30 de enero de 2015

Y AHORA, ¿QUIÉN PODRÁ SALVARLOS?



Por: Octavio Díaz García de León.
 @octaviodiazg

      El año pasado se intentó un gran cambio de estrategia en las intervenciones del gobierno federal para apoyar a estados con gobiernos fallidos o en manos de la delincuencia o ambas cosas,  tal y como fue el caso de Michoacán. Para ello se nombró, entre otras medidas, a un Comisionado para la Seguridad y el Desarrollo Integral de Michoacán con los poderes más amplios  que se le hayan dado a un funcionario federal trabajando en una entidad federativa. Fue un experimento (Ver artículo) que parecía justificado ante la emergencia que se vivía. Ahora,  después de un año, termina su encargo el Comisionado Castillo con una explicación contradictoria: para que no interfiera con los comicios que se avecinan, cuando lo que más se requiere es seguridad para garantizar las elecciones.  

      El gobierno federal fue más allá del nombramiento de un Comisionado.   Desde el presidente hacia abajo, todo su gobierno se volcó en Michoacán. El presidente Peña iba cada mes; los secretarios también tenían obligación de acudir periódicamente y esa intensidad duró algunos meses.  También se nombró un gabinete paralelo de funcionarios federales para ayudar al estado; se cubrieron puestos clave del gobierno de Michoacán con designaciones del Comisionado Castillo, avaladas por el Congreso local y el gobernador en turno; se abrieron las arcas federales para apoyar con dinero al estado; se reforzó la presencia militar y de la policía federal; se convirtió a las autodefensas en guardias rurales; se logró desarticular en buena medida a los Caballeros Templarios; se encarceló al Dr. Mireles y se encarceló y liberó a otros líderes de las autodefensas. Todo eso y más.

      A pesar de todo ello,  pareciera que en el fondo muy poco cambió. A mediados de diciembre del año pasado, una pelea  entre dos grupos de  guardias rurales (antes autodefensas)  produjo la muerte de once personas; a principios de enero de este año fueron muertas once personas en Apatzingán en  un enfrentamiento con la policía federal; y el pasado 27 de enero fue asesinado un prominente empresario en Morelia.  El común denominador ante estos acontecimientos siguen siendo la inseguridad y la impunidad que prevalecen. También continúa  la difícil situación  financiera  del estado por el enorme endeudamiento a la que lo sometieron los gobiernos de Lázaro Cárdenas,  Leonel Godoy y Fausto Vallejo. La crisis financiera aún no se resuelve  a pesar del apoyo federal que se le ha dado, con nombramiento incluido de un alto ex funcionario de Hacienda como subsecretario de finanzas del estado.

      Pero hace falta un diagnóstico más profundo y una discusión pública de las bondades y desventajas de la estrategia que se siguió y saber porqué se fue abandonando poco a poco lo que había empezado con tanto entusiasmo el gobierno federal,  para dejar al final casi solo al Comisionado. Valdría la pena también revisar si la figura de un Comisionado es la adecuada para estos casos y si lo que faltó fue tiempo para realizar la tarea, o bien lo que hizo falta fue poner a un funcionario  más capaz. Es importante saber que funcionó y que no,  y si el modelo  sirve para replicarse en otras partes. Por lo pronto el gobierno federal desparece al Comisionado en Michoacán y ante el desquiciamiento de Guerrero ya no quiso repetir la receta allí prefiriendo dejar que los políticos locales  arreglaran sus problemas (Que por cierto no han podido). En el caso de Michoacán probablemente lo mejor hubiera sido sustituir al Comisionado Castillo ya que  los gobiernos estatal y municipales  siguen estando tanto o más frágiles que antes; esperar a tener un debate púbico que produjera  un buen diagnóstico; esperar que pasaran las elecciones; dar tiempo para que  se recuperara algo más  la gobernabilidad del estado y sobre todo, se iniciara la reconstrucción  de las instituciones locales.   

      Ahora la estrategia para Michoacán es regresar al esquema que no le funcionó al presidente Calderón: una solución militar sin capacidad suficiente para  combatir a los delincuentes y recuperar el estado. Para lograr un impacto militar en Michoacán,  probablemente se requiera usar a buena parte del ejército y la marina para tener una cobertura territorial significativa y lo que es peor, una permanencia prolongada defendiendo el territorio. El reducido contingente que existe en Michoacán no alcanza para mucho. Por otra parte la Gendarmería, con tan solo 5 mil elementos no tiene casi ningún impacto en el contexto nacional. Ni dedicándolos todos a Michoacán alcanzarían.  

      Michoacán, Oaxaca, Guerrero, la Tierra Caliente del Estado de México, Morelos y Tamaulipas son territorios donde el Estado es muy débil y requieren apoyo del gobierno federal. Si el esquema de  Comisionado, gabinete paralelo y las visitas mensuales del presidente y sus secretarios no funcionaron, entonces habrá que buscar otra solución,  pero no es conveniente que se abandone el esfuerzo. La tarea de reconstruir las instituciones en esos territorios permanece inconclusa. Ésta retirada del gobierno federal deja mal parado a Michoacán.  ¿Cuál será ahora la fórmula que ayude a resolver su problema de seguridad y gobernabilidad? El gobierno federal no puede decir que ya se cansó de esta labor de recuperar territorios con gobiernos fallidos pues el problema podría extenderse. Si se retira ahora,  ¿quién podrá salvarlos? Por lo pronto el Papa Francisco va a consagrar Cardenal al Arzobispo Suárez Inda de Morelia. Por lo menos la Iglesia Católica está reforzando su presencia allí.
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