Por:
Octavio Díaz García de León
Felicitaciones al Heraldo de
Aguascalientes por su 62 aniversario
Una
vez constituido el Sistema Nacional Anticorrupción (SNA), habrá que tener una
estrategia para combatir la corrupción. En este artículo me referiré a medidas
de combate a la corrupción de tipo correctivo y dejaré pendiente el comentar
acerca de medidas preventivas, que también son importantes, para otra ocasión.
El
fenómeno de la corrupción es muy amplio y multifactorial, pero para
simplificar, se podría clasificar por su cuantía. Se pueden identificar tres
grandes segmentos:
1. La
gran corrupción. En
este segmento tenemos a funcionarios del más alto nivel del gobierno haciendo
negocios ilícitos. El número de personas que participan en este tipo de
corrupción es muy reducido y por lo general están en la cúspide de las
instituciones, realizan pocos actos de corrupción e involucran cantidades de
dinero del orden de los miles de millones de pesos. Entre los casos que se
prestan a este tipo de corrupción están: la realización de obras públicas y
adquisiciones tales como la construcción de una carretera o un tren, la
adquisición masiva de computadoras, televisiones, etc. Otra área de corrupción
es el otorgamiento de grandes concesiones o permisos como, por ejemplo, una asignación
de espectro radioeléctrico, una concesión para transporte aéreo, un permiso para
la operación de un banco o una financiera, la concesión para la explotación de
un campo petrolero, etc. También caen en esta categoría, la no aplicación de la
ley en casos tales como permitir que una empresa realice prácticas monopólicas anticompetitivas,
el dejar libre a un gran delincuente, el permitir a un cartel de la
delincuencia organizada operar en un territorio, etc. Por lo general este tipo de corrupción es muy sofisticada.
2. La mediana corrupción. En este
segmento participan mandos medios y altos del gobierno lo que implica el que
son más personas, involucran más actos de corrupción, con mayor frecuencia y
sus montos están en el orden de los millones de pesos. Esta corrupción se da en
los mismos rubros que la anterior. Para este tipo de corrupción, el nivel de
sofisticación no es tan elevado, pero recurren a un “know-how” especializado para
evadir auditorías y darle visos de transparencia a procesos que no lo son.
3. La
pequeña corrupción.
Este segmento de la corrupción se refiere a los pequeños trámites y servicios
de que está llena la vida cotidiana de pequeñas empresas y de casi todas las
personas. Aquí se encuentra, por ejemplo, el pequeño soborno o mordida por
perdonar una multa, conseguir un permiso de construcción “chueco”, hacer un
trámite más rápido, “agilizar” un expediente, dejar libre a un pequeño
delincuente, y cientos de ejemplos más que existen por todas partes. En este
tipo de corrupción participan todos los días miles de servidores públicos y se
ven afectados millones de ciudadanos. Los sobornos y las transacciones van
desde unos cuantos pesos hasta el orden de miles de pesos y las formas de
operar son muy simples y fáciles de detectar.
Una
vez segmentado de esta forma el “mercado” de la corrupción, se podría atacar el
problema de la siguiente forma:
1. Gran
corrupción. Por el
nivel de sofisticación que involucra, por el poder de los funcionarios y
empresarios que participan y que podrían escudarse en sus influencias, se
requiere un enfoque policial con total independencia. Esta tarea sería más
apropiada que la llevase a cabo la Fiscalía Anticorrupción, apoyándose en
sistemas de inteligencia, especialistas en lavado de dinero, investigadores
expertos en delincuencia organizada y auditores forenses, entre otras
herramientas para la investigación, persecución y sanción de este tipo de
corrupción.
2. Mediana
corrupción. Este tipo
de corrupción se puede combatir en el poder ejecutivo a través de la Secretaría
de la Función Pública con sus órganos internos de control y sus equivalentes en
las entidades federativas, en los otros dos poderes y en los organismos
autónomos, siempre y cuando puedan actuar con total independencia de los
organismos que vigilan. También tendrían un papel relevante la Auditoría
Superior de la Federación y sus equivalentes en los estados. Todos estos
organismos fiscalizadores podrían utilizar herramientas tales como investigaciones
anticorrupción, investigación de evolución patrimonial, auditorías forenses,
investigaciones sobre lavado de dinero y registros públicos de la propiedad, etc.
Para ello se requiere darles un nuevo enfoque a los órganos de fiscalización
antes mencionados. Más allá de las tareas normales que realizan se les podrían
agregar áreas dedicadas al combate a la corrupción.
3. Pequeña
corrupción. Debido
a los grandes volúmenes de personas involucradas, el gran número de actos de
corrupción, su frecuencia y los montos relativamente pequeños que involucra este
fenómeno, se deberá recurrir de manera extensa a herramientas de tecnología informática
y de comunicaciones para combatirla. Por ejemplo, utilizar cámaras de video y
micrófonos que monitoreen las ventanillas de trámites, a los policías y a otros
funcionarios que tienen contacto con el público para proporcionar trámites o
servicios; realizar operativos de usuario simulado; recibir denuncias
instantáneas por teléfono o internet mediante celulares; usar redes sociales
para recibir denuncias, etc. Sería conveniente que esta labor la desarrollaran las
propias instituciones creando áreas anticorrupción que trabajen de manera
independiente de sus órganos de fiscalización, como ocurre con las unidades de
asuntos internos de las instancias de seguridad pública.
La
sociedad tiene un papel fundamental para combatir la corrupción. Desde
denunciarla hasta realizar propuestas como ésta. Ojalá que usted, amable lector, se involucre
también en la lucha anticorrupción.
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Twitter: @octaviodiazg http://heraldo.mx/tag/todo-terreno/ Correo: odiazgl@gmail.com
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