Por:
Octavio Díaz García de León
La
Ciudad de México está a la par de las capitales más importantes del mundo en
materia de museos. Uno de ellos es el Museo Memoria y Tolerancia (http://www.myt.org.mx/museo/quienes-somos.html) ubicado en el complejo donde se
encuentra la Secretaría de Relaciones Exteriores en la Ave. Juárez frente a la
Alameda y casi enfrente del Hemiciclo a Juárez. Fue construido gracias al
esfuerzo del sector privado a través de una asociación civil. Este museo rememora
los genocidios del Siglo XX que son un monumento a la vergüenza y una afrenta a
la humanidad.
Allí podemos conocer el genocidio de los armenios a manos de los turcos. El de los tutsis a manos de los hutus en Ruanda; el de los bosnios a manos de los serbios en lo que era la antigua Yugoslavia; el de los mayas a manos de los militares en nuestro vecino Guatemala; el de habitantes de las ciudades, profesionistas, monjes y minorías étnicas a manos del Khmer Rojo y de su líder, el magnicida Pol Pot, en Camboya; el de Darfur contra la etnia fur y la población civil, perpetrada por el presidente de Sudán Omar al-Bashir; y el de judíos, gitanos, homosexuales, discapacitados y otros, a manos de los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial.
Allí podemos conocer el genocidio de los armenios a manos de los turcos. El de los tutsis a manos de los hutus en Ruanda; el de los bosnios a manos de los serbios en lo que era la antigua Yugoslavia; el de los mayas a manos de los militares en nuestro vecino Guatemala; el de habitantes de las ciudades, profesionistas, monjes y minorías étnicas a manos del Khmer Rojo y de su líder, el magnicida Pol Pot, en Camboya; el de Darfur contra la etnia fur y la población civil, perpetrada por el presidente de Sudán Omar al-Bashir; y el de judíos, gitanos, homosexuales, discapacitados y otros, a manos de los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial.
La
lista de genocidios podría incluir también los asesinatos de Stalin a millones
de sus oponentes; los de Mao Tse-tung a millones de sus ciudadanos durante la
“Revolución Cultural”. La Segunda Guerra Mundial también produjo crímenes
atroces. Solo por mencionar algunos: los
asesinatos masivos de chinos perpetrados por los japoneses; los asesinatos de
las élites polacas a manos de rusos y
alemanes; el asesinato en masa de cientos de miles de
civiles en Hiroshima, Nagasaki y Dresde, a manos de los americanos en los dos
primeros casos y a manos de los aliados en el segundo; la “limpieza” étnica que
hicieron los alemanes al invadir Rusia y que costó la vida a 30 millones de
personas; el desplazamiento de millones de alemanes de lo que era la Prusia
Oriental al ser derrotados por los rusos. No cabe duda que el siglo XX fue
quizá el de mayor barbarie que ha visto la historia de la humanidad.
Existen
decenas de museos en todo el mundo dedicados al genocidio de los judíos a manos
de los alemanes, llamados museos del holocausto. Por lo menos el de la Cd. de
México no le pide nada al de Berlín y hasta me parece mejor. Se los recomiendo
mucho porque el de la Cd. de México hace énfasis también en la tolerancia.
¿Cómo
es posible que se puedan cometer crímenes tan grandes contra la humanidad?
Primero, gracias a que todo el poder de una nación o un gobierno se deposita en
una persona fanática y con un gran desprecio por las vidas humanas. De las
matanzas que enumeré, la mayoría fueron posibles por la voluntad de los
dictadores que tomaron las decisiones de cometer estos crímenes: Hitler,
Stalin, Mao y Pol Pot, entre otros.
Segundo, porque con el pretexto de las
guerras se han justificado medidas extremas que atentan contra la población civil,
tales como las bombas atómicas detonadas en Japón y el bombardeo de Dresde al
final de la segunda guerra mundial.
Tercero, porque los dictadores han
encontrado apoyo entre sus ciudadanos para cometer sus crímenes y verdugos
dispuestos a llevarlos a cabo. Tal fue el caso de las SS en Alemania y la
complicidad o complacencia de millones de alemanes que permitieron que Hitler
asesinara a millones de personas.
Cuarto, porque cuando los dictadores no
encuentran apoyo popular, recurren al terror gracias a que dominan el aparato
de represión estatal, como fue el caso de Stalin, Mao y Pol Pot.
Quinto, porque
existen líderes carismáticos, populistas, que enarbolan ideologías y creencias
que promueven el odio contra las minorías étnicas; líderes que hipnotizan multitudes
con un mensaje venenoso.
En
estos días es muy oportuno visitar el museo de Memoria y Tolerancia, para no
olvidar la historia, especialmente ahora que se cierne la amenaza de que
Estados Unidos elija a un líder carismático, xenófobo y partidario de la
limpieza étnica de ese país. Donald Trump podría convertirse en el siguiente
genocida de la historia si se le permite llegar al poder y sacar adelante lo
que ha prometido. Esto es especialmente preocupante
para los mexicanos pues ha vuelto su odio étnico contra nosotros. Millones de
compatriotas que viven en Estados Unidos podrían estar en riesgo.
No
debemos permitir que se traduzca en hechos el odio que va dirigido contra los
mexicanos. No se puede seguir el ejemplo
de los judíos durante la segunda guerra mundial que fueron conducidos a la muerte
prácticamente sin oponer resistencia. Si la violencia llega al extremo,
impulsada por Trump, la defensa tiene que ser igual de firme.
La
responsabilidad del pueblo americano por impedir la barbarie que pregona Trump es
enorme. Pero también la responsabilidad de los mexicanos por defendernos de esos
posibles abusos. Se debe aprender de la lección de Israel, que no está
dispuesto a que la historia del holocausto se repita. Aunque es una nación pequeña
y rodeada de enemigos, tiene la fortaleza militar para resistir cualquier
intento de quien quiera repetir esa historia. Allí está el ejemplo para México.
No podemos permitir que Trump, de llegar al poder, cumpla sus amenazas contra los
mexicanos.
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Twitter: @octaviodiazg
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