de usuario simulado; recibir denuncias instantáneas por teléfono o internet mediante celulares; usar redes sociales para recibir denuncias, etc. Sería conveniente que esta labor la desarrollaran las propias instituciones creando áreas anticorrupción que trabajen de manera independiente de sus órganos de fiscalización, como ocurre con las unidades de asuntos internos de las instancias de seguridad pública.

     La sociedad tiene un papel fundamental para combatir la corrupción. Desde denunciarla hasta realizar propuestas como ésta.  Ojalá que usted, amable lector, se involucre también en la lucha anticorrupción.


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