POR:
OCTAVIO DÍAZ G. L.
@octaviodiazg
El
pasado 6 de enero tuvo lugar la primera visita del Lic. Peña Nieto como
presidente en funciones al presidente Obama mientras que este último ya ha
estado un par de veces en México. La visita se da después de un otoño de
dificultades y crisis que vivió nuestro país y que seguramente generó
preocupación a nuestros vecinos del norte. También el contexto ha cambiado de
manera inesperada. Como lo menciona Juan Pardinas en un artículo reciente en
Reforma, mientras en septiembre Peña era
considerado el estadista del año, el presidente Obama tocaba fondo en su
popularidad y su partido perdía importantes posiciones en
el Congreso. Tres meses después, la aprobación del presidente Peña ha caído
significativamente, su imagen se ha deteriorado en el extranjero y el país está en problemas mientras que el presidente Obama, con acciones valientes en
materia de migración y reanudación de las relaciones con Cuba, encabeza con
éxito un país en pleno crecimiento y
despegue económico.
La
relación entre ambos presidentes no debe ser fácil. Obama nunca ha tenido un acercamiento
especial con México ni habla español y por primera vez desde hace 30 años, tenemos
un presidente que no estudió en Estados Unidos ni habla inglés fluidamente. También
la administración del presidente Peña ha tomado distancia con el gobierno de Estados Unidos en materia
de seguridad, a diferencia del sexenio anterior que fue muy estrecha. No es de
extrañar que el tema a tratar fuera primordialmente el de seguridad.
Llama
la atención el formato de la reunión entre los presidentes. Fue una sesión privada con una duración de una hora en
la que solo estuvieron presentes además de los presidentes, Susan Rice, asesora
del presidente en Asuntos de Seguridad Nacional y Aurelio Nuño, Jefe de la Oficina de la
Presidencia. En ella seguramente hubo aspectos que desde luego no se mencionan
en las conferencias de prensa. Por ejemplo, estas reuniones cerradas luego
constituyen una buena ocasión para que el presidente de Estados Unidos comparta
información de inteligencia muy sensible relacionado con lo que ocurre en
nuestro país. ¿Qué información tan delicada pudo haber compartido? Podría ser
inteligencia relacionada con personalidades relevantes de la política mexicana
implicándolos en actividades cuestionables o preocupantes. Otra alternativa
podría ser que hayan identificado amenazas de terroristas islámicos que podrían
introducirse desde México hacia Estados Unidos o inclusive atacar objetivos
americanos en nuestro territorio. Otro
tema que mencionan diversos analistas es la preocupación para el gobierno de
Obama de que el gobierno de México
busque una relación especial con China (Ver
mi artículo).
De
lo que sí sabemos es que un tema relevante fue Iguala y los normalistas
asesinados. No sabemos los detalles de la reunión pero por el semblante serio
de ambos presidentes, aunque no faltaron las sonrisas y cordialidades para la
foto, es posible que haya sido una reunión difícil. Y es que si Obama trató de cuestionar
a figuras relevantes del gobierno mexicano o hizo un reclamo por no haber sido eficaces
para abatir la violencia o incluso si tocó el tema de los posibles conflictos de
interés que aquejan a figuras prominentes del gobierno, todo ello no debió
recibirse de buena manera. No sabemos si hubo regaño o reclamo, pero parece que
hubo desencuentro. Eso no es bueno para México, no solo porque se trata de la
mayor potencia del mundo, sino que nuestras ligas comerciales, de seguridad y
migratorias requieren que haya una relación especial.
Para
Estados Unidos cualquier amenaza a la estabilidad de México es una amenaza a su
seguridad nacional. Por ello tienen preocupación por la violencia de la
delincuencia organizada, el tráfico de drogas, las violaciones a los derechos
humanos, la falta de crecimiento económico y la corrupción que impera en el
país. Por ejemplo, ante un improbable estallido
social de gran alcance en México, se podría generar un flujo de cientos de miles
o millones de refugiados hacia el país del norte. También podría propagarse la
violencia a través de la frontera y trastornar al enorme comercio entre los dos
países. Asimismo, si la reforma energética ha sido recibida con tanto
entusiasmo allá es porque por primera
vez en décadas se abre la posibilidad de que compañías de aquél país inviertan
en este sector en México, pero estarán buscando un juego parejo en donde lo que
valga no sean las influencias y las corruptelas sino bases transparentes para
todos los participantes.
En
la compleja relación entre los dos países lo que hace falta es una cooperación más estrecha. La
inevitable vecindad nos debería hacer buscar mejores oportunidades para los dos.
No una relación subordinada de México a Estados Unidos, sino una relación entre
pares, reconociendo nuestras áreas de oportunidad. Por ejemplo, el problema del narcotráfico requiere un gran esfuerzo
conjunto para abatirlo. No se puede pensar en soluciones utópicas como abatir el
consumo de drogas en Estados Unidos. Parar el flujo de drogas hacia Estados
Unidos es tan importante como parar el flujo de armas y dinero hacia México. Si
queremos detener la violencia tenemos que acabar con el negocio de la droga. Los
estados mexicanos más violentos son por
ejemplo Guerrero, el más grande productor de heroína o Michoacán gran productor
de mariguana y metanfetaminas.
Entre
los dos países, como entre cualquier vecino, debería haber una relación
especial de ayuda, asociación y cooperación. Ser vecinos distantes no ayuda a
ninguna de las dos partes, especialmente, no ayuda a México.
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